domingo, 5 de abril de 2020

¿La última crisis liderada por el Estado-Nación?

Debe ser el confinamiento, pero estoy muy sensible ante el deslizamiento de comentarios fácilmente euroescépticos estos días. Me cuesta aceptar que a "Europa" se le eche la culpa de mucho, sobre todo de su relativa inacción, mientras que en los países o las regiones, la culpa se la lleva no, por decir algo, el "Reino Unido" sino "el gobierno del Reino Unido".
En realidad, creo que quien más se la juega en esta crisis es el viejo Estado-Nación. Más bien veo por todas partes a los sectores más lúcidos de varios gremios, como epidemiólogos o economistas, reclamar un mayor grado de coordinación europea e internacional (también coordinación dentro de cada Estado). Algunos filósofos reclaman una Constitución planetaria y Gordon Brown pide un gobierno mundial temporal. Las instituciones europeas son jóvenes comparadas con el viejo y renqueante Estado-Nación. Sin duda el protagonismo en esta crisis se lo llevan todavía los gobiernos nacionales, y los mercados mediáticos nacionales, y los marcos mentales nacionales. Pero no habrá solución a medio y largo plazo (a esta crisis o a las futuras) si no adoptamos mecanismos europeos y transnacionales (no sólo internacionales) para salir de la crisis.
En realidad, en el caso español por ejemplo, nuestra pertenencia a la Unión Europea nos permite afrontar esta crisis, o cualquiera que pueda venir, con mayores protecciones. Hágase el ejercicio de pensar cómo se hubiera enfrentado España a la pandemia fuera de la Unión Europea: ¿seguiríamos pudiendo ir al supermercado y utilizar tarjetas de crédito o moneda en cash de algún valor? ¿Seguirían nuestros derechos humanos básicos protegidos? ¿Tendríamos alguna esperanza de que nos pudiéramos endeudar más para hacer frente a la crisis?
La respuesta a todas estas preguntas es NO. Ninguno de los planes que correctamente está haciendo el gobierno español, muy bien explicados hoy por el ministro Escrivá y la ministra Calviño, serían posibles. A partir de ahí, hacen bien los gobiernos más europeístas en pedir mecanismos de mutualización del problema, porque se trata de un problema común. La magnitud del problema y los mecanismos económicos para enfrentarnos a él han sido muy bien explicados, entre otros, por Xavier Vives en un artículo, y por Esteller y Durán en otro centrado en los aspectos de finanzas públicas. En Nada es Gratis hay una incesante colección de artículos interesantes. En mi blog en inglés he recogido otros artículos que se centran en la intervención pública por el lado de la oferta.
Quien debería pender de un hilo es el viejo Estado-Nación y el concepto de la soberanía nacional. En el pasado, sólo algunas oportunidades históricas para federalizar se han aprovechado. Como en la formación de los Estados Unidos, o de la India moderna, o en la formación de la Unión Europea (aunque sus mecanismos federales sean insuficientes, pero no inexistentes). Otras oportunidades se han desaprovechado, como en la descolonización de América Central y del Sur, así como de África, a base de pequeños estados, salvo honrosas excepciones a cual más fallido. De nuestra generación depende que las últimas crisis protagonizadas por el Estado-Nación no sean las últimas crisis de la humanidad. Para ello necesitamos que el devenir de esta crisis, y las próximas crisis, se aborden con una mayor federalización de recursos, competencias, datos y marcos mentales.

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