viernes, 9 de octubre de 2020

Lecciones de Barcelona'92 para la gestión de los fondos Next Generation EU

La gestión de los fondos Next Generation EU en España tiene algunas similitudes con la gestión de los fondos para los Juegos Olímpicos Barcelona'92, que se saldaron con un éxito de gestión aplaudido en general (no sin algunas cosas mejorables). Se trata de movilizar en un reducido espacio de tiempo una gran cantidad de dinero. Aunque existen obvias diferencias entre ambos proyectos, el reto de selección y gestión tiene puntos en común.

Habiendo vivido de cerca los Juegos Olímpicos de Barcelona (aunque era muy joven y hace ya bastante) y habiendo reflexionado sobre su experiencia en comparación con otros grandes eventos, creo que se pueden sacar 5 lecciones:

-Liderazgo político. Tanto la consecución de los fondos, como la selección de los proyectos y su gestión requerirá un fuerte liderazgo político. En el caso de Barcelona, el Alcalde de la ciudad (rodeado de un equipo excelente) ejercició este liderazgo, en la obtención de la sede olímpica, y posteriormente en la puesta en común de voluntades y la movilización de la sociedad. Es absurdo pretender des-politizar los fondos convirtiéndolos en un proyecto tecnocrático. Un gran proyecto colectivo, que requiere movilizar recursos y dinámicas en poco tiempo, en una sociedad democrática, requiere liderazgo político al más alto nivel. Pedro Sánchez ejercició este liderazgo, compartido con otros líderes europeos, consiguiendo la existencia misma de estos fondos federales, de una cuantía y unas características sin precedentes. Ahora debe ejercer el liderazgo en la selección y gestión de los proyectos, con el input imprescindible de técnicos del mejor nivel, como ocurrió en Barcelona. Igual que Pasqual Maragall merece un lugar de honor en nuestra historia, también lo merecerá Pedro Sánchez si la gestión de los fondos es un éxito. Así debe ser en una sociedad democrática.

Colaboración institucional. Los Juegos de Barcelona fueron un ejemplo de federalismo. Todas las instituciones colaboraron. Se combinaron instrumentos nuevos con participación multi-nivel (el Holding Olímpico), con un reforzamiento de las administraciones tradicionales. En el caso de Barcelona, se reforzó el Gabinete Económico de la Alcaldía y se profesionalizó la gestión financiera. Ahora se habla de co-gobernanza. Las inversiones de los fondos europeos Next Generation EU sólo serán un éxito si todos los niveles de la administración participan en un clima de lealtad y cooperación en la selección y gestión de los proyectos. Y donde haya un nivel reticente o que arrastra los pies (la Generalitat de Catalunya en 1992, y ahora, qué casualidad), el liderazgo político debe gestionar con habilidad la movilización de la opinión pública para ponerle en su lugar.

-Colaboración público-privada. Aunque el liderazgo corrió a cargo del sector público municipal en Barcelona, se buscó en todo momento la sintonía con el sector privado y su colaboración, por ejemplo en la expansión de la oferta hotelera de la ciudad. Es un buen momento para reforzar y modernizar el tejido empresarial, así como para renovar el compromiso de las empresas privadas con la sociedad que les brinda una infraestructura para que se desarrollen. Lo fue en 1992 y lo es ahora.

-Fondos al servicio de un proyecto colectivo global. Barcelona 92 fue un éxito porque no fue un gran proyecto aislado, sino porque se puso al servicio de un proyecto de transformación urbanística, económica y social de la ciudad. Los fondos next Generation EU deben ponerse al servicio de un proyecto de modernización de España y Europa, que ponga por delante una transición ecológica justa y una modernización digital de nuestras estructuras públicas y privadas.

-Evitar sobre-costes y "elefantes blancos". Es imprescindible un uso óptimo de los recursos, evitando los sesgos habituales en todos los mega-proyectos. Estos sesgos están perfectamente estudiados y tienen que ver con el exceso de optimismo y las dificultades de valorar bien ex ante costes y beneficios. En Barcelona, pese al éxito en general, hubo sobre-costes (como en todas las Olipiadas) y quedaron "elefantes blancos" (infraestructuras inutilizadas que cuestan de mantener). Aprendamos de la experiencia, en lo bueno que es casi todo, y en lo menos bueno, que también lo hubo.



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