jueves, 30 de diciembre de 2021

La pelota sí entra por azar (y por dinero, y buena gestión)

Como explico en la reseña del libro de Simon Kuper sobre el Barça publicada por Política & Prosa, no alcanzo a ver una gran discontinuidad entre la presidencia de Bartomeu y la de Laporta. Ambas tienen en común su incapacidad para tomar decisiones difíciles en un contexto de envejecimiento de un proyecto que había sido exitoso.

Contrariamente a la idea promovida por uno de los exponentes de la Generación del Power Point (de la que forman parte los dos últimos presidentes del Barça), un requisito necesario para poder mirar a la cara lo que le sucede al club es darse cuenta de que la pelota SÍ entró por azar en los años buenos. Azar en el sentido de que hay que tener mucha suerte para que los tres mejores jugadores del mundo en 2010 estuvieran los tres en el Barça, y muy bien acompañados por otros talentos. También había detrás buena gestión, pero de quienes habían hecho posible La Masía en el pasado, no de quienes más se beneficiaron de ella por estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.

La pelota entra por azar, por buena gestión y por dinero. El Barça, gracias a tener durante unos años a los mejores jugadores, consiguió alcanzar lo más alto del ránking de clubs de fútbol con mayores ingresos. Y en lugar de administrar bien estos recursos, consiguió ser también el club más endeudado del mundo, por la razón principal, entre otras secundarias, de que sus dirigentes fueron doblegándose a todas las exigencias de su principal estrella, como explica Kuper. Que esto era insostenible es algo que todavía no son capaces de ver cara a cara la mayor parte de comentaristas deportivos locales. Ha tenido que venir alguien de fuera (Kuper) para contárnoslo. Desde los últimos años de Bartomeu, hasta que Laporta tomó posesión, alguien tenía que haber planificado la etapa post-Messi y no se hizo, y hoy se siguen dando palos de ciego.

Que el balón entra por dinero y no sólo por azar, significa que los clubs más ricos (porque tienen más seguidores o porque tienen dueños con bolsillos infinitos) se pueden permitir fichar a los mejores jugadores o a los mejores entrenadores. Por ejemplo, el Manchester City es el club que ha gastado más en fichajes en los últimos años, y también el club que ha necesitado más compensar las deudas que se iban acumulando con aportaciones de los dueños del club.

El dinero y el azar pueden acompañarse o no de buena gestión, lo que significaría someterse a decisiones objetivas en cuanto a reclutamiento de staff y de jugadores, alejándose del populismo y pensando a medio y largo plazo. Son capaces de hacerlo...si fueran un poco capaces de resistir las presiones mediáticas y populares. De hecho, aquellas partes del club más alejadas de la presión mediática funcionan perfectamente, por ejemplo en el caso del baloncesto masculino y el fútbol femenino.

Pero en fútbol masculino, siguen intentando vender a los malos y comprar a famosos, sin asumir, y mucho menos comunicar, que la situación es dramática y que cualquier curso de acción bien gestionado va a requerir “sangre, sudor y lágrimas”. En vez de ello, se le asegura al entrenador de turno que Messi seguirá (hasta el día en que se comunica, oh sorpresa, que se tiene que ir), que Dembélé seguirá,… y que no habrá que vender a ninguna perla de la cantera, aunque no juguemos ya la Champions League, estas perlas vayan a recibir ofertas que tripliquen sus ingresos, y la masa salarial del club sea del 85% de los ingresos (tras salir Messi y Griezman).

Buena gestión querría decir buscar objetivamente los mejores recursos humanos, y no priorizar pools que vienen sólo de tres núcleos: quienes apoyaron a Laporta en la campaña electoral, personas que están en el pasado del club (en lugar de mirar lo que funciona fuera, como se había hecho históricamente), o futbolistas descartados por un único club de fútbol (con cuyos dirigentes existen vínculos personales, el ManCity).

Cuando se fueron grandes jugadores como Cruyff, Maradona, Ronaldinho… el Barça no sólo siguió ganando, sino que ganó más. Ahora seguro que acabará pasando, pero en ausencia de más dinero, hará falta bastante suerte y mucho mejor gestión.

lunes, 6 de diciembre de 2021

Chile 2021

(La secuela de este post puede leerse en el artículo que publiqué en enero de 2022 en Agenda Pública, La "Esperanza Boric" desde una perspectiva europea)

He vuelto por cinco días a uno de mis países, Chile. Es difícil en 5 días, tras algunos años mirando de reojo lo que ocurría ahí, hacerse una idea cabal de lo que está aconteciendo, entre la primera y segunda vuelta de una elección presidencial decisiva. Pido disculpas por ello si mi análisis parece superficial o apresurado.

He participado en Santiago en un evento (el Foro de la Economía del Agua) sobre un tema (la regulación del agua) que se va a ver afectado por el resultado de la elección presidencial y donde se habló de la delicada intersección entre política y economía. No en vano, la regulación y los derechos de propiedad han sido un tema clave en el llamado “modelo chileno”.

Una interpretación de los resultados de la primera vuelta en Chile sería que el país vive inmerso en una tremenda ola populista. Tres populismos han copado los tres primeros puestos: el populismo plutocrático de Kast (un candidato que iba a ocupar un nicho de agitación cultural de extrema derecha y que de repente se ve con posibilidades de ser presidente); el populismo de izquierda de Boric (aunque no se parece físicamente, en términos españoles sería más cercano a Errejón que a Iglesias); y el populismo anti-política del sorprendente tercer clasificado, Parisi, un economista mediático de dudosa reputación que ni siquiera pisó el país durante la campaña porque tiene pendiente un litigio sobre el pago de pensión a sus hijos. El rol de este oscuro personaje subastando sus votos (y la “disciplina” de sus heterogéneos votantes) puede ser un aspecto clave de la segunda vuelta. El nombre de su formación por sí solo, "Partido de la Gente", lo debe catapultar a lo más alto de los indicadores sintéticos de populismo. Por la izquierda también hay un "Partido del Pueblo", en una sopa de siglas y letras que tiene poco que envidiar a la política italiana.

Sin embargo, los resultados no se pueden entender sin ponerlos en un contexto muy complejo, que arranca del estallido social de 2019, y prosigue con la salida que se le da al mismo en forma de elaboración de una nueva Constitución a través de una asamblea constituyente (formada mayoritariamente por personas alejadas de la vieja política, pero que el semanario The Economist intentó ridiculizar como “theater of wokeness”), que está realizando sus trabajos en paralelo a la elección de cargos contemplados en la constitución a reemplazar (no solo la presidencia, sino también congresistas y senadores de las cámaras tradicionales, mayoritariamente de los “viejos” partidos). La convivencia entre lo viejo que hace esfuerzos por adaptarse y lo nuevo pero inestable y experimental, aunque para muchos esperanzador, explica mucho de lo frágil que es cuanto acontece hoy en Chile. 

La reputación exterior del modelo chileno y su supuesta solidez han sido cuestionadas a raíz del estallido social de 2019, que ha resaltado las enormes desigualdades sociales que esconde un esquema de protección a cualquier precio de los derechos de propiedad privada. Una oligarquía fuerte, desvergonzada e ideologizada, hoy podría estar recurriendo al populismo plutocrático, como lo hace el Partido Republicano (así se llama también el partido de Kast) de USA, porque sus posiciones reales y transparentes están lejos de las del votante mediano (el que decide las elecciones cuando hay dos candidaturas). Kast y la derecha necesitan hacer saltar la dimensión izquierda-derecha mediante batallas culturales (miedo a la inmigración, la inseguridad, etc.), y el marco de incertidumbre propiciado por el estallido social y la pandemia le han facilitado algo las cosas.

He hablado con personas (¡muchas gracias por su hospitalidad!) que no son una muestra representativa, pero que incluyen las 3 opciones de la segunda vuelta (votar por Boric, hacerlo por Kast o no decantarse por ninguno de los dos). Aunque las encuestas dan una exigua ventaja a Boric, todo puede ocurrir. El candidato izquierdista ha incorporado a economistas de centroizquierda, como Eduardo Engel (impulsor del Think Tank Espacio Público), para revisar su programa económico. La abstención (muy elevada en la primera vuelta), los oscuros movimientos de Parisi y la credibilidad del acercamiento de Boric al anteriormente demonizado centroizquierda, pueden ser claves.

Chile necesitará como cualquier sociedad un estado fuerte y capacitado en el mundo de la desigualdad y el cambio climático. También necesitará inversiones para precisamente mitigar y adaptarse a los cambios. La perfecta (y diría que justificadamente masiva e invasiva) organización de planificación estatal sanitaria en el aeropuerto con motivo del COVID-19 y durante la estancia de los visitantes extranjeros es un ejemplo de que puede hacerlo. La vieja retórica del estado mínimo centrado en la protección de los derechos de propiedad de la Escuela de Chicago, es disonante con la nueva realidad. Pero la alternativa tiene que basarse en un proyecto económico realista, que explore todas las posibilidades de crecer de forma inclusiva y respetando el medio ambiente.

En el largo vuelo de regreso he leído con emoción “Los dos funerales del Presidente Allende”, del democratacristiano Jorge Donoso Pacheco, quien fue encargado por el gobierno del entonces presidente Patricio Aylwin en 1990 de organizar el traslado a Santiago desde Viña del Mar de los restos mortales del presidente derrocado en 1973 por el golpe militar de Pinochet. La democracia cristiana se había opuesto a las políticas de la Unidad Popular, pero colaboró con el Partido Socialista heredero de Allende para devolver la democracia a Chile y para construir los primeros gobiernos tras la dictadura (pero todavía bajo la atenta mirada de “enclaves” que incluían al ex dictador armado como senador vitalicio). El “segundo funeral” de Allende fue un gran acto de reconciliación y de reparación con la memoria del ex presidente y sus compañeros de partido, muchos de ellos desaparecidos, torturados, asesinados o exiliados en la dictadura militar. Pese a ello, y pese a ser organizado ya por una presidencia democrática en un contexto de libertad, donde las violaciones de los derechos humanos de los años anteriores ya no eran un secreto, el acto fue criticado y boicoteado por la derecha que hoy representa y reivindica desvergonzadamente Kast.

El representante del PS en ese funeral, sin embargo, Jorge Arrate, pronunció unas palabras conciliadoras sobre Allende: “…los socialistas de Chile queremos hacer de su herencia democrática, libertaria y justiciera, un motivo de futuro y no una herida de sangre interminable. Queremos que su mensaje sea fuerza reconstructora, de progreso y justa convivencia; queremos que el recuerdo de su coraje y su nobleza sirva para cicatrizar las dolientes heridas de este Chile que amó con pasión y al que consagró su vida.”

Son comprensibles las dudas sobre el programa económico de Boric. Y mucho tendrá que trabajar para aterrizarlo en la realidad. No pueden surgir dudas sin embargo sobre la dimensión ética de impedir democráticamente que el candidato presidencial de la derecha más cercano a Pinochet y a la ultraderecha desde los años 1980, gane la segunda vuelta.


domingo, 28 de noviembre de 2021

La il·lusió de controlar les coses

La teoria de jocs és ridiculitzada per algunes persones de cultura humanística a l’hora d’explicar certs fenòmens socials. Segons com, no se’ls pot culpar, perquè d’aquesta caixa d’eines per analitzar el comportament estratègic, de vegades se n’ha fet un ús abusiu i caricaturesc per part d’algunes parts interessades. Per exemple: el procés independentista no és un joc de dos jugadors (Espanya i Catalunya, com voldria Ponsatí) on Espanya cedirà per no arribar a un enfrontament indesitjable, però sí que és un procés social complex on persones amb interessos diversos i preferències endògenes interactuen, sent allò que acabem observant el fruit de decisions d’una gran diversitat d’agents que prenen decisions amb un grau major o menor de racionalitat i informació.

