martes, 20 de septiembre de 2011
¿Se puede aplicar a todo el sentido común? (Por Pedro Alas)
Hoy mi amigo Rafael Santandreu es entrevistado (con ocasión de la reciente presentación de un libro suyo) en la contraportada de La Vanguardia, la mejor sección de este lamentable diario de derechas. Estoy muy de acuerdo en todo lo que dice: a menudo, nos preocupamos en exceso, y si viéramos las cosas en términos relativos, comparando nuestras pequeñas preocupaciones con la inmensidad del universo, desaparecerían las angustias y las depresiones. Rafa: eres el mejor psicólogo de bolsillo y buscaremos tu sabio consejo cuando nos sintamos apesadumbrados. Pero mi amigo y yo tenemos desde hace un tiempo una pequeña discrepancia: su reciente apuesta por el decrecimiento económico, de la que se hace eco el entrevistador en la presentación de la sección. Parecería que es tan de sentido común recetar el decreciemiento como es de sentido común recetar sacarse peso de encima en nuestras preocupaciones de la vida cotidiana. Sin embargo, a diferencia quizás de los fenómenos psicológicos individuales, los fenómenos sociales son a menudo de una complejidad para la que el sentido común no siempre está bien equipado. Los grandes fenómenos sociales y naturales son complejos y no lineales (no siempre los fenómenos van en la misma dirección a la misma velocidad, ni las causas y efectos son fácilmente dibujables en un gráfico en dos dimensiones). Hoy la mayoría de la humanidad necesita crecimiento para crear empleo, pagar las pensiones, mantener y expandir donde no existe el estado del bienestar. También hace falta crecimiento para luchar contra el cambio climático (una lucha costosa económicamente), cuyas consecuencias sufrirán más los más pobres. No nos podemos permitir el decreciemiento. Lo que hace falta es otro crecimiento.
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