domingo, 30 de agosto de 2020

Evolución y reforma de la co-gobernanza federal

 La pandemia de la COVID-19 ha puesto de mayor actualidad todavía el debate sobre la adecuación de nuestras estructuras de gobierno a la realidad de nuestros tiempos. El debate puede parecer una peculiaridad española, pero no es así. Por ejemplo, en la prensa francesa, son frecuentes las comparaciones entre el enfoque más centralizado francés, y el enfoque federalizante alemán. Antes de apresurarnos a sacar conclusiones extremas (¡Hay que centralizar! ¡Hay que descentralizar!), es fácil darse cuenta de que la realidad es que vivimos y seguiremos viviendo en una democracia multinivel, y lo que hay que hacer es aprender rápidamente sobre la marcha y conseguir que esta democracia multinivel funcione mejor.

Algunas cosas las podemos dar por aprendidas:

 -Estamos ante una pandemia global, y por lo tanto los retos son globales. En cuanto a cuestiones de salud pública, la necesidad de desarrollar una o varias vacunas, y de distribuirlas equitativamente en todo el globo, son retos compartidos, ante los que no hay soberanía nacional que valga. En cuanto a cuestiones microeconómicas (sobre el comportamiento de empresas y consumidores), hemos visto como la pandemia y los confinamientos aumentaban el tamaño del mercado para las grandes multinacionales tecnológicas, y también su poder, que se ríe de las fronteras nacionales. En macroeconomía, hemos visto cómo el parón económico en una parte del mundo, afecta a otras partes, por los vínculos comerciales, turísticos e industriales.

-Esta vez sí ha habido respuestas por lo general adecuadas a la necesidad de reacciones europeas. La Unión Europea ha proporcionado algunos bienes colectivos a los ciudadanos de sus estados miembros, y ha acordado un paquete de inversiones para el relanzamiento económico que pone las bases para un endeudamiento federal y en el futuro unos impuestos federales.

-En España tanto el gobierno central como las Comunidades Autónomas han tenido responsabilidades importantes. También los ayuntamientos, que son quienes mejor conocen la realidad sobre el terreno, han desarrollado acciones cruciales en la pandemia y las siguen desarrollando. Algunos gobiernos autonómicos hasta ahora han decepcionado en su actuación, pero otros parecen haber estado a la altura (¿Asturias, Comunidad Valenciana, Galicia?). También algunos países federales han funcionado mejor (Alemania, Canadá) que otros (Estados Unidos, India). El federalismo puede frenar las tendencias autoritarias de líderes desestabilizadores, pero no supone una panacea contra ellos; la movilización ciudadana es insustituible.

-Hay que organizar el aprendizaje cuando hay diversidad de respuestas posibles y existe incertidumbre  sobre cuál es la más adecuada. En España a veces habrá 17 políticas distintas, y a veces más. Pues aprendamos de ellas y organicemos los datos de forma que el aprendizaje sea sistemático: el federalismo es el laboratorio de la democracia. De hecho, hay que aprender no de 17, sino de muchas más: de otros países europeos y sus regiones, de países más lejanos. Sería un enorme riesgo que todos hiciéramos lo mismo cuando desconocemos muchas cosas de la pandemia.

Igual que la pandemia ha decretado el triunfo del pensamiento económico progresista (importancia de las desigualdades, las externalidades, los bienes públicos), también ha decretado que fuera de la democracia multinivel, o sea, fuera, del federalismo, no existe nada. Por eso, cuando en este rincón del mundo nos planteamos qué más podemos hacer para derrotar al nacional-populismo soberanista, conviene resaltar lo siguiente:

-Los federalistas debemos tener mayor seguridad en nosotros mismos. La pandemia deja en un lugar bastante malo a los nacionalistas y a los insolidarios. Eso no quiere decir que sean pocos o que vayan a desaparecer, pero han quedado en muy mala compañía.

-Estamos preparados para seguir reformando las cosas, en España con el desarrollo y la mejora de lo que se ha venido llamando co-gobernanza, con los presupuestos del Estado, con la financiación autonómica, en su momento con reformas constitucionales (cuando deje de haber grupos importantes que estén al acecho de cabalgar sobre la frustración que generan los debates mal cerrados). Pero quienes tienen que sufrir la presión por su falta de colaboración en las reformas son los demás, y en particular los independentistas. Si hoy no hay más reformas, no es por la izquierda y el centro-izquierda federalistas, sino por los desestabilizadores que se niegan en banda a los pactos razonables, que no asisten a las reuniones, que practican la táctica de la silla vacía, que ya varias veces llevan obligando a prorrogar los presupuestos de Montoro... 

