domingo, 8 de septiembre de 2024

El triunfo del federalismo

No es solo porque el federalista Salvador Illa sea Presidente de la Generalitat, y porque desde hace 10 días yo tenga el honor de trabajar en su Gobierno como Secretario de Asuntos Económicos y Fondos Europeos, con la Consejera de Economía y Finanzas Alicia Romero. Es porque se ha puesto de moda el federalismo. Ya sea para defender el pacto entre PSC y ERC o para atacarlo.

Durante los años del Procés, la batalla por mantener vivos los principios y los valores del federalismo fue dura y desigual. El documental Federal (un film muy digno, dirigido por Albert Solé), que promovimos mediante micromecenazgo desde Federalistes d’Esquerres, recibió muchos menos apoyos públicos y privados que los documentales independentistas. Si todos los que ahora reivindican el federalismo hubieran contribuido…

Contra lo que se decía en aquella época, el federalismo era una pantalla que nunca se fue. Hoy desde ERC (en su documento “Por una financiación singular”, el que llevaron a la negociación) hasta los aledaños del PP, pasando por los que se fueron del PSC mirando con condescendencia a los federalistas que nos quedábamos, e incluso los guerristas, reivindican los principios del federalismo. Algunos por oposición al confederalismo, otros por oposición al unitarismo.

La España plurinacional (o la Nación de Naciones) y el federalismo no son conceptos antagónicos. Las palabras tienen su contexto, y en la historia de las ideas políticas, estos conceptos quedaron para siempre asociados en la obra de Anselmo Carretero, principal (aunque no único) exponente del federalismo en el PSOE, y persona que influyó mucho a Pasqual Maragall (y a sus padres), como explicará pronto Txema Castiella en un importante texto en el que está trabajando.

Entrar en la Generalitat es entrar en un ejercicio de federalismo aplicado, y no solo por lo que vayamos a hacer nosotros, sino por lo que ya se hace. Una de mis labores es supervisar e impulsar los fondos europeos (entre otros, los Next Generation) en Cataluña. Todo lo que ya se hace en este terreno, a pesar de cierta retórica, es ya un ejercicio de gobierno compartido (del que vamos a aprender mucho) entre la Unión Europea, el gobierno español y la Generalitat.

Y no hay una discontinuidad entre la evolución federal española y la europea. Los orígenes son distintos (un estado unitario en España y unos estados soberanos en Europa), pero el destino es el mismo, ya desde el presente actual: compartir soberanía, y dar pasos prácticos en esta dirección.

La evolución federal está en marcha, pero no ha hecho más que empezar.

domingo, 11 de agosto de 2024

Federalismo fuera del armario

Perder el miedo a una palabra ha sido el efecto para mí más importante del debate posterior al acuerdo alcanzado por el PSC y ERC para investir a Salvador Illa como President de la Generalitat.

En uno de los momentos culminantes de mi vida (solo equiparable al día en que el Alcalde Pasqual Maragall me llevó siendo yo Concejal en 1994 al palco del Nou Camp a ver como el Barça derrotaba al Manchester United por 4-0 en el último gran partido del Dream Team), el investido se acercó a mi modesta persona ayer en el Pati dels Tarongers para reconocer no la suya, que es la importante, sino mi victoria: Pedro Sánchez por fin había pronunciado la palabra que empieza por F. No haberlo hecho antes es algo que yo le había reprochado repetidamente al nuevo President. Ya me puedo retirar. O por lo menos dedicarme a otras cosas.

