miércoles, 3 de mayo de 2017

El vergonzoso agnosticismo de la izquierda soberanista

El anuncio de ERC de la Cataluña Norte (en el sur de Francia) de mantenerse neutral ante Le Pen o Macron se suma a declaraciones de parecido agnoticismo de Podemos, de la CUP y por supuesto del candidato a quien apoyó Pablo Iglesias en las elecciones francesas, Jean-Luc Mélenchon. La dirección de ERC en la Cataluña Sur ha tenido que aclarar, a posteriori, que ellos sí que apoyan a Macron. Por lo menos una parte de dos de los tres partidos que apoyan la independencia de Cataluña no saben si Le Pen es mejor o peor que Macron, o por lo menos se han mostrado un tanto lentos y dubitativos en lo que debería ser una decisión obvia. Se muestran indiferentes entre un candidato europeísta y una candidata que ha prometido defender a Francia de la Unión Europea, de los extranjeros y de los musulmanes, una candidata que no dudaría en negar la escolarización a los hijos de los inmigrantes, que coquetea con el negacionismo del holocausto judío, y que desea convocar un referéndum (una auténtica demócrata, claro) para romper de una vez por todas con el proyecto de integración europea, este proyecto que ha cometido el grave error de garantizar la paz en nuestro continente en las últimas décadas, tras siglos de trágicos enfrentamientos y fragmentación. Cuando un economista francés me dijo antes de la primera vuelta que entre Mélenchon y Le Pen no había diferencias programáticas, yo me imaginé que exageraba, y que por lo menos habría diferencias en cuanto a una distinta sensibilidad hacia los inmigrantes y los extranjeros. Pero parece que no, parece que las abismales diferencias en las cuestiones raciales entre le Pen y Macron, el mundo que les separa en las cuestiones que tienen que ver con las identidades nacionales, no sirven para decantar al soberanismo de izquierdas a favor de Macron. La incapacidad para jerarquizar aquello que no les gusta es una laguna ética fundamental de aquellos que prefieren vivir en una galaxia donde sólo lo puro tiene valor. El racismo se pone en el mismo saco que el centrismo, el nacionalismo visceral y retrógado en el mismo saco que el liberalismo. A mi me hubiera gustado mucho que a la segunda vuelta francesa hubiera llegado un candidato socialista y europeísta. No ha sido así. Ha llegado un candidato europeísta de centro. A mi gustaría que su currículum estuviera adornado por una vida profesional de maestro de escuela o de filósofo, y sin embargo tiene un pasado de ejecutivo del sector bancario, lo cual que yo sepa no es un delito. Lo peor de la izquierda soberanista (lo que debería ser un oxímoron) es que al coquetear con la Venezuela de Maduro o no distinguir entre Le Pen y Macron, lo que revelan es su profunda incomprensión del mundo de hoy y en particular del proyecto de integración europea, el marco principal en que son posibles los cambios hoy en día, y sin el cual ningún proceso redistributivo importante, ninguna acción fundamental para frenar el cambio climático, y ningún proyecto serio de relanzamiento de la economía, serán ya posibles. El seguimiento que se hace en Cataluña y España de las elecciones francesas, salvo excepciones, raya por otro lado el ridículo. Algunos políticos catalanes sólo parecen preocupados por lo que supondrá la elección para el "procés" o para las exportaciones catalanas. Chicos: el proyecto europeo está en juego, es decir, las bases mismas de nuestra propia prosperidad y nuestra libertad, la de verdad. Hay quien se entretiene buscando qué político español o catalán puede parecerse más a Macron. Pónganse a estudiar, y renuncien a sus rancios nacionalismos apostando por ceder soberanía a Europa, a ver si así se les pega algo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario