domingo, 1 de marzo de 2015

¿Decisiones discretas en un mundo continuo?

Algunos partidos piensan presentarse al próximo ciclo electoral con propuestas de “radicalismo democrático”, que parecen asociar al ejercicio de la democracia directa: autodeterminación de actuales comunidades autónomas, nacionalización de servicios esenciales decidida por el pueblo… Siendo deseable la mejora de la democracia en cuestiones de arquitectura institucional y de provisión de servicios esenciales, mi temor es que por la vía del radicalismo democrático acabemos empeorando la calidad de nuestra democracia.
La democracia ateniense ha sido substituida hace tiempo por la democracia representativa y deliberativa con libertad de expresión, con grandes paréntesis de todo tipo de dictaduras y atrocidades. Nuestra democracia evolucionará hacia nuevas formas, pero si queremos que sea para mejorar deberá encontrar formas de deliberación y decisión adaptadas al mundo de hoy, no a un mundo irreal.
Decidir ahora y aquí todo entre “todos” tiene además el problema del compromiso o de inconsistencia temporal: cuando tomamos decisiones que sólo ofrecen un rendimiento (en términos materiales, de bienestar, o de acercarse a algún tipo de logro colectivo) en el futuro, deseamos saber que lo hacemos en un entorno institucional estable. La definición del “todos” también es problemática: idealmente, quienes deciden deberían ser todos aquellos afectados por un problema, y hoy los problemas van más allá (en un sentido territorial y generacional) que los demoi actualmente constituidos o reivindicados.
Tomar decisiones políticas es hoy ubicarse en un espacio de varias dimensiones continuas y no ortogonales (es decir, no independientes: por ejemplo la arquitectura institucional mal llamada “territorial” condiciona las políticas sociales y la regeneración democrática), y ubicarse no necesariamente en un punto, sino en una pequeña nube. Por supuesto uno puede ubicarse en una gran nube, pero la nube se reduce cuando se tienen que tomar decisiones reales en un gobierno o un Parlamento, y las decisiones finales, en el mundo de hoy (no en el mundo de Oriol Junqueras, Quico Homs o el juez Vidal, protagonistas tragicómicos de los últimos intentos de resucitar el proceso independentista catalán), no suelen ser en un extremo del continuo en ninguna de las dimensiones.
Sorprende que algunas fuerzas pretendan presentar opciones binarias en temas complejos al electorado cuando ellos mismos no son capaces de tomar opciones mínimamente claras. Podemos Catalunya no son ni federalistas ni confederalistas, ni independentistas, pero están por el derecho a la autodeterminación. ICV por fin se ha decidido, parece que por la soberanía catalana en un estado plurinacional (ojalá en los detalles de eso en la Europa del siglo XXI podamos coincidir). El juez Vidal está abierto a formar candidaturas con CiU, ERC y las CUP. Albert Rivera no sabía si ir al grupo socialista o al liberal unos días antes de las elecciones europeas, cuando fue entrevistado por Ana Pastor: ahora ya se ha decidido y dice que es liberal (veremos cómo le sienta a algún marxista que se apuntó a Ciudadanos porque estaba en contra de la inmersión del catalán). La monja Forcades quiere hacer de gozne entre Podemos y las CUP (entre ella y el Juez Vidal abarcarían todo el espectro de los insurgentes de derechas e izquierdas, solo faltaría Ciudadanos). Sorprende este pragmatismo de amplio espectro de algunos personajes cuando se combina con la voluntad de que el pueblo se pronuncie de forma binaria (si o no) en algunas cosas fundamentales.
El entramado de Podemos se financia desde el chavismo pero dicen que son socialdemócratas. Bueno, que se financian desde el chavismo no lo reconocen abiertamente (como sí reconoce Martine Le Pen que se financia con fondos de Putin), aunque no hayamos visto los informes de política monetaria de Monedero. Si Podemos es socialdemócrata, ¿no debería federarse con el PSOE, que es la versión española reconocida por la Internacional Socialista y el Partido Socialista Europeo (PSE)? ¿Terminará Podemos en el PSE como hizo el PCI en Italia? ¿Es el PSOE de Sánchez como el PSI de Craxi? ¿Es el Podemos de Iglesias como el PCI de Occhetto y Dalema? No sabemos la respuesta a estas preguntas, y tampoco las saben los dirigentes de Podemos, pero sabemos que quieren llevar sus dudas a un proceso constituyente donde todo vuelva a estar sobre la mesa. El principal problema es que la mesa es española, y no europea, que es la única mesa realista donde se pueden resolver problemas.
La soberanía nacional en Europa ya no existe, y de lo que se trata es de construir un Estado Federal europeo, donde desde Krugman a Scalfari puedan aplaudir a una mayoría realista de izquierda y centroizquierda que pase de estar dirigida por Mario Draghi a estar dirigida por una presidenta o un presidente elegidos democráticamente, con un presupuesto digno de este nombre, y al que puedan apoyar desde la socialdemocracia hasta los sectores más sensatos de las nuevas fuerzas insurgentes.

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