domingo, 28 de abril de 2024

Jugar al dictador en la Europa de 2024

Mientras el periodista Jiménez Losantos publica un libro titulado "El camino hacia la dictadura de Sánchez" (según Jordi Amat, antes ya especuló con las dictaduras de González y Zapatero), el diario "El Mundo" publica un titular elogiando al dictador fascista y aliado de Hitler y Musolini en la Guerra Civil española, Francisco Franco; y el líder del PP dice, según la portada de hoy del diario La Vanguardia, que los “tics autoritarios” de Sánchez “no se veían en España desde el franquismo”. 

Un chiringuito ultraderechista denuncia ante la justicia a la esposa del presidente del gobierno basándose en recortes de prensa, e inmediatamente el PP pretende ampliar la investigación parlamentaria del caso Koldo al “caso” de la esposa de Pedro Sánchez. Al margen de lo que decida hacer el actual presidente del gobierno con su futuro político, lo más inquietante de lo que viene ocurriendo (y que el gesto presidencial ha puesto de relieve, sin ser algo nuevo) es la dificultad de la derecha más convencional de separarse del discurso y la práctica de la derecha que tiene acreditado un menor apego a la democracia. Ocurre en España, donde al parecer los sectores más moderados del PP no han tenido éxito en alejar a su partido totalmente de sus orígenes fundacionales. Pero también ocurre en Italia, donde hemos visto que intelectuales de todo el mundo han tenido que reaccionar ante los actos de censura y nostalgia fascista protagonizados por el Gobierno de Meloni. Y ello en un contexto donde las fuerzas del nacionalpopulismo conservador intentan ganar terreno en Europa (oponiéndose a su integración y a la lucha común por una transición ecológica justa) y en América Latina (donde Aznar ha ido a hacerse una foto con Milei), en algunos casos con la abierta simpatía de Donald Trump y Vladimir Putin.

La existencia de una derecha abiertamente nostálgica del fascismo, o de una derecha desacomplejadamente xenofóbica y soberanista, en teoría debería presentar una oportunidad para la derecha más moderada de distanciarse, bajo la narrativa de “véis, los radicales son esos, nosotros somos normales”. Es lo que cuenta el premio Nobel de Economía, Jean Tirole, en su libro sobre “La economía del bien común” (en su versión original en francés, páginas 176-183), donde dice que nuestra toma de decisiones se ve afectada por la existencia de opciones con las que comparar. Ocurre por ejemplo, en el famoso “juego del dictador”, donde una sola persona debe decidir cuantos recursos se queda para ella y cuantos concede generosamente a otra persona (o grupo de personas). Si tenemos que elegir entre una opción egoísta y otra generosa pero de bajo coste, tendemos a preferir la generosa (eso es lo que hace la mayoría de los sujetos en experimentos). Sin embargo, si además de estas dos, añadimos una tercera mucho más egoísta, el “dictador” (la persona que decide) se escuda en la presencia de esta opción demencial para, distanciándose de ella (pero de paso y sin que se note, también de la generosa) preferir la egoísta moderada inicial.

Diríase que la presencia de opciones como Vox o las fuerzas más racistas de la derecha europea, ofrecen una oportunidad a partidos como el PP, en teoría más moderados, para utilizar la excusa de los ultras para reafirmarse en su conservadurismo moderado. Pero lo que están haciendo en muchos casos es mimetizarse con ellos y seguirles el juego.

Salvando las distancias, no es muy distinto lo que ocurre en Cataluña con Junts y el partido xenofóbico Aliança Catalana, de la alcaldesa de Ripoll Orriols. La irrupción de esta última daría la oportunidad a Puigdemont de resaltar el lado moderado, aunque conservador, de la trayectoria de su formación política. Sin embargo, ha dicho que no renuncia al apoyo de Orriols; ha permitido que sea alcaldesa en Ripoll (una capital de comarca) cuando podía haberlo evitado; dice que la suya, la de Puigdemont, (a diferencia de otras) es una candidatura “netamente” catalana, y conduce una campaña caudillista de tintes mesiánicos. La derecha catalana y la española, con sus muchas diferencias, tienen en común además una seria dificultad (en esto se están pareciendo al Trumpismo, y les acerca a los tics ultras) para aceptar que otras formaciones políticas (a las que consideran imperfectamente españolas o catalanas) tienen la misma legitimidad que ellos, ni más ni menos, para alcanzar democrática y legalmente el poder.

