Me sabe mal, porque me gustaría que los Comunes y Podemos fueran clarificando su hasta ahora confusa propuesta para mejorar el encaje de Cataluña en España; pero no terminan de salir del lío.
Hoy su líder en el Parlament, Jessica Albiach, en una entrevista en La Vanguardia ha dicho: “Siempre hemos hablado de un referéndum y pensamos que se tienen que poder votar distintas opciones. La mía es una república plurinacional, pero también tiene que haber otras. Tiene que haber una pregunta sobre independencia, sobre si nos quedamos como estamos y otra sobre la república plurinacional.”
Como supongo que añade matices a su posición anterior, el diario ha titulado, como una novedad, que Albiach propone un referéndum con tres opciones. La propuesta concreta que se realiza es peor que la propuesta de Artur Mas (que se vote la propuesta independentista, junto a la propuesta “del Estado”), que a su vez es peor que el referéndum del Brexit, que ha sido tan cuestionado, por ejemplo por el Premio Nobel de Economía (ahora que se valora tanto la opinión de los Nobeles de Economía), Amartya Sen.
En primer lugar, un referéndum con tres opciones puede dar lugar a la victoria de la opción más odiada de las tres. Por ejemplo, la opción ganadora podría tener el 35% de los votos, y ser la peor opción de las tres para el 65% del electorado (que podrían repartirse entre 32% que prefieren una opción y 33% que prefieren la otra). Eso si, como es lo habitual, cada persona vota por una opción y gana quien tiene más votos. Podría votarse también (sería mejor) mediante el método de Borda (puntuar las 3 opciones, como en el Festival de Eurovisión) u algún otro método basado en que cada votante presente un ránking de todas las opciones, pero entonces surgen otros problemas (ya sea de intransitividad o de impacto sobre el resultado de una alternativa irrelevante). Vale, esto es más complejo (pero está en el libro de Amartya Sen sobre elección colectiva), y no parece que Albiach proponga un método basado en ránkings.
En segundo lugar, en la medida que distintos grupos sociales apoyarían cada una de las tres opciones, se llegaría al referéndum en un clima de división social y controversia, que haría probablemente que el resultado dependiera de factores aleatorios, como los golpes de efecto de spin doctors, los algoritmos de las redes sociales, el tiempo, la abstención diferencial, etc. Y haría que las tres opciones no estuvieran detalladas. Si no está acordado, ¿qué exactamente se está votando? Por ejemplo (y este es un problema que la propuesta Albiach comparte con la propuesta Mas), ¿la alternativa independentista incluiría un compromiso creíble de pertenencia a la UE? Difícil con un acuerdo, imposible sin él.
En tercer lugar, Albiach no aclara en la entrevista si el referéndum sería a escala española o a escala catalana. Supongo que ella tiene en mente un referéndum a escala catalana, dada la simpatía que quien lidera los Comunes ha mostrado con el derecho a decidir del soberanismo catalán, y en general, sus dificultades para plantar cara a éste. Pero si una de las opciones es una supuesta “República plurinacional” (sea lo que sea eso), ¿cómo puede el electorado del 16% de la población española –o incluso el 35% de este 16%- decidir que el conjunto de España se convierte en una “República plurinacional” o lo que sea?
Por supuesto, la propuesta de Albiach comparte con la de Mas que podría ganar una propuesta que no cabe en la Constitución actual, lo que obligaría a reformar la Constitución, lo que solo puede hacerse con el apoyo de 2/3 del Parlamento español. Si una de estas propuestas ganara, estaríamos abocados a un período (adicional al que ya venimos sufriendo) de crisis constitucional. Y ya estamos un poco cansados. Albiach, Mas y otros líderes que llevan años probando distintos referendos divisivos, deberían sacarse la pereza de encima, asumir sus responsabilidades, y ponerse a trabajar en un acuerdo amplio de evolución del Estado de las Autonomías en una Europa integrada que nos permita avanzar hacia un federalismo mejor. Y ese acuerdo, detallado, como la Constitución de 1978 o el Acuerdo de Viernes Santo en Irlanda del Norte, podría ser ratificado por la ciudadanía. Y si no lo fuere, como ocurrió en Colombia con el acuerdo auspiciado por Santos, a seguir trabajando.