La teoria de jocs (avui una eina essencial, s’utilitzi millor o pitjor, en economia, negocis, ciència política, i biologia, com a mínim) ensenya una lliçó fonamental, més enllà de les prediccions imperfectes que es puguin fer amb ella: allò que succeeix no ho pot determinar un sol jugador, sinó que és fruit de la decisió d’una diversitat de jugadors, i també de les forces de l’atzar. Pensar que un sol jugador pot controlar allò que succeeix és una il·lusió: és la fal·làcia del control.

"La independència és irreversible", se’n deia fins a 2017. Recordo catedràtics apostant perquè la independència seria un fet més aviat que tard. Eren els temps de la candidatura de Junts pel Sí, el full de ruta de 18 mesos, etc. Quanta arrogància i supremacisme. Avui molts no volen recordar que hi eren, però altres encara en presumeixen.

Així, Puigdemont crida a "materialitzar" la independència, i Torra apel·la a "culminar" la República. I Junqueras en el passat deia, entre llàgrimes dignes de millor causa, allò de “fem-ho”. És la fal·làcia que les coses es poden controlar com si es tingués un botó, quan han estat la viva demostració que no és així. I així, anar enganyant i anar-se enganyant. Pot ser que encara coli? O finalment s’enfrontaran cara a cara a la realitat?

Els intel·lectuals que van recolzar el procés avui no saben com rebatre que el que queda de la retòrica independentista està associat als moviments nacionalpopulistes que avui sacsegen les nostres democràcies. Ni serveixen per millorar l’economia, sinó que l’empitjoren, ni serveixen per construir institucions millors que les que tenim, sinó que les empitjoren. Aquests sectors residuals, però encara importants, de l’independentisme, avui juguen a crear institucions fantasmagòriques, mentre erosionen les de veritat, com la presidència del Parlament, la Sindicatura de Greuges, o la televisió pública.

Tots sols no poden controlar res, però segueixen sent jugadors importants, i fins que la seva força no sigui molt menor i contrarestada per una majoria federalista, seguirem pagant un preu econòmic i social notable.


jueves, 18 de noviembre de 2021

El millor de la Universitat (el meu homenatge personal a Vicente Salas Fumás)

Avui ha tingut lloc a la UAB l’acte d’investidura com a Doctor Honoris Causa de Vicente Salas Fumás (aquí el vídeo), que a més s’ha jubilat recentment com a Catedràtic de la Universitat de Saragossa. El Prof. Salas, doctor per la Universitat de Purdue als Estats Units, va estar uns anys a la UAB, la meva universitat, com a profesor del Departament d’Economia d’Empresa, però la seva influència es va estendre pel conjunt de la Facultat. En particular, i sota l’impuls en aquella època de Joan Trullén, va ser professor al Màster d’Economia Aplicada, on el vaig conèixer. Era l’any 1994 i jo estava acabant els 4 anys com a regidor a l’Ajuntament de Barcelona i havia de decidir què fer amb el meu futur. L’exemple i l’impuls de Vicente Salas van ser crucials perquè jo decidís que a l’estiu de 1995 me n’aniria a estudiar un doctorat d’economia a l’estranger, i així és com vaig acabar a l’IUE de Florència, amb una carta de recomanació de Vicente (que cinc anys després seria el president del meu Tribunal de tesi).

Desenes de persones poden explicar coses semblants sobre la influència que ha tingut en ells Salas. No sóc ningú especial, però ell sí que és molt especial per a mi i per a mota gent com jo. Antoni Serra Ramoneda, el seu padrí a la cerimònia d’avui, ho ha explicat molt bé: el prof. Salas és un exemple únic i per desgràcia força insòlit de combinació de generositat i modèstia (“ilustre sencillez”, diu una entrevista amb ell) en el món acadèmic.

Vicente Salas és el millor professor (i mestre, que és més) que hagi tingut jo a la Universitat, aquí i a l’estranger. I n’he tingut molts. De grau i de postgrau, i no només d’economia. Efectivament, el més generós i modest, però també el més rigorós i pedagògic, el més estimulant, analític i precís. No només és el millor professor, i un dels millors investigadors, sinó que també representa allò millor de la universitat, que són totes aquelles coses per les quals aguantem el pitjor de la universitat, que és la burocràcia (ara transmutada en ciberburocràcia), els problemes de recursos, i el comportament de vegades superbi, narcissista i individualista d’algunes persones. El millor és tot el que representa Vicente: l’alçada de mires, l’amor pel coneixement, el diàleg agradable i alhora profund, la interdisciplinarietat…

D’ell vaig aprendre que l’estat natural de la porta d’un bon professor universitari és l’obertura de bat a bat (com després vaig comprovar amb les portes d’altres bons professors en altres institucions). I que els emails es contesten. Vicente no té culpa de com són les persones a qui ha influit. En el meu cas, el que sóc és també per altres influències, factors aleatoris i accidents de recorregut, però hi ha carreteres que no he agafat perquè certa universitat, cert treball acadèmic, certa actitud de generositat amb els estudiants, em segueix atraient molt, i això és gràcies en bona part a ell.

Crec que és un professor que no perd cap oportunitat per fer avançar el coneixement, i avui no ha estat cap excepció. L’he anat seguint en diversos llocs al llarg dels anys, i tinc la sensació que sempre que el conviden a un lloc no perd el temps i s’ho pren com un exercici, llegeix coses noves i introdueix alguna idea nova. Avui ha parlat de la relació entre teoria econòmica i economia política en l’anàlisi de quin ha de ser el rol de l’empresa per abordar els grans problemes del nostre temps, com el canvi climàtic i les desigualtats. La seva preocupació per l'equitat, la participació de treballadors i comunitats, o el medi ambient, no són una cosa nova, sinó que són fruit d’uns valors progressistes i d’un compromís social molt profunds.

Vicente Salas és un exemple de com cultivar la interdisciplinarietat (en el seu cas entre teoria econòmica, management i ètica) per pujar estàndars científics i no com excusa per devaluar-los. És un dels pocs economistes espanyols que conec que no maltracta l’idioma (en el seu cas habitualment el castellà, en àmbits acadèmics). Per exemple, no dirà mai “empresa incumbente” sinó “empresa establecida”. És un precursor de la tendència que s’ha imposat en els darrers anys a favor de complementar el treball teòric amb treball empíric i l’anàlisi de casos empresarials i de polítiques públiques.

La jubilació i el doctorat  honoris causa per la UAB són fites que no marquen cap final, sinó senzillament tràmits litúrgics que ens donen ocasió de fer balanç. És impensable que Salas deixi de contribuir amb la seva recerca i les seves aportacions, il·lustrades en una exposició a la Biblioteca de Ciències Socials de la UAB.

Per a mi, ha estat des que el vaig conèixer als anys 1990, i segueix sent, una font constant de referències i inspiració. Discrepo respectuosament de la referència que ha fet el professor Serra Ramoneda al concepte de “Virtudes Públicas y vicios privados”, referint-se a aquells casos, com el de Salas, en què un excés de modèstia frena l’ambició que permetria desenvolupar responsabilitats suposadament “més importants”. Cal recordar que Samuelson deia que els ministres d’economia fossin uns altres, i que a ell li deixessin escriure els llibres de text d’economia, que cada any arriben a milers de joves. Penso el mateix: no falten voluntaris per assumir càrrecs de responsabilitat, però la formació dels economistes (alguns dels quals tindran càrrecs de responsabilitat) que li deixin a grans mestres com Salas.

Segur que ell no se’n recorda i probablement en el seu moment no n’era conscient, però a mi em va fer veure que jo no era un bitxo raro i que era benvingut a la professió. No puc dir que sóc el que sóc gràcies a ell, perquè això el faria en part responsable dels meus defectes i limitacions. Però sí que puc dir que intento ser el que intento ser (un bon acadèmic, una bona persona, un bon ciutadà) en bona part gràcies al seu impuls i al seu exemple. Gràcies, Vicente.


miércoles, 17 de noviembre de 2021

La España de Luis Enrique

España puede que no gane el próximo Mundial de fútbol, pero la selección de Luis Enrique Martínez ha dado ya algunas lecciones útiles, que pueden ser de aplicación en ámbitos incluso ajenos al deporte (como la política, la economía o empresa). Una lista no exhaustiva sería la siguiente:

1) La diversidad es una fuente de riqueza y refuerza la unidad. Luis Enrique es un asturiano que jugó en el Madrid y en el Barça y ha entrenado en Italia y España. Sus jugadores son de todos los rincones del país, con especial presencia de la periferia, y varios de ellos, como muchos otros jóvenes españoles, se ganan la vida fuera de España, donde nadie regala nada.

2) En el deporte y el trabajo de equipo, no hay errores individuales, sino colectivos. Si Morata es criticado por fallar remates, al siguiente partido juegan “Morata y diez más”. Si Unai Simón no sujeta un pase hacia atrás, se hace pedagogía y se explica que quizás ese balón no tenía que haber llegado ahí, etc. Nunca hay que esconderse tras supuestos errores individuales. Nunca el entrenador debe abroncar abusivamente a sus jugadores, especialmente a los jóvenes.

3) No se ponen excusas ni se utiliza el victimismo. Ni las lesiones, ni el COVID, ni el estado del terreno de juego, ni el juego defensivo del rival, ni el árbitro… Si se pierde o no se juega bien, es por responsabilidad propia, y se reflexiona sobre aquello que se puede controlar, que es la propia estrategia.

4) De cada cual según sus capacidades, y a cada cual según sus necesidades. Se utiliza un pool de 40, 50 o 60 jugadores, que juegan en las mejores ligas de Europa, no importando su edad, su color de la piel, o donde hayan nacido, o si han tenido roces previos con el seleccionador (Jordi Alba). Todo talento útil es aprovechado. Y cuando alguien necesita un cable (esperar a Busquets tras dar positivo por Covid, apoyar a un jugador hipercriticado), se le echa un cable.

5) La popularidad a corto plazo no tiene ninguna importancia. No sé si realmente Luis Enrique no lee la prensa, pero lo que está claro es que le da absolutamente igual. Su línea es el trabajo y el compromiso con la coherencia, huyendo en todo momento de la frivolidad. Es lo contrario del populismo.

6) Se busca en todo momento el talento profesional que se necesita (un especialista en datos, un psicólogo…), y se practica la búsqueda constante de las personas necesarias para mejorar. Luis Enrique, como buen corredor de fondo, representa el aprendizaje constante (hoy es mucho mejor entrenador que cuando entrenaba al Barça). La competencia no es incompatible con la cooperación.

7) Las cosas nunca son fáciles, surgen adversidades (a veces enormemente dolorosas, como la pérdida o enfermedad de un ser querido) y hay que superarlas buscando ayuda y con espíritu colectivo.

