domingo, 29 de octubre de 2017

Catalunya i Europa

És una mica indignant per a qualsevol que entengui el que està passant a Catalunya que l'ex-president de la Generalitat Carles Puigdemont encara aparegui en les compareixences públiques amb la bandera europea al costat. Després de la sortida del darrer adult mig moderat, en Santi Vila, del seu govern el dijous a la nit, el moviment independentista català ha quedat definitivament en mans d'un grup infantil d'euroescèptics en el millor dels casos (ERC) i eurofòbics en el pitjor (la CUP i Dantefatxinisme). Per altra banda, tots els governs europeus i els principals partits polítics europeus que s'han pres la molèstia de posicionar-se ho han fet a favor del respecte a la legalitat democràtica, un dels principis fonamentals de la Unió Europea. El moviment sobiranista català a hores d'ara només desperta simpaties en sectors allunyats o directament enfrontats al projecte europeu, com són la Lliga Nord italiana, Julian Assange, o repúbliques pàries properes a Vladimir Putin com la d'Osètia del Sud. Fa molt de temps que els independentistes catalans han deixat de ser un soci fiable per a ningú que es cregui de veritat el projecte europeu. Aquest es basa en la superació dels nacionalismes i de la fragmentació, en la cessió de sobirania a nivells superiors i la democràcia multi-nivell, tot el contrari dels principis que inspiren l'independentisme català. Els líders independentistes no han entès mai Europa. Han volgut centrar el debat en l'aspecte ridícul de si seria una Catalunya independent admesa o no al club (és evident que no). Però el més important no és això, el més important és que l'independentisme ataca els fonaments mateixos de la Unió Europea, i en aquests moments és un factor d'inestabilitat sobre el mateix projecte europeu. Mentre la Unió Europea segueixi en peu, Catalunya no serà independent. Qui realment vulgui per sobre de tot la independència de Catalunya necessita oposar-se al projecte europeu. En això, la CUP és coherent. Europa a més és el principal factor d'estabilitat per als ciutadans de tota Catalunya. Gràcies a les institucions europees, per exemple gràcies a la política monetària, els catalans podem dormir mig tranquils. Quan la independència o la lluita per arribar-hi s'ha fet més creïble, les persones han temut pel seu vincle amb la institucionalitat legal, és a dir, amb la ciutadania europea. Això a les classes mitjanes i altes que es van poder sumar al boicot bancari d'Omnium Cultural (treure 160 euros del caixer a final de mes per pagar-se un caprici) no els importa gaire, però a la majoria de la població que viu del seu treball, de la seva pensió o d'uns pocs estalvis, els importa molt. Aquesta majoria cada vegada que Puigdemont obria la boca temia pel seu futur. Per sort, però, Europa està guanyant, i els nostres drets com a membres de la ciutadania europea estan protegits. Per això l'estat de dret no ha deixat de funcionar ni un sol moment a Catalunya. Gràcies, Europa.

