domingo, 28 de mayo de 2017
Que el del PSOE no sea sólo un congreso de reconciliación
Como por lo que he dicho en algún post anterior, y por cuándo lo dije, no se me puede acusar de querer la confrontación en el PSOE, si ahora digo que la ausencia de ésta no es suficiente, nadie podrá decir que lo digo porque no creo en la concordia. La unidad de acción y la búsqueda del consenso son necesarias. Pero no son suficientes. La salida de José Luis Corcuera o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, si se confirman, sólo conseguirán poner de manifiesto las dificultades que tienen quienes argumentan que lo que ha ganado es el populismo. Existieron componentes populistas en la campaña de Pedro Sánchez, pero es dudoso si pusiéramos un "populistómetro" que un cierre de campaña entre Sánchez y la alcadesa de París Anne Hidalgo le ganara en la medición a un cierre de campaña entre Susana Díaz y Alfonso Guerra. Se ha echado de menos estos días aquellos tiempos en que la línea editorial (no sólo de un diario, sino de la izquierda) la marcaba Javier Pradera, que en sus últimos años escribía irónicamente sobre un ala derecha y un ala izquierda del guerrismo, o que tuvo tiempo de analizar el movimiento de los indignados, argumentando que otro gallo hubiera cantado si los partidos, y en especial el PSOE, no se hubieran convertido en agencias de colocación: "¿Qué otras vías distintas a los partidos podrían utilizar hoy los jóvenes que desean intervenir en la vida pública e influir sobre las decisiones colectivas si unos partidos —“instrumento fundamental para la participación política” según el artículo 6 de la Constitución— convertidos en oficinas de colocación les cierran sus puertas o les exigen disciplina y obediencia propias de cartujos?" Esperemos que los delegados que se reunirán próximamente para decidir la línea política y organizativa socialista no busquen simplemente un acomodo para alcanzar el mínimo común denominador, sino que se esfuercen por buscar un máximo común múltiplo. No bastan los puños en alto ni los derivados de la palabra "nación" para refundar un proyecto político con profundidad y credibilidad. Los retos que tiene la sociedad española son gigantes, y pasan en primer lugar por aceptar que el demos relevante es compartido y se llama Europa. Que no quede en una foto con la alcaldesa de París, sino que internalicemos de una vez que el estado del bienestar sólo lo podemos salvar y mejorar en el contexto de un federalismo democrático europeo. Más allá de los adjetivos mediáticos, el discurso federalista de Pedro Sánchez es muy pobre y muy poco profundo. En eso hay federalistas andaluces que le pueden ayudar.
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