domingo, 25 de junio de 2023

Ni los españoles son hoy más fachas, ni los catalanes se hicieron en 2017 más nacionalistas

Larry Bartels es un politólogo estadounidense muy interesante que trabaja en la frontera difusa entre la economía y la ciencia política. A lo largo de su trayectoria se ha centrado en las dificultades que los sectores de ingresos medios y bajos tienen para que sus preferencias políticas tengan peso en la toma de decisiones colectivas, y en las contradicciones que se plantean al observar que la agregación de preferencias democráticas casa mal con una interpretación racional de los intereses de la mayoría (ver su libro con Achen, “Democracy for Realists”).

En su nuevo libro, “Democracy Erodes from the Top” (“La Democracia se erosiona desde arriba”), analiza la relación entre la evolución de la opinión pública y el auge de las fuerzas de derecha nacional-populista en Europa en las últimas décadas. Su análisis finaliza en 2019, justo antes del estallido de la pandemia de Covid-19. Para entonces, los ecos de Trump ya habían llegado a Europa, el Reino Unido había aprobado el Brexit en referéndum, la Lega había llegado al gobierno italiano (los Hermanos de Italia todavía no), los nacional-populistas húngaros y polacos ya asustaban, y Marine Le Pen ya proyectaba su sombra sobre la democracia francesa.

Bartels analiza la evolución de la opinión pública europea a lo largo de esos años, y concluye que el ascenso de las fuerzas nacional-populistas no fue consecuencia de ningún cambio drástico en las preferencias ciudadanas. En particular, no hay razones de malestar económico que expliquen los cambios políticos. No es la primera vez que alguien cuestiona, por razones de correlación geográfica o temporal, que las razones del ascenso del nacional-populismo haya que buscarlas en el lado de la demanda, aunque el debate sigue abierto.

Este autor considera que las razones de los cambios en el impacto político del nacional-populismo de derechas hay que buscarlos en los movimientos que se producen por el lado de la oferta política. Cualquier seguidor de la política catalana (caso que Bartels no aborda directamente en su libro), le daría la razón. Fue en 2012, cuando le interesó a Artur Mas y su partido (por los recortes, el ascenso del 15-M y la corrupción), cuando se produjo el ascenso fulgurante del independentismo catalán, sin que hubiera grandes cambios en la opinión pública. La fuerza dominante de la derecha catalana decidió impulsar un movimiento que, quizás (no lo tengo claro), al final se le escapó de las manos. 

Del mismo modo, España se consideraba una excepción hasta hace poco, porque no tenía un partido fuerte de ultra-derecha, y de repente surge VOX. ¿Se han hecho los españoles de repente más fachas? En absoluto, y éste sí es un caso que analiza Larry Bartels con cierta profundidad. Igual que en otros países, en España siempre ha habido un pequeño porcentaje de la población con ideas ultra-derechistas, pero este porcentaje no ha cambiado prácticamente en los últimos años. Lo que ha cambiado es que un grupo de emprendedores políticos ha conseguido cuajar un partido fuerte a su alrededor, y ha conseguido hacerse necesario a la derecha más convencional, que en realidad ya tenía un cierto componente de nostalgia franquista. Es por el lado de la oferta política por donde se puede explicar VOX, igual que el “Procés”, y por el lado de la oferta habrá que desactivarlo, si queremos y podemos.

En su sección “El final de la excepción española”, Bartels destaca que pese al fuerte impacto de la crisis del Euro en España, en 2017 todavía no había ningún partido fuerte que abrazara las ideas nativistas y xenofóbicas que hoy defiende VOX. España era una excepción. Dos años después, la implosión de los casos de corrupción del PP y, precisamente, la apoteosis delirante entre 2017 y 2019 de la desestabilización producida por el “Procés” catalán, junto con la incapacidad de Ciudadanos por aprovechar su oportunidad en el centro-derecha, generaron un espacio que VOX supo aprovechar y que, hasta hoy, el PP no ha sabido frenar. No sólo no hay correlación positiva entre preferencias de populismo de derecha y ascenso de VOX, sino que éste coincidió, de acuerdo con los datos de opinión pública que maneja Bartels, con un descenso del sentimiento nacional-populista de derechas entre la opinión pública a medida que se iba suavizando el impacto de la crisis económica.