Por todo esto, me quito el sombrero y espero que todos podamos seguir aprendiendo de la España de Luis Enrique, y que ilumine también terrenos ajenos al fútbol. Y si ganamos el Mundial, mejor.


domingo, 14 de noviembre de 2021

Máscaras y vacunas como aperitivo a la resistencia climática

El consentimiento y la activa participación de la población siguiendo las indicaciones de las autoridades públicas para ponernos máscaras y vacunarnos, han sido fundamentales para frenar la pandemia de la Covid-19. No ha bastado con el poder coercitivo del Estado, sino que son medidas que requieren de una participación casi universal para que sean efectivas, y eso no hay poder coercitivo que lo pueda garantizar, por lo menos en las sociedades democráticas. En sociedades donde ha fallado esta activa colaboración ciudadana, incluso disponiendo de los medios materiales, por desgracia las cifras de contagios y muertes siguen siendo elevadas. 

Estudiar bien por qué algunos países (como España) han alcanzado niveles más elevados que otros de colaboración ciudadana, a igualdad de recursos económicos, nos debe llevar a entender mejor cuales son los determinantes de la contribución individual a los bienes colectivos en caso de emergencias globales. El problema es que sirve de poco a medio y largo plazo que países aislados se enfrenten al reto, cuando se trata de desafíos globales, donde además los distintos países no parten con igualdad de recursos.

Sin embargo, como recordaba una viñeta de la revista The Economist al inicio de la pandemia, ésta no es más que un aperitivo para la gran lucha que le espera a la humanidad contra el cambio climático. El sabor agridulce que ha dejado la Cumbre de Glasgow, nos debe hacer recordar que estamos lejos de garantizar que la temperatura media del planeta no aumentará más de 1.5 grados antes de finalizar el siglo, lo que implicaría catástrofes humanitarias y sociales de las que la mayoría de la población todavía no es ni consciente.

Ponerse una máscara y vacunarse (esto último, gratuitamente), es algo realmente fácil de hacer. Más difícil es cambiar de hábitos, en especial en terrenos como la movilidad y la alimentación. Pero no es algo que esté en absoluto fuera del alcance de la inmensa mayoría de la población. Hay que abandonar el uso de vehículos contaminantes y hay que adoptar una alimentación donde el consumo de carne sea en todo caso esporádico. Y por supuesto, hay que votar por partidos políticos que hagan suyo el mensaje de la emergencia climática y del cambio de hábitos (y de los impuestos ecológicos, y del Pacto Verde Europeo, etc.), igual que han hecho suyo el mandato de llevar mascarillas y de extender las vacunas a toda la población.

Todo esto no lo arregla el mercado por sí solo. Necesitamos gobiernos de alta capacidad a todos los niveles, que actúen en sintonía con comunidades activas y sensibilizadas. Imposible hacerlo sin cooperación entre niveles de gobierno, y sin un fuerte sentido de la participación ciudadana y la equidad. 


domingo, 31 de octubre de 2021

Aprender de las organizaciones que perduran

Con ocasión del último Congreso de PSOE, el ex dirigente de Podemos Ramón Espinar escribió un tuit que decía que, pese a las discrepancias, había que aprender de las organizaciones que perduran, de su capacidad de cerrar heridas y remar en la misma dirección. Joan Coscubiela también hizo una comparación entre las organizaciones que funcionan por Telegram y las que tienen raíces sólidas basadas en lazos humanos estables.

Algunas organizaciones tratan de sobrevivir incluso cuando sufren graves escándalos, cambiando de nombre para parecer distintos, como es el caso de Facebook o de Convergencia (el partido político catalán). Sólo cambia de nombre quien tiene algo muy grave de lo que avergonzarse, pero veremos cómo les va.

Mi experiencia es que efectivamente en el Partido Socialista se tolera bien la discrepancia, por muy fuertes que sean a veces las discusiones. En el próximo verano se cumplirán 40 años de mi militancia socialista (y 40 años de tantas cosas) y nunca nadie me ha regañado por expresar mi opinión, ni cuando hice campaña contra la OTAN discrepando de la cúpula, ni cuando formé parte de grupos críticos, ni cuando apoyé a candidatos que a toro pasado puedo decir que eran los equivocados… Ahora habré estado dos años en la Ejecutiva del PSC, y la dejaré para volver a la base (mi sitio natural, dado que desde 1995 para mí la política es un hobby) en el Congreso de diciembre, tras haber dicho exactamente lo que se me pasaba por la cabeza en todas las reuniones que he podido. Y creo que mis compañeras y compañeros lo han agradecido, independientemente de si estaban de acuerdo con todo lo que decía. Las personas que se han ido del PSC dudo que puedan decir que alguien les ha echado, y han acabado siempre siendo más los que entraban que los que salían.

Además de la tolerancia por la discrepancia, las razones de la permanencia se hallan en la existencia de unas raíces (en el caso del PSC, muy bien explicadas en el libro de memorias de Raimon Obiols, “El mínim que es pot dir”), una implantación, una ideología reconocible a nivel internacional (que permite compensar los obvios errores con una reputación por políticas que a grandes rasgos han sido útiles en muchos países, incluido el nuestro).

Que una organización perdure no la convierte necesariamente en una organización deseable per se, claro, pero sí que habla de su capacidad de adaptación a los cambios, y de no depender de un liderazgo coyuntural. La Iglesia Católica y la Mafia italiana están entre las organizaciones más duraderas de la historia, y si tengo dudas sobre el balance de la primera, no las tengo sobre la segunda (ojalá no existiera). El Partido Conservador Británico creo que es el más antiguo del mundo, y el Nacionalista Vasco uno de los más antiguos de España. Quien quiera perdurar, debería estudiar estos casos, al margen de su mayor o menor cercanía ideológica.

El Barça y los grandes clubs de fútbol son otro ejemplo de resistencia al paso del tiempo. Los grandes clubs de cada país son los mismos década tras década, con pocas excepciones. Veremos si la incapacidad de las familias de la burguesía catalana por gestionar los ciclos del Barça puede más que la existencia de una comunidad de sentimientos y el atractivo de la ciudad condal para los grandes talentos del fútbol.

El problema no es cómo hacer que las organizaciones perduren, sino que perduren las buenas organizaciones, y que las malas se hundan lo antes posible.


domingo, 10 de octubre de 2021

El esquizo-fascismo en Cataluña

El historiador Timothy Snyder, en su libro “The Road to Unfreedom” (traducido por Galaxia Gutenberg como “El camino hacia la no libertad”) acuña el concepto de esquizo-fascismo para referirse a la tendencia de algunos sectores nacionalistas iliberales en Rusia a llamar fascista a cualquiera que no comulgue con sus ideas (o que “ataque” a la patria rusa), hasta el punto, explica Snyder, de que en el idioma ruso se considera prácticamente un error gramatical imaginar que un ruso pueda ser fascista: “para los esquizo-fascistas, el fascismo era una sustancia del mundo exterior disoluto que amenazaba el organismo virginal ruso”.

Por otra parte, el autor de la biografía intelectual de Albert O. Hirschman, Michele Alacevich, nos recuerda que en los años 1930, precisamente cuando el fascismo de verdad acechaba más amenazante que nunca, algunos comunistas empezaron a llamar a los socialdemócratas, el principal partido (al que pertenecía Hirschman) de oposición al Nazismo, “Socialfascistas”.

Podemos concluir que el recurso barato al insulto fascista no se ha inventado en Cataluña, sino que tiene una larga tradición, que combina altas dosis de intolerancia, una profunda ignorancia y una banalización inmoral del fascismo real.

Pero en los últimos días se han visto ejemplos en Cataluña de una tendencia que viene recrudeciéndose en los últimos años, coincidiendo con el éxtasis de la política de la identidad que se ha vivido en la última década. El ataque a un grupo de personas del grupo “S’Ha Acabat” en mi universidad, la UAB, que pretendían simplemente expresar sus opiniones (me da igual cuales sean) en la plaza principal del Campus, es un episodio más de esquizo-fascismo, de utilización de prácticas cercanas al fascismo al grito de “¡fascistas!”. La reacción del equipo de gobierno de mi universidad es un ejemplo vergonzoso de cómo perpetuar un ambiente donde se les ponen las cosas fáciles a los esquizo-fascistas, en lugar de combatirlos con la ley en la mano en nombre de la razón y la democracia. 

Otro ejemplo reciente ha sido un cartel del grupo Arran, las juventudes de la CUP, donde se puede leer con grandes letras “Independentismo es Antifascismo”. Es fácil interpretar el mensaje como que “quien no es como nosotros, es fascista”. Obviando que existen independentistas fascistas (con quienes la CUP no tiene inconveniente en investir gobiernos en el Parlament de Cataluña, mientras firma un cordón sanitario contra la socialdemocracia), y que los ha habido en el pasado (en algún caso homenajeados por un presidente de la Generalitat, también investido por la CUP). Y olvidando que existe no sólo una gran mayoría de personas que a la vez no son independentistas y que no son fascistas, sino que tienen una historia detrás de lucha arriesgada (entonces sí) contra el fascismo. Y por supuesto obviando que muchas familias catalanas que hoy abrazan el independentismo, apoyaron el fascismo español. Sus descendientes no tienen ninguna culpa, pero recordar el pasado de sus familias debería ser un acicate para ser ellos muy conscientes de lo que ha ocurrido en este país, y para ser muy respetuosos con quienes sí lucharon contra el fascismo.

A ello se suma un clima de creciente intolerancia lingüística (entre otras variantes de la intolerancia) por parte de minorías que ahora se creen muy poderosas, pero que ignoran o no quieren ver que las zonas urbanas de Cataluña son plurilingües, que el castellano es la lengua más hablada en Cataluña, y que ello no sólo no es incompatible con la promoción del catalán, sino que la convivencia lingüística ha sido durante los últimos 40 años una fuente de riqueza cultural y económica. Igual que el “America First” de Trump ha mutado en “Save America”, el “Fem un país lliure” parece haber mutado para más de uno en un “Catalunya pels catalans”.

La violencia de baja intensidad está enquistada en Cataluña, y sigue incluyendo, si no a diario sí semanalmente, amenazas y señalamientos en sedes de partidos políticos, redes sociales y otras plataformas. Vale la pena no pasar por alto estos episodios y denunciarlos como actos de intimidación e intolerancia, y no aguarlos en un contexto más amplio (“no hay que olvidar que los otros…” y bla bla bla). No hay excusa para no condenarlos. En democracia no hay provocaciones, existe la libertad de expresión para todo el mundo. Los actos de totalitarismo no deben olvidarse. No vaya a ser que la violencia un día deje de ser de baja intensidad, como ya ha ocurrido varias veces en nuestra historia.


domingo, 3 de octubre de 2021

Les tardors indepes ja no són el que eren

Les tardors indepes solen començar l'onze de setembre, una mica abans que la tardor oficial (ja se sap que els indepes això de les normes...). En els darrers anys, des de 2012 o 2014, la resta de la ciutadania de Catalunya vèiem l'arribada d'aquesta tardor política amb resignada aprensió. Els indepes estan tot l'any sense fer res (políticament) i desperten a la tardor per a la temporada de l'equivalent de les marxes orangistes. Aquestes són marxes dels fanàtics nacionalistes britànics a Irlanda del Nord, que passegen els seus símbols i la seva arrogància pels carrers compartits. Curiosament, els separatistes parlen dels que no ho som (que per sort som enormement diversos) com a "unionistes", que és com s'anomenen els protestants a Irlanda del Nord, però els que més s'assemblen als fanàtics unionistes són ells.

