domingo, 19 de noviembre de 2023

El relato federal de la España europea

El discurso de investidura de Pedro Sánchez contenía el relato que tenía que haber ido en el texto del pacto con Junts. Dijo que los estados compuestos están entre las democracias más avanzadas del mundo, y estableció una continuidad entre la pluralidad de Europa y España. Santos Cerdán (el negociador con Junts), en una entrevista en El Diario, remató la narrativa añadiendo textualmente que la apuesta del PSOE era una España federal. 

Esto dijo Sánchez concretamente: “creemos que esas realidades nacionales que sienten legítimamente estos ciudadanos y ciudadanas independentistas se verían mejor expresada (en una Unión Europea que, conforme pasan los años, avanza en su integración) a través de la estructura autonómica que tiene nuestro país, reconocida en nuestra Constitución…es nuestro país un Estado compuesto, un Estado descentralizado, como lo son, por cierto, otros muchos países, probablemente los más avanzados del mundo, con democracias consolidadas”. Y respecto a los cambios que se producirán en la UE a raíz de su próxima ampliación: “España, les puedo garantizar señorías que no va a ser mero testigo de esos procesos, vamos a estar entre los países que lo lideren. Vamos a defender los valores europeos. Vamos a impulsar el diálogo y el respeto a la pluralidad en el continente, como lo hace también dentro de sus fronteras”.

El discurso no les gustó a Nogueras y Puigdemont, claro. La democracia tiene que generar estabilidad (la que proporciona Europa y el estado de derecho), que es lo último que los indepes rigoristas quieren, aunque también ellos lo necesiten. Los hechos del pacto han ido en una dirección (aparte de su salvación personal, los secesionistas no han logrado ningún objetivo político, podría decirse que han firmado su rendición) y el relato hasta la investidura en otra dirección. Es hora de poner el relato al día. 

Quienes se oponen a la amnistía tienen buenas razones, especialmente quienes lo hacen habiendo apoyado al Partido socialista. El sapo nos lo hemos tragado con un fuerte apoyo interno (facilitado por la reacción histérica de la derecha y confirmado en Cataluña con el sostén expreso de todos los líderes que ha tenido el PSC y que siguen en activo, incluido Narcís Serra, quien fuera VP con González) y no seguirá adelante sin el filtro del Tribunal Constitucional y de las normas europeas. Su aplicación no será inmediata y deberá supeditarse al estado de derecho y las decisiones de los jueces. Si es una oportunidad real para el reencuentro, o por lo menos es un abrazo que les desarma, lo confirmarán o lo desmentirán los hechos. No hago predicciones, pero creo que el éxito dependerá del relato, de quitarles de una vez a los nacionalistas, a todos, el monopolio de las palabras.

Lo que hicieron los secesionistas, desde sus posiciones de poder y privilegio, es perdonable pero no olvidable. El coste para Cataluña ha sido enorme en todos los sentidos. Su relato soberanista, casi carlista, es un salto hacia atrás en todos los sentidos.

Los procesistas catalanes han sido durante muchos años muy proclives al humor sesgado y rencoroso. Cuando a unos “humoristas” de TV3 se les afeó su xenofobia (versión hispanofobia) porque decían “Bona nit i Puta Espanya”, lo cambiaron por “Puta nit i bona Espanya”. Cuando a Ayuso se le afea que insulta llamando “hijo de puta” a su rival político, ella responde sonriendo que quiso decir “a mi me gusta la fruta”. Pues que gracia, oye, la misma que hace el “que te vote Txapote”, si no fuera porque nos recuerda la sangre de nuestros compañeros o sus padres asesinados por ETA. El proceso español es tan parecido al “procés” catalán (como explica Raimon Obiols aquí): proliferación de banderas, abuso de los espacios colectivos (grupos de wasap, estadios deportivos, calles), ataques a sedes socialistas (y a una librería), señalamiento al discrepante, agresiones a políticos y periodistas, odio y menosprecio… No, no han intentado derogar todavía la Constitución, pero han llamado a hacerlo, y han surgido ya militares dispuestos a cumplir… Porque estamos en la UE, esto no irá a ningún sitio, igual que el Procés. Y sí, si hace falta también les vamos a perdonar, pero tampoco lo vamos a olvidar.

Forman parte del “procés” europeo, y mundial. Ante eso, hay que llenar de contenido lo de “articular la España plural y diversa”. Pueden existir puntos de coincidencia con el nacionalismo más dialogante en algunos objetivos (la promoción de las lenguas co-oficiales, la España en red…), pero ninguno en los medios secesionistas.

Está bien la agenda del reencuentro, pero quedará como una mano ingenua tendida sin respuesta si no va acompañada de una narrativa y una estrategia de federalismo evolutivo de los hechos y las palabras. No es pedir la luna, porque la práctica ya existe (co-gobernanza, Next Generation, vacunas, liderazgo en Europa, corredor del Mediterráneo…).

Todo está muy escrito, las últimas veces en este libro de la Fundación Campalans y en este otro del Club Cortum y El Triangle. Lo he hecho muchas veces (me canso), pero destaco tres ideas-fuerza:

-España ya es federal, consigo misma y como parte de una Europa federalizante, pero como todos, el nuestro es un federalismo imperfecto. Esto es muy positivo: algunas federaciones (tiene razón Sánchez) están entre las democracias más avanzadas y estables del mundo, aunque tengan problemas.