miércoles, 25 de octubre de 2017

Federalismo: pasado, presente y futuro

A pesar de que no hay día que en los medios de comunicación no aparezca alguna referencia a las propuestas federalistas para España y Europa como vías de solución a nuestros problemas (y no sólo por parte de autores catalanes y españoles, sino también de autores de prestigio internacional, como los anglosajones Roger Cohen o Will Hutton), algunos se empeñan en descalificar sin más la idea, hablando de "pantalla pasada" o utilizando el argumento de resonancias hispanófobas de que "no hay federalistas más allá del Ebro". En un artículo en el diario La Vanguardia, el profesor Salvador Cardús acompaña la primera de las descalificaciones con un esbozo de argumento, lo que es de agradecer, por inhabitual. Como hay que aprovechar cualquier  puerta medio abierta para intentar introducir una discusión razonada en momentos tan difíciles para nuestra convivencia, me permito rebatir también con argumentos su breve reflexión, donde dice que el federalismo es una propuesta del siglo XIX, cuyas recetas de hacer compatibles la integridad territorial con la supresión de las fronteras cuadran poco con la complejidad del siglo XXI.
En realidad, el federalismo no es una propuesta del siglo XIX (a no ser que adoptemos una perspectiva meramente hispanocéntrica), sino que tiene raíces anteriores y plena vigencia actual, sin que se vean síntomas de que su implantación se vaya a reducir a lo largo del siglo XXI, sino todo lo contrario. Hoy, en 2017, la mayoría de personas que viven en democracia en el mundo lo hacen en federaciones.
Ya en la Grecia clásica se encuentran ejemplos de ciudades-estado que se federan para alcanzar objetivos comunes. Los Estados Unidos de América en la Convención de Filadelfia a finales del siglo XVIII pusieron las bases de la federación más poderosa del planeta, con un sistema de pesos y contrapesos donde el federalismo era una pieza clave de la nueva democracia. Suiza, Canadá, Australia, India, Sudáfrica son otros ejemplos de federaciones que permiten gestionar la diversidad y el gobierno de los asuntos colectivos. Alemania, el estado miembro más rico y poderoso de la Unión Europea, es un estado federal, y no tiene ninguna intención de dejar de serlo. ¿Una receta del siglo XIX? En las antiguas colonias (Estados Unidos, Canadá, India), las grandes federaciones han permitido construir sistemas mejores que los que han basado la independencia en la construcción de pequeñas naciones como ha sucedido en gran parte de África. El federalismo ha fracasado allí donde no ha ido acompañado de democracia, como fue el caso de Yugoslavia o la Unión Soviética. Brasil, México, y Argentina son casos de federaciones en América Latina que intentan incorporar soluciones que han funcionado bien en las federaciones más exitosas. Por supuesto, hay muchos modelos federales posibles, pero los más exitosos se caracterizan por ofrecer una institucionalización de la negociación y el pacto, sin vender panaceas ni soluciones milagrosas, y sobre todo sin engañar a nadie. El intento de construir una federación europea a partir de la segunda guerra mundial, con la declaración de Ventotene de los izquierdistas Spinelli y Rossi, está en las bases de la Unión Europea y los esfuerzos para lograr una unión cada vez más fuerte entre países que durante siglos se habían enfrentado violentamente. El líder liberal europeo actual, no el del siglo XIX, defendió esta idea apasionadamente en el Parlamento Europeo hace unos días como referencia para resolver los problemas de Cataluña, España y Europa.
El federalismo es un horizonte que exige reformas en profundidad cuando se viene del centralismo (como España) o cuando se parte de una situación de estados soberanos (como Europa). Consiste en un sistema pactado de gobierno multinivel donde cada nivel tiene competencias claras y bien financiadas siguiendo el principio de subsidiariedad, y se compromete a no transgredir las de otros niveles, ni a utilizar sus medios para sabotear el pacto. El gobierno se comparte en lo que es común y cada nivel de gobierno relevante rinde cuentas directamente ante la ciudadanía y no ante otros gobiernos. En los sistemas federales se respeta y se promueve la diversidad cultural y lingüística como una riqueza común a la vez que se coopera para resolver los problemas que son compartidos. Se descentraliza no sólo la gestión sino también el poder político, y al mismo tiempo se comparte el poder político en lo que tiene que ser solucionado a un nivel más alto pero que puede requerir el input de los niveles más cercanos a la ciudadanía. El federalismo suele ser una buena vacuna contra el centralismo a todos los niveles y la concentración de las infraestructuras: en muchas federaciones la capital no es la ciudad más grande o la capitalidad está repartida. Y también es una buena vacuna contra el repliegue identitario, la insolidaridad y la tentación del "nosotros solos".
El mundo del siglo XXI se caracteriza por la creciente interconexión de su sociedad y sus economías, y por lo tanto requiere de sistemas de gobierno que se adapten a estas características. El mundo avanza, aunque demasiado lentamente, hacia el federalismo. Difícilmente sin estas fórmulas de gobierno que combinan cooperación y proximidad, y que relativizan el concepto de soberanía, podremos hacer frente a problemas como el cambio climático, el fraude fiscal organizado internacionalmente o los problemas de migraciones, refugiados y seguridad. Lo que está obsoleto es el estado-nación como instrumento para hacer frente a estos grandes problemas de la humanidad. Si pasamos de una vez la pantalla del estado-nación nos ahorraremos muchas guerras (como las que dieron lugar a las actuales “etnocracias” de la antigua Yugoslavia) y tensiones innecesarias, y podremos avanzar hacia la resolución cooperativa de los problemas compartidos por toda la especie humana. Nunca es tarde para las buenas ideas.

