Dicho esto, hay tres cuestiones que me
plantean dudas sobre la iniciativa de los firmantes:
1) Si quienes tienen que aprobar la nueva ley
son los partidos existentes, cuyas cúpulas se benefician del status quo actual,
¿cuál es la estrategia que proponen los firmantes para que llegue a aprobarse,
aparte de divulgar su manifiesto? Es más fácil decir cómo sería un mundo mejor que mostrar un camino para alcanzarlo.
2) Antes de que la ley se apruebe y si por si
acaso no se aprueba nunca, ¿qué proponen los firmantes hacer mientras tanto?
3) Suponiendo que la ley que proponen se llegue
a aplicar, ¿cómo proponen los firmantes asegurarse de que la letra y el
espíritu de la ley se cumpla? Como dice el economista jefe del Banco Mundial, Kaushik Basu, las leyes no son más que tinta sobre papel, y para que se apliquen tienen que ser el punto focal de algún equilibrio socio-político. No sólo con cambios formales se solucionan los problemas: Sabadell fue premiado por Transparencia Internacional por sus formulismos contra la corrupción mientras un juez investigaba una de las principales redes de supuesto tráfico de influencias de Cataluña, y mientras sectores crecientes de la población se referían despectivamente al "estilo Bustos", en referencia al entonces Alcalde.
El contenido de la reforma propuesta va en la
dirección correcta, aunque es muy ampliable y algunos de sus puntos podrían ser
discutibles, o en algunos casos ya se aplican sin que los problemas de la
partitocracia se resuelvan (por ejemplo, como argumenta el autor del libro“Finale de Partito”, las primarias en contextos distintos del norteamericano,
pueden servir tanto para ocultar los problemas como para resolverlos). Hay
muchas personas que luchamos dentro de los partidos políticos porque estos se
democraticen. Y a veces, con grandes esfuerzos y venciendo grandes resistencias
(que provienen tanto de los aparatos, como de los que no quieren ensuciar su
prestigio social con batallas internas) conseguimos avances que van en la línea
de lo que pide el manifiesto, como por ejemplo en el último congreso del PSC
cuando se consiguió que el informe de gestión de la dirección se votara en
secreto y que se hicieran a partir de entonces primarias ciudadanas. Nos
gustaría que muchos intelectuales y académicos de prestigio se arremangaran con
nosotros, o con ciudadanos de otros partidos, o que crearan su partido si no
están satisfechos con la amplia oferta existente (así de paso sabríamos si son
de derechas o de izquierdas, aunque siempre queda mejor ser una figura de
consenso), que se mojaran más en definitiva. Claro que asistir a asambleas en horario
nocturno o hacer de interventor en las jornadas electorales, aunque crucial
para la democracia, es poco visible y da poco prestigio social. Cuando el sabio catalán Jordi Llovet escribió
sobre el autor francés Stephane Hessel, ironizó sobre los títulos de sus libros
“Indignaos” y “Comprometeos”, sugiriendo que el último libro de la serie
hubiera debido ser: "Formad un partido político, y luchad en los
parlamentos democráticamente elegidos, por mal que vayan las democracias
parlamentarias".
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