Existen los termómetros, pero no los "federalómetros". Los neo-federalistas (Sánchez hablando de federalización, ERC –que menciona como ejemplo las federaciones avanzadas en su documento sobre “Financiación Singular”, Mas Colell escribiendo sobre una gran oportunidad federal, Alfonso Guerra usando el federalismo para criticar la tentación confederal, entre muchos otros) suponen una gran coalición. Sin duda muy heterogénea: incluyen algunos que eran federalistas sin saberlo o sin querer reconocerlo, otros que no querían serlo y ahora lo encuentran útil, y algunos que despiertan de su sueño soberanista. El federalismo, como tantos conceptos políticos, no tiene una definición consensuada, ni se puede medir como la temperatura. Nos intentamos acercar a ello con Joan Botella y Victoria Camps en el libro “Qué es el federalismo” editado por Catarata (y presentado en Madrid en su momento por Alfredo Pérez Rubalcaba). Pero no reivindicamos ninguna autoridad especial al respecto.

El acuerdo con ERC es un documento político entre federalistas e independentistas, y así se explicita con toda transparencia, y que respeta escrupulosamente nuestro marco legal, que ya tiene muchos componentes federales, en España y Europa. El PSC partió de su programa económico, explícitamente federalista, que fue elogiado durante el período postelectoral por Andreu Mas Colell, ex independentista, y el más prestigioso economista catalán. El consorcio tributario que incluía el programa no fue aceptado por ERC, pero hará falta compartir mucha información si se quiere recaudar el irpf. En el pacto no aparecen ni el concepto de concierto ni el de régimen común. Aparece el concepto de solidaridad sin concretar. Cobro y gestión de los impuestos, como Alemania. ¿Se podía haber negociado mejor? Quizás sí... buena suerte al próximo que lo intente (yo colaboré en la negociación). Ya hay muchas singularidades y bilateralidades en el modelo actual, y puede que las que se añadan sean más solidarias y transparentes que las actuales. El federalismo consiste en hacer compatibles la singularidad y la cooperación solidaria. El consorcio de inversiones, un elemento federalista del pacto, propuesto por el PSC a imagen y semejanza del Holding Olímpico de 1992, del que se habla poco, es de lo primero que se podría poner en marcha.

No había alternativa a pactar con ERC (y por lo tanto a aceptar conceptos que ciertamente chirrían con la tradición federal) que llevara a una presidencia de Illa: era y es un pacto apoyado por los sindicatos y el empresariado. La alternativa era hacer realidad los sueños húmedos de Puigdemont (una figura mucho más estrafalaria que Pujol, y no hacían falta los últimos acontecimientos para darse cuenta): priorizar la colusión del PSOE en Madrid con el nacionalismo conservador para dejar en segundo plano al PSC (como hicieron algunos de los que critican el pacto con ERC, y como ha rechazado hacer Sánchez, poniendo en riesgo su mayoría) y regalar la Generalitat al nacionalismo… con Puigdemont a la cabeza. 

Algunos que ahora lo empuñan veían el federalismo como el fin del mundo. Otros lo apoyan desde hace tiempo, y han expresado sus reservas o críticas respecto al Pacto, a las que hay que prestar atención. Me refiero a personalidades como Alberto López Basaguren, Francsico Pérez, Elena Valenciano o Ramón Jáuregui. A ellos y otros como ellos habrá que dirigirse y con ellos habrá que colaborar.

El reto, perfectamente factible por lo abierto del acuerdo, es conciliar con el conjunto del PSOE y el federalismo sincero español, y mantener el pacto con ERC y la alianza con la sociedad civil catalana. Y si se puede, y algún día se podrá, sumar al consenso federal a los sectores más lúcidos de la derecha española.

España ya es federal (a través del estado autonómico y su pertenencia al corazón de la UE), pero lo es de forma imperfecta. No existen las tablas de la ley federales, no existe el "verdadero federalismo" ni habrá una DUF (Declaración Unilateral de Federalismo): lo construiremos colectivamente, a la vez en Cataluña, España y Europa. Habrá que evaluar si tras el gobierno de Illa, que esperemos que dure mucho, Cataluña ha contribuido o no a que mejore el federalismo en España y Europa. Llámenme ingenuo: yo soy muy optimista.

España es federal porque el poder político está fuertemente descentralizado y varios niveles de gobierno rinden cuentas directamente a la ciudadanía y no solo entre ellos. En la UE y en la zona euro, nadie tiene el monopolio de la soberanía, sino que ésta se comparte.

