sábado, 12 de noviembre de 2011

Nosotros, los anómalos (por Pedro Alas)

Duran Lleida, entre las perlas que está soltando en esta campaña electoral, ha dicho que ya es hora de solucionar la "anomalía" de que en Catalunya no ganen las elecciones generales las fuerzas puramente nacionalistas ("que no dependan de Madrid" o algo así, ha dicho). Ya nadie parece escandalizarse de que alguien siga dividiendo a la sociedad entre buenos y malos catalanes. Pero ahí está como siempre la derecha despreciando a las mayorías (lo mismo que hizo el PP en 2004): supongo que a veces les vienen ganas de volver a reinstaurar un sufragio censitario que evite las "anomalías". En Catalunya, no sólo los anómalos vienen ganando todas las elecciones generales desde 1977, sino que también han ganado la mayoría de las municipales y europeas, y varias veces las autonómicas. Y si, parece que el 20-N puede repetirse que la mayoría de electos catalanes sean anómalos. Lo que debían pensar cuando los anómalos llevamos a un anómalo nacido en Andalucia a la presidencia de la Generalitat en 2006. Cuando el anómalo se puso delante de una manifestación de Omnium Cultural, su altura de miras les llevó a intentar agredirle. Lo anómalo es que alguien como Duran Lleida haya sido el político más bien valorado de España durante tanto tiempo, y que en su federación política le sigan dejando encabezar una candidatura que corre serio y merecido riesgo de quedar como tercera fuerza política de aquí a una semana. En el conjunto de España probablemente ganará una mayoría de derechas, y la respetaremos, y seguiremos trabajando para que dure poco, pero mientras tanto quizás a Duran Lleida valga la pena recordarle que lo que ha producido la anomalía es la libertad, la misma con la que nos permitimos recomendarle la canción de un añorado vecino.

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