Hoy se cumplen 40 años de la victoria socialista en 1982 por mayoría absoluta. Por primera vez desde la Guerra Civil, un partido de izquierdas, bajo el eslogan "Por el Cambio", reunía los votos para gobernar en España. Ese proyecto estuvo liderado por Felipe González, sobre cuya figura poco se puede añadir a lo que dice hoy de él Javier Cercas en El País.
Los gobiernos de Felipe González se prolongaron hasta 1996, un récord de estabilidad y permanencia si vemos lo que ha ocurrido después y ocurre hoy en día.
Los mayores logros de esos años fueron sin duda la modernización de España y nuestra incorporación al proyecto europeo, poniendo las bases del estado del Bienestar. Por supuesto, España en algún momento hubiera entrado en la Comunidad Europea sin Felipe González, pero esa entrada se aceleró y se gestionó con una iniciativa política que es impensable con otro gobierno y otro líder político.
En los años 1980 y principios de los 90 se pusieron las bases de lo que es hoy la España europea. Por supuesto, otros también contribuyeron, muy especialmente quienes hicieron posible la democracia y la Constitución, que precedieron a la victoria socialista. Desde octubre de 1982, se terminaron los golpes de estado (excepto los "postmodernos"), porque se mandó al ejército a aprender idiomas y a participar en misiones internacionales.
Por supuesto, no todo son luces, pero es ridículo cargar con las sombras a toda la militancia o al electorado socialista, que podemos estar muy orgullosos de haber contribuido a ese empujón histórico. España es hoy un país donde los delitos se juzgan y los culpables pagan por ello. Alfonso Guerra dijo que "este país va a cambiar y no lo va a reconocer ni la madre que lo parió". Mucha gente se rió, y hoy muchos se ríen o pueden estar legítimamente en desacuerdo, pero España, gracias a ese empujón, es hoy un país que sigue recibiendo población (mucha gente quiere tener nuestros problemas), es uno de los que goza de mayores libertades individuales del mundo, y tiene una esperanza de vida en promedio de las más altas, si no la mas alta, del mundo. Sí, ya sé que tenemos un déficit estructural, una productividad baja, y un poder judicial por renovar, y que compartimos con todo el mundo los enormes problemas de desigualdades y emergencia climática. Pero que estos sean hoy nuestros problemas, demuestra cómo ha cambiado la escala y naturaleza de los mismos.
No creo en la historia de los grandes hombres. Si no hubiera sido Felipe, hubiera sido otra persona, pero quienes pudimos disfrutar de sus mítines en la Monumental o el Sant Jordi sabemos que no habrá otro como él. González encarnó a la generación de nuestros padres, y materializó sus sueños e ilusiones: vivir en paz y libertad, con un mínimo de dignidad, con los mismos derechos que las personas de Suecia, Alemania o Francia.
Hoy esto es una realidad, de la que nos beneficiamos los hijos y los nietos. Gracias, padres y madres. La España democrática y europea es hoy una realidad, gracias a la cual las nuevas generaciones pueden luchar con las mismas armas democráticas que las de cualquier persona europea por un mundo mejor, para salvar el Planeta.