Javier Cercas en su artículo de ayer en El País habla con
razón del recelo que le producen los expertos hiperespecializados. Sin embargo,
extiende su crítica a mi modo de ver sólo con parte de razón a la universidad
española y a las ciencias sociales, que considera (“casi”) un oxímoron. Dice
que a diferencia de la forma de organizar los estudios en la Universidad de
Oxford (estructurada a través de “colleges” pluridisciplinares) nuestra
universidad es demasiado hiperespecializada. Es posible que haya una parte de
verdad en ello. Pero también es verdad que por lo menos en mi generación muchos
profesores españoles se han formado en universidades extranjeras, Oxford entre
ellas. Donde yo hice el doctorado (después de haber estudiado historia, economía y haberme dedicado a la política, o sea que llegando ya poco hiperespecializado), el Instituto Universitario Europeo de Florencia (por cierto, mientras lo
hacía pasé seis semanas en Oxford), convivíamos politólogos, historiadores,
juristas y economistas, y hoy muchos doctorados de esa institución enseñan en
nuestras universidades, o incluso dirigen las páginas de opinión de El País. En
una reciente encuesta oficial, la universidad (en general) era la institución más
prestigiosa de Cataluña, por encima de la prensa, la iglesia, los partidos políticos,
etc. Alguien podría estudiar por qué, quizás la razón sea que hoy el profesorado,
por lo menos entre las nuevas generaciones, tiene una formación internacional y
forma parte de una comunidad académica global muy bien comunicada que combina
competencia y cooperación. No creo que en el conjunto de España sea muy
distinto. En definitiva, hay mucho que mejorar en la universidad, pero no
exageremos. Más desafortunado me parece decir que las ciencias sociales son un
oxímoron y que valen más las opiniones de una peluquera (con todos los
respetos) que las de algún científico social. Sobre algunas cuestiones, no me
cabe ninguna duda. Incluso respecto a algunos científicos sociales, sobre muchísimas
cuestiones. Quizás nuestro gran novelista no tuvo ocasión en Oxford de interactuar
con los grandes científicos sociales que trabajan en esa institución, o quizás
no le convencieron. Llevar al límite la crítica a los expertos conduce a una democracia de baja calidad, como ha ocurrido recientemente en el referéndum del Brexit, donde los partidarios de la salida utilizaron con desparpajo el recelo que provocan en la opinión pública las élites expertas. Espero que un gran escritor tan ponderado habitualmente
como Cercas no se haya dejado llevar por las recientes críticas (en el caso de nuestro novelista y columnista creo que
injustas e innecesarias) que ha vertido sobre él un sociólogo en un libro. Si
el concepto de ciencias sociales fuese un oxímoron, perderíamos la oportunidad
de estudiar con el método científico, el que utilizamos para conocer todos los
fenómenos reales en el resto del espacio y el tiempo, el comportamiento
colectivo de la especie animal que ha dominado nuestro planeta en los milenios
más recientes. El que esta especie animal seamos nosotros mismos plantea
numerosos retos éticos y científicos, pero como ha argumentado recientemente el
matemático David Sumpter en su libro sobre el comportamiento de los
futbolistas, existe una gran continuidad en el comportamiento colectivo entre
otras especies animales y la nuestra. Cercas menciona como evidencia del
fracaso de muchos científicos sociales un libro de un autor canadiense, Phillip
Tetlock. Pero este autor es precisamente un gran científico social, y ha
utilizado el método científico para cuantificar e intentar explicar por qué es
tan difícil hacer predicciones en ciencias sociales. Gracias a otros avances en
estas ciencias en las últimas décadas, hoy sabemos controlar mejor la inflación,
podemos cuantificar la desigualdad social, hemos desarrollado políticas de
defensa de la competencia, o conocemos las propiedades de distintos sistemas de
votación. Incluso gracias a autores como Tetlock, sabemos cómo mejorar las predicciones,
algo que este científico canadiense ha explicado en el libro “Superforecasting”,
según tengo entendido todavía no traducido al español. Pero incluso los
superpredictores de Tetlock parece que se equivocaron en sus predicciones del
reciente referéndum del Brexit. Y es que no sabemos suficiente, pero eso no
quiere decir que las ciencias sociales sean un oxímoron. Por supuesto el reto
es mejorar las ciencias sociales, y todas las ciencias, y mejorar el diálogo
entre todas ellas. Así podremos entender mejor también qué pasa por ejemplo
por el cerebro de una escritora, un peluquero o una científica, y cómo todos
ellos se relacionan con su entorno. Creo que la mayoría de causas que abraza
Cercas en sus artículos (que suelo compartir) estarían en peligro si como dijo
en su último artículo no tuviera “nada de científico el estudio de los fenómenos
sociales”.
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