domingo, 30 de julio de 2017

Por qué no estoy en Twitter

Un amigo mío al que aprecio (y por eso le digo lo que pienso) me dijo en un email: "que ni Botella, ni Trillas, ni Camps (...) tengan twitter es para hacérselo mirar (...). Si quieres hacer una cosa positiva por ti y por la causa, apúntate a twitter". Venía a argumentar que los federalistas somos poco competitivos en las redes sociales porque algunos de los más conocidos federalistas (aquí se refería a Botella y Camps, no a mí, pero es lo que tiene la amistad) rehúyen el cuerpo a cuerpo en las redes sociales. Mis coautores en "Qué es el federalismo" hablarán por si mismos si lo creen oportuno, pero para mí sinceramente sería una decepción ver a alguien como Victoria Camps en twitter. Creo que Joan Botella está en Facebook, pero el día que abra una cuenta en twitter también creo que tendré que actualizar la imagen que tengo de él. Dicho esto, tengo un gran respeto y merecen todo mi apoyo algunas personas que están en twitter, como Xavier Arbós, Toni-Ítalo de Moragas, Branko Milanovic y Paul Krugman, por mencionar a algunos de los que sigo. Por cierto, Krugman escribió una vez un post parecido a este (con más gracia) y hoy tiene una de las mejores cuentas de twitter. Si yo creo que no voy a seguir su camino no sólo es porque si yo tuviera una cuenta no podría soñar con tener el nivelazo de Krugman, sino porque hay una fuerte parte de mí que quiere ser como el Doctor Pasavento de Enrique Vila-Matas, pasar desapercibido y alejarme del mundanal ruido. Por eso también he rehuido las tertulias radiofónicas cuando me han invitado a ellas sin un tema concreto que me pudiera preparar (¿qué pensarían mis alumnos de mi?). Cada uno administra su participación en el lodazal en que se ha convertido la actualidad (y en el que es una obligación ética estar) como cree mejor. Cada uno ha construido unos activos (algunos un prestigio, otros un depósito de paciencia) que debe decidir cómo administra en el chapoteo de un debate cuyo nivel a veces parece fijado (como me dijo un tuitero de calidad el otro día) por el diputado Rufián. Si el compañero de éste, Tardà, dice en twitter que las amenazas de un municipio catalán de "desconectar" e irse a Aragón le parecen un riesgo de "ulsterización", una opción es contestarle en twitter que eso es un poco contradictorio con reclamar el derecho a decidir. Seguro que alguien ya lo ha hecho. Creo que mi ventaja comparativa está en explicar a quien quiera leerlo y tuitearlo que esa polémica refleja una, sólo una, de las contradicciones de los referéndums de autodeterminación: el riesgo de inestabilidad y el efecto-dominó. Pero necesité más de 140 caracteres, en realidad necesité diez páginas. Si todos priorizamos el chapoteo en twitter, no todos lo haremos con el savoir-faire de Xavier Arbós, y en cambio dejaremos de dedicar tiempo a leer, a reflexionar, a serenarnos y a aprender. Y necesitamos a quienes eso hacen, a Victoria Camps entre muchos otros. Reconozco que mi actitud tiene mucho de comportamiento polizón (o pasajero sin billete, o free-rider) porque confío en que mis posts y artículos serán tuiteados por amigos míos y cuentas de colectivos a los que pertenezco. Yo prefiero salvaguardar mi depósito de paciencia recibiendo sólo en cuentagotas los insultos de las redes sociales (parece que el otro día un tuitero me relacionó con la cal viva por haber hablado del federalismo de los Juegos Olímpicos). Un blog sólo se distingue de twitter en la extensión, y por tanto no puedo decir que no me arrepienta nunca de lo que digo (un riesgo importante en twitter según Javier Marías), pero creo que sin estar ahí me arriesgo menos a soltar mis prontos tal como despuntan de buenas a primeras. Mi plan en los próximos meses o años es chapotear menos todavía, no más, y por eso este blog también tendrá un día su final. Pero todavía no. Todavía no, primero porque lo paso bien y creo que hago lo que debo, y además porque hay un reto importante, que es desenmascarar una serie de ideas demagógicas que hacen circular personas aparentemente buenas e inteligentes: ¿qué parte de lo que dice Yoani Sánchez hoy sobre Silvio Rodríguez no se puede aplicar a Lluis Llach?  Uno de ellos nos advertía el otro día tras ser interrogado por las fuerzas de seguridad del estado de derecho, que el estado perseguía la discrepancia y que lo que él hacía no iba de independencia, sino de democracia. Ummmhhhh. Curiosa discrepancia, cuando su trayectoria en los últimos años (tal como él me la justificó a mí en largas conversaciones) se basa en situarse en una "nueva centralidad", seguro que con muchos apoyos institucionales, sociales y financieros (eso creo que es lo que el estado de derecho quiere saber en nombre de los contribuyentes: de donde salía la pasta). Y si él cree que "va de democracia", yo creo que la democracia no va de esto, sino que la democracia va de estado de derecho, respeto al Parlamento, división de poderes, diálogo y deliberación. Y qué decir de otro conocido en este caso del supuesto mundo de la intelectualidad, el filósofo y muy bien pagado eurodiputado Terricabras... En fin, el reto como nos alertaba el otro día un joven federalista es cómo enfrentarse a todo esto sin parecer soberbio, sin parecer que nuestras razones parecen tan obvias. Por eso seguiré chapoteando, pero así como yo quiero y sólo por un tiempo.

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