Bueno, ya sabemos que los juegos sencillos (y el del “dictador” es uno de ellos) son meras herramientas pedagógicas, y que la realidad es mucho más compleja. Solo son un primer paso para acercarse a los hechos. Además, el marco institucional europeo impide que los coqueteos con la ultraderecha terminen hoy, como terminaban en el pasado, con una dictadura militar sangrienta. Pero este seguro de vida (a medio plazo) no debería convertirse en un permiso para ser irresponsables y no darnos cuenta de los riesgos, tal como se está poniendo el mundo.


domingo, 21 de abril de 2024

La muerte lenta del referéndum de secesión

Hoy hay elecciones en Euskadi y en la campaña electoral ni se ha hablado de la posibilidad de un referéndum de secesión, en el territorio que, hasta el “Procés” catalán, había sido el más secesionista de España. Sin embargo, los partidos separatistas catalanes siguen haciendo del referéndum de secesión una bandera. Aunque ello no lo han puesto hasta ahora como prioridad para negociar con Pedro Sánchez, tanto Junts como ERC siguen teniendo el referéndum de secesión pactado como arma electoral, un tanto en contradicción con seguir reclamando la vigencia del 1-O.

Pere Aragonès incluso aprovechó su púlpito oficial como presidente de la Generalitat para anunciar su propuesta de referéndum, con pregunta incluida, coincidiendo con la convocatoria electoral. Para ello se basó en un Informe firmado por el presidente del Instituto de Estudios del Autogobierno, el jurista Joan Ridao, y por otra persona que parece ser un empleado suyo. Parece que no fue suficiente el Informe que había elaborado previamente un Consejo Académico más plural (y que dejaba abierto un abanico muy amplio de posibilidades), pero también nombrado directamente por el propio Govern, para hacer propuestas que sacaran lecciones del Acuerdo de Claridad al que se llegó en Canadá tras el fracaso del segundo referéndum de secesión de Quebec en 1995. El Informe Ridao aboga como vía prioritaria por una interpretación del artículo 92 de la Constitución española que permita realizar un referéndum consultivo sólo en Cataluña, donde el resultado, en caso de ser favorable a la independenecia, se interprete como “referéndum de inicio” que dé lugar a una negociación “de buena fe” entre las partes implicadas.

El catedrático constitucionalista Xavier Arbós, una persona de firmes convicciones catalanistas y federalistas, ha sido uno de los muchos expertos que ha explicado que tal vía (o cualquier otra) en ningún caso puede dar lugar a la independencia de Cataluña sin modificar la actual Constitución en su artículo 2, que como es conocido, impide la separación de una parte del territorio, que considera indivisible (como hacen prácticamente todas las Constituciones escritas del mundo, incluida la Constitución de todos los estados-miembro de la Unión Europea). Esta reforma constitucional requeriría una mayoría cualificada de las Cortes españolas y un referéndum de ratificación en toda España. El texto constitucional español no puede ser más claro: esa es la ley de claridad vigente en España, que se puede cambiar, pero para conseguirlo no basta con tener mayoría de votos en unas elecciones autonómicas o en un parlamento.

