Los congresos extraordinarios del PSC y del PSOE de los próximos fines de semana no deberían estar monopolizados por la cuestión federal (empecemos a llamarle así, y dejemos de adoptar el lenguaje del adversario). El consenso entre la inmensa mayoría de la militancia sobre este tema es amplio y el apoyo de una gran parte de la sociedad civil es creciente, como ha puesto de relieve el reciente manifiesto por una España federal y una Europa federal, que por supuesto he firmado. Al ser extraordinarios, en estos congresos no se aprueban ponencias, lo cuál, junto con el hecho de que esta vez los secretarios generales ya están elegidos (y en el caso del PSC otros cargos importantes, anunciados por twitter), les resta interés aparentemente. Yo mismo dejé que pesara más la pereza que las ganas de ser delegado y no fui a la asamblea de mi agrupación a tal efecto, y en los fines de semana de los congresos tendré otras cosas que hacer (buena suerte compañer@s). Pero mejor así, los laboristas británicos ya descubrieron, después de suicidarse en los años 70, que una de las condiciones para volver a ser elegibles era que los congresos fueran meras puestas de largo donde el riesgo de sorpresas se minimizara.
Pero todo esto no debería ser óbice para que los nuevos líderes no dedicaran algo de atención, en realidad la máxima posible, a la necesidad de trabajar en el proyecto económico de la socialdemocracia. No comparto la opinión de quienes dicen que la socialdemocracia está en crisis, a no ser que sea en el sentido obvio de que siempre debe estar en crisis. La socialdemocracia es un proyecto presente en varios de los principales gobiernos del mundo, y donde no lo está es la principal alternativa, y es la segunda gran fuerza en el Parlamento Europeo. Ninguna otra ideología de izquierdas tiene más posiblidades de influir desde el gobierno, y menos habiendo ofrecido más bienestar a más gente durante más tiempo que la socialdemocracia. Pero desde Cataluña y desde España se ha contribuido poco en los últimos años a este proyecto económico, especialmente desde el fracaso en este terreno de los gobiernos de Zapatero, que no vino tanto por la adopción súbita de las políticas de austeridad, sino por la incapacidad de asumir las consecuencias de que se vivía en una burbuja financiera. Xavier Vidal-Folch lamentaba recientemente que los candidatos del PSOE apenas hablaron del problema del paro, y las recetas en este sentido son el aspecto más débil de las resoluciones de la conferencia política del PSOE. Es hora de desarrollar los trabajos ya hechos y profundizar y articular en políticas concretas las ideas socialdemócratas para desarrollar una sociedad con una fiscalidad elevada, con un estado del bienestar sólido, y con imposición sobre la riqueza de carácter internacional. Sólo la socialdemocracia puede encontrar un camino intermedio entre el populismo y la tecnocracia en un mundo globalizado.
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