La pandemia de la COVID-19 ha puesto de mayor actualidad todavía el debate sobre la adecuación de nuestras estructuras de gobierno a la realidad de nuestros tiempos. El debate puede parecer una peculiaridad española, pero no es así. Por ejemplo, en la prensa francesa, son frecuentes las comparaciones entre el enfoque más centralizado francés, y el enfoque federalizante alemán. Antes de apresurarnos a sacar conclusiones extremas (¡Hay que centralizar! ¡Hay que descentralizar!), es fácil darse cuenta de que la realidad es que vivimos y seguiremos viviendo en una democracia multinivel, y lo que hay que hacer es aprender rápidamente sobre la marcha y conseguir que esta democracia multinivel funcione mejor.
Algunas cosas las podemos dar por aprendidas:
-Estamos ante una pandemia global, y por lo tanto los retos son globales. En cuanto a cuestiones de salud pública, la necesidad de desarrollar una o varias vacunas, y de distribuirlas equitativamente en todo el globo, son retos compartidos, ante los que no hay soberanía nacional que valga. En cuanto a cuestiones microeconómicas (sobre el comportamiento de empresas y consumidores), hemos visto como la pandemia y los confinamientos aumentaban el tamaño del mercado para las grandes multinacionales tecnológicas, y también su poder, que se ríe de las fronteras nacionales. En macroeconomía, hemos visto cómo el parón económico en una parte del mundo, afecta a otras partes, por los vínculos comerciales, turísticos e industriales.
-Esta vez sí ha habido respuestas por lo general adecuadas a la necesidad de reacciones europeas. La Unión Europea ha proporcionado algunos bienes colectivos a los ciudadanos de sus estados miembros, y ha acordado un paquete de inversiones para el relanzamiento económico que pone las bases para un endeudamiento federal y en el futuro unos impuestos federales.
-En España tanto el gobierno central como las Comunidades Autónomas han tenido responsabilidades importantes. También los ayuntamientos, que son quienes mejor conocen la realidad sobre el terreno, han desarrollado acciones cruciales en la pandemia y las siguen desarrollando. Algunos gobiernos autonómicos hasta ahora han decepcionado en su actuación, pero otros parecen haber estado a la altura (¿Asturias, Comunidad Valenciana, Galicia?). También algunos países federales han funcionado mejor (Alemania, Canadá) que otros (Estados Unidos, India). El federalismo puede frenar las tendencias autoritarias de líderes desestabilizadores, pero no supone una panacea contra ellos; la movilización ciudadana es insustituible.
-Hay que organizar el aprendizaje cuando hay diversidad de respuestas posibles y existe incertidumbre sobre cuál es la más adecuada. En España a veces habrá 17 políticas distintas, y a veces más. Pues aprendamos de ellas y organicemos los datos de forma que el aprendizaje sea sistemático: el federalismo es el laboratorio de la democracia. De hecho, hay que aprender no de 17, sino de muchas más: de otros países europeos y sus regiones, de países más lejanos. Sería un enorme riesgo que todos hiciéramos lo mismo cuando desconocemos muchas cosas de la pandemia.
Igual que la pandemia ha decretado el triunfo del pensamiento económico progresista (importancia de las desigualdades, las externalidades, los bienes públicos), también ha decretado que fuera de la democracia multinivel, o sea, fuera, del federalismo, no existe nada. Por eso, cuando en este rincón del mundo nos planteamos qué más podemos hacer para derrotar al nacional-populismo soberanista, conviene resaltar lo siguiente:
-Los federalistas debemos tener mayor seguridad en nosotros mismos. La pandemia deja en un lugar bastante malo a los nacionalistas y a los insolidarios. Eso no quiere decir que sean pocos o que vayan a desaparecer, pero han quedado en muy mala compañía.
-Estamos preparados para seguir reformando las cosas, en España con el desarrollo y la mejora de lo que se ha venido llamando co-gobernanza, con los presupuestos del Estado, con la financiación autonómica, en su momento con reformas constitucionales (cuando deje de haber grupos importantes que estén al acecho de cabalgar sobre la frustración que generan los debates mal cerrados). Pero quienes tienen que sufrir la presión por su falta de colaboración en las reformas son los demás, y en particular los independentistas. Si hoy no hay más reformas, no es por la izquierda y el centro-izquierda federalistas, sino por los desestabilizadores que se niegan en banda a los pactos razonables, que no asisten a las reuniones, que practican la táctica de la silla vacía, que ya varias veces llevan obligando a prorrogar los presupuestos de Montoro...
-Los fondos europeos suponen una gran oportunidad para el desarrollo de España y sus 17 Comunidades Autónomas, y para toda la Unión Europea. El gobierno español ha propuesto contar con la colaboración de las Comunidades Autónomas para presentar estos proyectos, que tienen que ser aprobados a nivel europeo. Sería imperdonable que no todos los agentes relevantes arrimaran el hombro. Los argumentos económicos de los independentistas, basados en mentiras y en lógicas de suma cero propias del Brexit y de la familia Trump; o basados en la idea que Torra y Puigdemont han desprestigiado totalmente de la oportunidad de construir instituciones mejores... Estos argumentos hoy están totalmente desacreditados, incluso entre economistas que les impulsaron y que hoy, aunque tarde, hablan claro (Mas-Colell: "se equivoca el gobierno catalán si cree que la confrontación no tiene costes económicos y sociales"). La pandemia y los fondos europeos exigen más que nunca ser fieles a la verdad y adoptar la lógica de suma positiva, o sea, la lógica federativa.