domingo, 23 de abril de 2017

Nación de naciones: que no sea el "apoyaré" de Pedro Sánchez

El concepto de nación de naciones entronca con lo mejor del federalismo español si sirve para reconocer la diversidad de España y para articular una reforma del estado en la que quepan todos los socialistas españoles, y también los exponentes más avanzados de la derecha, el nacionalismo vasco y sectores realistas y dialogantes del independentismo catalán. No es un concepto nuevo, y se parece a la expresión "país de países" que alguna vez había utilizado Felipe González. Hay conceptos más sugestivos a estas alturas del siglo XXI cuando estamos bombardeados por un nativismo pujante en todo el mundo, como la idea de una España post-nacional, parecida al concepto de un Canadá post-nacional que ha abanderado el nuevo primer ministro Justin Trudeau. Pero más allá del concepto sería de desear que con su uso Pedro Sánchez o quien gane las primarias del PSOE, idealmente tanto los que ganen como los que pierdan, tengan una idea interiorizada y profunda de lo que desean hacer con España. Es un poco preocupante que hasta ahora ninguno de los tres candidatos haya presentado que yo sepa una visión clara del futuro de Europa. El o la líder del PSOE debería ser uno de los principales líderes europeos. No sirve llevarse la mano a la cartuchera cada vez que se escucha la palabra soberanía. La soberanía ya no reside en los españoles, ni en los catalanes ni en los vascos. La soberanía está repartida, y el estado-nación está obsoleto, porque tanto la nación como el estado lo están, erosionados por arriba, por abajo, y por los mercados. Sánchez y el resto de candidatos deberían estar menos pendientes de los titulares y más de la profundidad de sus contenidos, de articular un federalismo para el año 2030. Parece que ayer el único que habló de Europa en un acto de apoyo a Pedro Sánchez en Barcelona fue el ex alcalde Jordi Hereu, uno de sus principales apoyos. Quizá merecería Hereu que el apoyo fuera al revés. Ojalá Sánchez consiga darle contenido a la expresión que ha abrazado. Pablo Iglesias también la ha abrazado y no le ha dado ningún contenido, y ha terminado apoyando la campaña de un candidato euro-escéptico en Francia, afortunadamente derrotado. Ojalá Sánchez ya hubiera dado contenido a su expresión cuando era candidato, en los tiempos en que presidía actos con una gran bandera española, sin ninguna europea. Una España nación de naciones, o una post-nacional que haya leído a Claudio Magris en el Danubio, sería una España donde sus líderes hablaran varios idiomas peninsulares aunque sean de Madrid. Vamos a luchar por eso: nunca es tarde para las buenas ideas. Zapatero también ganó titulares cuando dijo "apoyaré el Estatut que salga del Parlament de Cataluña", lo que después ha pasado a la historia como un acto de irresponsabilidad más que como un plan de actuación. A ver si esta vez no es así.

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