Lo cierto es que lo que parecía plausible, y que convenció a mucha gente, en 2014-2016 (los años de los referéndums de Escocia, Crimea, del Brexit), hoy ha pasado bastante de moda, como ilustra la campaña vasca. En Quebec la Ley de Claridad sirvió precisamente para NO convocar más referéndums soberanistas, y por eso sigue formando parte de Canadá, un país con unas instituciones, una historia y una geografía bastante distintas a España (aunque haya lecciones que aprender, por ejemplo en el terreno lingüístico). Y en Escocia y el Reino Unido, 10 años después del inicio de los temerarios referéndums de David Cameron que acabaron llevando a su dimisión (el de Escocia y el del Brexit, ambos convocados a propuesta del Primer Ministro por el Parlamento británico, que no tiene las restricciones que impone una Constitución escrita), no hay ningún apetito ni ninguna perspectiva, de un nuevo referéndum.

La “Consulta” de Mas en 2014, las elecciones supuestamente plebiscitarias de 2015, el 1-O… y la división que todo ello ha traído a Cataluña, acompañada por la inestabilidad política y jurídica que llevó a miles de empresas a alejar de ella su domicilio social, han erosionado la credibilidad de la idea de referéndum como una propuesta viable y deseable. Ahora conocemos las consecuencias de lo que se hizo en el Reino Unido, donde separarse de la UE sí tenía un recorrido legal. Por si estamos tentados de recorrerlo, suponiendo que hubiera una mayoría como la que se requiere para cambiar la Constitución, ¿fue el referéndum del Brexit una buena idea? Hay otras soluciones democráticas que son mejores, como ratificar grandes acuerdos alcanzados por las formaciones democráticas más representativas, que es lo que ya prevé por ejemplo la actual Constitución española.

Los independentistas, o algunos, quieren corregir que el referéndum sea unilateral, pero no otros defectos. ¿Qué quiere decir que Cataluña sea un país "independiente", como dice la pregunta que plantea Aragonès? ¿Un país en la Unión Europea, la zona euro, o con moneda propia? España hoy no es un país independiente, es "Euro-España", como ha dicho Sartorius. Si es así, ser un nuevo estado-miembro de la UE no se puede decidir unilateralmente, sin antes pasar por un largo proceso de integración, aprobado por todos los estados-miembro existentes. ¿Cuál es el contenido exacto de lo que se lleva a consulta? ¿Qué se está aprobando si no hay un acuerdo previo? ¿El inicio de qué? En el informe en que se basa Aragonès no se habla de pequeños inconvenientes como la moneda, el Banco Central Europeo, la Zona Schengen, el Mercado Único… Ni se menciona la Unión Europea.

Los referentes internacionales del informe que da pie a la propuesta de Aragonès incluyen solo a Escocia y Quebec, pero más adelante también a Montenegro. Ahí le paso el testigo a Javier Cercas, cuyas palabras en El País Semanal hace no mucho tiempo nadie ha desmentido: “las guerras de Yugoslavia produjeron, además de en torno a 225.000 muertos, una serie de pequeños países casi por entero dependientes de las grandes potencias, cuya máxima ambición consiste en integrarse ahora en la UE, donde volverán a convivir con sus antiguos conciudadanos yugoslavos en una confederación que tarde o temprano se convertirá en una federación como la que su locura y su fanatismo arrasaron… pregunté si el referéndum de 2006 fue limpio; la respuesta, también unánime, fue "El libro blanco", de Bijela Knjiga, donde se detallan las múltiples irregularidades de la consulta (votaron muertos, votaron extranjeros, hubo gente que votó varias veces), anomalías que el cinismo de la comunidad internacional ignoró porque le urgía la desaparición del último vestigio de Yugoslavia —la unión de Serbia y Montenegro— como paso previo para separar Kosovo de Serbia. Pregunté si el referéndum resolvió algún problema. “Sólo los de los oligarcas”, fue la respuesta. “A los otros, nos creó más”. “¿Ni siquiera pacificó el país?”, pregunté. “Al contrario”, contestaron. “Han pasado más de 15 años y está más dividido que nunca”. Hablaron de la tensión permanente entre separatistas y no separatistas, de serbios interpelados o agredidos en las calles, de la conversión de los serbios en ciudadanos de segunda ante la indiferencia internacional”.