-Los fondos europeos suponen una gran oportunidad para el desarrollo de España y sus 17 Comunidades Autónomas, y para toda la Unión Europea. El gobierno español ha propuesto contar con la colaboración de las Comunidades Autónomas para presentar estos proyectos, que tienen que ser aprobados a nivel europeo. Sería imperdonable que no todos los agentes relevantes arrimaran el hombro. Los argumentos económicos de los independentistas, basados en mentiras y en lógicas de suma cero propias del Brexit y de la familia Trump; o basados en la idea que Torra y Puigdemont han desprestigiado totalmente de la oportunidad de construir instituciones mejores... Estos argumentos hoy están totalmente desacreditados, incluso entre economistas que les impulsaron y que hoy, aunque tarde, hablan claro (Mas-Colell: "se equivoca el gobierno catalán si cree que la confrontación no tiene costes económicos y sociales"). La pandemia y los fondos europeos exigen más que nunca ser fieles a la verdad y adoptar la lógica de suma positiva, o sea, la lógica federativa.

sábado, 22 de agosto de 2020

Una certa fúria a la realitat paral·lela

Gabriel Jaraba ha observat a Twitter "una certa fúria" associada a grups de joves i de persones de la tercera edat vinculades al procés independentista català. Jo no descartaria altres grups demogràfics. Ell ho associa a l'emotivitat d'un cert fanatisme avantguardista en la mutació independentista del nacionalisme català. I hi troba paral·lelismes amb altres moviments del passat.
Si altres fenòmens han optat per expressions semblants, hi deu haver forces profundes que porten a aquests comportaments, que a mi em semblen desagradables i (de nou si ens fixem en el passat, no tan llunyà) inquietants. No ajuda que moltes d'aquestes persones semblen viure de vegades en una realitat paral·lela. Em refereixo a la realitat paral·lela de la qual no s'avergonyia Vicent Sanchís, quan li preguntava a Miquel Iceta si Catalunya era una Comunitat Autònoma. Suposo que la paradoxa de l'estruç (amagar el cap per no veure la realitat) és una reacció normal: quan no s'assoleixen els objectius pels quals t'has jugat la reputació i la carrera professional, la frustració genera mecanismes de defensa, i entre ells l'auto-engany i l'exportació de les culpes. Que d'aquí es passi al llenguatge amenaçador i a les intimidacions inquisitorials, però, no sé si és un pas necessari. Els qui donen aquest pas no són els mateixos necessàriament. Junqueras i Sanchís apunten pontificant (tot i que el primer ja fa servir un llenguatge del Far West), i altres més maleducats disparen, de moment només insults desagradables, amenaçadors, homòfobs o de mal gust. Com els que proliferen en els comentaris de Twitter (que, francament, hauria de reflexionar sobre la seva incapacitat d'aturar l'odi) fins i tot quan es recomanen poesies japoneses.
No només no troben manera de fer "la desconnexió" després de 10 anys de dir que ho intenten, sinó que també els surt malament l'intent d'eixamplar l'espai independentista cap a l'esquerra. Això es va frenar quan Coscubiela i Rabell van decidir que no es deixaven enredar pel segon referèndum, i s'ha anat frenant quan els intents de Junqueras d'acostar-se als Comuns no han donat més de sí, cosa que l'aboca a una relació d'amor-odi, però inseparable, amb Waterloo. Al PSC no s'hi ha intentat acostar, però la via de cooptar quadres socialistes fa temps que s'ha esgotat, amb alguns dels darrers quadres cooptats vomitant la seva fúria contra els seus ex-companys (criticant-los per vells i passats problemes que quan ells estaven a dintre, i a dalt, no van fer res per frenar; mala forma d'ampliar la base). Ideològicament, el gir al centre-esquerreta arriba fins on arriba, com ens ha mostrat la Grossa, i com ens mostren alguns dels ideòlegs més propers a Puigdemont, siguin historiadors, economistes o politòlegs. Penso en persones concretes, que em semblen objectivament de dretes, però no els vull fer propaganda.
Torra ha reconegut que no havia assolit els objectius, però que havia "valgut la pena". Sembla que els qui van predir que Torra sí que tenia els pebrots per acabar la feina de Puigdemont, també s'han equivocat, com els qui deien que Mas acabaria la de Pujol. En aquest món mutant, ningú acaba mai res, sinó que tot es repeteix, fins a l'avorriment. Puigdemont diu que a partir d'ara la confrontació amb l'estat es farà "amb intel·ligència". A veure qui li posa, perquè la sensació és que els adults fa temps que han abandonat el vaixell.