viernes, 20 de octubre de 2017

Ganar por goleada el debate económico no basta

En Escocia ganaron el debate económico los contrarios a la independencia, con argumentos como los que expuso Gavin McCrone en un famoso libro. Pero tuvo que ir un viejo político, Gordon Brown, para darle la vuelta a las encuestas con un emotivo discurso en los últimos días, porque no bastaba con ganar el debate económico. En el referéndum del Brexit, los partidarios de la permanencia arrasaron en el debate económico, tras informes de los más prestigiosos institutos de investigación, del independiente Banco de Inglaterra y de la inmensa mayoría de economistas. Sin embargo, el experto en referéndums Matt Qvortup ha señalado que para los partidarios del Brexit en el Reino Unido, el Brexit era un bien de demanda inelástica (la percepción de un “precio” elevado del mismo no alteraba las preferencias) mientras que quienes podían ser partidarios de permanecer en la Unión Europea sí tenían un comportamiento más elástico. Al poner la atención sobre cuestiones económicas (aunque el debate económico lo ganaran objetivamente), los partidarios de la permanencia pusieron el foco en el precio de la salida, lo que no les garantizaba el voto de sus potenciales “elásticos” votantes y no les permitía conquistar ningún voto de los “inelásticos” e hiper-movilizados partidarios en principio de la salida. En Cataluña, los independentistas han dejado de esgrimir argumentos económicos tras la estampida empresarial de las últimas semanas. Hoy mismo parece que el Vicepresidente y Consejero de Economía Oriol Junqueras iba a reunirse con empresas multinacionales radicadas en Barcelona para tranquilizarlas, aunque al final ha suspendido la reunión al ver que ésta se había filtrado. No sé qué les iba a decir, porque al mismo tiempo un miembro de su partido alentaba un retiro frustrado de fondos de los cajeros. Por parte de su gobierno, no fue Junqueras sino el Consejero de Empresa Santi Vila quien tuvo que distanciarse del absurdo movimiento. Quizás el nuevo consejero de Economía de facto es Santi Vila, pero por lo menos oficialmente sigue constando Junqueras. Lo que tiene en común el debate económico en Escocia, el Brexit y Cataluña es la falacia de la suma fija. Los soberanistas consideran que hay una cantidad fija de recursos a repartir, y que con la "independencia" el tamaño de la tarta será el mismo y el reparto será más beneficioso para el territorio que se separa. Sin embargo, en los tres casos ha sido muy fácil demostrar por parte de los economistas serios, o por parte de la realidad misma, que la tarta disminuye de tamaño en el momento en que se intentan cortar los lazos con el exterior. La razón es que vivimos en un mundo interconectado, y que reivindicar la soberanía nacional reduce la capacidad de influencia real en el mejor de los casos, y en el peor aleja inversores, trabajo cualificado, transferencias, programas internacionales, etc. Pero la derrota por goleada del independentismo económico, constatada con el cumplimiento de las previsiones que hicieron dos economistas federalistas como Monés y Colldeforns (y de muchas otras que hicieron ellas y el resto de autores en "Economía de una España Federal"), no es suficiente de momento. No sólo porque a los independentistas radicales les da igual (incluidos algunos y algunas economistas), porque o niegan la realidad o están dispuestos a pagar un precio, incluso cualquier precio, como la pérdida del autogobierno y la erosión de la convivencia por culpa de su irresponsabilidad. También porque nos puede hacer caer en la autocomplacencia y dejar de trabajar en algo mucho más importante, que son los valores del federalismo, las emociones de la cooperación y la solidaridad, la defensa de la democracia. Habrá que seguir trabajando, explicando a todo el mundo las enormes ventajas económicas de la alternativa federal al independentismo y al estado-nación, pero también sus ventajas éticas y políticas en el mundo del siglo XXI. 