Algunas personas, tanto independentistas como personas que han criticado a Pedro Sánchez por ceder ante ellos, han pronosticado que si Sánchez ha cedido con la amnistía también lo hará con el referéndum. Pero eso implica dejar de lado que la decisión no corresponde a Sánchez, incluso suponiendo que éste estuviera dispuesto a ceder, de lo que de momento no hay evidencia. Ningún gobierno puede aceptar un referéndum de secesión porque la Constitución y la realidad europea en la que hemos decidido integrarnos y de cuyos fondos dependemos, lo impiden, ni siquiera un hipotético gobierno español de Podemos con ERC. Pero además, después del revuelo ocasionado por la amnistía, de la crisis judicial originada y del coste político que ya están pagando los socialistas, es inimaginable que ningún gobierno se embarque en algo que dejaría pequeña la polémica de la amnistía y que dejaría a España, y no sólo a Cataluña, sumida en una crisis Constitucional de grandes dimensiones que duraría años y años.

El estatuto catalán vigente no ha sido ratificado en referéndum (y el que amputó parcialmente el Tribunal Constitucional había sido ratificado con una participación muy baja), lo que sin duda es una anomalía, que no será fácil de resolver en un clima de polarización y falta de consenso.

Pero sólo se habla de referéndum de secesión en Cataluña (y creo que con decreciente convicción) y en la Venezuela de Maduro con el Esequibo (parte de Guyana). Es una lástima que el talento de juristas competentes y el prestigio de instituciones colectivas, que nos pertenecen a todos, se desperdicie en proyectos de parte que no tienen posibilidades de prosperar. Ni siquiera se habla de un plebiscito en Palestina, donde el argumento para un estado palestino (que a mí me plantea serias dudas, porque preferiría un solo estado con igualdad de derechos) se basa no en un referéndum sino en una resolución de las Naciones Unidas.

Si la idea sigue viva en Cataluña es porque sigue siendo eficaz como arma electoral en la división entre independendistas. David Cameron también pensaba en sus intereses partidistas, y creía que el referéndum del Brexit le servía en su batalla con los radicales conservadores. La democracia y la economía británicas siguen sufriendo por ello. Un referéndum de secesión, o su intento, no servirá para resolver nada en Cataluña, ni para mejorar nuestra democracia ni nuestra economía. Pero su pervivencia en el imaginario simbólico de muchos nacionalistas seguirá dificultando la necesaria evolución positiva de las cosas en el único sentido posible, que es el de la federalización de España y Europa, la superación del estado-nación y la relativización de las fronteras.


domingo, 14 de abril de 2024

Federalisme Postnacional (amb la versió en català de la Conferència de S. Illa a Londres com annex)

L’historiador Joan Esculies va qualificar de “postnacional” el discurs de Salvador Illa a Drassanes en el qual va desplegar el missatge oficial de campanya que el portarà a les eleccions al Parlament de Catalunya del 12 de Maig. Aquest excel·lent discurs es pot trobar en el domini públic aquí, i a mi em sembla que s’entén millor al costat del discurs que Illa va pronunciar a la London School of Economics al mes de març (que en forma d’annex reprodueixo al final en la seva versió en català), menys filtrat per uns spin doctors que llavors encara estaven treballant a mig gas. Els dos discursos són importants i complementaris, el de Londres pronunciat a la terra del Brexit, el fracàs més gran del sobiranisme en els darrers anys.