lunes, 10 de agosto de 2020

Las empresas y la desigualdad

No es habitual que un profesor de Economía de Empresa se preocupe por las desigualdades. Es una preocupación que se asocia a otras personas expertas, en el pasado sobre todo sociólogos, aunque en los últimos años, gracias al éxito de los trabajos entre otros de Piketty, Deaton o Milanovic, también economistas de lo que en jerga académica llamaríamos "economía general", pero no "economía de empresa", han hecho importantes contribuciones a la cuestión.
Sin embargo, el profesor Vicente Salas-Fumás, probablemente el mejor especialista de España en economía de empresa, y uno de los mejores a nivel internacional, ha publicado varios trabajos sobre la cuestión, y sigue trabajando en ello, demostrando una vez más la futilidad de las divisiones artificiales en las ramas del conocimiento. Y no lo hace como un intruso, metiéndose en cuestiones que conozca lejanamente, sino que lo hace precisamente desde sus conocimientos de economía de la empresa, aunque sea también un académico con unos conocimientos muy amplios de teoría económica y experiencia en trabajos empíricos de tipo muy diverso (la pandemia dejó pendiente entregarle el Doctorado Honoris Causa por la UAB, universidad en la que enseñó durante unos años, y donde dejó una profunda huella, de la que estoy orgulloso de haberme beneficiado modestamente).
El Profesor Salas publicó ya en 2015 una reseña del primer gran best-seller de Thomas Piketty, "El Capital en el Siglo XXI", donde elogia el carácter multidisciplinar de los métodos del economista francés, y donde presenta un primer esfuerzo por traducir el enfoque macroeconómico de Piketty, a un enfoque microeconómico (desarrollado después en otras publicaciones), que explique las desigualdades de abajo arriba, a partir de las decisiones que toman las empresas y los agentes que participan en ellas, decisiones que tienen que ver con las actividades a las que se dedican las personas, los salarios que pagan, con el tamaño de las empresas, y con sus decisiones de localización, o de adopción de productos, procesos y tecnologías.
En la revista  del Colegio de Economistas" de Madrid, en un número de 2018, el mismo autor profundiza en la relación que existe entre las decisiones que toman las empresas y las desigualdades resultantes de renta y riqueza. Cuando las empresas deciden sobre los salarios de las personas que ocupan cargos ejecutivos, sobre los salarios del resto de personas trabajadoras, sobre la distribución de beneficios, sobre dónde, cómo y qué producir, sobre las estrategias de optimización fiscal, están tomando decisiones que tienen un impacto directo sobre la distribución de la renta y la riqueza. El aumento de las desigualdades dentro de muchos países en los últimos años no es ajeno a estas decisiones. Salas sugiere que en un enfoque amplio y reformista sobre los objetivos de las empresas, éstas deberían tener en cuenta en sus decisiones no sólo las externalidades que generan sobre el medio ambiente, o sobre una variedad de stakeholders, sino también el impacto sobre las desigualdades.
Este enfoque sobre cómo las decisiones "internas" de la empresa afectan a las desigualdades, puede complementarse con el análisis de otras decisiones que toman muchas empresas, sobre todo las más grandes y poderosas, cuando tratan de influir directamente sobre la toma de decisiones políticas. Luigi Zingales abordó esta cuestión con un artículo en 2017 animando a trabajar sobre el análisis del poder político de la empresa. De alguna forma, lo que Zingales sugiere es ampliar el análisis sobre las relaciones de poder dentro de la empresa (un análisis que está muy presente en los materiales del proyecto CORE), para abordar el análisis de las relaciones de poder en el conjunto de la sociedad en los que interviene la empresa. Dado el papel importante que las empresas multinacionales juegan en estas relaciones de poder, los mecanismos que se utilicen para empujar a estas grandes empresas en una dirección más igualitarista deberán tener necesariamente un componente transnacional.
Antes de la re-distribución que ejerce el Estado a través de impuestos y transferencias, habitualmente se dice que la distribución de la renta en ese momento resulta del mecanismo de mercado. Sin embargo, las empresas con sus decisiones de diseño organizativo y asignación interna de recursos, también juegan un papel crucial en esa distribución que queda lista para que el Estado actúe sobre ella. Por ello, profundizar en qué puede hacerse desde la empresa (mediante la auto-regulación o la regulación) para mejorar la distribución de la renta y la riqueza en una dirección igualitarista, debe formar parte de la caja de herramientas de cualquier política pre-distributiva. Además, en momentos de crisis aguda, en que en economías como la española hay que esperar un tiempo prudencial para acometer una necesaria reforma fiscal en profundidad que mejore significativamente los ingresos fiscales y las políticas re-distributivas, el peso debe caer en el corto plazo en medidas que permitan igualar la renta antes de la acción directa del Estado sobre la misma. Eso justificaría el condicionamiento de las ayudas directas a empresas con motivo de la crisis, a actuaciones de las empresas en una dirección igualitarista.

