domingo, 25 de septiembre de 2016
La brújula federalista
El otro día en un fantástico acto organizado por el PSC de Gavà, que cedió el escenario a Federalistes d'Esquerres, en el debate final entre el público, nos hicieron dos preguntas muy buenas. Qué sería del mundo sin las buenas preguntas que no tienen respuestas obvias... La primera buena pregunta fue "cuál es la hoja de ruta de los federalistas". Y la segunda buena pregunta fue qué podemos hacer desde el federalismo para generar la ilusión que se genera desde otras opciones como el independentismo. Las dos preguntas en realidad son una: cómo ofrecer un horizonte de esperanza desde nuestras ideas. La pregunta se podría formular de otra manera: cómo atraer a las personas idealistas que no se conforman con respuestas sencillas, es decir, cuyos valores a priori no se oponen, sino todo lo contrario, a los valores del federalismo. Como ven, estoy dando vueltas a la pregunta porque no tengo una respuesta. Allí en directo balbuceé unos comentarios que no me dejaron satisfecho ni a mí mismo: que ojalá pudiéramos reformar la Constitución española pero que no era fácil, que hay que promover el diálogo y la negociación sin acciones unilaterales (no haremos una DUF o Declaración Unilateral de Federalismo)... En realidad, es difícil tener una hoja de ruta clara cuando sabes que el mundo es evolutivo y no un camino hacia un destino claro, cuando sabes que vivimos en una lucha constante en la que habrá avances y retrocesos. Obama fue un avance y si gana Clinton (por desgracia no es seguro, mejor ni pensarlo...) como máximo tendremos una resistencia ante lo peor. En Canadá tras muchos años de gobierno de la derecha y los independentistas ahora los federalistas gobiernan en el nivel federal y en Quebec. En Inglaterra ganó el nacional-populismo el referéndum del Brexit pero con el voto de la juventud en contra y sin suficiente fuerza para imponer sus contradictorias ideas. En Colombia, podría ganar la paz, pero también podría ganar el regreso al infierno. Hay que aclarar nuestra hoja de ruta, pero sabiendo que será muy distinta de la hoja de ruta de los independentistas, porque nosotros sabemos que los tiempos de la humanidad no se terminan el año que viene, y no queremos imponer nada, sino negociar y dialogar con todos. Y sin perder la ilusión, que no es lo mismo que hacer ilusionismo. Le dije al amigo que hizo la pregunta que nuestras ideas o unas muy parecidas habían sido capaces de emocionar a la mayoría de las jóvenes generaciones no sólo en el Reino Unido, sino también en Bélgica o Canadá, donde cada vez más gente se da cuenta que hay que avanzar por la senda de la integración y la solidaridad y no por la senda del repliegue basado en conceptos viejos como la nación, la raza, la religión o la identidad. Más que una hoja de ruta inalterable, debemos tener una brújula. Aquí entre nosotros, una brújula que no pierda de vista que lo más importante es no cargarnos Europa; esta es la tercera república para nosotros, la europea. Sin una Europa más fuerte, unida y democrática, más federal, casi TODO lo que anhelamos se vuelve imposible. Los valores democráticos e igualitaristas de la primera y la segunda república españolas hoy son imposibles sin una Europa unida que haga realidad los valores republicanos, en realidad sin la Europa a medio hacer que tenemos nunca la democracia española (y la autonomía catalana) hubieran llegado tan lejos. Una república española o catalana en un mundo dominado por los nacional-populistas me hace temblar de miedo pensando que pueden estar presididas por Belén Esteban o Toni Albà (amigo-a lector-a de otros países, un día te cuento quiénes son). Con una Europa fuerte y democrática, con políticas comunes y una estructura federal democrática (los USA tardaron dos siglos) las monarquías nacionales quedarían como reliquias turísticas parecidas a los reyes de las tribus sudafricanas. Con una Europa fuerte y democrática quizás podamos tener de verdad nuevos partidos políticos, europeos, que sean el cerebro de nuestra democracia, en lugar de languidecer en los niveles nacionales saltando directamente del clientelismo al populismo para tapar su impotencia ante la globalización. Siento no poder responder a dos preguntas tan buenas sin más precisión. Experimentar y reformar dando continuidad a lo que funciona, empujar con esperanza y realismo, apoyar asociaciones, documentales (el martes, importante cita en Bruselas), libros, blogs y a la gente de bien en las redes sociales. Seguir haciendo buenas preguntas, esta es la hoja de ruta ilusionante, esta es la brújula que no hay que perder.
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