domingo, 18 de junio de 2023

La Constitució dels Ajuntaments, un dia de celebració democràtica

M’agrada el sistema d’eleccions municipals a Espanya. L’únic que canviaria és el número d’ajuntaments, crec que massa elevat. A cada municipi, el sistema és purament proporcional a partir del 5% de vots, el calendari democràtic és implacable i la llista més votada té un avantatge que en altres sistemes representatius no té: la persona que encapçala aquesta llista més votada assoleix automàticament d’Alcaldia, a no ser que hi hagi una majoria absoluta de regidores i regidors que proposi una altra persona candidata. Això evita endarreriments i obliga a prendre decisions, com una mena de cònclave.

D’aquesta manera, ahir es va poder veure a tota Espanya i Catalunya un gran espectacle democràtic en el millor sentit de l’expressió, com cada quatre anys des de 1979. Els representants municipals il·lustren la gran diversitat de les nostres societats, i eren pocs els casos en què una sola força política tenia majoria absoluta. En molts casos es va produir el que consagra una bona cultura democràtica: el traspàs pacífic del poder (fa 4 anys això no va ser exactament així a tot arreu a Catalunya, perquè va haver-hi escenes d'intimidació que ara no s'han reproduït).

L’expressió concreta de la nostra diversitat ens pot agradar més o menys. Té des d’aspectes que a alguns ens inquieten, com la presència de forces xenofòbiques (no és quelcom nou), fins a aspectes que es presten al sarcasme fàcil (pel qual espero que ningú s’ofengui, que cadascú faci el que vulgui amb els seus peus), com les espardenyes amb què es va presentar a la sessió el nou alcalde de Girona.

Xavier Trias arribava a la sessió de constitució amb l’avantatge citat de la força més votada a Barcelona, que obligava a qualsevol altra candidatura a aconseguir una majoria absoluta alternativa de vots. No hi ha dubte que Trias es va confiar, i va infravalorar la capacitat de Collboni per reunir suports. Trias va creure que acostant a ERC en tenia prou, però Junts i ERC no evitaven una majoria absoluta alternativa per si sols, com es va veure. La resta és història, incloent l’absurda rebequeria del “que els bombin a tots”, que encara genera incredulitat per venir d’una persona experimentada i educada que va ser votat per la classe alta i refinada de la ciutat. S’ha de ser més prudent, sobretot quan un pot estar pronunciant l’últim discurs de la seva vida política.

Una piulada de l’inefable Quim Torra (sí, el de les “bèsties amb forma humana”) permet veure els instints més primaris que hi ha al darrera de la indignació indepe perquè Collboni sigui el nou alcalde de Barcelona. Diu Torra que el pacte es va cuinar a Madrid, és clar. Això revela, primer, que Torra, Trias i la seva tradició política pujolista (com la dreta a tota Espanya) creuen que el poder els pertany per naturalesa, i que qualsevol sorpresa en aquest sentit, per molt legal, legítima i democràtica que sigui, ha de ser una anomalia. I també revela que és impossible que als nacionalistes els surti quelcom malament i no fiquin la culpa a Madrid. Indret on per cert més d’una vegada ells han anat a negociar el que no aconseguien a Catalunya. 

Que sigui un admirable espectacle democràtic on tothom es retrata no vol dir que tot sigui motiu de celebració. Jo molt content de tornar a tenir un alcalde socialista a la meva ciutat (que haurà d’actuar amb humilitat, alçada de mires i diàleg) i de noves alcaldies com la de Juan Luis Ruiz, que serà el més digne successor de Jaume Casanovas a Vilanova i la Geltrú. I molt content que el PSC ocupi la centralitat del mapa d’acords a Catalunya.

