domingo, 9 de octubre de 2022

España progresa en medio de la tormenta

Los datos macroeconómicos de España en los últimos meses han sido muy positivos. Los momentos dramáticos de la pandemia quedaron atrás. España creció por encima del 5% en 2021, lo hará por encima del 4% en 2022, y seguirá creciendo en 2023 según todas las previsiones, a un ritmo más bajo, pero por encima de la media europea. Gracias a los fondos europeos, y a innovaciones institucionales que permitieron dar una salida progresista a la pandemia (los ertes, la reforma laboral), España puede que no sólo esté creciendo sino que puede que haya aumentado su capacidad de crecimiento potencial.  Al mismo tiempo, los paquetes de medidas están permitiendo controlar en cierto modo la inflación, que se ha situado por debajo de la media europea, al mismo tiempo que se actúa con responsabilidad fiscal y se está en una senda de reducción de la deuda pública en relación al PIB. Los indicadores de cohesión social han mejorado, y los indicadores de actividad diaria siguen espectaculares (como cualquiera puede comprobar paseando por cualquier ciudad española).

Esto no es triunfalismo, ni todo es perfecto. Se han tenido que tomar muchas decisiones de política económica (el laissez-faire ha quedado totalmente desprestigiado) y se pueden cometer errores, y hay que irlos corrigiendo sobre la marcha. 

España no inquieta ni en Europa ni en unos nerviosos mercados financieros, sino que genera admiración más allá de nuestras fronteras, o por parte de personas que nos visitan o están con nosotros por un tiempo, como reflejó el periodista Simon Kuper en un artículo en el Financial Times de hace unos meses. Inquietan Italia o el Reino Unido, pero no España, cuyo gobierno es visto como serio y responsable.

La cantidad y calidad de la actividad reformista en la legislación, que acompaña a la recepción de los fondos europeos Next Generation, solo se puede comparar con la etapa de ingreso de la comunidad europea, cuando hubo que adaptar todo el cuerpo legislativo. Destaca en este sentido una reforma laboral que por fin ha sido exitosa, y que ha conseguido doblegar la curva del paro y mejorar sustancialmente las cifras de empleo indefinido y de empleo juvenil. Por tercera vez, el gobierno español de coalición ha presentado unos presupuestos en tiempo y forma, lo cual permite mantener la estabilidad económica en tiempos difíciles. Es algo que los gobiernos anteriores del PP habían dejado de conseguir, y que algunos gobiernos autonómicos (como el catalán) no parecen priorizar.

Durante la pandemia, se generó el mayor escudo social de la historia de España, tras un parón económico inesperado y sin precedentes. Se puso en marcha el Ingreso Mínimo Vital, cuyas dificultades de implementación están siendo superadas con tesón y evaluación profesional de su despliegue.

Los fondos europeos no cayeron del cielo, hubo que pelearlos, y son el resultado de una visión europeísta y federalista a la que contribuyó decisivamente el gobierno de Pedro Sánchez y Nadia Calviño. La derecha española mientras tanto, en lugar de cooperar para consolidar estos buenos resultados, intenta generar miedo, erosionar las instituciones, y minar la cultura tributaria. 

Junto con una parte importante del nacionalpopulismo catalán, tienen en común su frivolidad, su falta de interés por los acuerdos, por el buen gobierno, por la rendición de cuentas, y su interés en el ruido y la crispación.

El foco de crisis constitucional que surgió con el proceso independentista catalán parece apagado con los indultos y el diálogo promovido por el gobierno español, que ha propiciado la división del movimiento independentista.

No hay que esconderse en el debate sobre los impuestos. La tendencia internacional es a armonizar impuestos y acabar con los paraísos fiscales. Cuando la derecha británica ha intentado bajarlos, han sufrido un pánico financiero y han tenido que ser advertidos como si se tratara de una república bananera. Hay argumentos de sobras para dar la batalla cultural de los impuestos: ¿qué tipo de sociedad queremos ser? ¿Como los países más avanzados de Europa, o como los Estados Unidos? ¿Como algunos países latinoamericanos, africanos…? Hay que tener un buen sistema impositivo para tener una economía equitativa y desarrollada, y estamos por debajo en ingresos impositivos respecto a los ingresos totales de aquellos países a los cuales queremos parecernos. Es necesaria una fiscalidad justa, eficiente, progresiva, que garantice todas las políticas de apoyo y reactivación que se están realizando.

Por desgracia, el cinismo que resulta de las actitudes anti-política, o de las estrategias de erosión institucional (como las de la derecha española o buena parte del independentismo catalán) minan la cultura tributaria, y crean un bucle negativo contra el que hay que luchar. Pero vamos a luchar, y esa es parte de la estrategia para que España en Europa siga progresando en medio de la tormenta.


No hay comentarios:

Publicar un comentario