Que algunos intentan
convertir la política en un bien más de consumo se puede comprobar leyendo
escalofriantes entrevistas como la que salió hoy con el propietario de Tele
Cinco. Por eso me he pasado algunos días asustado cuando supe por quienes hacen
el programa “El Objetivo” que pensaban utilizar unos datos de un trabajo con el
que estoy relacionado. Estos datos ponen cifras concretas a algo de sobras
conocido: la presencia de ex políticos en grandes empresas españolas. Sin
embargo, sabemos poco sobre si esto tiene consecuencias buenas o malas para los
accionistas y sobre la sociedad en general. Probablemente es negativo, pero más
por razones éticas que económicas, pero no sabemos muy bien en qué medida, ni
si es de semejante magnitud a lo que ocurre en otros países. Quizás lo sabremos
de aquí a un tiempo indeterminado, cuando nosotros avancemos más en nuestra
investigación u otros lo hagan. La acumulación de conocimiento es más lenta que
la popularización de los mensajes. Tengo que decir que en este caso el
tratamiento de los datos por parte de los profesionales de la Sexta ha sido finalmente
correcto.
La trivialización está
relacionada a mi juicio con el hecho de que el nacionalismo y la izquierda naïf
se presentan como refugio ante un mundo complejo: la consecuencia es que en
Francia puede ganar Marine Le Pen. Por eso vale la pena plantearse la resistencia
pacífica. Con un poco más de rigor en el debate intelectual a la pregunta ayer del
diputado de ERC Joan Tardà, la respuesta del gran Wyoming sobre el apoyo a la “consulta”
catalana hubiera sido más sofisticada. ¿Hubiera contestado lo mismo si la
pregunta se la hubiera hecho Nigel Farage, líder del UKIP británico, o Marine
Le Pen, líder del Frente Nacional francés? “Votar es normal, es lo que cualquier
demócrata de izquierdas debería apoyar. Supongo por lo tanto que apoyarás que el
Reino Unido/Francia organicen un referéndum para salir de la UE…” Si ello
ocurre y este tipo de políticos populistas imponen su agenda y hacen saltar
Europa por los aires, quizás sería una buena razón para pasar de la resistencia
pacífica a la desobediencia civil contra la trivialización y la estupidez.
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