sábado, 30 de noviembre de 2013

Economistas de la plebe y políticos en supuesta decadencia

Dentro de la crítica del economista César Molinas a la clase política española se incluye la creencia de que dicha clase política ha empeorado notablemente desde la transición, una época aparentemente admirada por Molinas, a pesar de que en ella se sentaran las bases de nuestro marco legal actual, cuya reforma (ley de partidos, sistema electoral mayoritario) dicho autor considera clave para superar los problemas económicos y políticos que tenemos planteados. Para ilustrar esta idea de decadencia progresiva, el autor de “Qué Hacer con España” propone al lector un doble ejercicio: repasar las listas de presidentes del gobierno español y de la Generalitat de Cataluña desde los inicios de la democracia y la autonomía para confirmar que se ha producido una tendencia de decreciente calidad. En primer lugar, en su lista de presidentes del gobierno español se olvida de Leopoldo Calvo Sotelo, que gobernó entre Adolfo Suárez y Felipe González. En segundo lugar, es un misterio para mí, bajo qué criterio Suárez es mejor que González, o por qué Rajoy es peor que Aznar. Igual de misterioso es para mí por qué Maragall es peor que Pujol. Otros preferirán otras comparaciones, pero más difícil será ponernos de acuerdo en los criterios que hacen a unos políticos mejores que otros. Para hacerse una idea de la clase política que llegó a haber en los años 80, que es cuando Molinas tuvo cargos gubernamentales, uno puede leer la reciente entrevista a Luis Roldán en El Pais. Dudo que los directores generales de la guardia civil hayan empeorado desde entonces. Algunos economistas se desesperan ante la incapacidad de los políticos por ser muy distintos a la media de los ciudadanos que representan, y por aplicar las políticas que algunos economistas ven muy fáciles de aplicar. Por eso algunos no resisten la tentación de convertirse en “economistas de la plebe”. El caso del economista chileno Franco Parisi, que consiguió más de un 10% de los votos en la reciente primera vuelta de las elecciones presidenciales chilenas, con un mensaje de crítica a la clase política, podría ser imitado por otros. Buena suerte, colegas (pero no contéis conmigo).

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