martes, 4 de octubre de 2011

La retórica de la economía productiva (por Pedro Alas)

Hoy Miquel Roca i Junyent se explaya en su columna de La Vanguardia con uno de sus viejos recursos retóricos favoritos: hay que fomentar la "economía productiva". Por supuesto, uno va a cualquier libro de texto de economía, y el concepto no aparece por ningún lado. Pero en la retórica política, a veces son útiles recursos dialécticos que, aunque vacíos, pueden enmarcar el debate hacia posiciones que respondan a los objetivos últimos de un determinado grupo, sector o clase social. Lo de la "economía productiva" suena bien porque parece lo opuesto de la economía especulativa o la economía financiera, y suena bien en momentos en que todos sentimos las consecuencias de desregular o regular mal los mercados financieros (aunque la parte financiera de la economía es crucial para que las personas y colectivos pobres salgan de la miseria). Pero cuando se va a la letra pequeña de lo que dice el señor Roca, las cosas quedan más claras, aunque nunca del todo, porque la clave de una buena retórica política al servicio de intereses minoritarios, es precisamente que las cosas no queden claras (porque en una democracia los intereses minoritarios tienen las de perder). La letra pequeña lo que dice es que no hay que subir la presión fiscal para no ahogar la inversión privada. Es decir, más agujeros en el impuesto de sociedades y menor presión fiscal todavía para las rentas del capital. Eso es lo que ha hecho siempre CiU, o por lo menos lo que ha hecho en las últimas tres décadas, y lo sigue haciendo ahora con un mayor despliegue de recursos retóricos (soberanía, pacto fiscal, transición nacional): defender los intereses de la gran empresa y la burguesía, en Cataluña y en España, desde los parlamentos o los despachos de tráfico de influencias. Defendamos la economía productiva si eso significa impulsar una vigorosa competencia que limite el poder de mercado de monopolios y oligopolios, y acompañemos eso de un Estado fuerte, apoyado por una fiscalidad más equitativa y eficiente, que cree un colchón social suficiente y permita una igualdad real de oportunidades, incluyendo unos mercados financieros eficientes y bien regulados.

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