jueves, 30 de mayo de 2024

Secesionismo, democracia y el tabú federal (comentario sobre el libro de Dion, L. Basaguren y Romero Caro)

Diez años después de su visita a Barcelona (y a Tarragona y Madrid) invitado por Federalistes d’Esquerres (el episodio está recogido en mi libro “Misión Federal”, prologado por Miquel Iceta), el político, diplomático e intelectual canadiense Stéphane Dion, ha presentado un libro en castellano (titulado "Condiciones de la Secesión en Democracia. Reflexiones a partir de la experiencia canadiense"), imprescindible y oportuno, escrito por partes con los académicos españoles Alberto López Basaguren y Francisco Javier Romero Caro. Igual que hace diez años, Dion despliega su inigualable estilo firme y pedagógico para explicar cómo en Canadá él lideró política e intelectualmente la reacción federal tras los referéndums soberanistas de 1980 y 1995.

El libro está estructurado como un diálogo por partes. Tras una presentación del Profesor Javier de Lucas, Dion explica en primer lugar su experiencia en Canadá, como pretexto para explicar algo más importante: por qué la secesión es una rareza en las democracias consolidadas. Lo es porque el cuestionamiento de las fronteras genera inestabilidad e inseguridad jurídica, pero sobre todo, según el político canadiense, porque choca con el principio de ciudadanía que permea todas las constituciones democráticas. Una secesión arrebata el derecho de los ciudadanos a serlo (con lo que ello implica en cuanto a recursos y libertades, incluyendo por ejemplo el uso del pasaporte) en una parte del territorio. Se lo arrebata a quienes en la región separatista discrepan de una potencial mayoría, y se lo arrebata a los ciudadanos del resto del país, que dejan de ser ciudadanos en una parte de él. Explica que la Ley de Claridad de 2000 fue necesaria porque los soberanistas quebequeses no aceptaban la opinión de la Corte Suprema al respecto. Ambos textos clarificaban y a la vez dificultaban el procedimiento a seguir en una eventual secesión.

En sus capítulos, Romero Caro y López Basaguren critican la importación de las ideas de Ley de Claridad que se ha hecho y se sigue haciendo en España, especialmente por parte de algunos líderes independentistas catalanes y sus apoyos mediáticos e intelectuales. Contrariamente a lo que se dice por aquí, la Ley de Claridad no facilita un referéndum de secesión, sino que está pensado para dificultarlo, en el contexto institucional específico de Canadá. De hecho, desde que está vigente, no se ha celebrado ningún referéndum parecido a los de 1980 y 1995. En realidad, lejos de acercarse España al sistema canadiense, lo que la historia nos ha deparado es que la Ley de Claridad acercó el sistema canadiense al nivel de dificultad que en España existe para la secesión: requiere un casi imposible cambio constitucional (al que en Canadá se podría llegar tras la negociación posterior a un referéndum con pregunta y mayoría claras).

López Basaguren añade que la Ley de Claridad es parte de una reacción política al secesionismo que él cree que no se ha producido en España (donde la reacción de las fuerzas opuestas a la independencia ha sido meramente “legalista”), y que debería venir por la vía de un proceso de “perfeccionamiento federal”, que corrigiese las numerosas disfunciones del estado autonómico, empezando por su sistema de financiación, y que convenciese a una parte del independentismo de reconsiderar su aversión a España. Cómo hacerlo, sin caer en lo que Dion critica como la estrategia del apaciguamiento, que lleva a los soberanistas a siempre pedir más, es una de las claves del futuro.

En un importante capítulo final, Dion responde a algunas de las cuestiones planteadas por los dos académicos españoles, e insiste en la importancia del principio de ciudadanía como principal punto de objeción a la secesión en una sociedad democrática. 

Quedan puntos por aclarar o profundizar, quizás para cuando se presente el libro en Barcelona. Por ejemplo, y disipando cualquier tentación de desarrollar una Ley de Claridad en España, la noción de una pregunta clara chocaría con la dificultad de explicar qué significa un país independiente sin más: ¿en la Unión Europea, en la zona euro, en el espacio Schengen? La lógica de la propuesta canadiense es que un referéndum provincial con una pregunta clara y una mayoría clara (a determinar ex post teniendo en cuenta criterios cualitativos y cuantitativos) debe dar lugar a una negociación, que pueda (o no) terminar con una reforma constitucional aprobada por el Parlamento que permita la secesión de la provincia. A diferencia de la inmensa mayoría de las democracias, eso posibilitaría, aunque haría muy difícil, una secesión. Pero sorprende que no haya un “referéndum de salida” que confirme si la ciudadanía está de acuerdo con los detalles del acuerdo. Los británicos parece que una vez han comprobado los detalles del Brexit, se han arrepentido de su decisión, pero ya era demasiado tarde.

