viernes, 23 de enero de 2015
Una presentación y un libro por el federalismo en España y Europa
Siguen apareciendo voces y reflexiones a favor del federalismo, es decir, de una estructura democrática de gobierno multinivel donde se respeten las identidades múltiples. Es el caso de la presentación del manifiesto por una España federal en una Europa federal y de la aparición del libro "Economía de una España Federal", versión castellana del volumen que publicamos hace unos meses en lengua catalana. Sólo este tipo de arquitectura institucional (en alguna de sus ciertamente múltiples variedades) puede responder satisfactoriamente a los retos que plantean las sociedades plurinacionales que hoy describe el sociólogo Lamo de Espinosa. En Cataluña por suerte el monotema empieza a dejar de serlo, pero la batalla por el federalismo va a continuar, porque a él se oponen quienes no quieren que la economía globalizada sea gobernada de la forma más adecuada, y también quienes quieren que nos desconectemos los unos de los otros. Es decepcionante en este sentido que el principal dirigente del partido emergente de la izquierda española carezca de un mensaje claro al respecto. Aunque Podemos muy lentamente va saliendo de la trampa irrealizable de que cada Comunidad Autónoma tenga "derecho a decidir" (se supone que a formar un estado independiente), a sus principales dirigentes les cuesta decir que lo que quieren es una arquitectura de gobierno federal, es decir, donde la soberania esté repartida entre varios niveles de gobierno. Ayer Pablo Iglesias reivindicó nada más y nada menos que la "soberanía nacional", algo que a todas luces ha dejado de existir, como los griegos, los españoles, los catalanes y todos los europeos hace tiempo que percibimos, quizás sin que todos lo hayamos llegado a procesar. Si recuperáramos la soberanía nacional sería en detrimento de la soberanía popular. El estado-nación ya no sirve para tomar muchas de las decisiones económicas relevantes, especialmente en Europa. Gran parte de la soberanía ya no es nacional, sino europea y global. Podemos intentar que el dentífrico vuelva al tubo, pero quizás más productivo será democratizar los niveles reales de soberanía, acercando la voluntad popular a todos los niveles relevantes de gobierno. La soberanía nacional ha muerto. Larga vida al federalismo y la soberanía popular en una democracia multinivel de calidad.
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