No soy el único que ha trabajado para que la palabra que empieza por F deje de ser tabú. Está en el frontispicio de las organizaciones que dieron lugar al socialismo catalán desde sus orígenes. Salvador de Madariaga encabeza una larga tradición de federalistas hispanos, debidamente arrinconada por todos los nacionalismos, como lo ha sido en Europa la tradición de Spinelli y el Manifiesto de Ventotene. Más recientemente, personas como David Lizoain, que tiene orígenes canadienses, y ha estado en la Moncloa y en sala de máquinas del PSC, también se han empleado a fondo. Sin duda influido por él, pero tras hacer su propio trabajo interior que le lleva a evolucionar desde su tarradellismo original (una tradición previa al estado autonómico y la integración en Europa) Salvador Illa dijo en inglés en el discurso inaugural de su campaña electoral, en la London School of Economics:

“¿Cuál es la alternativa? En una palabra, federalismo. El federalismo es una forma de entender el mundo y una manera de gobernarnos. El federalismo nos enseña que es posible la coexistencia de distintas identidades en un único sistema de gobierno. Que unidad no implica necesariamente uniformidad. Que la unión de diferentes creencias, naciones, lenguas e identidades puede dar lugar a algo mejor aún, forjado en base a las propias diferencias. El federalismo es una gobernanza con el compromiso de unir y servir. El futuro es federal: para Cataluña, para España y para Europa”


lunes, 22 de julio de 2024

Serà efímer l'efecte Lamine Yamal?

Fa una setmana, tot just acabada la final de l’Eurocopa, vaig publicar a Agenda Pública un article sobre el caràcter multi-ètnic de la selecció espanyola de futbol masculí i les implicacions més enllà de l’esport que podia tenir el seu èxit esportiu. La que estava sobre la gespa era una Espanya prometedora amb la qual es podia sentir identificada una gran part de la ciutadania. Un cop fora de la gespa, alguns membres del mateix equip no van desaprofitar l’oportunitat per rebaixar el meu optimisme durant la celebració al dia següent.

De totes maneres, em ratifico en l’afirmació que l’Espanya de Nico Williams i Lamine Yamal havia agafat amb el peu canviat tant a la ultradreta espanyola com a alguns sectors de l’independentisme català.

No és cap novetat que el que passa en els terrenys de joc pot tenir un efecte sobre les masses més enllà dels estadis. Per exemple, s’ha comprovat que els èxits del jugador egipci de religió musulmana, Mohamed Salah, al Liverpool, han anat acompanyats d'una reducció significativa dels delictes d’odi anti-musulmà en aquesta ciutat anglesa. Es pot parlar d’un “Efecte Salah”.

També està estudiat que les victòries de les seleccions nacionals a Àfrica coincideixen amb una moderació de les lluites interètniques dins dels diferents països. En l’article d'Ignacio Palacios-Huerta “The Beautiful Dataset” es posen altres exemples sobre l’impacte social i emocional de l’esport de masses, incloent l’impacte de les victòries del Barça sobre el nacionalisme català o l’impacte del gol d’Iniesta a Stanford Bridge el 2009 sobre la reproducció humana a Catalunya nou mesos després.

Hi ha un “Efecte Lamine Yamal” a Catalunya? Sens dubte que hi és, i també a tota Espanya. Lògicament, està per estudiar i per quantificar. Les enquestes al final de l’Eurocopa ens parlen d’aquest jove adolescent com el més popular de l’equip. El seu estil alegre i la seva paradoxal calma sobre el terreny de joc, així com el seu origen humil (i reivindicat, mostrant orgullós els dígits del codi postal quan marca), hi ajuden. Tant de bo el xicot no canvïi massa, encara que deu ser molt difícil quan tothom parla de tu.

