jueves, 14 de junio de 2012

El coste de hacer el ridículo (por Pedro Alas)

Existen momentos en que desaparece la capacidad de darse cuenta que uno está haciendo el ridículo. Supongo que a todos nos ha pasado alguna vez en la vida: alguna borrachera, algún amorío, alguna imprudencia... Lógicamente, a medida que nos hacemos mayorcitos, deberíamos aprender a contenernos. Pero parece haber momentos históricos en que la capacidad para hacer el ridículo aumenta, a pesar de que el coste en esos mismos momentos sea mayor. Serán los nervios del momento, quien sabe. Hoy algunos políticos del PP han decidido superar este umbral, cuando han pedido la dimisión de Joaquín Almunia, por decir algo tan sensato como que las entidades financieras que están en ruina financiera deberían desaparecer. Almunia ha sido hasta ahora uno de los mejores comisarios españoles en la UE, no por defender los intereses de España, que no puede hacerlo, sino los de los consumidores y ciudadanos europeos en su conjunto. Ahora que precisamente toda Europa nos está mirando, irritada por la auto-complacencia e incapacidad política de Rajoy y sus ministros, ahora precisamente algunos políticos del PP deciden exhibir sus cortísimos horizontes pidiendo la dimisión de un ejemplar servidor público, admirado en toda Europa.

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