domingo, 9 de agosto de 2020

De la Tercera República a la república (europea) 3.0

Si Francesc Cambó dijo aquello de "¿Monarquía? ¿República? ¡Cataluña!", me parece un paso adelante, aunque no del todo convincente, lo de "¿Monarquía? ¿República? ¡Constitución!" de Xavier Vidal-Folch. Yo soy más bien partidario de "¿Monarquía o República en España? ¡República Federal Europea!"
Es verdad que las monarquías modernas son compatibles con la democracia, pero como explica Thomas Piketty en su último libro, no dejan de ser un residuo de las sociedades estamentales del pasado, que se resiste a morir, porque todavía puede ser útil en algunos contextos, siempre y cuando encuentre su lugar. En España, entre las izquierdas pervive lógicamente la idea de que han sido las repúblicas las que han dado un impulso, adelantado al tiempo que les tocó vivir, en cuanto a modernización, federalización y libertad. Es verdad que hay monarquías modernas y federales, pero son residuos pegados al viejo estado-nación. No creo que nadie piense que el número de monarquías vaya a crecer en las próximas décadas.
La Constitución de 1978 es un pacto que se aprobó mediante un amplísimo consenso, refrendado por la ciudadanía, y la monarquía parlamentaria es una parte fundamental de ese pacto. La Constitución española, contra lo que algunos quisieran, no se puede reformar referéndum a referéndum, sino que su reforma requiere un pacto por mayoría cualificada de las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, refrendado finalmente en las urnas. Que me corrijan los expertos constitucionalistas (los de verdad, no los que proliferan estos días), pero creo que abrir un procedimiento de reforma agravado como el que haría falta, daría lugar, con razón, a abrir otras cuestiones, acaso incluso más urgentes (y más susceptibles de consenso) que la supresión de la monarquía, como completar la federalización de España o dar rango constitucional a nuestra vocación europea.
Tenemos que convencernos, los republicanos, de que, hoy, la Tercera República realista e ilusionante es Europa. Ese es el ámbito donde son posibles, aunque no fáciles ni automáticas (hay que luchar por ellas) reformas de gran alcance en nuestra democracia y en nuestro ámbito de solidaridad. Si en España pasáramos de una monarquía a una república, sería, si es que tiene alguna viabilidad, tras una enorme crisis constitucional que nos debilitaría aún más, pero que no resolvería ninguno de los gravísimos problemas de nuestra sociedad. La idea de una República Federal Europea, mencionada por Daniel Cohn-Bendit en el documental "Federal", de Albert Solé, puede aglutinar a muchísimos sectores que van desde las izquierdas socialdemócratas y ecologistas hasta los liberales y demócrata-cristianos europeístas. Además, no hay ninguna familia real en Europa que reivindique el trono europeo, lo que facilita las cosas. Algunos grupos ya están organizados para reivindicar cómo sería esa República Europea, a partir de la realidad actual de la Unión Europea. Dos de sus partidarios, Ulrike Guérot y Andrés Ortega, ya lo defendieron en un artículo en 2014. No me lo he inventado yo. Una Europa mucho más unida, con fuertes instituciones de democracia representativa, y con instituciones (incluyendo mercados culturales y mediáticos) que vayan creando un demos europeo, con mucha libertad institucional por debajo del nivel europeo, donde no se discuta sobre la soberanía, sino sobre responsabilidades exclusivas o compartidas en una democracia multinivel. Una república federal europea compatible con algunas monarquías nacionales basadas en las constituciones de sus países, igual que puede haber ya repúblicas federales compatibles con reyes tribales, incluso subvencionados por el presupuesto federal republicano. Ese es el horizonte institucional por el que vale la pena luchar, si nos liberamos del pensamiento binario y utilizamos un poco la imaginación.
Este debate resurge ahora en España por el comportamiento indefendible del rey emérito Juan Carlos. Es un hecho positivo que las instituciones democráticas que él contribuyó a crear, hayan al final hecho imposible de esconder su comportamiento reprobable. Pero ningún demócrata puede estar satisfecho si al final no rinde cuentas por su comportamiento, y si la institución que lo ha amparado no acepta que nadie puede estar por encima de la ley.
Hay que perseverar en el reformismo que se inició con la abdicación del monarca, no permitir la adaptación genera tanta inestabilidad como los cambios bruscos. Perseverar por ejemplo eliminando la relación jerárquica del monarca con las fuerzas armadas, o reduciendo su rol en la propuesta de candidaturas a la presidencia del gobierno. La monarquía española puede todavía ser más republicana, y el monarca puede tener la oportunidad de colaborar en ello, si quiere disfrutar de la popularidad de la que durante un tiempo disfrutó su padre. En un futuro, la democracia española podría ofrecer a la familia real unas condiciones exigentes de transparencia y austeridad para ejercer la jefatura del estado (un estado sin moneda, ni fronteras cerradas, por cierto). Unas condiciones tan exigentes, que quizás la misma familia considere que puede ganarse la vida mejor de otra manera. Pero da igual, lo importante realmente no es eso. Lo más importante hoy es desarrollar instituciones democráticas que permitan luchar contra las desigualdades y el cambio climático. Y eso pasa por priorizar la construcción, a partir de lo que tenemos, de una República Federal Europea.