Que l’efecte existeix ho saben alguns alcaldes de formacions independentistes, com els de Martorell, Sant Andreu dela Barca o Vilaseca, que no van dubtar a posar a disposició dels seus veïns pantalles gegants perquè es pogués seguir i celebrar l’èxit de la selecció espanyola, que va unir a seguidors del Barça, seguidors de la selecció espanyola i molts fills de la immigració estrangera, siguin o no seguidors del Barça i de la selecció espanyola. Molts d’ells, incloent amics i parents d’en Lamine Yamal i potser ell mateix, es van alegrar de la victòria del Marroc sobre la selecció espanyola a Qatar. Altres alcaldes independentistes, com el de Girona, no han estat capaços de canviar el xip i adaptar-se al missatge de diversitat i germanor que es projectava des de Berlín i Rocafonda. 

El dubte és si l’efecte Lamine Yamal i aquests efectes en general són duradors. Rebrotarà la islamofòbia a Liverpool un cop Mo Salah deixi el Liverpool? Rebroten les lluites inter-ètniques a l’Àfrica quan les seleccions nacionals no guanyen? Si punxa la bombolla de Lamine Yamal (LY), o si el Barça no el pot retenir, deixarem de valorar l’aportació que fan i poden fer els fills de la immigració? Deixarem de reconèixer la diversitat de la societat catalana, i tornarem a intimidar a totes aquelles persones que no vulguin ser presoneres d’una sola identitat?

Una part del dubte és esportiva. Serà LY un Ansu Fati (AF) en versió ampliada? Simon Kuper, el periodista autor del millor llibre sobre el Barça, veu un 1% de probabilitat que LY sigui Messi, i un 25% de ser AF. Diu que potser el Barça, amb les seves urgències, està fent debutar massa aviat a jugadors adolescents que no estan físicament formats, amb un gran risc de lesions greus.

Però el dubte va més enllà de l’esport. El que no hi ha dubte que serà durador i creixent és el caràcter mestís de la societat catalana. Respondre a l’Espanya de LY i Nico Williams dient que no hi ha res a celebrar fins que Catalunya tingui la seva selecció i fins que cada nació tingui un estat, és tenir el peu canviat respecte a una realitat creixentment postnacional. El mal humor davant de les seleccions multiètniques i multiculturals (l’espanyola, però encara més la francesa, l’anglesa, l’holandesa, l'alemanya o la belga: les millors; tant diferents de les ètnicament homogències de les petites nacions de l’Est d’Europa) reflecteix uns instints que esperem que realment vagin desacompassats amb el signe dels temps.


martes, 9 de julio de 2024

Bienvenido Mr. Flick (o por qué, a pesar de todo, hay brotes verdes en el Barça)

Hoy empieza a trabajar en el Barça el nuevo entrenador, Hansi Flick. Con su fichaje, el Barça vuelve a la tradición de los años 1970 y 1980, cuando fichaba por ensayo y error a los entrenadores que triunfaban en Europa o más allá y que aportaban nuevas formas de hacer las cosas. Algunos triunfaban y otros no, pero por ahí el club acabó dando con la fórmula del fútbol holandés adaptado a las peculiaridades locales.

No sabemos si este entrenador, que con el Bayern de Munich le dio la paliza más humillante al Barça de Messi, va a triunfar. Es imposible saberlo. Pero parece que con él hemos dejado de mirar hacia adentro y hacia atrás (Koeman, Xavi) y hemos vuelto a mirar hacia fuera y hacia el futuro. Tampoco sabemos si una persona seria y rigurosa como él aguantará mucho tiempo el entorno improvisado de Laporta y su séquito. Ojalá que sí, porque pese al caos reinante, y a la difícil situación deportiva y financiera que se arrastra desde antes del actual presidente, pero que el actual presidente parece hasta ahora incapaz de revertir, sostengo que existen algunos brotes verdes, sobre los que se puede construir:

