martes, 31 de mayo de 2016

Dos razones contra un big bang

Varios intelectuales pertenecientes o cercanos a "Ciudadanos" han defendido en los últimos tiempos la idea de un "big bang" de reformas en España para reducir lo que consideran niveles sistémicos de corrupción y clientelismo. Aunque estos son problemas graves en nuestra sociedad, existen también muchas instituciones, organizaciones e individuos que se desarrollan con total honradez, e incluso con un nivel de calidad institucional aceptable. Gracias a muchos de ellos, por ejemplo, hoy en España no hay casos graves de xenofobia como los que se producen en otros países. Estos intelectuales creen que la corrupción y el clientelismo responden a un problema de acción colectiva. Dado que los demás se corrompen, cada individuo tiene interés personal en no ser menos, de modo que la única forma de corregir la situación es eliminando simultáneamente todo mecanismo o forma de corrupción. Igual que los independentistas catalanes creen en la epifanía de una supuesta "desconexión" rápida y milagrosa, los partidarios del big bang creen que una sacudida rápida y generalizada, que reforme al mismo tiempo un gran número de instituciones, puede tener propiedades milagrosas. Sin embargo, en un país fuertemente descentralizado donde además lo deseable sería profundizar en el federalismo (es decir, un mejor reparto del poder), no se puede cambiar todo de golpe porque sería ilegal y antidemocrático. Las recientes tendencias de investigación en ciencias sociales, además, ponen el énfasis en los fallos cognitivos de todos los agentes, incluídos los gobernantes. Por ello, es muy desaconsejable introducir cambios súbitos y generalizados, sin antes experimentar. En realidad, los dos argumentos están relacionados: el federalismo permite desarrollar laboratorios de democracia en partes de las instituciones, y generalizar los cambios sólo cuando se han contrastado y se ha producido un aprendizaje. Hay un ejemplo reciente de "big bang" que fracasó estrepitosamente por su carácter centralizado y por fiarse demasiado de las habilidades de los reformadores: fue la reforma del sistema de transporte público de Santiago (Chile). Todos los expertos reconocen que la razón principal del fracaso fue que se trató de un big bang, sin dejar margen a la experimentación y el aprendizaje.

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