Esculies ho deia, si ho vaig entendre bé, amb una certa recança, però a mi "postnacional" em sembla un adjectiu escaient. Esculies ho deia per reflectir que Illa havia decidit deixar per millor ocasió qualsevol canvi constitucional o estatutari, per centrar-nos en el bon govern amb els instruments legals que ja tenim. A mi això de centrar-nos en el que ja tenim em sembla molt bé, donat el mal balanç que mereixen els intents de donar-li voltes en els darrers anys. Però a més, jo ampliaria el sentit de "postnacional" a laïcisme nacional, és a dir, a centrar l’acció pública en el bon govern, i especialment en les polítiques socials i els serveis públics (i això avui només es pot fer amb col·laboració institucional i altes dosis d’harmonització fiscal transnacional, o sigui federalisme), i deixar per a l’esfera privada, respectant-los, però sense  fer-ne la prioritat pública i retòrica, els sentiments nacionals, tant diversos a Catalunya, Espanya, Europa i el món. És en el sentit que ho va dir fa uns anys el canadenc Justin Trudeau: “Canadà podria ser el primer estat post-nacional” (no ens volem fixar tant en Canadà?). Sóc conscient que això és quasi-utòpic, fins i tot per a un maratonià com Illa, que necessita per expandir els seus vots fer l’ullet a l’enorme cràter de moderats expujolistes que ha deixat orfes el Procés.

Les misses en llatí de Puigdemont i altres independentistes pre-conciliars del morro fort, parlant de restituir un passat convenientment manipulat, i repetint tots els tòpics sobre el PSC, no aconsegueixen esborrar la realitat d’una Catalunya molt per sota del seu potencial, per culpa del Procés. Sequera, dèficit de renovables, fracàs en educació, política social en crisi permanent, deteriorament institucional, fugida d’empreses que no pensen tornar… no se’n van fàcilment de la memòria per molta retòrica delirant pseudo-religiosa que hi posin les diferents candidatures independentistes, tan enfrontades i tan semblants. Les misses en llatí puigdemontistes sonen cada vegada més delirants en un món que està discutint si el que està passant és l'inici de la tercera guerra mundial.

Illa a Drassanes s’ha de llegir sencer, les cròniques han estat una mica esbiaixades: 

-“Formem part d’un espai polític compartit que es diu Europa” 

-“La manera, la possibilitat no segura però la possibilitat única de mantenir aquest model de vida passa per una Europa que s’enforteixi progressivament, que camini cap a un horitzó federal”

-“Aprofitant els espais institucionals que ens ofereix l'arquitectura europea liderant l'euroregió Catalunya mediterrània”

El futur president Illa va parlar de col·laboració institucional des dels Ajuntaments fins a la UE. Aquest és el nostre marc federal, ja existent, al qual no li treiem prou suc. Va parlar de consorci tributari i de combatre la competència fiscal, no d’afegir-nos a ella. Això permetrà la tercera gran transformació. La primera (el desplegament de l’autogovern i la recuperació de Catalunya) no va ser només de Pujol (com diuen les cròniques que va dir Illa: va dir molt més), va ser de Tarradellas, dels catalans a Madrid i dels Jocs Olímpics de BCN. La segona va ser la dels governs de Maragall i Montilla, dels quals va destacar les polítiques socials, no la poc entusiasmant i força divisiva reforma de l’Estatut. Tot això ho va dir Illa davant del net de Tarradellas, del fill de Solé-Tura i de Roca Junyent. I enllaça amb el que diuen els sectors més lúcids a Espanya, com Nicolás Sartorius, que parla d’Euro-Espanya en una democràcia expansiva que vagi més enllà de l’estat-nació i que entri a les empreses. El federalisme post-nacional és molt més ambiciós i a la vegada realista que tota la retòrica nacional, però estèril, del processisme zombie.


Annex: “Quina és l’alternativa? En una paraula, federalisme” 

(Versió en català de la conferència de Salvador Illa a la London School of Economics, 25 de Març de 2024. En aquest enllaç, el vídeo de la conferència, pronunciada en anglès, amb subtítols en castellà)

En primer lloc, vull agrair tant a la London School of Economics com al Centre Cañada Blanch l’organització d’aquesta conferència. És un honor per a mi ser avui aquí, en aquesta institució tan respectada arreu del món. Però és doblement especial ser aquí, parlant com a líder del Partit dels Socialistes de Catalunya i candidat a la presidència de Catalunya en les pròximes eleccions del 12 de maig, perquè també recordem el decisiu paper que la Fabian Society va jugar en la fundació d’aquesta universitat. Els valors de la Fabian Society per portar a terme reformes graduals en la consecució de la socialdemocràcia són tan vitals i necessaris ara com ho varen ser en el moment en què es va fundar la universitat. Tan importants com el paper de la recerca social per ajudar a crear polítiques públiques que treballin a favor de la majoria dels ciutadans. 