Però trist perquè els partits democràtics, i en particular Junts, no hagin pogut evitar una alcaldia xenofòbica en una capital de comarca catalana, Ripoll. Ja n’ha parlat avui Josep M. Cortés. I trist també perquè Sílvia Paneque, la política que havia fet millor campanya, i que havia guanyat a la zona zero del secessionisme, no pogués assolir el bastó de primera regidora, pel pacte (legítim) de Junts X l’Espardenya.





viernes, 16 de junio de 2023

¿Urge la penitencia de Sánchez y damos por acabada la del PP?

Hubo un tiempo en que personas como yo (o sea, votantes progresistas lectores de El País)  seguíamos en todo a Juan Luis Cebrián. Su prestigio como periodista le hizo aventurarse incluso en la literatura de ficción y en el mundo de la empresa. No soy quién para evaluar sus éxitos en estos ámbitos, pero quizás de ahí adquirió cierta confianza en sí mismo para evaluar el grado de narcisismo de las personas (de las otras personas, se entiende).

En un artículo reciente en el diario que dirigió, la crítica al narcisismo de Pedro Sánchez es el hilo conductor que le lleva a recomendar al PSOE un período de penitencia, dando por terminado implícita pero necesariamente el período de penitencia del PP alejado del gobierno español. Si Cebrián se ha visto muy impresionado por el examen de conciencia y el propósito de enmienda de los populares tras la gran mentira de Aznar el 11-M de 2004, o los gravísimos casos de corrupción del PP bajo el mismo Aznar y Rajoy, que terminaron con el gerente del PP entre rejas, es algo que no nos cuenta.

Algún día se estudiará el éxito de la narrativa anti-sanchista, basada en supuestos atributos psicológicos del presidente del gobierno y en su política de alianzas puntuales o estables, pero muy poco basada en un análisis riguroso de las políticas que ha desarrollado, las que puede seguir desarrollando y la comparación de las mismas con las alternativas probables. En todo el artículo de Cebrián no hay ninguna sola crítica a una política pública concreta, a una reforma, a una ley… Estaría bien saber con cual no está de acuerdo: reforma laboral, de pensiones, salario mínimo, eutanasia, Ingreso Mínimo Vital, ERTES, Fondos NG…

El artículo mencionado receta el paso del PSOE a la oposición, y por lo tanto la victoria de la derecha española (probablemente con el apoyo o en coalición con la extrema derecha). Es de aplicación aquí todo lo que dije en mi post anterior.

Mi estupefacción es parecida a la que sentí cuando personas a las que admiraba se hicieron de repente independentistas catalanes, asumiendo rápidamente la narrativa del soberanismo. Por muchos problemas que se tengan con los socialistas, cuesta entender que personas con quienes habías compartido valores y principios, de repente se pliegan a lo que creen una nueva centralidad. Sí, Cebrián cree que el PSOE ha perdido centralidad, a pesar de que sus políticas están apoyadas por la Comisión Europea, siguen las recomendaciones de la ONU y se parecen mucho a las de Biden.

En varias regiones, se ha consumado ya el matrimonio PP-VOX. Pero el problema no solo es VOX. Aznar, Ayuso y las políticas negacionistas del cambio climático en Andalucía, son tan preocupantes como las bravatas de cuatro fachas sin complejos. Sin embargo, los anti-sanchistas dicen que el peligro para España es el radical-populista Sánchez, como Trump dice que nombrará un fiscal especial para investigar a Biden. Trump llama comunistas y radicales a los demócratas, como López Burniol llama radical-populista a Sánchez. El anti-sanchismo demoniza al adversario como hacen algunos sectores del independentismo catalán con el PSC (“los de la cal viva”, “represores”). Para los indepes, PSOE=GAL y para los antisanchistas PSOE=ETA. El marco mental es el mismo. El PP no ha hecho ninguna autocrítica ni ha pedido perdón por sus mentiras y su corrupción, y se agarra ahora a la ola neo-conservadora en Europa, invirtiendo en poderosas narrativas que se transmiten rápidamente desde altavoces de alto status.

