(El Babelia trae dos artículos que van del mismo tema: como los escritores se han convertido en una pieza más del show business mediático desvirtuando el fin último de la literatura. Uno de ellos se puede leer en abierto y es el artículo que adjunto de Enrique Vila-Matas. El otro es de la escritora chilena Diamela Eltit que sólo está accesible en papel. Diamela Eltit cree que es posible hacer literatura sin salir constantemente en los medios, formar parte de "grupos" o redes ni hacer promociones. ¿Pueden los escritores darse el lujo de sólo hacer literatura? Y lo que es más importante, ¿Quieren los escritores hacer sólo literatura?).
Para responder a la pregunta de cuál es el rol del escritor y del intelectual en el mundo presente. Me remito, para comenzar, a dos frases del filósofo Alan Badiou:
“Cualquiera que trabaje para la perpetuación del mundo que hoy nos rodea, aunque fuera bajo el nombre de filosofía, es un adversario, y debe ser conceptuado como tal. No podemos tener la menor consideración para aquellos cuya sofisticación sirve para legitimar bajo los vocablos gastados e inconsistentes de «el hombre» y de sus «derechos»– el orden capital-parlamentario, hasta en sus expediciones neocoloniales”.
“A la inversa de lo que nos cuenta la propaganda, la gran masa de gente a escala planetaria no tiene nada bueno que esperar del capitalismo salvaje. Durante un tiempo podrán resignarse, pueden considerar que la tentativa comunista fracasó, o que quizá no haya otras perspectivas, pero a medida que pase el tiempo la convicción de que este mundo no es aceptable se incrementará e irá tomando formas cada vez más prácticas. Y esto va a obligar a aquellos que quieran verdaderamente inventar la política, no sólo a tomar en cuenta estas revueltas, sino también a proponer nuevas orientaciones, nuevas prácticas, nuevos modos organizativos”.
Alan Badiou
Lógicas de los mundos. El ser y el acontecimiento, 2
Ed. Manantial, Buenos Aires, 2008
Con un sentido ético-político indispensable en esta era “postsocialista”, el filósofo francés Alan Badiou, emprendió la tarea de repensar la política y la emancipación del sujeto, un intento muy necesario luego del fracaso del ensayo socialista con la consiguiente arremetida del "capitalismo salvaje" y sus teorías del "fin de la historia", "el Estado subsidiario” y la “supremacía del mercado". Para Badiou, la filosofía es un recurso más para intervenir en lo real. Por ello, despliega su aparato conceptual para pensar la relación entre el ser y el acontecimiento. A esta última noción, la dota de un nuevo espesor, porque no es el resultado de un programa político o de un manifiesto teórico sino la acción colectiva desplegada en el espacio público la que produce el acontecimiento político. De ahí que subraya: “No es porque hay reacción que hay revolución, es porque hay revolución que hay reacción” (p.14). El acontecimiento de Badiou está dotado de una lógica que esclarece su potencia temporal; en su imprevisibilidad dentro de las múltiples posibilidades de una situación, desde su condición misma de azarosa contingencia, presentifica el vacío que contiene toda situación y porta lo único que una verdad deja entrever: su inconsistencia. En consecuencia, la verdad no es propiedad de un Amo ni de un Ideal, sino que se produce en situación desde el acontecimiento. Además identifica en forma absoluta al sujeto, como sujeto de una verdad. Así, el acontecimiento abre un espacio subjetivo que se “puebla” de tres figuras posibles: el sujeto fiel: crea las consecuencias del acontecimiento, crea el presente; el sujeto reactivo: crea el pasado, oblitera y anula el presente; y el sujeto oscuro que, estando en el presente lo oculta, recurriendo a fetiches intemporales como Ciudad, Dios, Raza, Destino, Revelación. De este modo, la dimensión subjetiva adquiere preponderancia. Son los sujetos comprometidos con un procedimiento de verdad quienes extraen las consecuencias del acontecimiento, potenciando las marcas de ruptura y novedad frente a él.
Es evidente la apuesta política de Badiou al retomar la cuestión de la verdad y la cuestión de sujeto lo que permite disputar teóricamente los efectos aplastantes de las diversas teorías que han declarado el fin de la verdad y el fin del sujeto en la filosofía, la historia y la política, la literatura entre otros ámbitos. “Decir "sujeto" o decir "sujeto con respecto a una verdad" es redundante, ya que no hay sujeto sino de una verdad, a su servicio, al servicio de su negación, o de su ocultación” nos señala Badiou distanciándose de aquellos que al postular la historia sin sujetos proporcionan a la conciencia burguesa sus mejores coartadas.
Siguiendo a Badiou no puede haber otro rol más urgente para el intelectual, para el escritor y pensador de este momento de nuestra historia, que el compromiso y la praxis para contribuir a desmontar el orden económico neoliberal, como un sistema que esclaviza a los seres humanos y perpetua la exclusión y la desigualdad. Es decir, asumir su responsabilidad como “Sujeto fiel” quien, como cuerpo político subjetivado confrontado con situaciones de injusticia avanza hacia la construcción de una conciencia pública revolucionaria, contribuyendo a la acción colectiva que desencadena acontecimientos políticos capaces de mejorar la calidad de vida de la gente.
Desenmascarar a los fetiches del capital y del mercado, a las elites que se privilegian de ese orden basado en el racismo, en el clasismo y en todas las formas de desigualdad, es la tarea urgente, ya no sólo de los latinoamericanos y del Tercer Mundo, sino también de los sujetos subalternizados que viven en el Primer Mundo.
Cherie Zalaquett
(doctoranda en Estudios Americanos de la Universidad Santiago de Chile)
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