Londres és una ciutat de moltes tradicions i moltes inspiracions. On més podem trobar un indret tan divers, tan multicultural, tan cosmopolita com el Londres actual? Naturalment, em refereixo al Londres que fa front als reptes, que ofereix un brillant exemple de coexistència pacífica. Londres és història viva, història en evolució. Permeteu-me acompanyar-vos a un petit viatge a través d’aquesta història. Perquè si fem una ràpida passejada des d’aquesta sala, ens trobarem a l’Strand. Una mica més enllà, ens trobem a Fleet Street, sinònim de la necessitat de tenir una premsa lliure i combativa, mantenint el control dels poders, tant públics com privats. Anem una mica més enllà i ens trobem amb la catedral de Saint Paul, una de les meravelles arquitectòniques del món. Com probablement sabeu, John Donne va ser el rector de Saint Paul. Un dels seus grans poemes ens va deixar una gran mostra de saviesa: “Cap home és una illa”, i va concloure: “La mort de cada home m’afecta perquè m’afecta tot el que li passa a la humanitat. Per això, no preguntis per qui toquen les campanes, toquen per tu”. Els puc assegurar que, després d’haver ostentat la responsabilitat de ser el ministre de Sanitat durant el pitjor moment de la pandèmia de la covid-19, no pot haver-hi paraules més certes: cap persona és una illa. Tots hi estem junts, plegats. Tots hi estem junts, plegats. No ho hauríem d’oblidar mai. Ernest Hemingway va utilitzar aquest poema com a títol de la seva noveŀla sobre la Guerra Civil Espanyola. Estem junts en la lluita contra el feixisme a Europa i hem d’estar també junts en la lluita contra els nous perills. Tampoc podem oblidar la contribució dels joves britànics que van lluitar a la Guerra Civil Espanyola perquè van entendre que, quan la democràcia és atacada en alguna part del món, és atacada a tot arreu. A Espanya i a Catalunya vam ser capaços de superar els horrors de la guerra civil i de la dictadura, i de construir una democràcia constitucional sòlida que proporciona un ampli grau d’autogovern a les nacionalitats històriques i que ens ha permès formar part de la Unió Europea. Durant aquesta transició política, es va comprendre que l’única manera d’enfortir la nostra democràcia era unir-nos al club de les altres democràcies. La unió federal era l’únic camí abans i és l’únic camí ara. 

Actualment, ens trobem a una cruïlla, i és precisament en aquest moment en què hem d’esmerçar tot el nostre coneixement acumulat. Els conflictes sorgeixen a les fronteres europees: 

● Els nostres aliats ucraïnesos lluiten per resistir el salvatge i iŀlegal atac de Vladímir Putin. 

● La població civil de Gaza està patint privacions inacceptables i sense precedents, mentre Hamàs es continua negant a alliberar els ostatges. 

● Un seguit de cops d’estat han derrocat governs democràticament escollits des d’un costat a l’altre del Sahel. 

Hi ha tensions al Pacífic i estem fent front a una amenaça profunda com és el canvi climàtic, que hem de redreçar de manera urgent en els pròxims anys si volem evitar-ne els pitjors efectes. Les decisions democràtiques que prenguem seran transcendentals: 

● En pocs mesos hi haurà eleccions arreu d’Europa, la nostra comunitat de destí, i les enquestes prediuen que la dreta i l’extrema dreta tindran un gran resultat. 

● Als Estats Units, Donald Trump amenaça de subvertir la democràcia i trencar amb Europa. 