sábado, 14 de octubre de 2017

President: Europa ja ha mediat

En el seu confús discurs al Parlament de Catalunya del dia 10 d'Octubre, el president de la Generalitat Carles Puigdemont va demanar que Europa s'impliqui a fons en la recerca de la solució al problema de Catalunya. I Europa ja ho ha fet. Seria una feinada afegir aquí tots els links a declaracions i pronunciaments de representants de les institucions europees: Tusk, Juncker, Macron, Gabriel... Destacaré per la seva brillantesa i claredat el discurs del líder liberal europeu, Guy Verhofstat, apostant sense embuts per estructures federals. I també les paraules entenedores del portaveu del Parlament Europeu, el català Jaume Duch (forma part del "poble de Catalunya"?). Innumerables columnistes i assagistes s'han pronunciat en una direcció semblant, com l'escriptor i professor de la Universitat d'Oxford Will Hutton. El mateix es pot dir de tota mena de publicacions prestigioses, des de The Economist fins a Charlie Hebdo passant per Le Monde. No es pot dir que no s'hi hagin implicat a fons, i ho han fet amb un missatge molt clar: cal avançar cap a democràcies federals, en les quals no hi poden tenir cap lloc nuclis de poder que escapen a la legalitat democràtica. La ciència del diàleg ens explica que posar-se d'acord és més fàcil quan hi ha mediadors autoritzats que parlen clar i que no es limiten a asseure's a una taula. Puigdemont va encertar quan va veure que el mediador més qualificat era Europa, per no dir l'únic possible. Per una vegada, li dono la raó. Com diu l'editorial de La Vanguardia, és clar, la contundent reacció europea deixa en un panorama desolador als qui s'havien empassat alguns dels arguments màgics de l'independentisme radical. Mentrestant, els ciutadans demòcrates, pensem el que pensem, hauríem d'estar agraïts als federalistes europeus que han sortit en defensa dels nostres drets. Seria inversemblant que un grup que decideix saltar-se la legalitat democràtica, per gran que sigui en un territori, pugui privar-nos dels drets que tenim com a ciutadans europeus, que no són altres que els drets humans, l'accés a la moneda, la llibertat i la mobilitat. Gràcies, Europa, per defensar els nostres drets com a ciutadans europeus. Encara passaran coses, però ha quedat clar què és el que volen les institucions europees i els governs i principals forces polítiques de la UE. Passaran coses perquè malgrat que els acords són possibles quan hi ha una forta pressió de l'únic mediador creïble de facto (Europa), segueix havent-hi també molta pressió en contra del diàleg, donat que del conflicte s'extreuen rèdits, com s'ha explicat en el Washignton Post. Alguns quasi llencen la tovallola, i com López Basaguren diuen que avui és quasi inútil practicar amb alguns qualsevol intent de debat racional que posi en qüestió la construcció argumental fantasiosa de l'independentisme radical. I certament és difícil treure-li la raó quan veiem tuits com el d'Ernest Maragall el dia 12 d'Octubre: "ahir al Congrés, avui a Pça Catalunya el mateix missatge: rendició o repressió @krls @junqueras és hora d'assumir el risc de la llibertat". Si això ho diu una persona que porta el cognom Maragall, què deuen dir els nanos d'Arran... Serà necessari algun mecanisme per incentivar l'acord dintre de les institucions democràtiques, per arribar a reformes que permetin el consentiment d'un 75 o 80% de la ciutadania. L'Església a l'Edat Mitjana es va inventar els cònclaves, per tancar i deixar sense menjar (en les primeres èpoques) els cardenals fins que assolissin una majoria de dos terços a favor d'una candidatura amb un fort consens. A la mateixa Unió Europea, l'article 50 posa una data límit (2 anys) per assolir un acord amb un país que surti de la Unió, i si no s'arriba a un acord els costos per a les parts són enormes. No sé si una aplicació "tova" de l'article 155 de la Constitució espanyola i/o la convocatòria d'eleccions al Parlament de Catalunya per aquesta via pot fer aquesta funció. Però si el Sr. Puigdemont no fa cas als mediadors que ell mateix va invocar, no tindrem més remei que provar-ho.


