Los estudiantes universitarios y secundarios en paro desde ya más de 2 meses han suscitado un apoyo mayoritario de la ciudadanía.
Sus reclamos, a grandes rasgos son: Pésima calidad de la enseñanza y en el caso de los universitarios un gravísimo endeudamiento ya que la educación es siempre pagada mediante un préstamo bancario con aval del estado (CAE) con intereses iniciales que superan el 6% siendo un medio de financiamiento más caros del mundo (Informe del Banco Mundial 8 de Marzo de 2011) . Lo que piden: Educación gratuita y de calidad para todos y fin al lucro en la enseñanza. Así tal cual lo plantean en sus lienzos y consignas.
Para entender esto hay que remontarse a la época de la Dictadura Militar de Pinochet, en la cual de manera sistemática se desmanteló lo que para Chile había sido un orgullo: Su Educación Pública especialmente la Universitaria. Con el objetivo de modelarla al sistema neoliberal y disminuir la discusión y manifestaciones políticas al tacharlas de “Actividades perturbadoras de la tarea académica” y atacando el “Gigantismo universitario”( Guzman y Larrain, Rev Realidad Marzo 1981)
Por ejemplo la Universidad de Chile se desmembró perdiendo todas sus sedes en Provincia. La formación de los profesores se deterioró drásticamente. (Los maestros no dominan las materias que deben enseñar). La educación básica y secundaria sufrió el proceso de Municipalización al Igual que la salud primaria, perdiendo financiamiento, y tan grave como ello la tutela técnica en lo que era calidad. Aparecieron, los llamados "sostenedores", privados que reciben por parte del estado un dinero por cada niño que se educa. Sin preocuparse de que y cuanto aprenden esos niños, pues las metas de pago son según cantidad de alumnos, y no por rendimiento. Dichos sostenedores en su mayoría, no profesores jamás vieron en esto otra cosa que no fuera un negocio.
En el Chile de hoy si naciste pobre estarás condenado a una educación de pésima calidad que salvo excepciones sellará tu destino. Lo que más duele es que no siempre fue así. Me permito citar el caso de mi padre, un abogado de 74 lúcidos años. Hijo de un hogar pobre, con un padre empleado fiscal y una madre orgullosa de vivir en las primera viviendas sociales del país, pequeñas, pero sólidas, de muros gruesos y hasta con un pequeño patio, incomparablemente mejores y dignas que las que se construyeron después. Pudo acceder a escuelas y especialmente liceos fiscales que le permitieron competir con éxito en el llamado bachillerato (antigua y exigente prueba de admisión universitaria) e ingresar a la Pontificia Universidad Católica estudiando toda la carrera completamente gratis. Educado, con un buen trabajo mi padre fue y es un vivo ejemplo de lo que llaman “Movilidad social”. Esa aspiración de los economistas neoliberales que con tan escasa frecuencia se da.
Los chilenos han despertado, a todo nivel hay reclamos. Todos los días hay graves problemas con la locomoción pública del gran Santiago. El Transantiago, pesada herencia de gobiernos de la Concertación, genera la indignación de los usuarios, porque es cara (se lleva un porcentaje altísimo de su salario) y es mala, los trayectos pueden demorar hasta 1 o 2 hrs. La gente indignada, ha bloqueado transitoria mente el tránsito de calles importantes
También la ciudadanía se ha movilizado masivamente en rechazo por la construcción de mega centrales hidroeléctricas en la Patagonia. Dicha energía beneficiará a la gran empresa, especialmente a la minería y no al ciudadano común.
Por otro lado, se ha destapado el escandaloso negocio de la venta de dinero del retail. ( la persona compra un tv, en 400 dólares y termina pagando un 300 por ciento de su valor)
En fin, parece ser que Chile ha despertado gracias a los” Chiquillos” (término con que acá designamos a la gente Joven) y está comenzando a entender que las políticas de la economía basada en el Mercado impuestas por la fuerza y sin ninguna contraparte ha generado un país sin oportunidades en el que todo (la luz, el agua, la comida, la vivienda , la educación ) se te cobrará muy caro y en el que el surgimiento económico, por vías legales, solo está restringido a los ganadores de los juegos de azar.