domingo, 2 de agosto de 2020

La actualidad de nuestra misión federal

Hace dos años, en agosto de 2018, me puse a escribir el libro "Missió Federal" (Bubok, con prólogo de Miquel Iceta), en catalán. Durante el año y pico siguiente, lo presentamos en Barcelona, Girona, Vilafranca, Mataró, Reus, Sant Cugat, Badalona, Granollers. En septiembre de 2019 lo presentamos en Madrid, en la librería Blanquerna de la Generalitat, con Nicolás Sartorius y Manuel Cruz, entre otros, y con una sala repleta, sobre todo de amistades madrileñas (mías y del federalismo). Aquí puede verse el vídeo completo de ese acto. Publicamos también en Bubok la edición en castellano. Cualquiera de las dos ediciones se puede comprar online aquí:
-Enlace para la compra on-line del libro en catalán o castellano, en versión papel o digital.
Podéis también leer las tres entrevistas que me hicieron en medios escritos sobre el libro:
-La de Cristian Segura en El Pais, con el titular: "El independentismo es visto fuera como nacional-populista".
-La de Albert Soler en el Diari de Girona, con el titular: "El proceso ha sido una revuelta de una región rica, protagonizada por ricos".
(El titular generó tanta histeria hiperventilada, parece, que Albert Soler tuvo que salir en mi defensa en un artículo que después recogió en su fantástico libro "Nos cansamos de vivir bien"; en otro momento, un miembro destacado de este sector "hiperventilado" del independentismo, en un ataque de sinceridad, dijo en Twitter que había que quemar mi libro, lo que llevo como una medalla de honor, y agradecí por la promoción que suponía).
-La de Manel Manchón en Crónica Global, con el titular: "Por culpa del independentismo, el catalanismo ya no será un factor de cohesión social".
El contenido del libro creo que ha envejecido tan bien que podría ser de plena actualidad si saliera hoy. El referente federal está hoy encima de la mesa, aunque le llamen co-gobernanza, para organizar la recuperación tras la COVID-19, en España y Europa. Se escriben libros que suscriben la tesis del libro, de que PROCÉS=PUJOL+NACIONAL-POPULISMO. Thomas Piketty, entre otros autores de trabajos científicos, ha confirmado que el procés es una revuelta de los sectores más privilegiados de una región rica. El mismo autor francés, en su último best seller, aboga por un "social-federalismo" como solución a los problemas de la humanidad. 
Nuestra misión continúa. Hemos recibido y seguimos recibiendo todo tipo de ataques. Y, sin embargo, se mueve.