jueves, 12 de octubre de 2017

Del esperpento al diálogo en las instituciones democráticas

Lo grotesco sufre ante a luz. Por desgracia, es capaz de soportarla, como nos demuestra cada día Donald Trump. Lo vivido el pasado martes en el Parlament de Catalunya sobrepasa cualquier previsión en cuanto a la capacidad de unos líderes políticos por hacer el ridículo ante todo el mundo, sin aparentemente sonrojarse. Juan Marsé ha hablado con toda la razón de "un ridículo descomunal y sin precedentes ante el mundo que nos contempla asombrado". Ya es increíble que en una sociedad desarrollada con unos niveles de bienestar y libertad altísimos (aunque desigualmente distribuidos), cunda la sensación de que nuestro marco de convivencia se va a decidir a una hora concreta, y que todo puede pasar. El presidente del gobierno de una institución democrática, saltándose con un enorme presupuesto y gestionando cuantiosos recursos simbólicos la legalidad que nos hemos dado entre todos, y que está homologada y reconocida internacionalmente, piensa seguir creando la ficción de que se mueve dentro de una determinada ley (que se ha inventado saltándose toda legitimidad y todos los pesos y contrapesos). Amaga en un discurso en el Parlamento con declarar la "independencia" unilateral y, sin hacerlo, asegura que suspende temporalmente esta declaración (ante la presión de toda la humanidad) para, después, congregar a los grupos que le apoyan en una sala del edificio del Parlamento (pero no en la de Plenos, y no como acto parlamentario) para firmar un documento que declara lo que dice que ha suspendido, pero sin validez jurídica. No es fácil de entender, ni para sus propios seguidores, que empiezan a tener la mosca detrás de la oreja ante tanto engaño. Todo esto después de un largo proceso de ínfima calidad democrática, que arranca con una elecciones "plebiscitarias" donde el candidato principal no encabezaba la lista para no tener que rendir cuentas por su corrupción y sus recortes, pero que además cedió su lugar aún a otro que iba más escondido, que pactó declarar la independencia en 18 meses porque no hacía falta ningún referéndum, pese a lo cual cambió de opinión a los 20 meses y convocó uno unilateral con la fecha, la pregunta y el mecanismo de recuento decididos por una minoría, y contra las leyes e instituciones de garantías autonómicas, pese a lo cual la institución electoral creada en este marco desapareció unos días antes del referéndum ilegal, lo que no impidió su celebración e incluso la proclamación de unos "resultados" donde además supuestamente había votado un 42% de la población. Todo en nombre de la democracia. Vale. Esto lo ve todo el mundo (el New York Times llama a Puigdemont Fudgedemont, Charlie Hebdo se rié en la portada), como ven que uno de los grupos que apoya a este presidente dice que representa a los "independentistas sin fronteras" y los intelectuales de cámara dicen que la estampida empresarial y el pánico bancario (sólo frenado por la manguera del Banco Central Europeo) son culpa de Madrid, cómo no. En cambio, la revista The Economist acaba de resumir lo sucedido diciendo que "el sueño de la independencia se disuelve al entrar en contacto con la realidad".  Yo reconozco que el martes saqué más euros de la cuenta de mi cajero por lo que pudiera pasar en los días siguientes (por ejemplo los cajeros quedándose sin dinero por la profecía auto-cumplida de un pánico bancario), y como yo hubo muchas personas. No era raro ver colas en los cajeros. Donde quedan cajeros, porque en mi universidad han tenido que quitar dos ante los ataques vandálicos de las juventudes de uno de los partidos que apoyan la independencia, estos a los que se supone que los agentes económicos no deberían tener nada que temer. Muchos sacamos dinero sin recibir ninguna llamada de Madrid. La gente tenía miedo y angustia, que no han desaparecido del todo, provocados por Puigdemont, Junqueras y sus secuaces inconscientes y fanatizados. La primera misión de un gobernante democrático debería ser no generar miedo, pero así estamos. ¿Cómo se pasa de esto al diálogo constructivo que pide con razón mucha gente de buena voluntad? La única opción, para que no sea un engaño más y una ceremonia oportunista de la confusión (riesgos reales y objetivos basados en la experiencia) es hacerlo a través de las instituciones democráticas promoviendo las líneas de reforma que muchos venimos proponiendo desde hace tiempo, dejándolas abiertas para que se cierren fruto de un amplio acuerdo cuando éste esté maduro, como señala López Basaguren. La luz mundial ha dejado muy deteriorados a los líderes independentistas y su propia obnubilación les va a dificultar mucho sentarse en una mesa de diálogo con los demás protagonistas en los marcos que prevé la legalidad democrática. Preferirían reunirse en Túnez o Argelia, con un cura haciendo de mediador, como un grupo terrorista. Tienen que elegir: o regresan a la legalidad democrática y ayudan a los demócratas reformistas a luchar contra las inercias de los grupos más centralistas, pero que no se han salido de la ley (el gobierno español envía un cuidadoso escrito, Puigdemont responde de momento con un tuit), o adoptan comportamientos propios de grupos clandestinos (y entonces abandonan la ficción de que lo que hacen es europeo, legal y democrático).

martes, 10 de octubre de 2017

Tornarem a no fer cas a Obiols?