Hem de fer front a una important elecció: hem entès que hi estem junts?, que hem de cooperar?, que ens hem de comprometre amb la solidaritat?, que hem de garantir els drets humans? O iniciem un camí de descon fiança, de desesperança i de desintegració? 

L’única manera de sortir de la situació actual és entendre que els nostres recursos i les metodologies emprades han d’estar en consonància amb les nostres finalitats. Ens hem de comprometre amb una política digna dels nostres objectius i de les nostres aspiracions. Hem de rebutjar la política de la divisió: Deixeu-me descriure els deu punts que caracteritzen aquest tipus de política: 

● Sectarisme i curt terminisme en lloc d'una gran estratègia pel bé comú. 

● Partits centrats en les eleccions en lloc de governar. 

● Rivals tractats com enemics. 

● Pluralisme tractat com un obstacle. 

● Institucions convertides en instruments partidistes. 

● Culpabilitzar als altres en lloc d’assumir responsabilitats. 

● Representants polítics més focalitzats en els greuges del passat en lloc de centrar-se en els reptes del futur. 

● Eslògans més importants que els programes. 

● Solucions simplistes per donar resposta a problemes complexos. 

● Aïllament en un món interconnectat. 

Malauradament, a Catalunya estem acostumats a aquesta manera de fer política, però no som els únics. Us deu sonar familiar aquí, al Regne Unit, i també en altres parts del món. Des de Hèlsinki a Lisboa i de Miami a Seattle, és un repte per a tots els que creiem en la democràcia liberal. Aquest estil de fer política té molts seguidors i moltes facetes. És típic dels populistes que diuen parlar en nom de tothom per afavorir la divisió. És típic de les forces xenòfobes que diuen ser úniques, només per acabar copiant els seus veïns racistes. 

La lògica de la polarització només pot portar a victòries minses perquè, al final, qui perd és l’interès general. Quan els partits polítics només busquen la destrucció dels seus adversaris incondicionalment, clarament, estan treballant per la destrucció de les llibertats constitucionals. La democràcia requereix tolerància mútua. Però la polarització en la seva màxima expressió exalta el plebiscit. Els que suposadament busquen la claredat d’una decisió inteŀligent cauen en el parany d’una política mandrosa, d’una política que renuncia al diàleg, a la construcció de consensos i a l’essencial tasca d’unir les persones per sobre de les diferències socials. Però existeix una altra manera de fer política: 

● On el govern se centra en la seva principal tasca, que és governar en benefici de tots. No en agitar i dividir la societat. 

● On els rivals són tractats amb respecte. 

● On s’entén que el pluralisme polític és la base d’una democràcia sana. 

● On es respecta la neutralitat de les institucions i es preserven els equilibris entre elles. 

● On l’àmplia estratègia té prioritat sobre les demandes diàries del cicle polític. 

● On els governants es responsabilitzen dels seus actes. 

● On els errors del passat serveixen per estimular la justícia del present i no per augmentar la rancúnia. 

● On els governants s’adrecen als ciutadans d’una manera inteŀligent i madura. 

● On la complexitat de la realitat i la necessitat de l’intercanvi és reconegut. 

● I on s’entén que no podem fer front als grans reptes si anem sols. Ningú de nosaltres pot anar sol. 

I mentre estigui en risc, soscavada per autoritaris i aspirants a exercir com a autoritaris, nosaltres com a demòcrates compromesos tenim l’obligació de continuar defensant aquesta segona via. És la millor manera, perquè és la més inclusiva i, a llarg termini, és l’únic camí. Conseqüències catalanes A Catalunya hem vist quines són les conseqüències d’una política de divisió, de presidents que opten per enfrontar en lloc d’unificar. Hem perdut una dècada a causa d’una confrontació estèril que ha portat a la paràlisi. Permeteu-me que us posi uns quants exemples: 

● La gran demarcació de Barcelona s’enfronta a una situació de sequera severa. Per què? Perquè el govern no governava per l’interès general. 