Recordo un amic meu que a principis de 2014 ja anticipava aterroritzat com seria la tardor d'aquell any, amb la consulta d'Artur Mas que havia de decidir el futur de Catalunya i desafiar el poder de l'estat, al mes de novembre. Després, a l'any següent, van arribar les eleccions plebiscitàries, també a la tardor, quan els catalans havíem de tornar a decidir el nostre futur. L'apoteosi va arribar el 2017, on tenim els èxtasis del 20-S, l'1-O, el 3-O, i la DUI interruptus (tot i que els indepes no volen recordar l'assalt a la democràcia del 6-7S), ... tot en una tardor on vam tornar a decidir el nostre futur, ara per tercera vegada, però pel que sembla no per sempre, perquè la CUP diu que vol tornar a fer un 1-O, tot i que el President de Junts al Parlament, un tal Batet, diu que ja som independents i només estem esperant el reconeixement internacional, que arribarà, tot és qüestió de paciència. Al 2019 vam tornar a tenir una tardor calenta, amb la sentència i els aldarulls de l'"apreteu" del senyor Torra. Al 2017 i al 2019 les aules de les facultats més mobilitzades de la UAB i altres universitats es van aturar diverses setmanes. A mi em sabia greu que molts estudinats prometedors perdessin setmanes de classe enredats per una persona tan allunyada de l'esperit universitari com Carles Puigdemont. El dia i hora en què es va fer pública la sentència, a mi em va tocar donar classe (d'introducció a l'economia a Ciència Política), i una bona part dels estudiants es va aixecar en el moment de fer-se pública per anar a manifestar-se a la Plaça Cívica, la plaça principal del Campus de Bellaterra de la UAB. Una noia que seia a les primeres files es va aixecar i molt educadament em va dir amb una cara de gran alegria que havia sortit la sentència, com si em comuniqués el neixement d'un germanet seu. No sembla que mentrestant hagués tingut temps de llegir la sentència, però semblava tan feliç com la "telebasurera" Rahola quan van detenir Puigdemont a Sardenya.

Però ara ha estat diferent. Al 2021 el procés ja no és el que era. El dijous passat va circul·lar el rumor que el dia següent, divendres 1-O, hi hauria vaga d'estudiants per commemorar els fets de 2017. Però la veritat és que els estudiants indepes a la UAB no van aconseguir aturar ni la Facultat d'Humanitats, hereva de la Facultat de Lletres, que havia arribat a ser un baluart d'Herri Batasuna a Catalunya als anys 1980.Vaig tornar a Barcelona ciutat després de fer classe, i una mani creuava la Diagonal, però eren quatre gats. La resta de manifestacions han estat molt poc concorregudes. Tot això es va apagant, i el caçador torna capcot cap a casa sense haver cobrat cap peça. Cap ni una. Autocrítica? Demanar perdó? Deixar-los de votar? Ca!!!

Almenys els altres potser ara podrem esperar la tardor amb pau i tranquil·litat, i gaudir-ne com una de les millors estacions de l'any.

domingo, 19 de septiembre de 2021

Catalunya i el Barça: un efecte Carnegie a gran escala?

Al final de l’estiu, a les set del matí, quan ja no és de nit i encara no és de dia, al començament de la carretera de les aigües, a 1km del Pla dels Maduixers, es pot veure una de les millors imatges de Barcelona. Encara no ha sortit el sol, els llums de la ciutat estan encesos (la lluminositat s’utilitza avui com un indicador de riquesa), però una incipient claror permet veure les siluetes dels edificis més emblemàtics, així com el mar i els turons. Es pot veure una Barcelona que ho té tot, pròspera i poderosa. És un dels millors llocs per viure del Planeta, si t’ho pots permetre i en tens l‘oportunitat. No és un mèrit de ningú en particular, sinó de l’acumulació de forces evolutives i de la interacció de decisions, conflictes i factors geogràfics i històrics (incloent el treball de milions de persones que han vingut). És el lloc que han triat alguns grans talents en les arts i la indústria. I també és el lloc que han triat alguns dels grans talents del futbol, com Cruyff i Messi.

Dos llibres recents escrits per periodistes, crec que de manera totalment independent l’un de l’altre (Kuper va entrevistar mitja Barcelona pel seu, però Segura és periquito), expliquen com l’actual generació de les elits, o almenys una part significativa d’elles, estan arruinant aquest llegat, ja sigui per la seva incompetència, la seva arrogància, o la seva hipocresia (o una barreja de tot plegat). Un d’ells, el llibre de Simon Kuper sobre el Barça, narra l’ascens i declivi del club més emblemàtic de la ciutat (n’estic escrivint una ressenya per a Política i Prosa). L’altre, el de Cristian Segura sobre el que ell anomena “Upper Diagonal”, narra el declivi i la hipocresia dels hereus de la burgesia catalana, una part important de la qual ha abraçat el “Procés”.

No hi ha post que pugui substituir la lectura d’aquests dos textos, fantàsticament escrits (el de Kuper en anglès, el de Segura en català) i molt entretinguts de llegir. La Catalunya dominada per l’Upper Diagonal és, en part, la de Laporta-Guardiola-Puigdemont (aquest darrer és de família rica de poble, perquè les elits barcelonines actuals sovint prefereixen no donar la cara), un triangle que crida l’atenció a Segura, que també fa referència crítica a altres personatges vinculats al Barça com Jaume Roures i Carles Vilarrubí. L’Upper Daigonal (on no és incompatible ser padrí dels fills d’un altre amb qui s’acaba a matadegolla) sempre ha dominat la directiva del Barça, i en són o han estat membres alguns dels seus entrenadors i jugadors més emblemàtics. No pot ser d’una altra manera pel que fa a la Junta, perquè per ser directiu s’han d’avalar unes quantitats de diners que no estan a l’abast de la gent normal.

L’empresari Andrew Carnegie va donar nom en la teoria dels incentius al que es coneix com “efecte Carnegie”, pel qual els descendents de les grans fortunes no tenen grans motivacions per gestionar especialment bé els seus llegats: no els hi va en absolut la seva supervivència, que tenen totalment garantida. 

Les solucions en el marc de l’empresa familiar normalment es troben en vendre l’empresa o almenys cedir-ne una part del control a nous grups, d’altres elits o de sectors innovadors, fins i tot gent normal degudament preparada i motivada. Potser convindria aplicar una lògica semblant en el cas del Barça i de Catalunya.


domingo, 5 de septiembre de 2021

La relació sistemàtica i lògica de l’entorn de Putin amb el de Puigdemont

(La versión en castellano de este texto se puede leer en la web de "El Triangle" aquí)

L’entorn de Carles Puigdemont ha mantingut contactes sistemàtics i continuats amb la diplomàcia i els serveis secrets de l’autòcrata rus Vladimir Putin. El mateix que vulnera els drets humans al seu país i que segons tots els indicis ha ordenat enverinar opositors allà on es trobin.

Alguns han volgut minimitzar les darreres dades sobre aquests contactes, aportats per un periodista del New York Times guanyador del Premi Pullitzer. No em refereixo només a les reaccions defensives patètiques dels personatges polítics o mediàtics més propers a l’expresident català. També persones perfectament en els seus cabals ho han descrit com el típic intent sense importància, de personatges secundaris intentant-se fer escoltar per algú important sense aconseguir-ho.

Però l’entorn de Puigdemont, i també altres membres importants de la cúpula público-privada del “Procés”, no només ha tingut relacions sistemàtiques amb l’entorn de Putin, sinó que també ha rebut la simpatia dels mitjans informatius oficials russos, i en diferents moments de l’excongressista nordamericà Rohrabacher (un ultra trumpista), l’italià Mateo Salvini, i de l’anglès Nigel Farage. Sí que hi és, un gran interès del que podríem anomenar la “internacional nacional-populista”, per mantenir el “Procés” ben viu, per desestabilitzar Espanya i amb ella la Unió Europea.

La informació apareguda darrerament al New York Times no és cap gran novetat (ja es coneixien dades sobre aquesta relació), però sí que aporta petites novetats interessants, com que la relació ha estat més contínua i sistemàtica del que se sabia, que hi han participat persones de trajectòria fosca (vinculades a l’espionatge o el crim organitzat), i que possiblement (però no està demostrat) va tenir a veure amb la poc transparent organització Tsunami Democràtic.

Els historiadors Anne Applebaum i Timothy Snyder han fet una crida a prendre’s més seriosament els intents de Putin per desestabilitzar la Unió Europea, donant suport a referèndums o pseudo-referèndums com el del Brexit, el d’Escòcia o el que a Catalunya va tenir lloc el 2017 després que la majoria del Parlament català intentés derogar il·legalment la Constitució d’un estat membre de la Unió Europea, i els drets que se’n deriven. 

Aragonès fa bé de desmarcar-se’n, de la relació de l’entorn de Puigdemont amb el putinisme. I semblaria ara una cosa de sectors marginals i desesperats del Procés. Però els sectors que volen realment que Catalunya sigui independent passi el que passi i com més aviat millor, saben que això només pot passar desestabilitzant la Unió Europea, i per tant en aliança amb tots aquells agents que comparteixin el mateix objectiu. És una aliança lògica.

Hi ha un independentisme de “beautiful people”, que pot freqüentar salons respectables i que voldria tornar-se a passejar pels despatxos de Brussel·les com abans del "Procés". En part són els mateixos que sempre han sabut que el "Procés" era mentida, que no volien arribar fins al final perquè arribar fins al final vol dir aliar-se amb els Putins de torn i que la desestabiltzació prevalgui a Europa.  Són els que s’expliquen a sí mateixos que allò “cutre” a Catalunya no és tant el grup d’Alay, Boye, etc., sinó que és “el que queda del PSC”, com si aquest no fos el primer partit de Catalunya (a més de franquícia homologada de la socialdemocràcia, i l’únic partit rellevant amb aliats democràtics potents fora de Catalunya en aquests moments), i que acaba de treure el mateix resultat que va treure el 1980 amb Joan Reventós.

Si l’independentisme no és un farol, s’ha d’aliar amb Putin i amb els que volen desestabilitzar Europa, per molt “cutre” que sigui. I si els independentistes volen allunyar-se de Putin per no allunyar-se d’Europa, és que en realitat no tenen cap projecte real per independitzar Catalunya, perquè és incompatible independitzar Catalunya (en qualsevol versió) amb l’Europa dels fons Next Generation, de l’euro i de Schengen.

El nostre populisme plutocràtic ha de decidir: o “tornar-ho a fer” i seguir per la via del sadopopulisme putinià per desestabilitzar Espanya i Europa, o fer negocis legals, i abandonar qualsevol intent de secessió. Un referèndum d’autodeterminació al 2030? Hauran aconseguit llavors reformar la Constitució Espanyola que l’impedeix? Tindran un acord amb tots els països membres de la UE perquè Catalunya sigui admesa com a nou estat membre? O volen que salti pels aires la Unió Europea, i aprofitar la situació de fragmentació que es produiria, i que ens empobriria dràsticament? Això darrer és el que voldria Putin, em sembla a mi.


domingo, 22 de agosto de 2021

La dimensió religiosa del “procés”

L’altre dia vaig veure que una senyora a Twitter, una que crec que s’havia enorgullit anteriorment de la poca presència de persones catalanoparlants a les presons, deia ben orgullosa que ella “creia en Catalunya”. Em costa saber exactament què significa això (què vol dir “creure” i a quina Catalunya es refereix), però precisament aquesta és la qüestió: que determinades afirmacions de cert nacionalisme abrandat són impossibles d’analitzar des d’una òptica estrictament racional.