Raimon Obiols té l'honor d'haver-se enfrontat a Jordi Pujol repetidament. Una minoria de catalans portem amb orgull la medalla d'haver-lo recolzat quan la majoria absoluta de catalans creia obvi que qui defensava millor Catalunya era el defraudador fiscal confès i probable patriarca d'una família corrupta, Sr. Jordi Pujol i Soley. En aquells anys de plom, de 1984 a 1992, la gent se n'enreia de tu si votaves o recolzaves a Raimon Obiols, més o menys com ha passat els darrers anys amb els federalistes. La majoria política a Catalunya no va escoltar la veu d'un home reflexiu, honest, assenyat, culte, catalanista i d'esquerres. Va preferir Jordi Pujol. Alguns anys més tard, un col·lectiu important de dirigents socialistes no va tornar a escoltar Raimon Obiols, i va preferir abandonar el PSC per fer costat a l'aventura secessionista liderada pels hereus de Jordi Pujol. Es van fer unes reunions a les quals tinc l'honor de no haver estat convidat, on els suposats sectors "més catalanistes" del PSC devien competir per veure qui la deia més grossa. Aquelles reunions amb un rerafons ètnic no devien convèncer al Raimon, igual que no el van convèncer els esforços abnegats i patètics de Toni Comín (d'alguns dels quals sí que vaig ser testimoni directe) que ja es veia portant el trofeu als peus d'Oriol Junqueras, el conseller d'economia de l'estampida empresarial. L'Obiols no els va fer cas, i molts dels que el volien arrossegar (encara no en Comín), ara treuen el nas a les darreres files dels actes de Federalistes d'Esquerres o intenten desmarcar-se de la DUI a darrera hora. En Raimon acaba de publicar probablement el millor text que s'ha escrit en molts anys demanant seny. Li farem cas d'una vegada?

sábado, 7 de octubre de 2017

O. Junqueras: el Conseller d'Economia de l'estampida empresarial

Després de passar-se anys alguns dient que la independència de Catalunya seria un paradís econòmic, a la primera que les grans empreses catalanes han donat la més mínima versemblança a aquesta possibilitat (o com a mínim a la inestabilitat que produeix el procés revolucionari per intentar arribar-hi), les principals corporacions han anunciat el trasllat de la seva seu fora de Catalunya. El cop econòmic i psicològic no s'esgota en els efectes directes, sinó en els efectes indirectes sobre milers d'estudiants que es plantegen la possibilitat d'anular els seus plans de venir a Barcelona, sobre els milers de turistes que pensaven visitar-nos, sobre les autoritats europees que han de decidir on ubicar l'Agència Europea del Medicament, etc. Si ni les empreses locals volen quedar-se, per què altres agents econòmics haurien de voler ubicar-se en una Catalunya dominada per autoritats instal·lades en el suïcidi polític i sòcio-econòmic col·lectiu? El principal responsable de tot això és el Conseller d'Economia i Vice-President de la Generalitat, Oriol Junqueras. En qualsevol país, societat o comunitat normal del món, el màxim responsable públic de l'economia hauria durat unes hores en la seva posició, i hauria dimitit o hauria estat destituït sense contemplacions. El Sr. Junqueras, en canvi, crec que a hores d'ara encara ocupa el seu càrrec. També seria insòlit que en qualsevol comunitat normal el màxim responsable públic de l'economia fós alhora el responsable logístic d'un referèndum il·legal d'autodeterminació. Quan es va rumorejar que el Banc de Sabadell i Bancaixa volien traslladar les seves seus, es veu que s'hi va reunir d'urgència per evitar a última hora la decisió. Què els devia dir? Que ell era "bona persona" i que no havien de témer res? Que era "evident" que una declaració unilateral d'independència seria totalment indolora per a les finances? Sigui el que sigui el que els va dir, més aviat els va decidir a precipitar la decisió, i va provocar que aquesta produís un efecte imitació en altres empreses. Ara diu que aquestes decisions (que afecten, repetim-ho, a les principals empreses de Catalunya) no tindran un gran impacte, etc. Fins fa ben poc, encara eren habituals els retrats de Junqueras a la premsa presentant-lo com la cara amable del procés, una "persona culta" perquè se suposa que parla sense llegir i sap italià. Les persones que van conèixer la seva efímera i fracassada carrera acadèmica a la Universitat Autònoma de Barcelona desmenteixen rotundament aquests retrats. La pròxima vegada que se li encarregui a algú la conselleria d'economia, sisplau demanin referències.

