Hace un año contemplábamos con temor un 2024 que nos iba a traer, entre otras, elecciones en Cataluña, en el Reino Unido, en el Parlamento Europeo y en la Presidencia de los Estados Unidos.
Como era de esperar, el resultado ha sido desigual. Pero el recuerdo reciente de la victoria de Trump y sus oligarcas no nos debería ocultar el alivio por la victoria de Starmer (y el colapso del proyecto soberanista del Brexit), el freno relativo al auge de la ultraderecha en el Parlamento Europeo, y mucho menos la alegría por la victoria de Salvador Illa.
Hoy ese candidato que se presentaba a principios de año con un discurso federalista en la London School of Economics, pronuncia como President discursos contra el racismo en el Parlament (“es catalán todo aquel que viene a mejorar Cataluña”). Es el mismo líder que ha cerrado el año con un discurso cuyo eje principal ha sido el concepto de Fraternidad (fue Manuel Cruz quien dijo que el federalismo era la “forma política de la fraternidad”) entre personas y entre territorios.
¿A qué nos dedicamos en el Gobierno de la Generalitat? Entre otras muchas cosas, nos dedicamos a federar, es decir, a desarrollar políticas en colaboración con ayuntamientos y diputaciones (y todo tipo de entidades e instituciones públicas y privadas), por abajo, y en colaboración con el gobierno español y la Comisión Europea, por arriba. Los más de 4.000 millones de fondos Next Generation asignados a España que gestiona la Generalitat son un ejemplo, pero se podrían poner muchos más. Por cierto, mucho de esto ya se hacía, pero acompañado de un discurso soberanista que no permitía generar la confianza necesaria para sacarle todo el partido.
En España y Cataluña casi todo el mundo reivindica hoy el federalismo. Podríamos decir que proliferan los “federalistas de toda la vida”, como en la transición proliferaban los “demócratas de toda la vida”. Quienes defendimos la idea en momentos más difíciles no debemos caer en el error de reivindicar celosamente el copyright, sino que debemos dar la bienvenida al nuevo consenso, como hicieron los auténticos demócratas en la transición. Eso sí, sin aceptar demasiadas lecciones. Es sabido por ejemplo que el acuerdo de financiación entre PSC y ERC fue un acuerdo, como se dice explícitamente en su texto, entre federalistas y soberanistas. Un acuerdo muy difícil (y sin el cual hoy Illa no sería President) entre personas que tienen proyectos distintos, donde fue casi imposible llegar a un texto compartido, que tiene muchos puntos que hay que desarrollar. Para hacerlo, se ha creado una Comisión de personas expertas, que en su mayoría si no en su totalidad son personas federalistas y expertas en federalismo.
Necesitamos más y mejor federalismo para enfrentar nuestros grandes retos: la integración de la inmigración, la emergencia climática, el desarrollo de infraestructuras como el corredor mediterráneo, la promoción del catalán en Europa, la lucha contra la competencia fiscal…
Todo esto está a medio hacer. Pero tras las elecciones al Parlamento Europeo, tenemos Comisión (con Von der Leyen como presidenta de nuevo, y Teresa Ribera como vice-presidenta) y Consejo con Antonio Costa como Presidente, por 5 años. Con ellos hay que trabajar. Los retos son enormes, pero no partimos de cero.
En España, pese a todo el ruido, una gran mayoría apoya el proyecto europeo. Internamente, y a diferencia de un pasado no lejano, todas las autonomías acuden a las conferencias de presidentes y a las conferencias sectoriales de los Ministerios con las Comunidades Autónomas.
El federalismo es un ingrediente crucial para combatir el viento en contra del nacional-populismo, para dar mejores respuestas a las demandas ciudadanas por una mejor política, y para mejorar las ofertas que se presentan por parte del sector público.
Pienso que el federalismo cumplirá mejor esta función si lo situamos en un marco mental social y económico (por ejemplo, para combatir la competencia a la baja en los impuestos, o para impulsar grandes planes de inversión como los fondos Next Generation), y no como parte de las batallas culturales.
Así lo hace el Plan de Gobierno de la Generalitat, priorizando una estrategia de “prosperidad compartida” (ver mi artículo en Linkedin): ésta es creíble y es posible porque está enmarcada en una estrategia federal, bien coordinada con España y Europa. Sólo así estaremos bien interconectados, y estaremos en la vanguardia de la aplicación de los Informes de los sabios italianos Draghi y Letta.
¡Y feliz año nuevo!
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