En Raimon Obiols n’ha parlat alguna vegada, i espero que hi aprofundeixi (ell ho ha patit, però també ho ha paït) en un llibre que està preparant: l’independentisme català té un fort component religiós. Aquest component no només està present en les arrels "prehistòriques" de l’independentisme actual (el pujolisme, nascut al Monestir de Montserrat i amb un líder clarament abonat a les expressions i la pràctica d’una religiositat nacionalista i romàntica), i en alguns dirigents com Oriol Junqueras i el seu cercle, o en els capellans que van fer possible l’1-O, sinó en la mentalitat de moltes persones que segurament ja ni practiquen la religió catòlica institucionalitzada. De fet, per a moltes persones ja grandetes de classe mitjana o mitjana alta, el procés ha passat a ocupar el lloc de la religió, amb els seus rituals, els seus llibres, els seus “clergues” i les seves veritats revelades. 

Potser per això una joventut cada vegada menys religiosa, i més cosmopolita i preocupada pel seu futur, s'està allunyant de l'independentisme. La religió en aquesta versió es revelaria com a opi força eficaç d’una part del poble, però amb dificultats creixents per a arrossegar un jovent que cada vegada té menys marge de folgança (“slack” en diuen en anglès, i “holgura” en castellà), per perdre el temps amb litúrgies que els distreguin d’un amenaçant futur social i climàtic no gens llunyà. L’economista Albert O. Hirschman deia que les societats benestants són màquines de produir entropia i decadència en les seves institucions, precisament perquè viuen tan bé que s’ho poden permetre. Però les joves generacions esperem que facin sentir més la veu que la sortida (seguint amb el vocabulari hirschmanià) per ampliar els marges d’una societat secular i laica. Els hi va la supervivència.

Que quedi clar que jo crec que les religions tenen aspectes positius. El budisme per exemple està molt bé, però els líders budistes que atien l'odi comunitari contra els Rohinges a Birmània, no. Un aspecte de la religió, la fe cega, consolida jerarquies i lideratges que són utilitzats per alimentar les dinàmiques de “nosaltres contra ells”.

Aquest final d’estiu i aquesta tardor ho tornarem a viure a Catalunya. Les camisetes, les marxes coreografiades i els plans milenaristes i messiànics (“Aquest any, sí!”) de cada 11-S, ara complementat amb l’1-O, s’assemblen a la fe que el Totpoderós li demanava a Abraham, i que aquest va demostrar tenir sense límits.

Una altra cosa que deia Hirschman és que en alguns moviments l’activisme no és vist com un cost (com ens passa a molts mortals, que anem força enfeinats amb la nostra vida normal) sinó com un benefici. Sens dubte, la dimensió religiosa del procés forneix aquest component sublim, que és més important com més incert és l’objectiu final.

Expressions etèries com “la plenitud nacional” o “el país complet” (que li vaig llegir l’altre dia a un pobre independentista sobrevingut) són eufemismes que recorden, amb una qualitat molt inferior, a la literatura mística. Però no poden amagar que al capdavant hi tenen uns “clergues” corruptes que tapen o practiquen activitats delictives, com en tantes jerarquies religioses.

Aquest component religiós del procés independentista agafa però el pitjor de la religiositat (la fe cega i acrítica, utilitzada per cert en alguns temps i llocs per cometre autèntiques atrocitats) i en deixa de banda el millor que tenen algunes religions, o hi entra en seriosa contradicció. El millor d’algunes és la meditació i la vida interior; el millor d’altres és l’amor pel proïsme i en particular per la gent pobra; fins i tot algunes altres enalteixen l’estudi, la responsabilitat i la feina ben feta. A punt de complir-se 10 anys del "procés", francament jo no veig per enlloc aquests aspectes positius.


lunes, 9 de agosto de 2021

No llores por mí, Leo Messi

Cuando el actual Presidente del Barça presentó su candidatura, y durante la campaña electoral que tuvo lugar el pasado invierno (cuando dijo que él arreglaría lo de Messi con un asado), Laporta tenía todos los datos sobre la ruina financiera del Barça, y conocía las reglas salariales de la Liga de fútbol. Las supuestas pérdidas “sobrevenidas” eran perfectamente previsibles. Los contratos vigentes, la pandemia, la previsión de ingresos y gastos… todo estaba encima de la mesa en invierno (por eso pidió una auditoría en profundidad, que no se pide si las cosas van bien, y pidió un crédito urgente a un banco de inversiones). Desde que Laporta se presentó no ha pasado nada nuevo que alterara las previsiones, ni para mejor ni para peor. El periodista del Financial Times Simon Kuper terminó de escribir entonces un libro, que se publica esta semana (y del cual ha salido ya un extracto demoledor en su diario, resumido en un hilo de Twitter), explicando que el FC Barcelona era el equipo que había gastado más en fichajes en los últimos años y el que pagaba sueldos más altos. También hay que decir que es una lástima que ese libro no lo escribiera alguien del entorno local, que tampoco quería ver la realidad (salvo honrosas excepciones) que crecía desde hacía años como una bola de nieve.

Es verdad que la gestión anterior fue desastrosa, pero lo fue presionada por el entorno, que nunca criticó la constante cesión a las pretensiones de las vacas sagradas (alguna, con dedicación a tiempo parcial al fútbol), ni ninguno de los fichajes, todos tan “ilusionantes”. Quizás era inevitable por las presiones existentes y por lo bueno que es el jugador, pero el Barça se convirtió en FC Messi, y eso no es ajeno a una plantilla que fue envejeciendo y cobrando más al mismo tiempo (como expliqué en un artículo en Política & Prosa), mientras se iniciaba el declive deportivo sin que una estructura coherente de gestión deportiva y financiera (que son inseparables) pusiera orden, ni antes ni después de las últimas elecciones.

La explicación de que las dos partes, Messi y Barça, llegaron a un pacto, y que fue la Liga quien lo paró, es una curiosa interpretación de que los contratos deben hacerse en el marco de las normas vigentes, perfectamente conocidas ex ante. Por ejemplo, sería como echarle la culpa al primer cónyuge si el matrimonio con una segunda persona no puede celebrarse porque el primero todavía está vigente. Esta costumbre de tratar las normas (aceptadas inicialmente) como algo que nos podemos saltar a poco que nos pongamos a ello, forma parte de un ethos, extendido en ciertas capas de las élites catalanas (y otras, claro, todas ellas tan enfrentadas en algunas cosas y tan parecidas en otras) de que lo normal es moverse en un alambre entre lo legal y lo ilegal, entre Andorra (o Qatar o Miami) y la Agencia Tributaria por ejemplo.

Bartomeu, Laporta y gran parte del entorno, incluida la oposición, han practicado un ejercicio de negación de la evidencia, ante el cual lo único que les frena son precisamente las normas e instituciones vigentes, por imperfectas y mejorables que sean. Se han creado durante mucho tiempo expectativas irreales. La economía de las superestrellas (la capacidad de unos poquísimos por pedir mucho porque hay un público global que les demanda, como explico en el libro "Pan y Fútbol") genera unos desequilibrios conocidos a los que hay que hacer frente, y el Barça (esperemos que hasta la última rueda de prensa de Laporta, que se comportó como un gran comunicador que se quitaba un peso de encima pero un pésimo gestor que sin embargo y a su manera, parecía ver la luz) no ha sabido hacerle frente, ante el populismo extremo del mundo del deporte. La Junta actual ha perdido unos meses preciosos pretendiendo retener a Messi (o haciéndolo ver), en lugar de empezar a preparar el post-Messi desde la campaña electoral. Claro que entonces Laporta no hubiera ganado las elecciones. La temporada actual estaba planificada con Messi, pero será sin Messi. Sería un milagro ganar algo este año. 

Pero en el futuro el Barça puede volver a ganar títulos, como lo hizo cuando se fueron Cruyff, Maradona o Ronaldo (como expliqué en una breve entrevista en la emisora de radio RAC1). Tres jóvenes del equipo han ganado medallas olímpicas y están con otros en una renacida selección española. Otros todavía más jóvenes parecen tener un gran talento. El Barça ha sobrevivido a debacles financieras producidas por generaciones anteriores de la burguesía catalana. De momento, la generación del power point (Laporta, Rosell, Bartomeu) ha presidido la era de un Barça que heredó (Messi, Xavi e Iniesta ya estaban), pero ha sido incapaz de frenar su declive y de emprender la tantas veces anunciada y necesaria remodelación del estadio, aprovechando el patrimonio futbolístico y económico que tenía entre las manos. Pero como dijo el propio Laporta, la institución está por encima de todos ellos, y vendrán nuevas generaciones de futbolistas porque hay capacidad de generar ingresos,  porque lo que hasta ahora ha hecho exitosos a los grandes clubs ha sido el sentimiento de adhesión de miles y millones de aficionados, que ahí siguen (seguimos) estando.

Lo que amenaza un futuro del Barça con títulos no es tanto la ausencia de Messi (que como dijo Laporta se iba a producir como muy tarde en dos años), sino la amenaza de clubs propiedad de magnates cuya fortuna es ajena a las normas de las sociedades democráticas. Dos de estos clubs ya jugaron la final de la Champions última. Ante ello y ante la crisis del COVID la respuesta no puede ser otra que la mutualización de los riesgos. Y lo que ocurre es que hay diferentes planes en marcha para hacerlo, cada uno con una distribución distinta de las ventajas que genere. Una opción es reflotar las ligas nacionales con operaciones como la de Tebas con un fondo de capital que inyecta dinero a cambio de una parte de las ganancias del futuro. Otra opción es la Superliga de Laporta y Florentino. Puede haber otras opciones, pero la solución final solo vendrá de un gran acuerdo que permita repartir de forma más o menos estable las ganancias potenciales del futbol en el futuro. 

Messi nos ha hecho felices por momentos (más que Cruyff, Maradona, Romario, Ronaldo). Gracias. También le hemos pagado bien, y por suerte tenemos una Agencia Tributaria que ha hecho que lo que generó haya revertido en el conjunto de la sociedad. Pero vendrán otros, de hecho algunos quizás ya estén aquí, que nos harán felices a ratos (nuestra felicidad tampoco depende solo de ellos), ganarán dinero, y parte se la haremos devolver en impuestos. El Barça, y no digamos la economía catalana, sobrevivirán. Y si no lo hacen, será por otras razones, pero no porque no esté Messi. 


martes, 3 de agosto de 2021

BARCELONA 92 COMO SÍMBOLO DE UNA ÉPOCA (sobre el libro de Jordi Canal)

En tiempos olímpicos es inevitable volver la vista atrás y recordar uno de los acontecimientos que han marcado la vida de varias generaciones, entre otras la mía: los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Para hacerlo, nada mejor que leer el libro del historiador Jordi Canal, primero de una colección que toma fechas históricas (en este caso el 25 de Julio de 1992, día de la inauguración de BCN 92) como símbolos de procesos fundamentales de la historia de España. Un libro que engancha y que he leído de un tirón. Sobre una época que viví como protagonista muy secundario y en cualquier caso como espectador privilegiado. Y sin embargo, Canal no solo consigue que refresquemos oportunamente la memoria, sino también que aprendamos algunas cosas que no percibimos en su momento, o cuya importancia no apreciamos, aunque pasaran delante de nuestros ojos.