-La cantera. Este es el principal brote verde. Por la razón que sea, la Masía no deja de producir talentos increíbles. El último de ellos, Lamine Yamal, ha impresionado en la Eurocopa con solo 16 años, y ha hecho olvidar el disparate que todavía se escuchaba hace unos meses, de que había que recuperar a Messi. Pero hay muchos más con Lamine. Costará retenerles a todos, pero hay que intentar retener a todos los que sea posible (sin enloquecer), darles oportunidades y un entorno para que crezcan. La mejor declaración en la temporada que termina fue la del ahora ejecutivo Bojan Krkic, cuando le preguntaron cuál era el objetivo para Lamine esta temporada: que acabe la ESO, dijo. Bueno, pues Lamine terminó la ESO y ha triunfado en la Eurocopa. Que sea solo el inicio.

-La expansión contínua del fútbol. Al Barça no le faltarán ingresos. El fútbol no para de expandirse. Los programas de TV más vistos siguen siendo partidos de fútbol, cada vez se juegan más partidos, las competiciones se expanden y nuevos aficionados en los rincones más remotos del mundo se enganchan a las grandes estrellas. El problema es gastar con criterio.

-Barça One. Dentro del caos, parece que desde el club se ha logrado crear una plataforma de creación y reproducción de contenidos, Barça One, que promete masificarse y ser una fuente de ingresos por publicidad y por los mecanismos de interactividad, y a la vez una herramienta para consolidar una comunidad que sigue basándose en una marca poderosa con fuertes raíces (que tienen que ser tanto arraigadas en Cataluña como plurales y diversas).

-El fútbol femenino. Es parte de la expansión del fútbol. Alguien hace unos años tomó la sabia decisión de impulsar el mejor equipo de fútbol femenino del mundo, punta de lanza de la mejor selección y dominante en España y Europa. La inspiración para otras jóvenes deportistas solo puede servir para seguir creciendo y proyectarse hacia el futuro. Esto no afecta a Flick, pero puede ayudar a prestigiar a un club en horas bajas. El siguiente paso, no muy alejado en el tiempo, debería ser tener una entrenadora carismática que aumentara todavía más la popularidad del equipo.

-Un grupo de personas que desde la sociedad civil se organiza para tomar el relevo de Laporta. No sé si tendrán éxito, pero por lo menos puede servir para que el actual presidente se sienta más vigilado y empiece a comportarse como un adulto. Una mejor gobernanza solo se conseguirá con mejores gobernantes. No hace falta ser sociedad anónima. El R. Madrid no lo es, ni lo son los clubs alemanes, ni lo fue el Barça cuando ganaba títulos y no estaba en la ruina financiera.

Sr. Flick, le deseo lo mejor. Como dijo Charly Rexach, no tenga prisa en hablar en castellano, el gran error que cometió Van Gaal. No deje que se rían de usted, en ningún sentido. Manténgase algo distante y tome sus decisiones con frialdad, rigor e independencia de criterio. Ojalá dure mucho, será señal de que los brotes verdes van floreciendo.

domingo, 30 de junio de 2024

La equidistancia no salvará a la democracia

La democracia está en peligro, y la lucha contra el cambio climático y la convivencia interracial, también. En sus distintas variedades, las propuestas disruptivas que nos amenazan ya no son meras anécdotas, sino una epidemia global en toda la regla de la que hay que defenderse en todas partes. La epidemia tiene diferentes manifestaciones, pero parecidos síntomas.

Allí donde fracasa y allí donde triunfa (aunque como vemos en el Reino Unido y en Estados Unidos, el triunfo hoy puede ser el fracaso mañana y viceversa), vemos la importancia de presentarle a este neo- o post- fascismo, una alternativa que mire al futuro y que sea creíble. Y la alternativa buena hace 4 años (Biden en 2020) puede no serlo ya cuatro años después (Biden en 2024). Estamos ante una lucha sorda y constante, que por supuesto a los de mi generación nos llevará el resto de nuestra vida.

