miércoles, 16 de diciembre de 2015

Colusión o regeneración

La acusación de Pedro Sánchez a Rajoy de ser un político indecente pilló a los líderes “emergentes” Rivera e Iglesias con el pie cambiado. Aunque estos dos políticos profesionales, a quien les une que intentan disimular con éxito desigual que uno es de centro-derecha y otro de extrema izquierda, llevan igual o más tiempo en el circo que Sánchez, lo que les convierte en novedosos es que por primera vez en unas elecciones generales sus partidos pueden obtener una representación parlamentaria substancial. Pero esa posibilidad les debería llevar a entusiasmarse cuando alguien le cuenta las verdades al jefe de Bárcenas y Granados: la representación que obtengan deberían ponerla al servicio de un proyecto viable de regeneración y reformas serias y profundas. Y lo que hicieron tras el debate Sánchez-Rajoy fue demostrar que la colusión táctica y tácita les impedía reconocer el acierto del líder socialista porque había expresado más claramente que ellos lo que se supone que les une, que es la lucha contra la corrupción.
A ver si resultará que son tan fieros como las CUP, que pese a todo el griterío anticapitalista y anticorrupción, hoy sirven para alargar la agonía de Mas y para que el Parlament de Catalunya no haga un pleno sobre la pobreza y las políticas sociales, o para que el gobierno de Boi Ruiz e Irene Rigau vuelva a prorrogar sus presupuestos. Rajoy y Mas no son decentes en la medida que han liderado partidos y gobiernos embarrados en la corrupción mientras pedían enormes sacrificios a la ciudadanía. Llamarles indecentes no es un insulto: es una descripción rigurosa (y que Homs y Duran Lleida no se llamen indecentes no es un mérito, es colusión que oculta la verdad a una parte de Cataluña que vive en una realidad paralela desde hace tiempo). Hay que llamar a las cosas por su nombre y es indecente que fuerzas supuestamente emergentes o supuestamente progresistas les hagan el juego y pongan en el mismo saco a quienes se esfuerzan por enfrentarse a ellos y plantear alternativas viables.
A partir del 21D hay que facilitar un gran acuerdo por la regeneración democrática y social, que incluya una reforma ambiciosa de la Constitución española, y que gire en torno a tres aspectos básicos:
-Igualdad, para salvar y modernizar el estado del bienestar con una presión fiscal adecuada y un mejor mercado de trabajo especialmente al servicio de los sectores más vulnerables.
-Europa y Federalismo: una arquitectura institucional que respete la diversidad y la innovación institucional y facilite la solidaridad y la cooperación. Como el enfermo de Molière que hablaba en prosa sin saberlo, en España habrá una mayoría de diputados federalistas, muchos sin saberlo (y algunos sin decirlo). Les sacaremos de su ignorancia (o de su silencio).
-Una democracia mejor, que permita una mejor rendición de cuentas y combata la corrupción que tanto nos avergüenza.
Yo en estas elecciones podía haberme planteado votar a Podemos. Soy un militante y votante socialista no del todo disciplinado, con una tendencia enfermiza a votar a candidatos críticos dentro de mi partido y con un pasado de voto no siempre fiel. Pero los ataques exagerados  e injustificados de Iglesias y Ada Colau a los socialistas, y sus propuestas irreflexivas y populistas que les alejan de escuchar consejos amables, me inclinan a volver a ser disciplinado: lo siento Pablo, pero voy a votar a Pedro.

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