El libro utiliza la técnica de combinar la narración e interpretación de los hechos históricos, con extensas notas biográficas sobre algunos personajes de la época, desde creadores como los cantantes Jaume Sisa y Peret, los escritores Juan Marsé y Valentí Puig, el diseñador Javier Mariscal, hasta personajes políticos como Ernest Lluch, Jordi Pujol, Pasqual Maragall, Juan Antonio Samaranch o Juan Carlos de Borbón. Esta combinación hace la lectura más amena sin perder coherencia, y es difícil que el lector no aprenda algo nuevo de todo ello.

La obra empieza con la ceremonia de inauguración olímpica, símbolo de una España europea, moderna y plural, y de una Cataluña abierta y mestiza. Demasiado para que los nacionalistas no hubieran querido boicotear aquello desde la inauguración del Estadio tres años antes, “ma non troppo”, como suelen hacer jugando con los límites del estado de derecho y las normas de convivencia, poniendo “un cirio en cada altar” si hace falta (como siguen haciendo hasta hoy), en una expresión del periodista Enric Juliana rescatada por el autor.

Lo mejor de la Olimpiada fue lo que representó (una España moderna y una Cataluña abierta); y con ello lo que facilitó (algo que no saldrá en ningún análisis coste-beneficio): la alternancia en la Generalitat unos años después para derrotar a un régimen clientelar y corrupto, aunque sin la fuerza suficiente como para asentar un proyecto duradero alternativo al nacionalismo. El autor sugiere que con el tiempo se produjo una evolución “nacionalista” de Pasqual Maragall. Hubiera sido interesante en este sentido profundizar en la diferencia entre el Maragall de 1999 y el de 2003, cuando llegó a gobernar con una ERC más fuerte, pese a haber sacado un peor resultado.

Una parte muy bien resuelta del libro es el detalle sobre la amenaza para la democracia española (y para el proyecto olímpico que la simbolizaba) del terrorismo de ETA y en menor medida pero muy significativamente de Terra Lliure. También resulta muy interesante por lo sintomático la reconstrucción de la “fátua” que el nacionalismo (incluida ERC) decretó contra Javier Mariscal, el diseñador del Cobi, la mascota de los juegos, precursora de los linchamientos mediáticos y virtuales más recientes contra Cercas, Serrat, Coixet, etc.

Los Juegos, destaca Canal, fueron un proyecto público, pese a la presión de sectores que deseaban que fueran predominantemente un proyecto privado. Y pese a ser un gran proyecto público, con colaboración privada, no se produjo ni un solo caso de corrupción, en un país donde antes, durante y después, se han producido graves casos de corrupción.

El libro destaca el apoyo del Rey Juan Carlos ante el escepticismo inicial de UCD y PSOE, aunque el gobierno del PSOE, con Narcís Serra en la vice-presidencia, acabó volcándose con los Juegos. El libro menciona el rol jugado por el Holding Olímpico, el instrumento creado para impulsar las obras olímpicas, que tuvo al frente nombrado por el Gobierno español a Santiago Roldán, un economista (ya fallecido, padre del ex diputado de Ciudadanos Toni Roldán Monés) que, aunque Canal no menciona este detalle, era profesor del Departamento de Economía Aplicada de la UAB (y por lo tanto una persona asentada en Cataluña), bien conocido por Maragall y Serra.

En los detalles aportados sobre las campañas de propaganda nacionalista que se lanzaron coincidiendo con la preparación olímpica, vemos que las técnicas y el personal del nacionalismo independentista ya estaban ahí hace 29 y 30 años, también con la colaboración de grupos supuestamente “anticapitalistas” (pero con acceso a los despachos y familias del poder) que paradójicamente se oponían a un proyecto liderado por el sector público. Por ejemplo, el 19 de junio de 1992 Maragall recibió insultos –“botifler” o traidor, un clásico del acoso nacionalista en todo el mundo- en el acto al paso de la antorcha olímpica por Montserrat. Nombres como los de unos jóvenes David Madí y Joaquim Forn, puntales hoy del “procés”, ya estaban en las actuaciones de boicot olímpico. Si el independentismo es la fase superior del pujolismo, el boicot olímpico fue la escolanía del “procés”.

El 3 de febrero de 1992, se presentó Acció Olímpica Catalana, con Guardiola, Rahola, o la entidad Omnium Cultural; el modus operandi y el star system del nacionalismo independentista ya estaban ahí, en 1992... Como lo estaban con TV3 y Avui atacando a Mariscal en la fátua anteriormente mencionada, cargada de histeria victimista por unos comentarios sarcásticos del diseñador. Canal menciona un artículo de la época de Solé-Tura abordando la incapacidad del nacionalismo por asumir el pluralismo de la sociedad. Un artículo totalmente vigente, y no solo en Cataluña, sino en todas las comunidades con un fuerte peso del nacional-populismo (como destaca en sus trabajos sobre el populismo el experto politólogo Jan-Werner Müller).

El riesgo del éxito se menciona como sin querer hacer mucho daño en el libro, pero daría para una ampliación. La “hybris” alcanzó para lanzarse hacia un Estatut algo temerario y (algo no mencionado en el libro) la tentación de querer volver a reproducir nuevos grandes eventos, intentando repetir unas circunstancias irrepetibles: Forum 2004, Olimpiada de Madrid, Olimpiada de Invierno, Juegos del Mediterráneo en Tarragona… Después de los Juegos de Barcelona se ha desarrollado una abundante investigación académica que constata que los Juegos de aquí fueron acaso una excepción en cuanto a beneficios netos para la sociedad. Numerosas ciudades de países desarrollados se han retirado de las pujas iniciales para organizar estos eventos en los últimos años: Boston, Calgary, Innsbruck, Munich, Hamburgo, Oslo, Berna, Denver… El autor cita al propio Maragall en sus memorias, diciendo que si se hiciera un análisis coste-beneficio, este saldría favorable para Barcelona, Cataluña y España… Quizás sí para Barcelona, pero tal estudio nunca se ha hecho, y aunque los de Barcelona fueron un gran éxito organizativo y popular, sin corrupción, al servicio de un proyecto histórico, que estaba pendiente pero diseñado, de transformación de la ciudad (que seguramente se hubiera hecho igual, más lentamente), también sufrieron sobrecostes y dejaron un legado de “elefantes blancos” (infraestructuras sin uso, caras de mantener). Investigadores como Andrew Zimbalist o Bengt Flyvbjerg han llegado a la conclusión de que repetir el éxito de Barcelona es algo francamente improbable, y proponen re-escalar estos eventos e introducir criterios distintos en su selección y financiación, junto con otras reformas necesarias. Lo mismo se ha sugerido desde el Financial Times, el New York Times, The Economist...

Las Olimpiadas de Barcelona fueron una gran fiesta y un símbolo de una sociedad que había salido del agujero. Pero ni Barcelona ni Cataluña creo que “necesiten” (como a veces se sugiere, aunque no en este libro) grandes eventos periódicos que violenten las finanzas públicas, sino una buena gobernanza que permita explotar nuestras buenas condiciones geográficas e históricas en una Europa integrada. En un contrafactual sin Olimpiadas ni exposiciones universales (si "la etapa olímpica llevó consigo una efervescencia económica y un descenso importante del paro", no hay forma de demostrar que no se podía crecer haciendo otro uso de los recursos públicos), no creo que en el largo plazo Barcelona y Cataluña hubieran sido muy distintas, pero lo hubiéramos contado peor. De hecho, Cataluña fue la fábrica de España en el siglo XIX sin ningún gran evento, y las exposiciones universales fueron posteriores.

Nada de esto resta mérito al libro de Jordi Canal, que no tiene por qué cubrir todos los ángulos. La obra además tiene joyas escondidas, como llamar telebasurera a Pilar Rahola y darnos a conocer el nombre de la amante de Samaranch. A veces alguna de las perlas dejan a uno con ganas de saber más, como con el argumento cerrado en seco de que Lluch era juancarlista, o las menciones a los problemas de Samaranch con la corrupción olímpica en Salt Lake City, de las que el autor se limita a decir que fueron objeto de críticas por parte de la prensa anglosajona (probablemente la más libre y de mayor calidad del mundo).

BCN 92 es irrepetible, pero se pueden extraer lecciones, y este libro es una muy buena base para ello, y por eso recomiendo su lectura. Se le puede ganar con inteligencia al nacionalismo, pero este se va a resistir siempre. Los grandes eventos no causan gran cosa (ni tampoco surgen de hombres providenciales), sino que representan y son consecuencia de determinados procesos históricos, en este caso del desarrollo y modernización de una España diversa y abierta al mundo. Un proceso exitoso que lideró el Partido Socialista en España y en Barcelona, eclipsado en el primer caso por episodios como los GAL y la corrupción (justamente mencionados en el libro), que deben avergonzar a cualquiera que, como yo, haya apoyado y siga apoyando al socialismo español. El éxito de esta representación sí depende de los hombres y mujeres que lideran y protagonizan estos eventos, y en el caso de Barcelona 92, ellos y ellas sin duda serán juzgados, si no lo han sido ya, muy positivamente por la historia. Esa España, esa Cataluña y esa Barcelona que nos contaron los juegos, son posibles, con las adaptaciones necesarias por el paso del tiempo y el conocimiento adquirido.


jueves, 22 de julio de 2021

En Matías Carnero sí que va a les reunions

El futur de les nostres societats interconnectades cada vegada més es decideix en fòrums on hi participen diverses persones representant-ne altres, com és propi d'un món policèntric on ningú ho pot decidir tot i res no ens és aliè.

És una responsabilitat de tothom intentar estar allà on es prenen les decisions quan es pot, com és una responsabilitat l'exercici del dret de vot en les democràcies subjectes a l'estat de dret. Aquesta responsabilitat, algunes persones l'han entès, i altres no l'han entès.

Matías Carnero, el sindicalista català de la Seat que forma part del Consell de Supervisió de la multinacional Volkswagen, amb seu a Alemanya, ho ha entès perfectament. Com va explicar Carnero en diàleg amb Eva Granados en l'acte que reprodueix aquest vídeo, en virtut del sistema de co-gestió alemany que estableix la legislació, el Consell de Supervisió està per sobre dels consells d'administració de les empreses filials, i s'hi prenen decisions cabdals sobre les inversions i operacions de l'empresa. Per exemple, s'hi decideix quin model de cotxe es fabrica a cada país, o a on es desenvoluparan projectes de futur tan importants com el de les bateries per als cotxes elèctrics.

Aquest sindicalista ha aprofitat aquesta gran oportunitat (no per a ell, sinó per a les persones que treballen a la seva empresa, per a l'economia catalana i l'espanyola), i avui és un dels catalans que té un càrrec més important a Europa. Seria inimaginable que Carnero digués que no va a les reunions, o que renuncia al càrrec.

Qui no ha entès que cal anar on es prenen les decisions són els líders independentistes catalans. Ja fa anys que practiquen la política de la cadira buida en organismes tan importants com les reunions de consellers d'economia i hisenda on es discuteixen els fluxes de finançament territorial, entre altres òrgans. Ara el president de la Generalitat ha anunciat que no assitirà a una reunió de presidents autonòmics amb el president del govern espanyol, i no han aclarit si participaran activament en la negociació d'un nou acord de finançament autonòmic.

Aquesta política de la cadira buida és la que ha portat a la Generalitat de Catalunya a l'aïllament i al desprestigi, i al conjunt de la nostra societat a la decadència econòmica i el declivi. Pintem tan poc que perquè algun projecte que surt de Catalunya tingui èxit hem de dissimular que siguem catalans.

