Gracias, Boris Johnson, por habernos dado tanto. Por habernos ayudado a entender mejor el nacionalpopulismo. La semana de su "dimisión" (se va sin irse todavía) ha proyectado luz adicional sobre el fenómeno, que comparto en forma de glosario algo desordenado.
-Mentiras: la fantasía ha sido el principio rector del ascenso de Boris Johnson, desde el referéndum del Brexit (e incluso antes, como explica este vídeo) hasta sus grotescas excusas a medida que sus sucesivas mentiras eran expuestas. Mentiras parecidas a las de otros movimientos populistas, como el de los separatistas catalanes o del Norte de Italia llamando ladrones a sus vecinos con cifras fake que se recitan como si fuera el catecismo.
-Reglas: las normas siempre son para los demás. No importa si devaluamos las instituciones, o los medios públicos de comunicación. Que se firmen contratos lucrativos y corruptos con las prisas del Covid (en Londres o en Barcelona), no importa porque son los nuestros y seguro que lo hicieron por una buena razón. Los principales responsables de ética, lucha contra la corrupción y lucha contra el fraude (tres personas distintas), han dimitido del gobierno de Johnson en los últimos meses, mientras él se resistía a hacerlo, como se resiste en Cataluña Laura Borràs protegida por el homenaje de la guardia de corps nacionalista.
-Mandatos: la gente tiene que decidir directamente y entre la gente y el líder sólo hay obstáculos institucionales molestos. Boris Johnson asustó a bastantes observadores cuando amagó con parapetarse tras el mandato popular para resistir en su cargo cuando ya se quedaba sin ministros. Fue el Referendum del Brexit con sus mentiras y simplificaciones el que le llevó a la fama, y sería un error pensar que eso se puede corregir con un “neverendum” de Escocia, en lugar de con un proceso complejo que vuelva a acercar a todo el Reino Unido a Europa.
-Plutocracia. Critican a unas supuestas élites pero se financian con fondos procedentes de la plutocracia, a la que sirven lealmente. Es difícil pensar en algo más elitista que la corte de bufones de buena familia que ha acompañado al arrogante Johnson, como es difícil pensar en algo más elitista que la beautiful people pujolista que dio el pistoletazo de salida al “procés” catalán.
-Legado. Se esfuerzan por defender unos frutos inexistentes, alegando que si han fracasado es por detalles secundarios que no tienen nada que ver con su brillante gestión. Pero tener un payaso en Downing Street, igual que en el liderazgo de los partidos independentistas catalanes, es consustancial a proyectos basados en la política espectáculo, la exageración y el simplismo. Los payasos son endógenos, y son culpa de líderes que no se despeinaban fácilmente (Cameron, Mas), apoyados por personas que hundieron el barco y ahora lo abandonan cuando se hunde, sin pararse a pedir perdón.
-Caos. Todo alrededor de Johnson (o Puigdemont, como explicó Cercas) es disrupción y mala gestión. Todo problema se ve como un problema de comunicación, no como un problema de gestión. Conciben la política como una rama degenerada de la política del espectáculo. Por eso una experta en gobernanza ha llamado a Boris Johnson el “pandemonium prime minister”.
-Destrucción. Tenían que “hacer” el Brexit, o “hacer” la independencia, pero lejos de hacer nada, han destrozado construcciones sólidas que existían y que costará reconstruir, como los acuerdos de Viernes Santo en Irlanda, o el autogobierno catalán. Los desastres económicos han sustituído a los helados de postre a diario prometidos, desde el colapso de las exportaciones británicas, hasta la huída de empresas en Cataluña o las criptomonedas de Puigdemont.
-Victimismo. Si falla algo, siempre es por culpa de los demás, nunca se asumen errores de forma sincera, aun cuando estos son obvios y ampliamente reconocidos. Este es un resorte básico, instintivo, de todo nacionalismo. Si se logra asociar con una bien elaborada política de la identidad, lecturas interesadas o directamente absurdas de la historia, y revestido de una retórica soberanista, es casi infalible, aunque choque con una realidad de problemas interconectados que exigen cada vez más cooperación entre niveles de gobierno.
Podríamos seguir con el glosario, pero mejor terminar por hoy cediendo la palabra a Alistair Campbell, quien fue asesor de Tony Blair, y quien dijo el día de la “dimisión” de Johnson: “Today is a good day to remind you that Brexit was fought for and won by a bunch of right wing, entitled, rich, corrupt liars, helped by a lying corrupt media, Russian money and organised criminality” (Hoy es un buen día para recordarles que por el Brexit luchó y ganó un puñado de mentirosos corruptos, ricos, elitistas y derechistas, ayudados por unos medios corruptos mentirosos, el dinero ruso y la delincuencia organizada).
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