viernes, 6 de octubre de 2017

El libro que debería leer Trapero

El escritor Lorenzo Silva ha escrito en "Recordarán tu nombre" la historia del general Aranguren, el oficial de la Guardia Civil que en Cataluña se mantuvo fiel a la legalidad democrática el 19 de Julio de 1936, a las órdenes de la República y de la Generalitat de Cataluña. Aranguren conocía personalmente a muchos de los generales sediciosos, con quienes había luchado en las guerras del norte de Africa en los años 1920. Este general, de origen gallego, no era el único de muchos oficiales venidos de otras partes de España que se mantuvieron fieles a la legalidad democrática en Barcelona en esos días dramáticos. Como argumenta Silva, fueron ellos quienes lograron retrasar, en esos días, durante casi tres años la caída de Cataluña en manos del fascismo (al cual se sumaron no pocos catalanes, entre ellos uno de mis abuelos). Creo que el libro debería ser de lectura obligada para el mayor Trapero y para los aprendices de la escuela de formación de los Mossos de Esquadra, la policía autonómica catalana, hoy manipulada por los dirigentes del proceso independentista catalán hasta convertirse prácticamente en un servicio de orden de un movimiento revolucionario ilegal. Esperemos que el objetivo final no sea crear una especie de milicias boliviarianas, y que se restaure el funcionamiento de la legalidad con sus pesos y contrapesos. No es el único paralelismo con los movimientos populistas de otros lares, como ha destacado el experto argentino Carlos Pagni. Aranguren tenía una alta concepción de la legalidad democrática y de su honor, por encima de sus ideas políticas y de sus lealtades personales. Lo pagó con la vida. Por supuesto, los cuerpos de seguridad no son el único ejemplo de algo público, que debería ser de todos, puesto al servicio de una parte de la sociedad. Ha ocurrido lo mismo en Cataluña con los medios de comunicación públicos y con buena parte de las instituciones educativas. Ha sido el éxtasis de las prácticas políticas del pujolismo, la versión local de un nacional-populismo de derechas de hondas raíces pero con muchas semejanzas con movimientos contemporáneos. Cualquier pacto federal, única solución a los dramáticos tiempos que vive Cataluña, deberá incluir una mejora del autogobierno y en general de la organización de las soberanías en España y Europa, pero que haga imposible que se repita la apropiación sectaria de las instituciones que son de todos por parte de un movimiento que se salta la legalidad democrática que tanto nos ha costado construir.

jueves, 5 de octubre de 2017

La revolución de las sonrisas (congeladas), escrito por Santi Guerrero

Cuando autoridades y directivos de un banco afirman con rotundidad que los ahorros de los ciudadanos están fuera de todo riesgo la fuga de depósitos ha comenzado. De hecho, como sabemos los que hemos leído algún libro de finanzas, esas afirmaciones se sostienen hasta el día anterior a la intervención del banco. Por primera vez recientemente se han oído discretas afirmaciones en ese sentido referidas a instituciones financieras radicadas en Catalunya.

El independentismo catalán no se enfrenta, como cree, a España. Se enfrenta al “sistema”. El mensaje del rey no iba dirigido ni a los españoles ni a los catalanes ni a los partidos políticos, aunque su mensaje tenga evidentes efectos en todos esos colectivos. El mensaje del rey iba dirigido a los mercados financieros: habrá estabilidad, haremos lo que haga falta. No subáis la prima de riesgo. No permitiremos que Catalunya se desestabilice.
Hay un billón de euros de deuda española en los mercados. Son títulos (bonos, obligaciones) mediante los que el Reino de España se financia comprometíendose a pagar al portador unos intereses, normalmente anuales, y a devolver el nominal del título en un vencimiento. A pesar de las mejoras económicas, las cuentas españolas todavía no permiten reducir esa deuda; al contrario, todavía aumenta. A cada vencimiento de las emisiones hay que ir renovándolas emitiendo nuevos títulos en los mercados. Hasta aquí, nada extraño. Pero variaciones en las percepciones del riesgo de los títulos en los mercados pueden generar una catástrofe. Veamos.
Estos títulos están en el activo del balance del BCE y en los balances de bancos europeos, todavía muy frágiles después de la crisis, y en las carteras de inversión de los inversores institucionales: fondos de inversión y fondos de pensiones. Si los nuevos títulos deben emitirse a un tipo de interés más alto debido al riesgo que el mercado percibe a causa de la inestabilidad política, esas carteras de bonos no vencidos pierden valor y en consecuencia empeora la solvencia de sus tenedores, es decir del sistema bancario europeo y de todos los titulares de esos bonos. És lógico: ¿quién va a querer mantener en su cartera de inversión, en su activo, un bono a 10 años que paga el 1,75% anual si las nuevas emisiones son a un tipo superior? El valor de los bonos ya emitidos se ajustará para compensar la reducción de la nueva rentabilidad que exigirán los inversores. Si queremos vender un bono que paga el 1,75% en un mercado donde los nuevos bonos con el mismo nivel de riesgo, el de España en nuestro caso, se están emitiendo al 2,5%, deberemos venderlos más baratos. En concreto hasta que el nuevo precio, mas bajo, haga que el interés del 1,75% sea en términos efectivos un 2,5%. Esa pérdida de valor, que los tenedores deberán contabilizar pues así lo obligan las normas contables, habrá que provisionarla, generando, insistimos, una reducción de la solvencia de todos los propietarios de los títulos.
Añadamos además que cada punto básico de aumento de la prima de riesgo implica millones de euros que se destinarán a pagar intereses en vez de a gasto social.
Dada la fragilidad del sistema financiero internacional, ¿alguien en su sano juicio imagina que Europa y el mundo (¿tal vez Rusia?) apoyarán la inestabilidad derivada de una independencia no pactada de Catalunya? ¿No es más razonable imaginar a Merkel, Macron y otros líderes europeos pidiendo sottovoce al gobierno central que tome el mando de la situación? ¿Cómo es posible tanta frivolidad e irresponsabilidad? Del plantel de economistas ilustres del movimiento independentista, ¿ninguno le ha echado un vistazo a un clásico como el Brealey y Myers o manuales similares?