En el diàleg de Matías Carnero amb Eva Granados es parla de moltes coses més, com la importància que la democràcia no s'aturi a la porta de l'empresa (perquè la participació sindical és bona per l'equitat, però també per la transparència i l'eficiència), i que la transició ecològica (imprescindible) vagi de la mà amb la transició laboral i social. Perquè d'aquestes coses es parla també al Consell de Supervisió de Volkswagen. Que ningú es pensi que les grans qüestions que defineixen el present i el futur de les nostres societats les podem decidir nosaltres sols, mirant-nos el melic.

domingo, 11 de julio de 2021

Federalisme sense "hibris"

Quan fa aproximadament 10 anys alguns vam tornar a aixecar la bandera del federalisme davant del que aleshores semblava el tsunami independentista, no ho vam fer perquè estiguéssim convençuts de la victòria de la nostra opció (encara que no vèiem clara la viabilitat de la secessió), ni perquè estiguéssim molt acompanyats, sinó perquè pensàvem, encertats o no, que era l’opció més desitjable. La veritat és que quan alguns independentistes amb els quals parlàvem (sobretot els sobrevinguts) ens deien que l’independentisme representava una nova centralitat, o que era bàsicament l’únic projecte sobre la taula, malgrat l’exageració (i que no tenien gaires més arguments), no sabíem massa bé què replicar, a part dels nostres principis i valors.

Avui seguim sent federalistes per convicció. I alguns ho sabem i ho diem amb la boca gran. La novetat és que crec que no és exagerat afirmar que ara la nova centralitat l’ocupem nosaltres, a Espanya, a Europa i al món. No és que un federalista hagi fet el cim i hagi plantat una bandera, sinó que l’anomendada co-governança per sortir de la crisi -que ningú discuteix, els fons europeus amb deute mutualitzat, i els esforços d’harmonització fiscal global, assenyalen una direcció que ningú combat seriosament, i contrasten amb el fracàs d’intents sobiranistes (els protagonistes dels quals guarden més o menys dissimuladament les seves apostes rupturistes amb Espanya o Europa en un calaix). Segons les enquestes a Catalunya, el suport a la independència entre els joves ha baixat significativament, i quan s’ha preguntat de diverses maneres, resulta que el suport a un referèndum d’autodeterminació com a solució només arriba al 23%. Això no vol dir que tot sigui de color rosa (Vox i Ayuso han de fer por), i que no ens haguem d’avergonyir de l’encara dèficit de federalisme, que avui impedeix per exemple tenir un pla global de vacunació pública tan ambiciós i eficaç com el que està desplegant la Unió Europea. O que impedeix fer front a l’emergència climàtica amb un pla global desplegat localment mínimament ambiciós.

Vivim junts i som interdependents. No hi ha res que li passi a ningu que ens sigui aliè. Per això, i no per contentar a ningú, seguim pressionant els que són federalistes amb la boca petita, o els que són federalistes sense saber-ho. En part és un problema d’ignorància (de manca de cultura federal) però en part és culpa nostra, perquè potser no ens expliquem bé, o potser no oferim un federalisme del segle XXI prou ambiciós i a la vegada tranquil·litzador per resoldre els problemes de l’estat del benestar i de les crisis associades a la salut i la natura, simultàniament.

Però és important saber que som federalistes i dir-ho amb la boca gran, com avui Javier Cercas a El Pais Semanal. De federalisme amb la boca petita ja n’hi ha hagut massa a Espanya i Europa, i d’aquí bona part de les nostres mancances. Només quan diguem les coses pel seu nom, ens podrem posar com a punt de referència els mecanismes de les grans democràcies del món, que són federals, estables i pròsperes (i, per descomptat, no exemptes de problemes i desafiaments).

Les opcions d’avui són dues a grans trets: federalisme ordenat o federalisme desordenat (o salvatge, com va dir un comentarista). No n’hi ha més. Els nacional-populistes ens voldrien portar a arguments del tipus "nosaltres contra ells”, a una “voluntat del poble” immutable i uniforme (per exemple negant el diàleg dintre de Catalunya o la pluralitat de la mateixa societat), i a solucions de suma fixa o fins i tot del tipus “el guanyador s’ho emporta tot”. Però aquests arguments han quedat arraconats per la pandèmia. Poden tenir un èxit retòric puntual, però no encaixen amb la lògica dels temps. La democràcia multinivell sobreviurà, crec, almenys a Europa, però serà caòtica i disfuncional si no fem l’esforç d’introduir reformes i innovacions, les més importants amb el màxim consens, en la fiscalitat, en el finançament i en la rendició de comptes, com a mínim.

La devaluació de les institucions i malversació de recursos públics que hem viscut a Catalunya ha estat possible perquè unes persones en van ser responsables amb la seva frivolitat i oportunisme. Però també perquè vam viure la nostra pròpia “trahison des clercs” (la traició dels intel·lectuals), l’incompliment de les seves funcions per part de sectors mediàtics i acadèmics acrítics, que encara avui reverbera, o de la qual alguns prefereixen no parlar-ne. D’acord, mirem endavant i dialoguem, però sense perdre de vista els errors comesos.

No té cap sentit posar el federalòmetre quan hi ha una remodelació ministerial (que forma part del joc curt-termista de les cada vegada menys rellevants escenes nacionals), i calcul·lar si dos ministres del PSC sumen més que un ministre de política territorial. L’important és que Espanya i Europa segueixin evolucionant en una direcció federalitzant, com estan fent, per al bé del conjunt d'Espanya i Europa, i no només de Catalunya. I que ho diguem amb la boca gran. I no passa res. Amb calma i tranquil·litat, sense “hibris”: amb la seguretat aquesta vegada de tenir el vent de la història a favor.

 

domingo, 4 de julio de 2021

Algunos mitos sobre los penaltis

Las tandas de penaltis se han convertido en uno de los principales atractivos de los grandes torneos de selecciones, donde en la fase de eliminatorias a un solo partido suele haber encuentros muy igualados, como ocurre ahora en la Copa América y la Eurocopa. 

Quizás por la emoción que proporcionan los penaltis, se ha generado todo un relato asociado a los mismos, que no siempre responde a la realidad. El relato incluye que lanzar primero da una ventaja del 60%, porque en una base de datos inicial con una muestra parcial, daba como resultado que el equipo que empieza lanzando ganaba el 60% de las veces. Pero con una base de datos más amplia, que incluía la primera, la ventaja se reducía al 53%, y la diferencia no era estadísticamente significativa (la diferencia podía ser debida al azar). Es importante incluir datos previos a 2003, porque hasta entonces quien disparaba primero o segundo no respondía a una decisión expresa (endógena), sino que lo decidía una moneda. Desde entonces, quien gana el sorteo de la moneda elige si tirar primero o segundo. Si se incluyen datos posteriores a 2003, puede que no se gane por tirar primero, sino que se tira primero porque se cree que se va a ganar. Si crees que tu portero es muy bueno y tienes mucha confianza en él, es mejor tirar segundo, porque sus primeras paradas minarán la moral del equipo rival. Croacia, que ganó dos tandas de penales en el último mundial (donde siempre ganó el equipo que tiró segundo, a diferencia de la actual Eurocopa), decidió tirar segundo en la segunda de ellas, dada la excelente actuación de su portero en la primera.

Otro mito es que uno puede predecir lo que hará un jugador estudiando su actuación en lanzamientos anteriores. En esta Eurocopa, Suiza repitió los cuatro primeros lanzadores de penalties contra Francia y contra España. Contra Francia los marcaron los cuatro (y el quinto) y contra España sólo marcaron el primero. El lanzador de éste disparó alto y hacia su lado natural (la derecha del portero para un diestro) contra Francia; y a media altura y hacia el mismo lado contra España (aunque Unai Simón no lo paró, y se lanzó hacia el otro lado); el segundo lanzador disparó hacia su lado no natural marcando contra Francia, y hacia el lado natural parando Unai Simón contra España; el tercero disparó igual contra España que contra Francia, al lado natural y abajo, y Unai Simón lo paró; el cuarto lo disparó hacia el lado natural y a media altura contra Francia, y al lado natural y (demasiado) arriba contra España.

La mayoría (todos excepto uno) o no lanzaron al mismo lado o no lanzaron a la misma altura. Por suerte, Unai Simón no esperaba que tirarían igual, y por eso paró por lo menos uno (el otro sí lo paró lanzándose al sitio donde el suizo había tirado unos días antes). Por lo menos en dos de los cuatro penaltis (en el cuarto apenas se movió), Unai Simón no creyó que los suizos iban a hacer lo mismo que contra Francia. O sea, que es consciente que los buenos profesionales van cambiando su forma de tirar los penales, como es lógico, del mismo modo que cuando jugamos a piedra-papel-tijera lógicamente no hacemos siempre lo mismo. Lo que hace absurdo lo de llevar papelitos advirtiendo de cómo disparan los del equipo rival, o peor todavía, memorizando lo que han hecho en el pasado. La estrategia óptima para cualquier pateador es variar aleatoriamente la forma de tirar (y no solo respecto al lado y la altura). Y la forma de lanzarse por parte del portero es también cambiar la forma de reaccionar a cada penalti aleatoriamente. Los expertos en teoría de juegos, que pueden llegar a polemizar mucho en el fútbol, están de acuerdo en que así se comportan los buenos profesionales, practicando lo que se llama estrategias mixtas, igual que en el servicio en el tenis. La razón es muy sencilla: si no lo hicieran así, serían predecibles.

Si los pateadores lanzan aleatoriamente, eso significa que no solo lo de los papelitos es absurdo, sino que algunas expresiones que utilizan los comentaristas tienen poco sentido. Los pateadores ni "engañan" a los arqueros, ni estos "adivinan" sus intenciones, sino que ambos deciden casi simultáneamente (y por eso muchas veces vemos el balón a un lado y el arquero al otro), y si es gol o no, no depende de adivinar o engañar, sino de la suerte. Lo único que no es un tópico es que las tandas de penaltis son una ruleta.

Eso no significa que no convenga entrenar. Los pateadores deben asegurarse que no son ellos quienes fallan el penalti, sino que en todo caso es el portero quien lo detiene, disparando dentro del arco, y si puede ser con determinación. Para eso, una buena preparación psicológica en momentos de gran tensión puede ser útil sin duda. Y poco más. Tampoco es una garantía el activismo del entrenador. En el Mundial de 2014 a Van Gaal le salió a cuenta sacar un portero fresco al final de la prórroga en una eliminatoria, pero Luis Enrique sacó a Rodrigo al final, no para sustituir a Busquets que sería lo natural a medio partido, sino para sustituir a Pedri, manteniendo a Busquets. Al final, Busquets y Rodrigo fallaron sus penaltis, aunque por suerte no hicieron falta.

Supongo que todo esto no importa mucho. Al fin y al cabo, es un contexto donde disponer de un buen relato, aunque tenga poco que ver con la realidad, no causa un gran daño. En otros contextos, preferir un buen relato a la realidad puede ser más dañino.

sábado, 26 de junio de 2021

La propuesta de Albiach es peor que la de Mas

Me sabe mal, porque me gustaría que los Comunes y Podemos fueran clarificando su hasta ahora confusa propuesta para mejorar el encaje de Cataluña en España; pero no terminan de salir del lío.

Hoy su líder en el Parlament, Jessica Albiach, en una entrevista en La Vanguardia ha dicho: “Siempre hemos hablado de un referéndum y pensamos que se tienen que poder votar distintas opciones. La mía es una república plurinacional, pero también tiene que haber otras. Tiene que haber una pregunta sobre independencia, sobre si nos quedamos como estamos y otra sobre la república plurinacional.”