Tengo que confesar que yo estaba desentrenado de la crítica al PP y a VOX. Creía que era algo obvio, y me parecía más ético ir contracorriente en mi entorno y concentrar mis energías en la versión catalana del nacional-populismo rampante, que creía más sutil. Ahora veo que en el fondo es muy parecido, y por lo tanto requiere el mismo nivel de esfuerzo. Son dos nacionalismos que se parecen, y que se alimentan el uno al otro (como dice brillantemente Cohn-Bendit en el documental “Federal”): la nación está en peligro, cantemos pues (o escuchemos, cuando no tiene letra) el himno nacional,… no me extrañaría que tanto Aznar como Puigdemont estén deseando otro "Procés".

Un grueso suficiente de personas que actúen por principio y no por rencillas o eslóganes forma parte imprescindible de la estructura institucional de una sociedad democrática. Pienso en personas como el historiador Timothy Snyder en Estados Unidos, los sucesivos directores del diario La Repubblica en Italia, o Valls hace cuatro años en Barcelona dando la alcaldía a Colau sin nada a cambio, por principios, para evitar un mal mayor (educado en un país donde Jospin pidió el voto por su rival Chirac para evitar que la extrema derecha llegara al poder).

Soy de los que cree que hay que votar al PSOE (o al PSC) y reforzar su entramado institucional y el de su entorno, porque con todas sus limitaciones, es (como lo es el Partido Demócrata en Estados Unidos) la viga principal, si bien no la única, que sostiene la democracia española (y la catalana). Ojalá el PSOE pueda depender menos para aprobar reformas de partidos con los que nos separan muchas cosas. Ojalá el declive de ERC y de Pablo Iglesias se refleje en apoyos más sólidos y seguros a políticas de progreso real.

Pero tiene que ser posible llegar a acuerdos con partidos que no sean violentos y que respeten el estado de derecho, independientemente de lo que hayan hecho EN EL PASADO, si es en favor de políticas deseables. Por ejemplo, defiendo que se pueda llegar a acuerdos con el PP (como hizo Patxi López en Euskadi), un partido fundado por un ministro de una dictadura fascista. En decenas de democracias, la convivencia se sostiene por los acuerdos entre personas que EN EL PASADO se habían matado. ¿No se puede hoy, 12 años después del fin de ETA (en el gobierno de Zapatero y Rubalcaba) llegar a acuerdos puntuales con Bildu, por ejemplo a favor de las políticas sociales que incluso Cebrián califica de positivas? El mismo Patxi López que en el pasado pactó con el PP y que fue a varios funerales de compañeros suyos asesinados por ETA ha defendido estos acuerdos puntuales. A quienes se creen que se marcan un tanto graciosillo -en realidad repugnante- asociando al PSOE con ETA (“que les vote Txapote”) les deseo que nunca tengan que ir a un funeral por un compañero asesinado, o convivir con alguien que tenga que ir siempre con escolta.

La consecuencia principal de enviar a Sánchez a hacer penitencia y dar por terminada la del PP es reforzar la deriva orbanista/meloniana (negacionista, anti-feminista, ultraconservadora) del Partido Popular Europeo y de la Unión. ¿Tan poco importan las políticas sociales, ambientales, la violencia contra las mujeres? ¿No hay que frenar la competencia fiscal para reforzar el Estado de Bienestar? ¿Tan poco importan la evolución de Europa y el avance del Trumpismo en el mundo?



domingo, 11 de junio de 2023

Pero… ¿Qué habrá hecho Pedro Sánchez?

Ante las dificultades objetivas por ganar el debate de las ideas y las políticas concretas, la derecha y la extrema derecha han difundido con éxito la consigna de que el problema es Pedro Sánchez (PS), no el PSOE (el partido que lo eligió por sufragio de todos los militantes, dos veces) como partido, sino PS y algo llamado “el sanchismo”, un peligro al parecer para España como nación. Es una versión 2.0 del Váyaseseñorgonzález, magníficamente recordado por Raimon Obiols, con ecos en las campañas que pintan naciones en peligro (“cuando alguien dice que la nación está en peligro, hay peligro”, nos recuerda Obiols en su último libro, que está a punto de aparecer en castellano en traducción de Esther Montes). La nación puede ser Cataluña, España, Estados Unidos, Polonia, Hungría, Italia, Francia… según la perspectiva de la campaña nacionalpopulista en cuestión.

