domingo, 19 de enero de 2025

El derecho al federalismo

El otro día tuvo lugar en Barcelona un acto que transcendió poco pero que debería haber transcendido más. En cualquier caso, está disponible el vídeo completo del evento: recomiendo verlo y escucharlo con calma.

Me refiero a la jornada de celebración que sirvió para conmemorar los 40 años del Institut d’Estudis de l’Autogovern de Cataluña y los 40 números de la Revista d’Estudis Autonòmics i Federals, que viene publicando este centro.

El IEA que ahora dirige el catedrático federalista y experto en federalismo Xavier Arbós (como los fondos europeos y otras muchas cosas que se hacen en la Generalitat de Cataluña), puede presumir en el período político actual con la boca bien abierta de lo que ya hacía, como su prestigiosa revista.

El acto sirvió no para recordar con nostalgia o con autocrítica lo que se ha hecho en 40 años, sino para proyectar hacia el futuro la idea federal. El Consejero de Presidencia Albert Dalmau realizó la defensa más contundente del federalismo que yo le haya escuchado a un miembro del gobierno catalán, como puede comprobarse en el vídeo.

A continuación, la Profesora suiza Eva Maria Belser, experta en federalismo, dio una lección magistral sobre el “derecho al federalismo”, que debería ser material obligatorio para cualquier persona interesada en el potencial de las ideas federalistas para lidiar con las complejidades internas de los estados o las propias de las relaciones internacionales.

En su charla, esta académica mencionó las dos películas recientes que plantean un escenario distópico de guerras civiles en Estados Unidos y Suiza, dos realidades federales, y como esos conflictos imaginados nacen del colapso del federalismo. 

En nuestro mundo lleno de retos como el cambio climático, las guerras y sus refugiados y las migraciones, los límites de derechos como el de autodeterminación, el de secesión o su versión eufemística del derecho a decidir, empiezan por la dificultad de definir con precisión el sujeto del derecho. Quizás va siendo hora de reclamar el derecho a no ser separados por etnias, naciones, estados, fronteras, el derecho a que no nos separen de nuestros vecinos, a que no nos despojen de nuestra ciudadanía cuando tenemos el privilegio de gozar de una; el derecho a disfrutar de nuestra identidad junto a otras.

Es hora quizás de reclamar el derecho a que se nos reconozca que las identidades se solapan y superponen en un contexto de pluralidad, incluso en una misma persona. Tenemos que corregir el error de Wilson después de la primera guerra mundial (el de pensar que el Planeta se podía dividir en “pueblos” separados por fronteras indiscutibles), error que llevó a la segunda guerra mundial, y que está detrás de las tragedias de Yugoslavia, de Israel/Palestina y de Ucrania, entre muchas otras.

Tenemos derecho a compartir soberanía, a que esta no se monopolice por parte de ningún poder. Tenemos el derecho a mantener y mejorar la democracia en un mundo complejo con retos que superan la capacidad de los viejos y caducos estados-nación.

Y hay dos maneras de superar dicho estado-nación: la manera imaginada por Trump y Musk (el poder de la fuerza o el dinero), o la manera del federalismo democrático (valga la redundancia). Y ahí nos puede ser útil lo que dijo la politóloga Elisenda Casañas en la mesa redonda final del acto: necesitamos un federalismo flexible y dinámico, que no aspire a soluciones definitivas. Una concepción abierta y pragmática serviría para no tirarnos el federalismo por la cabeza como si fueran las tablas de la ley. Está bien que cuanta más gente mejor hable en nombre del federalismo, pero idealmente con una voluntad de buscar acuerdos y consensos de forma pragmática y posibilista, y no de pretender que el reclamado federalismo de otros no es el “auténtico”.

Organizar la fraternidad en su complejidad del mundo actual y futuro hace necesario seguir la pista de estos debates. Auguro un gran futuro al Institut d’Estudis de l’Autogovern.


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