-Hay que llevar el debate federal a las cuestiones sociales, de las cuales es un pre-requisito. No se puede combatir el fraude fiscal, desarrollar el Estado del Bienestar ni combatir el cambio climático sin estructuras federales. No hay que tener miedo de hablar de la cuestión federal (¿qué tal dejar de llamarle “eje nacional”?) con el argumento de que “no es hablar de los problemas de la gente”. Los problemas de la gente no se resolverán si no avanzamos en un marco institucional más cooperativo que facilite gobiernos de alta capacidad a todos los niveles.

-El federalismo español y el europeo son un continuo: responden a la misma lógica de hacer posible la cooperación en sociedades diversas y complejas. Los valores de Altiero Spinelli son los de Salvador de Madariaga, y los de Alfredo P. Rubalcaba, Ramón Jáuregui, Pasqual Maragall y sí (pero lo tienen que decir más), los de Salvador Illa y Pedro Sánchez.


sábado, 18 de noviembre de 2023

Chile y España: 50 años después, con esperanza

Ha coincidido la publicación del libro coordinado por Beatriz Silva y publicado por Libros de la Catarata sobre Chile (donde he contribuido con un modesto capítulo sobre los Chicago Boys) con un breve viaje mío invitado por la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) y la Universidad de Santiago de Chile (USACH) para un evento sobre la modernización del Estado. Una nueva oportunidad para aprender y reflexionar sobre Chile, uno de mis países.


En el libro se expresan voces importantes cercanas al centro-izquierda y al Frente Amplio, como la muy activa expresidenta Michele Bachelet, el jurista Flavio Quezada o la escritora Diamela Eltitt, entre otras personalidades chilenas. También españoles que queremos a Chile, como el hasta ahora Ministro español de Cultura, Miquel Iceta, o los juristas Carlos Jiménez Villarejo y Carlos Castresana. Y en medio Beatriz, coordinando y entrevistando, haciendo de guía transoceánica entre nuestros dos mundos, tan lejanos y tan iguales, que ella conoce mejor que nadie. El libro se lee bien: despierta un interés intelectual y sentimental, y mantiene al lector en tensión positiva, desde el prólogo de Bachelet hasta el último capítulo, un emocionante texto de Castresana que es un alegato a favor de la justicia universal.

Ya está en las librerías españolas y pronto estará en las librerías chilenas, aunque algunas personas privilegiadas ya tienen el ejemplar que les llevé yo en la maleta. En mi capítulo escribo sobre la influencia de los economistas formados en la Universidad de Chicago, que tuvieron a su cargo las políticas económicas, entre otras, de la dictadura militar de Pinochet. Ellos constituyeron una rama radical del neoliberalismo, y me permiten reflexionar sobre la relación entre economía, política y moral. 

La presentación en Barcelona (este próximo lunes es la presentación en Madrid), a cargo de la autora y de los periodistas Guillem Martínez y Pere Rusiñol, así como el artículo de Javier Pérez Andújar en El Diario, permitieron a más personas darse cuenta de la relevancia de las reflexiones contenidas en el libro. Los grandes temas que afectan a Chile afectan también a España y al conjunto de la humanidad: el complejo transitar de la dictadura a la democracia, el encaje de las aspiraciones sociales de la mayoría en una democracia capitalista, o el abordaje de los grandes retos climáticos y demográficos del siglo XXI.

Los españoles no tenemos que dar ninguna lección a Chile, sino recibirla. Es verdad que en Chile la derecha tiene un gran poder mediático e institucional, pero como si no lo tuviera en España… Es verdad que la clase obrera organizada tiene poco peso relativo en Chile, pero como si en España los propietarios de las grandes empresas no tuvieran un peso social y político superlativo. Nuestras derechas se parecen en sus distintas vertientes, sólo que quizás la chilena sea un poquito más sofisticada intelectualmente. Y a Pinochet lo detuvimos entre todos.

Hoy Chile y España tienen gobiernos progresistas sometidos a gran presión y dificultades, pero guiando países democráticos y estables, comparados con la mayoría de países del Planeta. En Chile se vive cierta sensación de estancamiento, y de frustración por no haber aprovechado la oportunidad, que brindaban los acuerdos liderados por Boric tras el estallido social de 2019, de elaborar y aprobar una nueva Constitución. Al primer intento, se cometieron a mi juicio dos errores: prescindir de los partidos tradicionales (incluidos el comunista, el socialista y el cristianodemócrata, que podían haber buscado un consenso con los sectores menos retrógados de la derecha) y facilitar el protagonismo a liderazgos individuales y “nuevos”, sin experiencia ni reputaciones en juego; y lo que yo llamaría “El error Puigdemont”: pensarse que los problemas de diversidad étnica se solucionaban apelando a un soberanismo retrógado (a la mayoría no le gustó el concepto de “plurinacionalidad”) en lugar de apelar a la igualdad de derechos individuales. En el segundo intento, una asamblea ahora dominada por la derecha ha sido incapaz de redactar un proyecto mejor, y en el plebiscito del próximo 17 de diciembre, parece que ganará la opción de votar en contra: una Constitución que deje definitivamente atrás la de Pinochet (aunque reformada por Lagos) quedará pendiente.

Pero ahí sigue Boric, el joven presidente al frente de un gobierno progresista, con un ministro socialista “catalán” de Hacienda, Mario Marcel Cullell (hijo de padre y madre catalanes). Chile y España son hoy dos sociedades libres, hermanadas en la lejanía geográfica, dispuestas a escribir nuevas páginas en su andadura democrática.