El éxito de la consigna se constata en que algunas personas que hasta hace poco apoyaban al PSOE la han hecho suya, igual que antes personas de trayectoria progresista hicieron suyo el “derecho a decidir” en Cataluña, otra consigna con poco sustento reflexivo detrás, con mucho éxito movilizador y con escasa fertilidad en cuanto a resultados positivos tangibles. Por ejemplo, un conocido notario escribía ayer en La Vanguardia que, pese a que valora las políticas sociales del gobierno Sánchez, incluso que está a favor de los indultos, etc., dice que considera la continuidad de Sánchez “un riesgo grave para que España subsista como entidad política solidaria” y lamenta que desde dentro del PSOE no hayan surgido voces que se hayan desmarcado “de la deriva radical-populista del presidente”. Curiosa deriva radical-populista que es ensalzada desde la Comisión Europea de Von der Leyen y que está alineada con los planteamientos peligrosísimos de las Naciones Unidas y de su agenda 2030 para un desarrollo sostenible.

Cuando personas con una trayectoria conocida escriben públicamente cosas así, se supone que han llegado a un punto de identificación con el mensaje, que será ya difícil convencerles de otra cosa; normalmente este tipo de consignas se convierten en formas de adquirir una nueva identidad, y quienes las adoptan tendrán gentes aplaudiéndoles por su valentía, y no se echarán atrás. Ojalá me equivoque. Pero llamando la atención sobre la falacia de sus argumentos, quizás podamos actuar sobre otras personas que hasta ahora se tomaban en serio a quienes ahora sustentan las consignas.

Porque veamos, ¿qué ha hecho PS? ¿Ha tenido a un hermano corrupto ocupando ilegalmente un despacho de la administración haciendo negocios ilegales? ¿Ha dirigido un partido mientras su gerente, después encarcelado, repartía sobresueldos en sobres? ¿Ha engañado sobre la autoría de un gran atentado para intentar sacar ventaja electoral? ¿Ha derogado ilegalmente la Constitución? ¿Ha tenido amistad con un narcotraficante? ¿Ha escondido su fortuna en el extranjero? ¿Ha castigado a su país con suicidas políticas de austeridad ante una fuerte crisis económica?

¿Qué diablos habrá hecho PS, por Dios, para merecer tanto ataque? Algo habrá hecho… Yo voté a Pérez Tapias y a Patxi López en las primarias donde pude hacerlo por PS. No soy persona de audacias y golpes de efecto, sino de rutinas, y prefiero los regates largos a los cortos. No practico ni he practicado nunca el culto a la personalidad, ni creo que la historia la hagan los grandes hombres o mujeres. Ahora bien, tras vivir el “procés” en Cataluña de cerca y ver lo que ha hecho con algunos amigos, y tras seguir compulsivamente la CNN y la BBC en los años de Trump y el Brexit, creo tener el instinto bien desarrollado para detectar una campaña nacionalpopulista cuando se desarrolla ante mis ojos. Por artículos anteriores, el ataque del notario a Sánchez rima con las palabras de Aznar cuando se refiere a “socialistas radicalizados con comunistas, separatistas y antiguos terroristas”. En estos anteriores textos, se había pronosticado que en la siguiente legislatura PS negociaría el voto de los independentistas a cambio de un referéndum de secesión, algo que la Constitución impediría incluso a un gobierno de Podemos con Bildu y ERC. Pero de lo que se trata es de dar miedo, generar emociones y cortinas de humo para no hablar de las políticas concretas.