Tras una presidencia demencial y haber apoyado un golpe, con varios juicios pendientes y condenas ya reales, el Partido Republicano y una parte importante de la élite empresarial apoyan a Trump por tercera vez, y con más firmeza que nunca. Quizás los Demócratas pueden ser acusados de no dar con la fórmula definitiva, pero a quienes la historia juzgará más severamente por no defender la democracia (y el Planeta, y la convivencia) es al Partido Republicano y a sus irresponsables apoyos empresariales. Y lo mismo en otros países (no cabe la equidistancia con la AfD alemana, que se dedica a la bromita de pintar de nuevo esvásticas en las ruinas de los campos de concentración).

El Partido Demócrata en Estados Unidos debería unirse detrás de una candidatura ganadora que abarque el máximo espacio posible, desde el centro-derecha a la extrema izquierda, con un discurso firme, pero sensato y elegante. Y si no lo hace, habrá que apoyar igualmente a quien se presente.

En Francia, la extrema derecha (que propone la discriminación abierta de los hijos de inmigrantes) también es apoyada por una parte de la élite empresarial. No cabe la equidistancia, ni es una cuestión de políticas económicas. O no lo es en un sentido inmediato. No está en juego la gestión del ciclo económico, están en juego las bases institucionales que hacen posible (aunque no aseguran) la convivencia y el bienestar en nuestras sociedades, incluida nuestra relación con el medio ambiente.

Eso no impide criticar a algunos líderes de la izquierda. Se han unido, sí, pero no han sido capaces en Francia de proponer un candidato claro a primer ministro. No está claro que con la fórmula del Nuevo Frente Popular apunten al futuro. Más bien suena a oxímoron: o hacemos algo nuevo, o hacemos el Frente Popular. El estilo sectario y la sustancia euroescéptica de Melenchon, y la incapacidad de la coalición de izquierdas para proponer un candidato de consenso a primer ministro que sea europeísta y dialogante, limita su atractivo para unir a una gran coalición social.

En el Reino Unido vemos las ruinas de 14 años de aplicación de todas las recetas de la derecha para intentar defender sus intereses y su hegemonía social, todas ellas con todavía importantes apoyos empresariales: el thatcherismo del núcleo veterano del Partido Conservador, el austericidio de Cameron y Osborne, el secesionismo populista de Johnson, el anarcocapitalismo de Truss. El próximo jueves serán barridos por su temeridad, irresponsabilidad, egoísmo, incompetencia y oportunismo, pero también porque el Partido Laborista, tras el fracaso de su versión propia de Melenchon llamada Jeremy Corbin en 2019, ha presentado una propuesta sensata de amplio espectro: Keir Starmer es el Salvador Illa del Reino Unido. Avanzamos en algunos sitios, retrocedemos en otros, resistimos donde podemos.


domingo, 16 de junio de 2024

Catalunya: una lenta rendició de comptes

En democràcia, especialment quan hi ha divisió de poders (com hi ha d’haver), s’ha de tenir molta paciència. Els qui s’equivoquen i fracassen objectivament poden seguir tenint protagonisme durant un temps indefinit. Tot i que la democràcia permet certa rendició de comptes, amb el vot retrospectiu, és possible sobreviure políticament sense fer cap autocrítica.

A Catalunya l’electorat ha parlat: el PSC ha guanyat totes les eleccions del darrer cicle electoral, i les dues darreres eleccions al Parlament de Catalunya, amb un resultat creixent, si bé no amb una majoria suficient per governar només amb el suport dels seus escons. La societat civil i el carrer també han girat full.

Però molts protagonistes de l’error de 2017 (i anys anteriors i posteriors) segueixen sense donar-se per al·ludits i segueixen tenint un protagonisme que no es correspon als mèrits que han fet, pontificant des dels principals mitjans de comunicació i les institucions.

El problema l’assenyalava Oriol Bartomeus: costarà desmuntar l’entramat que ha permès la construcció del discurs basat en les mentides del Procés. Encara hi ha molta gent que s’hi dedica, i molts mostren una capacitat molt limitada de reciclatge.

