domingo, 9 de abril de 2017

La robotización y los partidos políticos

Hace unos días un sociólogo español escribió un artículo bien polémico diciendo que le parecía preocupante que los militantes del PSOE tuvieran en sus manos decisiones que afectan al conjunto de la democracia española. Quizás le parecería menos preocupante si hubiera tomado en algún momento de su vida la decisión de afiliarse al socialismo, y así ahora podría compartir con muchos de nosotros la decisión de elegir un nuevo liderazgo que, efectivamente, será importante para la democracia española. Pero no se afiliará porque vende más ir de intelectual independiente (aunque creo que algunos militantes somos más independientes que él u otros como él) y porque también dijo que cree que los partidos de militantes desaparecerán con los cambios tecnológicos que se están viviendo. El ejemplo que puso, sin embargo, era desafortunado, ya que dijo que con los militantes de los partidos pasaría como con los empleados de banca con los cajeros automáticos. En realidad, desde la aparición de los cajeros automáticos, el empleo en el sector bancario ha aumentado, según el economista norteamericano David Autor. La diferencia es que los trabajadores hacen cosas distintas que las que hacían antes del cambio tecnológico. Con los militantes de los partidos pasa algo parecido: hoy pegan menos carteles, ensobran menos, reparten menos octavillas, pero están más activos en las redes sociales y tienen que operar en un contexto más competitivo. Aquellos partidos que sepan adaptarse al cambio tecnológico mejor, y que sepan ofrecer mejor personal y mejores políticas públicas a la ciudadanía, tendrán más éxito. Los cambios tecnológicos ofrecen grandes oportunidades por ejemplo de formación y comunicación con otros partidos o movimientos políticos de otras latitudes, aunque también es verdad que presentan amenazas, como el efecto túnel de estar siempre discutiendo con los mismos en redes de twitter, Facebook o WhatsApp autorreferenciales. Yo no creo que los partidos de militantes vayan a desaparecer con los cambios tecnológicos, como no creo que el empleo vaya a desaparecer con los robots. Pero los partidos de militantes, como el empleo, cambiarán mucho, y quienes se adapten mejor a los cambios triunfarán. El fordismo organizativo ha acabado, pero la militancia política no. Los partidos seguirán necesitando militantes, y estructuras, y cuadros. Y necesitarán propuestas políticas atractivas y coherentes. Si Macron, un candidato sin partido, gana en Francia, necesitará un partido nuevo o basarse en partidos existentes, para poder gobernar. Es tentador ofrecer un liderazgo y nada más, pero creo que precisamente porque la tecnología permite informarse mejor y buscar alternativas, mucha gente no se va a conformar con eso: van a exigir equipos y propuestas coherentes, o sea, partidos. He leído a otro intelectual a quien le parecía normal que un nuevo partido tuviera un liderazgo fuerte y a la vez le parecía normal que ese nuevo partido, supuestamente de izquierdas, no se definiera sobre el "tema de Europa" (aunque sí que se pretendía definir diciendo que quería una república catalana en una España plurinacional y con un referéndum de autodeterminación, menudo lío). No sé si cualquiera que gracias a las redes sepa lo que piensa Daniel Cohn-Bendit, o haya oído hablar del Manifiesto de Ventotene, se va a tragar semejantes incongruencias. Pero hoy no podremos regular el cambio tecnológico, ni combatir los paraísos fiscales, ni frenar el cambio climático, ni estabilizar la economía, sin más y mejor Europa. No hay varios ejes, amigos sociólogos y politólogos: hay una sola sociedad que hay que gobernar democráticamente. Una cosa es preocuparse por el impacto de la robotización en los partidos, y otra hacer un partido de robots. No tengo grandes esperanzas de que en las elecciones a la secretaría general del PSOE se vaya a hablar mucho de las propuestas que elaboramos hace poco en el marco de la Fundación Rafael Campalans sobre reformas de los partidos: si tuvieron ya poco eco en las muy pacíficas "primarias" del PSC, me imagino que tendrán menos eco todavía en las del PSOE, donde parece que predomina todavía más la brocha gorda. Pero eso no significa que no tengan cierto valor.

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