PS y su gobierno han cometido errores, como en toda obra humana, pero tras cinco años como presidente del gobierno dudo mucho que mis admirados y votados Pérez Tapias o Patxi López lo hubiesen hecho mejor, o cualquier otra persona que conozca del PSOE o fuera de él, en los años de la pandemia y la guerra de Ucrania. Apoyado por los representantes más lúcidos de la socialdemocracia española de los últimos cuarenta años, como Joaquín Almunia y José M. Maravall, PS formó en 2018 un gobierno con personas expertas que en varios casos no venían del partido (Escrivá, Marlaska, Ribera, Calviño, que siguen en él), después presidió el primer gobierno de coalición de la democracia española, integrando en las instituciones democráticas a la generación del 15M, y presidió el primer gobierno con más mujeres que hombres. Este gobierno ha desarrollado reformas ambiciosas, complejas y exitosas en colaboración con la Comisión Europea y en concertación con los agentes sociales, como la Reforma Laboral o la Reforma de Pensiones, ha impulsado el Ingreso Mínimo Vital, los ERTE, ha subido el Salario Mínimo. Algunas de estas iniciativas deben ser los “aciertos de gestión en políticas sociales” que valora el notario, aunque no suficientemente como para hacer tambalear su juicio negativo sobre el peligro en que se halla sumida España, como si la nación fuera una entidad al margen de los millones de personas vulnerables a quienes van dirigidas las políticas sociales. Si el malo es Sánchez y el bueno el partido, ¿qué pasa? ¿Qué lo bueno es gracias al partido que ha apoyado a Sánchez y lo malo es culpa de Sánchez a pesar de lo bueno que es el partido? Por favor… ¿Todo lo que ha conseguido el PSOE y el gobierno desde 2018, incluyendo volver a ser relevantes en Europa con los Fondos Next Generation y la reacción común a la agresión rusa, es a pesar de PS? ¿Incluyendo que en Cataluña se vuelva a respetar el estado de derecho? España crece económicamente, contiene mejor la inflación que otros países, rebaja la deuda pública, reduce el paro batiendo récords de creación de empleo. Y sí, tiene un reto en mejorar la productividad, ¿pero alguien cree que en los gobiernos de Aznar o Rajoy se hizo algo al respecto aparte de ser espectadores pasivos de una burbuja inmobiliaria que se desarrollaba a nuestros pies y cuando explotó combatirla con políticas contraproducentes que provocaron paro y sufrimiento? ¿No son los fondos Next Generation y los proyectos asociados impulsados por Nadia Calviño y la Comisión Europea el mejor plan para impulsar la productividad y la transformación de la economía española?

En esta trituradora que es la política profesional contemporánea, ¿nos vamos a permitir el lujo de prescindir de un líder joven que habla idiomas, moderadamente progresista, respetado en Europa y Estados Unidos? ¿Nos sobran este tipo de líderes? ¿De verdad tenemos a alguien mejor que él que esté dispuesto a ponerse en su lugar y que se haya trabajado los apoyos de todo el partido? ¿De verdad que hay que poner el foco en un individuo cuando lo que está en juego es que unas ideas de extrema derecha impregnen a sectores moderados de la sociedad y pongan a España en la estela de la derecha euroescéptica de Meloni y Le Pen, para frenar políticas progresistas que mejoran la vida de millones de personas incluyendo las generaciones futuras?

España y la mayoría de gobiernos europeos, junto con la administración Biden en Estados Unidos, están dando pasos tímidos en la dirección de luchar contra el cambio climático de una forma lo más equitativa posible poniendo en común los recursos en nuestro caso de una Europa más integrada. Hay que avanzar con mucha más decisión. La victoria de fuerzas conservadoras que puedan frenar los avances en marcha, supondría un paso atrás quizás irreversible, cuando lo que hay que hacer es avanzar con más decisión. Eso es lo que está en juego, no el futuro de una nación supuestamente amenazada por un individuo injustamente demonizado.


domingo, 4 de junio de 2023

Avançar entre trumpismes de signe divers

Passejant el dia de reflexió pels carrers de Barcelona vaig veure dos cartells de propaganda política a poca distància l’un de l’altre. Un d’ells, d’Arran, les Joventuts de la CUP, deia “Lluitant pel que és nostre”. L’altre, de VOX, deia “Cuida lo tuyo”. El de VOX és una mica més egoïsta encara que el d’Arran, que només em tranquil·litzaria si allò “nostre” és referís a la humanitat, o a la classe treballadora, però vist el que porten fent els darrers 10 anys, em temo que el “nostre” acull més a la família Pujol que a persones com a mi.


