No es habitual que un profesor de Economía de Empresa se preocupe por las desigualdades. Es una preocupación que se asocia a otras personas expertas, en el pasado sobre todo sociólogos, aunque en los últimos años, gracias al éxito de los trabajos entre otros de Piketty, Deaton o Milanovic, también economistas de lo que en jerga académica llamaríamos "economía general", pero no "economía de empresa", han hecho importantes contribuciones a la cuestión.
Sin embargo, el profesor Vicente Salas-Fumás, probablemente el mejor especialista de España en economía de empresa, y uno de los mejores a nivel internacional, ha publicado varios trabajos sobre la cuestión, y sigue trabajando en ello, demostrando una vez más la futilidad de las divisiones artificiales en las ramas del conocimiento. Y no lo hace como un intruso, metiéndose en cuestiones que conozca lejanamente, sino que lo hace precisamente desde sus conocimientos de economía de la empresa, aunque sea también un académico con unos conocimientos muy amplios de teoría económica y experiencia en trabajos empíricos de tipo muy diverso (la pandemia dejó pendiente entregarle el Doctorado Honoris Causa por la UAB, universidad en la que enseñó durante unos años, y donde dejó una profunda huella, de la que estoy orgulloso de haberme beneficiado modestamente).
El Profesor Salas publicó ya en 2015 una reseña del primer gran best-seller de Thomas Piketty, "El Capital en el Siglo XXI", donde elogia el carácter multidisciplinar de los métodos del economista francés, y donde presenta un primer esfuerzo por traducir el enfoque macroeconómico de Piketty, a un enfoque microeconómico (desarrollado después en otras publicaciones), que explique las desigualdades de abajo arriba, a partir de las decisiones que toman las empresas y los agentes que participan en ellas, decisiones que tienen que ver con las actividades a las que se dedican las personas, los salarios que pagan, con el tamaño de las empresas, y con sus decisiones de localización, o de adopción de productos, procesos y tecnologías.
En la revista del Colegio de Economistas" de Madrid, en un número de 2018, el mismo autor profundiza en la relación que existe entre las decisiones que toman las empresas y las desigualdades resultantes de renta y riqueza. Cuando las empresas deciden sobre los salarios de las personas que ocupan cargos ejecutivos, sobre los salarios del resto de personas trabajadoras, sobre la distribución de beneficios, sobre dónde, cómo y qué producir, sobre las estrategias de optimización fiscal, están tomando decisiones que tienen un impacto directo sobre la distribución de la renta y la riqueza. El aumento de las desigualdades dentro de muchos países en los últimos años no es ajeno a estas decisiones. Salas sugiere que en un enfoque amplio y reformista sobre los objetivos de las empresas, éstas deberían tener en cuenta en sus decisiones no sólo las externalidades que generan sobre el medio ambiente, o sobre una variedad de stakeholders, sino también el impacto sobre las desigualdades.
Este enfoque sobre cómo las decisiones "internas" de la empresa afectan a las desigualdades, puede complementarse con el análisis de otras decisiones que toman muchas empresas, sobre todo las más grandes y poderosas, cuando tratan de influir directamente sobre la toma de decisiones políticas. Luigi Zingales abordó esta cuestión con un artículo en 2017 animando a trabajar sobre el análisis del poder político de la empresa. De alguna forma, lo que Zingales sugiere es ampliar el análisis sobre las relaciones de poder dentro de la empresa (un análisis que está muy presente en los materiales del proyecto CORE), para abordar el análisis de las relaciones de poder en el conjunto de la sociedad en los que interviene la empresa. Dado el papel importante que las empresas multinacionales juegan en estas relaciones de poder, los mecanismos que se utilicen para empujar a estas grandes empresas en una dirección más igualitarista deberán tener necesariamente un componente transnacional.
Antes de la re-distribución que ejerce el Estado a través de impuestos y transferencias, habitualmente se dice que la distribución de la renta en ese momento resulta del mecanismo de mercado. Sin embargo, las empresas con sus decisiones de diseño organizativo y asignación interna de recursos, también juegan un papel crucial en esa distribución que queda lista para que el Estado actúe sobre ella. Por ello, profundizar en qué puede hacerse desde la empresa (mediante la auto-regulación o la regulación) para mejorar la distribución de la renta y la riqueza en una dirección igualitarista, debe formar parte de la caja de herramientas de cualquier política pre-distributiva. Además, en momentos de crisis aguda, en que en economías como la española hay que esperar un tiempo prudencial para acometer una necesaria reforma fiscal en profundidad que mejore significativamente los ingresos fiscales y las políticas re-distributivas, el peso debe caer en el corto plazo en medidas que permitan igualar la renta antes de la acción directa del Estado sobre la misma. Eso justificaría el condicionamiento de las ayudas directas a empresas con motivo de la crisis, a actuaciones de las empresas en una dirección igualitarista.
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