La CUP està en declivi, però encara és capaç d’influir amb el seu anticapitalisme a temps parcial, un fervor per la lluita de classes que s’atura quan algú pronuncia mots d’ordre com “la repressió”, “el 155” o “la nació mil·lenària”. Potser el seu anticapitalisme no és tan incoherent com sembla a primera vista: troben el capitalisme massa modern per a nacions mil·lenàries, com aquell moviment decimonònic que tenia casualment en Amer una de les seves capitals. Rull és un convergent de dretes de tota la vida (i també un processista que té pendent l’autocrítica, no veig on està la incompatibilitat), Giró un neoliberal quasi confés, però això no ha impedit que la CUP no només els recolzés, sinó que liderés les majories que els hi han donat càrrecs importants. Els prefereix a ells abans que a la socialdemocràcia a temps complet.

Els polítics que se’n van anar del PSC pel Procés, malgrat que el temps ha donat la raó als seus antics companys, segueixen pontificant i vivint dels seus nous partits amb el màxim protagonisme. Toni Comín, com a únic eurodiputat de Junts, és avui un dels eurodiputats excèntrics sense grup a Brussel·les i Estrasburg. Tot un símbol de l’aïllament internacional del Procés.

Igual que la sort (en el sentit que no és mèrit seu) va deparar un rol decisiu als 7 diputats de Junts al Congrés (després de quedar cinquens a Catalunya a les eleccions generals), la sort també va voler que el Sr. Agustí Colomines (que una vegada va dir a Twitter que s’havia de cremar un llibre meu) tingués els seus minuts de glòria com a president de la mesa d’edat del Parlament. Aquest senyor és un dels principals “ideòlegs” del procés, i com a ex responsable de la Fundació del 3%, un dels emblemes de la connexió entre la corrupció i el nacionalisme convergent.

Rovira i Puigdemont sembla que van ser els que van pactar la nova mesa del Parlament. La dirigent d’ERC sembla que té com a criteri que allò que fa, es pugui explicar a la seva localitat, que és Vic, contra la qual no tinc res, però és una petita vil·la poc representativa de la “Catalunya sencera” d’avui, per utilizar un concepte que crec que altres dirigents d’ERC es creuen sincerament. Si a més aquesta política osonenca i el polític d’Amer porten temps a l’estranger, tinc dubtes sobre la seva capacitat d’entendre la Catalunya diversa de 2024, ja diferent i més complexa que la de fa 7 anys.

Les dificultats de rendició de comptes no es troben només en el camp independentista. Una de les persones que més va equivocar el seu diagnòstic en els anys del Procés, sense ser independentista, és el senyor JJ López Burniol, que deia que “l’única solució” era la consulta. A mi em va estranyar que passés d’això a dir fa poc que veia amb aprensió el pacte del PSOE amb ERC a l’anterior legislatura, perquè portaria inexorablement a concedir als independentistes un referèndum d’autodeterminació (allò que ELL demanava) a la següent (l’actual). Ara he aclarit la confusió, perquè aquesta setmana s’ha despenjat amb un article a El Mundo demanant curiosament un referèndum d’autodeterminació a Catalunya i Euskadi, per acabar amb el perill que Espanya es perdi com a “espai de solidaritat”. Ja ho sé, és difícil d’entendre. Com és difícil d’entendre el seu article pocs dies després a La Vanguardia, dient que a Espanya el “populisme carpetovetònic” el representa Pedro Sánchez (que segur que se’l pot criticar per moltes coses, però que va liderar una campanya demanant “més Europa” i ha delegat la política econòmica en alguns dels millors gestors d’Europa)… d’acord, també VOX, però és un problema menor, diu aquest senyor, que segueix ocupant un lloc distingit a les pàgines i les institucions catalanes i espanyoles.