Hi ha més paral·lelismes entre alguns sectors del procés i algunes derives de la dreta espanyola, no només de VOX. La desqualificació de l’adversari, el seu desterrament de la comunitat dels bons patriotes, n’és la més evident (“sanchistas”, “unionistes”!). No tot l’independentisme és trumpista, ni tota la dreta espanyola ho és, però el trumpisme entre nosaltres és ben present. Fent d’apoderat al col·legi electoral, un senyor se’m va acostar l'altre dia en to burleta preguntant-me on estava la seva pagueta per haver comprat jo el seu vot (exagerar les irregularitats electorals, i culpar-ne l’adversari, és marca de la casa de Trump, Bolsonaro i espècies semblants). El to burleta, malaltissament anti-socialista (semblant al que fa servir Trump amb els Demòcrates), de molts independentistes durant els anys àlgids del procés també era freqüent. Ara ho és menys, sense haver desaparegut.

Però el cert és que aguantant amb fermesa, ja portem dues eleccions quedant per sobre dels partits independentistes. Als Estats Units, es va derrotar a Trump, i al Regne Unit els brexiters estan contra les cordes. En altres llocs, hi ha hagut de tot. El nacionalpopulisme es pot derrotar, però no és fàcil, i no està mort. I en un món de grans amenaces, on cal una Europa unida que respongui als desafiaments existencials del Planeta, no podem desaprofitar cap oportunitat per derrotar-lo.

No hi ha receptes senzilles sobre com derrotar el trumpisme. La politòloga de la London School of Economics Lea Ipy, d’origen albanès, que malgrat la seva joventut ja les ha vist de tots els colors, diu en un documental al canal ARTE, que si hi hagués una social-democràcia més genuïna, hi hauria menys desencant amb les institucions, que és el que intenten explotar els trumpistes de signe divers. I això és precisament el que ha estat fent, amb intensitat i èxit, el govern de Pedro Sánchez, com explica aquest fil de twitter, i com defensava l’estudiós de la socialdemocràcia i exministre socialista, José M. Maravall.

Avui ja tenim experiències, a estudiar, sobre com derrotar el trumpisme. No només l’original, derrotat per Joe Biden al 2020. Tenim una experiència ben recent en la victòria de la candidatura encapçalada per Sílvia Paneque a la ciutat de Girona, suposada "zona zero" del "Procés", la mateixa d’on Puigdemont va ser Alcalde, ciutat adoptiva de Quim Torra, i escenari de nombroses desercions d’exsocialistes que van sentir, fins fa ben poc, els cants de sirena del patriotisme. Amb una campanya en positiu, d’amor a la seva ciutat, acollint a la seva candidatura al bo i millor, innovant en les formes i els continguts (i no des de fa dos dies), Paneque, una candidata tranquil·la, ben preparada, il·lustrada, pencaire, federalista, dialogant, ha guanyat les eleccions. Que una victòria no acaba amb els arguments polaritzadors i “desterradors” ho il·lustra que s’ha dit que cal fer-li una majoria alternativa perquè els de Paneque són els del GAL (per als altres, el “sanchisme” és ETA). No cal dir que Paneque és tan culpable del GAL com Marina Geli, Ernest Maragall, Joan Ignasi Elena, Toni Comín o Pia Bosch, entre altres.

Un govern decent, està en risc (la possibilitat a Girona, i la realitat a Espanya), i una aposta a favor d’una Europa més unida, solidària i descarbonitzada, també. Però les derives trumpistes es poden frenar a temps. Ara sí que el món ens mira.