Como supongo que añade matices a su posición anterior, el diario ha titulado, como una novedad, que Albiach propone un referéndum con tres opciones. La propuesta concreta que se realiza es peor que la propuesta de Artur Mas (que se vote la propuesta independentista, junto a la propuesta “del Estado”), que a su vez es peor que el referéndum del Brexit, que ha sido tan cuestionado, por ejemplo por el Premio Nobel de Economía (ahora que se valora tanto la opinión de los Nobeles de Economía), Amartya Sen.

En primer lugar, un referéndum con tres opciones puede dar lugar a la victoria de la opción más odiada de las tres. Por ejemplo, la opción ganadora podría tener el 35% de los votos, y ser la peor opción de las tres para el 65% del electorado (que podrían repartirse entre 32% que prefieren una opción y 33% que prefieren la otra). Eso si, como es lo habitual, cada persona vota por una opción y gana quien tiene más votos. Podría votarse también (sería mejor) mediante el método de Borda (puntuar las 3 opciones, como en el Festival de Eurovisión) u algún otro método basado en que cada votante presente un ránking de todas las opciones, pero entonces surgen otros problemas (ya sea de intransitividad o de impacto sobre el resultado de una alternativa irrelevante). Vale, esto es más complejo (pero está en el libro de Amartya Sen sobre elección colectiva), y no parece que Albiach proponga un método basado en ránkings.

En segundo lugar, en la medida que distintos grupos sociales apoyarían cada una de las tres opciones, se llegaría al referéndum en un clima de división social y controversia, que haría probablemente que el resultado dependiera de factores aleatorios, como los golpes de efecto de spin doctors, los algoritmos de las redes sociales, el tiempo, la abstención diferencial, etc. Y haría que las tres opciones no estuvieran detalladas. Si no está acordado, ¿qué exactamente se está votando? Por ejemplo (y este es un problema que la propuesta Albiach comparte con la propuesta Mas), ¿la alternativa independentista incluiría un compromiso creíble de pertenencia a la UE? Difícil con un acuerdo, imposible sin él.

En tercer lugar, Albiach no aclara en la entrevista si el referéndum sería a escala española o a escala catalana. Supongo que ella tiene en mente un referéndum a escala catalana, dada la simpatía que quien lidera los Comunes ha mostrado con el derecho a decidir del soberanismo catalán, y en general, sus dificultades para plantar cara a éste. Pero si una de las opciones es una supuesta “República plurinacional” (sea lo que sea eso), ¿cómo puede el electorado del 16% de la población española –o incluso el 35% de este 16%- decidir que el conjunto de España se convierte en una “República plurinacional” o lo que sea? 

Por supuesto, la propuesta de Albiach comparte con la de Mas que podría ganar una propuesta que no cabe en la Constitución actual, lo que obligaría a reformar la Constitución, lo que solo puede hacerse con el apoyo de 2/3 del Parlamento español. Si una de estas propuestas ganara, estaríamos abocados a un período (adicional al que ya venimos sufriendo) de crisis constitucional. Y ya estamos un poco cansados. Albiach, Mas y otros líderes que llevan años probando distintos referendos divisivos, deberían sacarse la pereza de encima, asumir sus responsabilidades, y ponerse a trabajar en un acuerdo amplio de evolución del Estado de las Autonomías en una Europa integrada que nos permita avanzar hacia un federalismo mejor. Y ese acuerdo, detallado, como la Constitución de 1978 o el Acuerdo de Viernes Santo en Irlanda del Norte, podría ser ratificado por la ciudadanía. Y si no lo fuere, como ocurrió en Colombia con el acuerdo auspiciado por Santos, a seguir trabajando.


jueves, 24 de junio de 2021

La propuesta de Artur Mas es más descabellada que el referéndum del Brexit

Ayer se cumplieron 5 años del referéndum del Brexit, una forma democrática binaria previa a cualquier acuerdo (cuando la democracia permite muchas otras opciones), que dio lugar a una decisión confusa que hoy una mayoría de británicos lamenta, y que vino acompañada de mentiras y actos xenofóbicos de sobras conocidos.

No sé si para celebrarlo, el expresidente de la Generalitat Artur Mas publicó un artículo en el diario El Pais titulado “¿Son los indultos la solución?”. La respuesta para Mas por supuesto es que no, pero él sí tiene la solución, una que en realidad ha sugerido varias veces, quizás ésta vez con un poquito más de desarrollo:

“Así pues, la solución definitiva al conflicto catalán pasa por la política y, en mi opinión, debería pasar por un referéndum vinculante y acordado entre el Estado español y las instituciones catalanas, con lo cual sería necesaria una propuesta estatal que se pudiera poner al lado de la propuesta de la independencia. Un referéndum acordado, con dos preguntas y con dos formas diferentes de implementar las respuestas. De esta forma, se podrían votar dos propuestas: por una parte, la independencia por parte del soberanismo catalán; y por la otra, la propuesta de mejora del autogobierno por parte del Estado español. Mi propuesta sería que la implementación del resultado fuese inmediata en caso de que ganase la opción de la mejora del autogobierno, pues no requeriría una modificación del marco legal; mientras que, en el caso de ganar la opción de la independencia, se tendría que conceder al resultado un valor político, con el compromiso por parte del Estado español de promover los cambios necesarios a nivel legislativo para poder implementar el resultado de manera legal y acordada.”

Esta propuesta es peor que la de David Cameron con el referéndum del Brexit, que tan mal resultado ha dado. Es también una propuesta binaria, divisiva, pero mucho más confusa e irrealizable que la de Cameron. El Sr. Mas ya en 2014 innovó con un referéndum ilegal con un método ventajista y una pregunta interesada (que el politólogo Toharia llamó “autopista hacia el sí”), y en 2017 apoyó otro, al margen del marco legal y contraviniendo las indicaciones de la Comisión de Venecia del Consejo de Europa, especializada en plebiscitos soberanistas. Además, en 2015 convocó unas elecciones que él llamó “plebiscitarias”, y de las que se proclamó ganador, a pesar de que su candidatura unitaria, “Junts pel Sí”, quedó muy lejos del 50% de los votos. Y ahora insiste en su propuesta de un referéndum, este sí definitivo, claro.

Se trataría de que la ciudadanía pudiera elegir entre la propuesta de los soberanistas, y la propuesta “del Estado” (solo le falta decir, la propuesta de los malos). Mas nos alecciona de que esto responde a los “cánones democráticos del Siglo XXI”, aunque no se me ocurre ningún ejemplo, ni en el actual siglo ni en ninguno, de un plebiscito con parecidas normas ("con dos formas diferentes de implementar las respuestas"). La idea de que la propuesta de la independencia esté encima de la mesa, sabiendo que no cabe en el marco legal (como no cabe en ningún país con Constitución escrita de Europa), y que en el acuerdo por el referéndum el Estado se comprometería a acometer los cambios legales necesarios, no se sostiene. ¿Quién es el Estado? ¿El gobierno? ¿El Tribunal Constitucional? Si algún gobierno español (¿uno hipotético de Podemos y ERC?) pactase algo así, nos abocaría a 10 años más de crisis constitucional en España, sin salida clara. O sea, que de solución definitiva, nada.

Parece mentira que después del fracaso de los últimos años, Artur Mas no tenga la humildad de reconocer que sus ideas y sus actos están muy lejos de “los cánones democráticos del siglo XXI”, y que la única evolución posible pasa por grandes acuerdos (protagonizados por personas electas) eventualmente ratificados en una votación. La propuesta de mejora del autogobierno (ahora por lo menos los soberanistas reconocen implícitamente que esta propuesta existe) tiene que ser acordada, y los independentistas no entrarán nunca a negociar un acuerdo si creen que pueden poner su propuesta de máximos encima de la mesa.


viernes, 11 de junio de 2021

Per un marc mental federalista

Acabat el "procés", l'únic debat rellevant és quin federalisme. El federalisme pot tenir moltes formes, però els valors (no cal remuntar-se a Hamilton i Pi i Margall) son els de Piketty, Spinelli, Ursula Hirschman, Salvador de Madariaga, Enrique Barón, Manuela Carmena, Pasqual Maragall, Raimon Obiols, Fernández Jurado, Marta Mata, Pepe González, Josep Pallach, Xavier Vidal-Folch, Eva Granados, Javi López, Ernest Urtasun, el Cercle d’Economia, els principals hisendistes i constitucionalistes; llegim-los i escoltem-los i anem per feina.

Però només serem fidels a aquests valors quan siguem capaços de desampallegar-nos del marc mental sobiranista i siguem capaços d'imposar en la narrativa un marc mental d'idees pròpies, on no ens deixem robar les bones paraules. Aquí va la meva proposta, on contrasto el marc mental sobiranista del passat, amb el marc mental federalista del futur. És només una proposta, cada federalista hi pot afegir el seu ítem preferit.

Marc Mental Sobiranista

Marc Mental Federalista

Joc de suma zero. Espanya ens roba. La independència és el millor instrument per millorar les condicions socials. El "fet nacional" serveix per solucionar els problemes socials.

Joc de suma positiva. Els grans problemes de la humanitat, i els de Catalunya també, només es poden resoldre amb la cooperació i el pacte. A Espanya hi ha un sistema de finançament territorial imperfecte, però bàsicament Catalunya paga per renda i rep per població, com correspon a un sistema impositiu progressiu. El fet federal ens fa veure que els problemes socials només es poden solucionar amb institucions que tinguin en compte interdependències com la competència fiscal.

Espanya no té remei, és un estat fallit, no és una democràcia plena. No hi ha federalistes més enllà de l’Ebre, ho hem provat tot, no ens fan una proposta.

Espanya és una democràcia avançada de la Unió Europea, la zona euro i l’espai Schengen. La proporció de persones fanàtiques i tolerants a cada lloc és força semblant, incloent Catalunya. Hi ha una proposta federalista sobre la taula des de fa temps: la de seguir amb l’evolució federal de l’estat de les autonomies a Espanya i de la integració a Europa, i aquesta evolució està avançant, com s’ha vist amb la pandèmia.

L’autodeterminació, súmmum de l’ideal democràtic. Només quan siguem sobirans i independents com a poble i com a nació serem lliures.

Vivim en un món de sobiranies compartides i solapades. Fins i tot quan legalment es pot organitzar un suposat referèndum d’autodeterminació, aquest no resol els problemes (més aviat els agreuja, dividint i treient el pitjor de la societat), perquè les interdependències continuen, com s’ha vist amb el Brexit. Vivim en un món on cada vegada més són possibles les identitats no binàries, i on diferents identitats canviants es barregen en cada territori en una lògica postnacional. El federalisme és dret a la diferència sense diferència de drets. Els conflictes d’identitat es resolen amb el diàleg, amb acords entre representants votats que es puguin ratificar, i no votant desacords.

La independència és irreversible, si no l’aconseguim ara l’aconseguirem en la propera generació. S’ha d’implementar el mandat democràtic de l’1-O.

El federalisme és irreversible. Les grans democràcies del món són federacions, i és on viu la major part de la població que viu en democràcia al món. Les nostres interdependències condueixen a la democràcia multinivell, on cada nivell de govern té diferents competències dintre de l'Estat de Dret. Ningú està per sobre de la Llei. El federalisme és la forma política de la fraternitat.