● Pel que fa a les energies renovables, Catalunya té menys quota de producció que Dubai. Hem quedat a la cua de la resta d’Espanya, que és un dels països que produeix més energia neta d’Europa. Per què? Perquè els anys posteriors als acords de París vàrem malgastar el temps revivint les batalles del segle XIX en lloc de treballar per construir l’economia del segle XXI. 

● Catalunya ha estat durant molt temps un centre d’innovació, de disseny i creativitat. Però la nostra puntuació PISA més recent ens indica que els nostres estudiants es queden enrere. No se’ls ha proporcionat suport i recursos suficients. 

● I, sens dubte, tots heu sentit a parlar de l’important èxode d’algunes de les principals empreses de Catalunya impulsades per la incapacitat del govern regional per garantir un mínim d’estabilitat pels negocis. Com a president, treballaré incansablement perquè tornin. Però deixeu-me dir que, amb una manera diferent de fer política, aquestes empreses no haurien marxat mai. 

Aquests exemples es refereixen només a Catalunya, però també trobem en altres indrets les conseqüències negatives d’aquesta manera de fer les coses. Si podeu, eviteu la política de polarització. Quan les institucions treballen per sembrar divisions, elles mateixes s’autodebilitin. Quan els familiars o companys de feina estan obligats a escollir un bàndol, es genera un clima cada vegada més intolerant i hostil a l’alternativa del debat raonat. I si permetem que la raó quedi subordinada a les passions enceses, un dia ens aixecarem i veurem com les necessitats bàsiques estan desateses i llavors serem conscients que ens hem equivocat de camí. 

Quina és l'alternativa? En una paraula, federalisme. El federalisme és una manera d’entendre el món i una manera de governar-nos. El federalisme ens ensenya que és possible la coexistència de diferents identitats en un únic sistema de govern. Que unitat no implica necessàriament uniformitat. Que la unió de diferents creences, nacions, llengües i identitats pot donar lloc a quelcom encara millor, forjat sobre la base de les pròpies diferències. El federalisme és una cogovernança amb el compromís d’unir i servir. El futur és federal: per a Catalunya, per a Espanya i per a Europa. I, la democràcia avança, també per al món. Hi hem d’anar a una, tots plegats: aquesta és la premissa del federalisme. Els grans reptes als quals ens enfrontem actualment no poden ser resolts per països o grups individualment, encara que siguin forts. Requereixen un grau de coŀlaboració transfronterera sense precedents. Grans reptes com el canvi climàtic, el desarmament nuclear o la regulació de la inteŀligència artificial només es poden tractar d’una manera multilateral. El federalisme ens permet avançar, paraŀlelament, pel que fa al nostre autogovern però també al govern compartit. Permeteu-me dir-ho d’una altra manera: Europa i Espanya seran més fortes si tenen una major presència de Catalunya, de la seva gent, de les seves institucions i de la seva llengua. I Catalunya serà més forta si té una major presència d’Espanya i d’Europa en les seves institucions i en la seva diversitat. Volem més Catalunya a Espanya i Europa i més Europa i Espanya a Catalunya. Només enfortint els llaços que ens uneixen, serem capaços de preservar les nostres més estimades llibertats democràtiques. El que està en joc no és res més que continuar anant plegats. 

Poques setmanes abans de les pròximes eleccions europees tindrem eleccions a Catalunya, el 12 de maig. Tinc molta fe en Catalunya i la seva gent. I tinc la ferma convicció que enviarem el missatge més contundent possible a la resta d’Espanya i d’Europa a les portes de les eleccions europees. 

● A Catalunya triarem la reconciliació en lloc de la divisió. 

● A Catalunya triarem la tolerància per sobre de la discriminació. 

● A Catalunya optarem per una major integració i cooperació. 

● A Catalunya posarem de la nostra part i enviarem un missatge a tots els nostres germans i germanes, des de Hèlsinki fins a Lisboa, de Dublín a Bucarest. Tots hi estem junts, plegats.