És necessària una aliança entre els que sempre van criticar el procés des del catalanisme i el federalisme, i els que han fet autocrítica del procés. També els qui l’han feta amb la boca petita, perquè amb els qui l’han feta amb la boca gran no n’hi ha prou per bastir una gran majoria social. Seria de desitjar que les grans empreses, públiques i privades, de la comunicació, i els partits i institucions, seleccionessin a les persones a qui donen altaveus, amb criteris objectius, avaluant els seus encerts i errors i la seva capacitat de sincera autocrítica.

Els problemes són urgents i importants, la llista és coneguda: sanitat, educació, habitatge, renovables, gestió de l’aigua, lideratge econòmic, gestió de la diversitat… Tot això requereix moltes i bones energies. Com més aviat ens hi posem, millor. Que el ritme en la rendició de comptes acompanyi la formació dels equips que han de gestionar la nova etapa.


jueves, 6 de junio de 2024

Proteger a la democracia europea del oscurantismo

El rosario que se va a rezar en Madrid ante la sede socialista el día de reflexión previo a las elecciones europeas, nos va a recordar que no tenemos que dar por asegurada la existencia de una democracia laica y moderna. Existe una parte importante de la opinión pública europea, instigada por partidos políticos y todo tipo de organizaciones neo-conservadoras, convencida de que se están produciendo demasiados cambios demasiado de prisa, y que nuestra identidad está amenazada por ellos. Estos sectores son vulnerables a los intentos de quienes están dispuestos a todo para imponer su agenda interesada de oposición a los cambios para mantener sus privilegios.

Esta derecha ha recibido distintos calificativos: identitaria, soberanista, etno-nacionalista, populista, ultra… y no es la misma en todas partes. Pero han conseguido avances en los últimos años, aunque también derrotas (en Brasil, en Polonia, pronto en el Reino Unido probablemente). Son conscientes de sus limitaciones: saben que hoy lo tienen difícil para asaltar la democracia por la vía militar, o que la Unión Europea es demasiado fuerte para proponer abandonarla o destruirla. Prefieren luchar desde dentro. Pero eso no nos engaña sobre su naturaleza. Meloni, la primera ministra italiana, es la heredera desacomplejada de un partido fascista y si respeta las formas del estado de derecho es porque no tiene más remedio. Cuando puede, vulnera derechos y libertades para imponer sus valores de sociedad cerrada y conservadora.

Le Pen en Francia, con posibilidades de ganar las próximas presidenciales, es heredera del discurso racista y antieuropeo de su padre. La AfD en Alemania es heredera del nazismo. Más allá de Europa, pero influenciándola cuando no amenazándola, Trump, Putin, Modi, Netanyahu, Bolsonaro, Milei (este último, con sus perros clonados con nombres de economistas neoliberales) son dirigentes que combinan en dosis diversas una actitud contraria a la democracia con una visión etno-nacionalista de las cosas. Que algunos de ellos hayan perdido temporalmente el poder no nos debe hacer bajar la guardia.

Las democracias modernas a las cuales nos hemos acostumbrado combinan el voto, el imperio de la ley, la libertad de expresión, la transferencia pacífica del poder, la legitimidad de todas las opciones. La Unión Europea, con todos sus defectos y limitaciones, es la principal institución que sostiene este andamiaje.

El etno-nacionalismo es parte del oscurantismo. Muchos hemos sugerido que las identidades nacionales, igual que las religiosas, deberían pasar a la esfera privada, y el estado debería ser también laico en esta dimensión.

Las elecciones del domingo son una oportunidad de pronunciarse a favor de algunas políticas concretas decisivas en el mundo de hoy, como la lucha contra el cambio climático. Pero también está en juego algo más importante incluso, requisito para estas políticas deseables: mantener posiciones ante el ataque de las fuerzas que están buscando retrocesos en nuestra democracia, que es totalmente inseparable del proyecto de construcción europea. La Unión Europea es lo que protege nuestra democracia. Aparte de votar, para proteger a la democracia europea del oscurantismo y el etno-nacionalismo tenemos que hacer mucho más, claro. Pero también hay que votar.