martes, 3 de octubre de 2017

Catalunya no és independent i l'autogovern penja d'un fil: felicitats

"No deies que no passaria res?", em renyava ahir un amic meu. Jo no sé si he dit alguna vegada que no passaria res, però sí que és veritat que en els últims mesos he intentat relativitzar el que havia de passar el diumenge passat. Al cap i a la fi, el món no s'acabava el primer d'octubre, i de fet ja estem al tercer, i demà serà un altre dia. Però certament han passat coses. Alguna que no esperéssim, de veritat? Les prediccions humanes s'han d'entendre en un context de necessitat psicològica d'autoprotecció, per mantenir la tranquil·litat, cosa important a més si es tenen responsabilitats, ni que sigui les molt mundanes de pare, professor i activista. Si la meva actitud ha servit perquè algú visqués amb menys neguit, ni que sigui apagant TV3, n'estic orgullós. O sigui, el meu amic té part de raó, part. Demano al lector o lectora que quan vegi que faig prediccions de forma implícita o explícita, accepti que en part el que estic fent és un substitut de la levitació o el ioga. La veritat és que no pretenc guanyar-me la vida com a profeta. Però: què ha passat?  Com que ja han passat moltes coses, quan en passa una de nova potser hem perdut la capacitat d'escandalitzar-nos. "L'aturada de país" del dia d'avui, 3 d'octubre, potser es pot entendre en el context del que va pasar el dia 1 i el dia 2, però si a algú li expliquen fa sis mesos que un dia la Generalitat de Catalunya convocarà una vaga general, i que els sindicats s'hi posaran bé en plena harmonia amb els empresaris, ens haguéssim fet un tip de riure. Per no dir res dels plors de Gerard Piqué o de l'heroisme patriòtic de Carles Vilarrubí, soci i amic de la família Pujol-Ferrusola. I no sé si el filòsof Terricabras ja ha començat la seva vaga de fam, o la farà per torns. En fi, la situació real és que malgrat totes les promeses, Catalunya encara no és independent. I no sembla que ho hagi de ser a curt o mig termini. No em refereixo a fer una DUI, que no implica esdevenir independents. Una DUI, encara que en el món del segle XXI a la zona euro només tingui un valor retòric, probablement seria el detonant de la suspensió almenys parcial de l'autogovern. Potser per això els seus promotors dubten de si declarar-la o no, o prefereixen guanyar temps, perquè potser la DUI, més que donar pas a la "independència", donaria pas a la pèrdua d'alguns sous i d'alguns mecanismes d'instrumentalització molt poderosos de les institucions que són de tots. Algú deu haver-hi en el processisme que també ho vegi així. Potser l'estratègia és deixar que tot això passi per seguir guanyant adeptes indignats contra la "brutalitat de l'acció de l'Estat". Posem que aquesta estratègia els permeti augmentar un 5% el suport en els propers 5 anys (i ara ja en fan 7 de la sentència de l'Estatut), no crec que més perquè la realitat sòcio-demogràfica de Catalunya és la que és. I després què? Hauran guanyat algun aliat internacional mentrestant? S'haurà enfonsat la Unió Europea i Putin haurà conquerit París? Val la pena tot plegat? Hem de seguir així molt de temps? A tots aquells que sense ser convençuts independentistes van abraçar o es van fer el longuis amb el procés perquè creien que portaria en el pitjor dels casos a negociar un millor autogovern, potser els hi hauríem de demanar explicacions.