sábado, 5 de septiembre de 2015

Felipe y Cataluña

Este bloguero nunca ha sido felipista, sino un socialista crítico. Si alguien se aburre y pone mi nombre en la hemeroteca de La Vanguardia, puede comprobar como siendo concejal del Ayuntamiento de Barcelona, en un acto público pedí su dimisión en 1995. Esto no tiene ningún mérito, más que haber contribuido quizás a tener la suerte de una carrera efímera como político profesional, lo cual me ha abierto muchas otras puertas (no lo digo porque eso preocupara, ni llegara en absoluto a González, sino porque alguien debía intuir una cierta inclinación al espíritu crítico). Mi espíritu contra-corriente no sólo no ha mermado, sino que se ha agudizado con los años, y me da una especial sensibilidad para distinguir a los críticos honestos de los oportunistas. Y me permite ver con cierta gracia como muchos de quienes siempre le hicieron la pelota en Cataluña ahora no aceptan una elemental declaración de amistad. Ha habido incluso alguien que hasta hace poco estuvo en la ejecutiva del PSC, pero que ahora está bien aposentado en la candidatura de Artur Mas, y que ha llamado "burro" a Felipe González, y ha dicho que sus declaraciones le daban algo así como repelús "intelectual". Uno está tentado de comparar las trayectorias políticas e intelectuales del acusador y el acusado cuando se dicen tales cosas, pero también lo dejo para quienes se aburran y tengan tiempo. Felipe González en su carta en El País cayó en la tentación en la que muchos estamos a punto de caer cada día, la de relacionar el proceso independentista con el fascismo. Es una tentación que hay que evitar, por supuesto. En realidad se refería exclusivamente, como ha clarificado hoy en La Vanguardia, al uso de los votos para desafiar un marco legal democrático. Pero es evidente que es un error lamentable, del que se ha disculpado, en una carta por otra parte amistosa con Cataluña, donde criticaba al gobierno del PP, y donde pedía reformas que reconocieran la singularidad de Cataluña en un marco federalizante. Otras veces, Felipe González defendió el concepto de España como nación de naciones, y hoy se ha mostrado abierto al reconocimiento de Cataluña como nación en la Constitución española. Por supuesto, los dirigentes que gobiernan o lideran el movimiento en Cataluña tienen derecho a elegir a sus amigos. Por ejemplo, pueden decidir que sus amigos son la Liga Norte italiana, o el antiguo ministro de economía griego Varufakis (que han expresado su apoyo al "proceso"), que se enfrentó a los gobiernos europeos y que acabó dimitiendo del suyo propio, y ahora encabeza una escisión de extrema izquierda a un gobierno de izquierda radical. Pero Felipe González es el primer ministro que firmó la adhesión de España a la Unión Europea, gracias al cual los catalanes también somos miembros de la Unión, y sigue siendo uno de los políticos con más prestigio en Europa (aparte de haber ganado varias elecciones con un apoyo mayoritario en Cataluña). Según la hoja de ruta independentista, tras una inmediata declaración de independencia, los dirigentes de este movimiento piensan pedir la admisión inmediata en la Unión Europea y en el euro. ¿Con qué aliados? ¿Qué pasará cuando reciban el no por respuesta? ¿Podremos ir a los cajeros a sacar dinero, o habrá que pedir asesoramiento al respecto a Varufakis? Insisto en que hay que evitar la tentación de la acusación de fascismo, porque nada nos autoriza a banalizar el crimen y el holocausto. En Cataluña no hay fascismo y gracias entre otras cosas a que estamos ya en Europa (y a Felipe, y a mucha gente que ya no está), no lo habrá. Pero en Cataluña se producen anomalías democráticas: abuso de la televisión y otros recursos públicos, la proliferación de uniformes y banderas, "fátuas" a los discrepantes (la última, al admirable arqueólogo glamoroso), persecución de candidatos según el origen de su apellido, abuso del espacio colectivo... Hay que añadir a esta lista la presión social, que hasta esta tarde yo creía que se limitaba a los pueblos. Pero en la librería de la cooperativa Abacus de la que soy socio, en un centro comercial de Barcelona, hoy he tenido que pedir el libro de reclamaciones para denunciar lo siguiente:"Hoy en la tienda Abacus de la Illa he visto carteles diciendo "Solicita tu camiseta Via Lliure en nuestro mostrador de información". Me parece un acto de propaganda política inaceptable como socio y cliente y un abuso del espacio colectivo". "Via Lliure" es el nombre la manifestación independentista del día 11 de septiembre, que aparte de ser el Día Nacional de Cataluña es este año el primer día de la campaña electoral. Otra anomalía democrática. Cataluña es libre de decidir sus amigos, y la calidad de su democracia.

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