El profesor Antoni Serra Ramoneda se pregunta cómo puede ser que habiendo en España tan buenos economistas académicos, la
economía vaya tan mal. Ofrece tres explicaciones, a saber:
1) Que los políticos no hacen caso a los economistas.
2) Que los economistas prefieren quedarse en su torre de marfil y no se
comprometen en la práctica.
3) Que como nuestros buenos think
tanks eran fuertes sobre todo en política monetaria, al haber delegado ésta
en Frankfurt, no hemos llenado el vacío dedicando los think tanks a aquello en
lo que seguimos teniendo competencias.
El profesor descarta la segunda explicación, porque dice que sí hay ejemplos
de buenos economistas que han sufrido “dolores de cabeza” por ocupar cargos de
responsabilidad. Lástima que el profesor no explore otras dos explicaciones:
4) Que los economistas no daban buenos consejos, porque sus
trabajos académicos se caracterizaban por unos métodos científicos que no estaban a la altura de
otras ciencias, en la línea de lo argumentado por Eric Beinhocker.
5) Que el consejo de los economistas a veces es fútil o vano, en el sentido
de que a veces dan consejos de imposible cumplimiento en una democracia, en la
línea de lo argumentado en un artículo clásico por el gran economista indio Kaushik Basu.
En definitiva, Serra Ramoneda parece compartir el sueño de que una élite
benevolente e ilustrada de economistas dictará cuál es el bien común a una masa
de políticos indocumentados mientras las masas, supuestamente pasivas,
agradecerán su labor a los primeros. Así habría sido en el pasado, cuando
economistas ilustrados como Sardà nos sacaron de la miseria en pleno
franquismo. No se tiene en cuenta en esta reflexión los sesgos y errores que
han plagado la labor de los expertos económicos (y políticos), como nos
recuerda Philip Tetlock, ni (en el caso de la historia de España) los años de retraso y el sesgo
capitalista y desigual del desarrollo obtenido. Lo bueno es gracias a los
economistas (como si fueran un colectivo homogéneo en calidad e ideología) y lo
malo es porque los economistas no han influido suficientemente. Como decía
Javier Cercas comparando a Fraga y Suárez, algunos lo saben todo y no entienden
nada, y otros no saben nada pero lo entienden todo. Y eso que en el punto 2) el
profesor tiene razón: algunos economistas han tenido y tienen responsabilidades
importantes, y otros mucha influencia (¿de dónde seleccionamos los ejemplos, de
los Estados Unidos, de Alemania, de España o de las cajas de ahorros catalanas?
¿Hacemos un Inside Job local?), y sin
embargo cada día estamos peor…
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