jueves, 5 de octubre de 2017

La revolución de las sonrisas (congeladas), escrito por Santi Guerrero

Cuando autoridades y directivos de un banco afirman con rotundidad que los ahorros de los ciudadanos están fuera de todo riesgo la fuga de depósitos ha comenzado. De hecho, como sabemos los que hemos leído algún libro de finanzas, esas afirmaciones se sostienen hasta el día anterior a la intervención del banco. Por primera vez recientemente se han oído discretas afirmaciones en ese sentido referidas a instituciones financieras radicadas en Catalunya.

El independentismo catalán no se enfrenta, como cree, a España. Se enfrenta al “sistema”. El mensaje del rey no iba dirigido ni a los españoles ni a los catalanes ni a los partidos políticos, aunque su mensaje tenga evidentes efectos en todos esos colectivos. El mensaje del rey iba dirigido a los mercados financieros: habrá estabilidad, haremos lo que haga falta. No subáis la prima de riesgo. No permitiremos que Catalunya se desestabilice.
Hay un billón de euros de deuda española en los mercados. Son títulos (bonos, obligaciones) mediante los que el Reino de España se financia comprometíendose a pagar al portador unos intereses, normalmente anuales, y a devolver el nominal del título en un vencimiento. A pesar de las mejoras económicas, las cuentas españolas todavía no permiten reducir esa deuda; al contrario, todavía aumenta. A cada vencimiento de las emisiones hay que ir renovándolas emitiendo nuevos títulos en los mercados. Hasta aquí, nada extraño. Pero variaciones en las percepciones del riesgo de los títulos en los mercados pueden generar una catástrofe. Veamos.
Estos títulos están en el activo del balance del BCE y en los balances de bancos europeos, todavía muy frágiles después de la crisis, y en las carteras de inversión de los inversores institucionales: fondos de inversión y fondos de pensiones. Si los nuevos títulos deben emitirse a un tipo de interés más alto debido al riesgo que el mercado percibe a causa de la inestabilidad política, esas carteras de bonos no vencidos pierden valor y en consecuencia empeora la solvencia de sus tenedores, es decir del sistema bancario europeo y de todos los titulares de esos bonos. És lógico: ¿quién va a querer mantener en su cartera de inversión, en su activo, un bono a 10 años que paga el 1,75% anual si las nuevas emisiones son a un tipo superior? El valor de los bonos ya emitidos se ajustará para compensar la reducción de la nueva rentabilidad que exigirán los inversores. Si queremos vender un bono que paga el 1,75% en un mercado donde los nuevos bonos con el mismo nivel de riesgo, el de España en nuestro caso, se están emitiendo al 2,5%, deberemos venderlos más baratos. En concreto hasta que el nuevo precio, mas bajo, haga que el interés del 1,75% sea en términos efectivos un 2,5%. Esa pérdida de valor, que los tenedores deberán contabilizar pues así lo obligan las normas contables, habrá que provisionarla, generando, insistimos, una reducción de la solvencia de todos los propietarios de los títulos.
Añadamos además que cada punto básico de aumento de la prima de riesgo implica millones de euros que se destinarán a pagar intereses en vez de a gasto social.
Dada la fragilidad del sistema financiero internacional, ¿alguien en su sano juicio imagina que Europa y el mundo (¿tal vez Rusia?) apoyarán la inestabilidad derivada de una independencia no pactada de Catalunya? ¿No es más razonable imaginar a Merkel, Macron y otros líderes europeos pidiendo sottovoce al gobierno central que tome el mando de la situación? ¿Cómo es posible tanta frivolidad e irresponsabilidad? Del plantel de economistas ilustres del movimiento independentista, ¿ninguno le ha echado un vistazo a un clásico como el Brealey y Myers o manuales similares?

No hay comentarios:

Publicar un comentario