viernes, 22 de diciembre de 2017

Mis elecciones catalanas, en perspectiva

1-Perspectiva. Siempre he pensado que un análisis electoral sosegado requiere dos días por lo menos, pero como mañana tengo un día de aeropuerto y partido del Barça por alguna tele, y después viene la Navidad, me arriesgo a hacerlo con antelación. No tengo pues perspectiva temporal, pero sí geográfica, ya que voté por correo y a medida que mis conciudadanos se preparaban para votar o lo hacían, yo me alejaba de ellos en dirección al hemisferio sur. En mi viaje paso por Roma, compro el diario La Repubblica, leo sobre la polémica propuesta austríaca de ofrecer el pasaporte a los italianos de la región italiana fronteriza que hablen alemán, y me doy cuenta de que el caso catalán es uno más de los casos de nacionalismo y tensión identitaria que ocurren en un mundo plagado de problemas que interaccionan con las identidades y temerosos sentimientos de pertenencia. Como sabe el lector, alterno el catalán y el castellano en mi blog. La elección depende del tema y de factores aleatorios. Quizás porque estoy en Chile, quizás porque desde ayer casi los únicos que se han interesado por mi opinión son personas que viven fuera de Cataluña y se expresan en castellano, escribo este post en este idioma. También se interesó un amigo inglés, que me preguntaba cómo veía "el referéndum": suerte que no fue tal, porque si lo llega a ser daba para segregar dos partes de Catalunya: el norte cristiano con Puigdemont, el sur antiguamente musulmán con España. En Chile leo porque estaba en la maleta una reseña de una biografía de Polanyi, que decía que en la primera mitad del siglo XX el extremismo nacionalista fue una consecuencia del liberalismo extremo. Se olvida que en Cataluña también, entre otros factores: Mas encontró en su radicalización la forma de tapar su neoliberalismo cuando este empezó a hacer daño en el bolsillo a mucha gente. Por eso me asusta que algunos se alegren de que un partido neoliberal sea el gran beneficiado del voto no independentista: sin soluciones sociales, sin un proyecto sólido de reformismo social federalista serio, el nacionalismo extremo seguirá campando a sus anchas.
2-Los independentistas vuelven a sacar menos de la mitad de los votos aunque tienen muchos, pero vuelven a tener mayoría (algo reducida) de escaños. Su voto se concentra en algunas áreas del territorio y en grupos demográficos muy definidos. De transversalidad, nada. Tienen mayoría para elegir un gobierno autonómico, que les dará para seguir controlando los grandes medios públicos de comunicación. Creo que esto es lo único que tienen claro que harán. La CUP pasa de 10 a 4 escaños, lo que no es de extrañar porque su programa eurofóbico lo asumió Puigdemont, mientras ellos presentaban a un candidato cura (o lo parecía) y su gran día en la campaña fue cuando se manifestaron por las obras de arte religioso de Sijena. Felicidades, anticapitalistas.
3-Ciudadanos. Les felicito. Son los grandes beneficiados de la polarización y uno de los grandes logros del independentismo. No me alegro de que un partido desacomplejadamente nacionalista español sea el más votado, en Cataluña o en Madrid. Prefiero que ganen ellos antes que un partido fascista, por supuesto. Pero Ciudadanos (véase el nombre) tiene fuertes componentes populistas. La ideología ha venido después, y cuando han tenido que elegirla, han elegido la neo-liberal, de la mano de un economista competente, Luis Garicano, que excepto en la independencia se podría entender en todo con el Grupo Wilson de economistas neo-liberales independentistas. Todos ellos están encantados de tenerse como rivales, unos hablando en castellano y otros en catalán, unos en el campo y otros en las ciudades. Ciudadanos se ha beneficiado de pasar por este proceso sin responsabilidades en ningún gobierno (0 alcaldes en Cataluña), y sin que un solo votante recuerde ninguna de sus propuestas programáticas. Le iría bien empezar a tener alguna responsabilidad y alguna propuesta. El nacionalismo es letal para la izquierda, en Israel, en Irlanda, en Cataluña y en España.
4-El PP. Compartirá grupo mixto con la CUP. Cosecha en Cataluña el resultado de muchos años de utilizarla para conseguir votos fuera de ella. Su candidato era nefasto: una persona chulesca con un pasado racista. Tenían candidatos mucho mejores y no los usaron. La mayoría de sus votantes habituales votaron a Ciudadanos. En fin.
5-Los Comunes. Pasa de ser el partido más votado en Cataluña en las generales al quinto en las autonómicas. En 2015 sus 11 diputados se consideraron un mal resultado. Hoy, sacan menos. Tuvieron quizás al mejor diputado de la anterior legislatura (Coscubiela) y lo sacaron. La izquierda lo tiene objetivamente difícil, pero algunos parecía que ayudaran al rival, con el auxilio de Roures quizás.
6-El PSC. Sobrevive de nuevo, pero esta vez se había creado a si mismo unas expectativas excesivas. No parece que los ex de Unió hayan servido para capturar mucho voto nacionalista arrepentido. Para penetrar ahí (y si no lo hace el PSC no lo hará nadie) habrá que probar otras vías, con otras generaciones de líderes provenientes del nacionalismo. Hay que ser muy prudente a la hora de juzgar a los socialistas, que a diferencia de otros sí han asumido responsabilidades y han recibido fuego cruzado de todas partes, y nulo agradecimiento a los servicios prestados al catalanismo por parte de unos, y al respeto a la legalidad democrática por parte de otros. Partidarios de volantazos, abstenerse. El PSC es lo que es. Tiene que serlo mejor. Para subir, tenía que haber sido más de fiar, y para mucha gente no lo ha sido suficientemente. Para serlo no creo que la receta sea sumarse a los gritos españolistas de la segunda fila del escenario de Ciudadanos, sino ganar en seriedad y robustez. El federalismo no debe venderse como una propuesta territorial e identiraria, sino como una propuesta social para el mundo del siglo XXI. Iceta, Granados, Illa, y Silva, entre otras y otros, merecen apoyo para trabajar más en esta dirección, y para buscar a los nuevos liderazgos que nos permitan avanzar en el futuro, generando más confianza en el electorado y en sus potenciales aliados fuera de Cataluña, que son necesarios. Los spin doctors pueden volver a su casa.

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