lunes, 9 de abril de 2012
Garicano y el agua salada (por Francesc Trillas)
Podría decirse que Luis Garicano, con su artículo de ayer en El Pais y el artículo de hoy (escrito conjuntamente con Tano Santos y Jesús Fernández Villaverde) en El Mundo realiza ejercicios al borde del agua salada, sin llegar a poner ni la punta del pie en ella por miedo a resfriarse. Me refiero a la distinción que realiza Krugman entre economistas de agua dulce (freshwater economists) y economistas de agua salada (saltwater economists). ¿Dónde están los economistas españoles de agua salada? Mientras en Estados Unidos (el mismo Krugman, De Long, Stiglitz, Rodrik y tantos otros) y en Francia (Aghion, Picketty) es fácil identificar a los economistas de alto nvel académico inspirados por las ideas de progreso, ello es tarea casi imposible en España, donde son semi-clandestinos y viven atemorizados por los manifiestos de "economistas" o por "las ideas de los economistas", como si entre estos no pudiera haber distintos valores e ideologías. En el artículo de ayer en El Pais Garicano dibujaba un perfil ideal del futuro gobernador del Banco de España, donde los tres únicos requisitos eran que el nombrado debía saber de finanzas, inglés, y ser un buen economista (por los ejemplos que ponía, con un doctorado por una universidad americana). Nada que decir a estos requisitos, aunque el tercero no hubiera filtrado a algunos de los principales culpables de la última crisis financiera global (¿no ha visto Garicano "Inside Job"?). Sí se echa de menos algo más, como por ejemplo alguien con un pensamiento económico que permita tener una visión equilibrada de las lecciones de la crisis económica financiera, por ejemplo alguien que sepa de historia, y que no comulgue con la ideología del puro libre mercado, o que no tenga conflictos de interés con la gran industria financiera. Respecto al artículo de hoy en El Mundo, tengo que decir que pese a que me asusté con el título (porque pensé que iba a echar toda la culpa al PSOE de todos los problemas del gobierno del PP), lo cierto es que es todo lo contrario: es uno de los artículos más duros escritos por alguien que no es socialista contra el actual gobierno del PP y lo desastroso de sus primeros pasos. Pero se echa de menos la reflexión sobre el reparto equitativo de los costes de la crisis que hubiera hecho un buen economista de agua salada.
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