Diez años después de la visita de Dion, el Brexit sobre todo, pero también la anexión de Crimea, la invasión de Ucrania, el declive del independentismo escocés, y la pandemia, han hecho retroceder mucho la idea del referéndum de secesión en las preferencias ciudadanas y en la paciencia de la Comunidad Internacional. Pero los líderes independentistas siguen pensando que es una bala a utilizar, blandiendo para ello argumentos solo superficialmente persuasivos. Ahora esgrimen la claridad canadiense, pero ni las dos consultas que organizaron ni el Plan Ibarretxe, también citado en el libro, cumplían con ninguno de los requisitos de la Ley de Claridad del país norteamericano. Por eso es tan importante que se lea este libro y que se hable de él. 

Hace diez años, Dion nos recomendaba hacer frente al secesionismo con firmeza pero con elegancia (“with grace”; yo hablaba con él en inglés). Hoy un líder socialista y federalista, Salvador Illa, de quien todo el mundo admira su elegancia en la manera de expresarse y desenvolverse, ha ganado las elecciones en Cataluña. Algo se habrá hecho bien, y no solo por parte del nuevo líder. Por la vía del “perfeccionamiento federal”, del abandono de una vez del tabú federal (reconocer que Euro-España ya es una federación, y que como tal necesita reformas importantes), no es tarde para seguir construyendo una realidad democrática de convivencia e integración en España y Europa. 


domingo, 19 de mayo de 2024

Ni Catalunya és homogènia, ni està partida en dos

El politòleg Jan-Werner Müller explica que una de les característiques principals del populisme és negar el pluralisme de les societats. Aquesta és una de les principals raons, si bé no l’única, que ha portat a caracteritzar com a populista el comportament dels dirigents independentistes catalans des de fa més de deu anys.

Parlar en nom de Catalunya, no voler “veure” la resta de la societat, o negar-li la catalanitat, són vicis que arriben fins al dia d’avui.

A la vegada, davant de l’evidència que a Catalunya hi havia més gent, han intentat dividir Catalunya, en el millor dels casos parlant d’”unionisme” (com encara avui feia el subdirector d'un diari català), per referir-se a les formacions polítiques no independentistes, fent un paral·lelisme molt desafortunat, i insultant, amb Irlanda del Nord. En el pitjor dels casos (habitualment a les xarxes socials), parlant de nyordos i colons, per referir-se a la quantitat abundant de persones que a Catalunya se senten almenys parcialment identificades amb (“puta”) Espanya.

Ara s’ha posat de moda dir que tenim un arc polític dividit, duplicat, amb un partit català i un “unionista” per cada ideologia política. És fals, perquè el PSC i els Comuns no són “unionistes”, ni “espanyolistes” (com deia del PSC avui una doctora en una enquesta al diari Ara, que també es referia als partits independentistes com a partits “catalans”). PSC i Comuns són partits intercomunitaris, de tradició catalanista, que tenen relacions amb partits de la resta d’Espanya i Europa, perquè formen part de families polítiques identificables i homologades, i que no s’han deixat emportar pel deliri processista (encara que els del PP i Vox diuen que sí).

No som Irlanda del Nord, ni Bèlgica ni Israel/Palestina. En la majoria dels casos, encara estem barrejats i ens parlem. Hem perdut amistats, algunes relacions s’han ressentit, però crec que encara avui se’n mantenen moltes, encara que amb una gran diversitat d’idees. No, l’independentisme no s’ha acabat, però ha perdut les eleccions, és minoritari al Parlament i sempre ho ha estat a la societat. És part de la pluralitat de la nostra societat. Hi ha més o menys independentistes depenent del moment i de com es pregunti. Es treuen grans conclusions d’enquestes on es pregunten coses en les quals els enquestats potser ni hi havien pensat abans o els importen ben poc (o estan vagament formulades, com preguntar per un "país independent" que no se sap si estarà a la Unió Europea o no): “vostè se sent més català que espanyol?” I a mi què m’explica, deuen pensar moltes persones forçades a pensar en quelcom que se’ls en fot, especialment els fills d’immigrants, que són gran part de la nostra societat.

Una gran majoria de la societat catalana és bilingüe, cosa que contradiu la idea mateixa d’estar partits en dos. La majoria de nosaltres som dos, i més de dos en molts casos, cada vegada més. I de vegades preferim no ser res més que éssers humans.

El tarannà dialogant de Salvador Illa pot ser un bon antídot contra les ànsies de divisió i homogeneïtat, que tant s’assemblen. Catalunya serà cada vegada més mestissa i complexa. Ens pot cohesionar mínimament eixamplar l’espai central del federalisme progressista, imprescindible a Catalunya i a tota Europa després de la crisi financera global, el Covid, la guerra d’Ucraïna, la de Gaza… 

Com més aviat ens hi posem, millor, però és veritat que s’ha de donar temps a tots els agents rellevants perquè facin els seus processos, per dolorosos que siguin. Cada dia que passa, Salvador Illa guanya alçada. Puigdemont no té opcions no només perquè no té els números, sinó perquè no té la societat civil al darrera, ni la premsa; perquè Sánchez necessita els vots del PSC al Congrés i al PSOE, i perquè l’electorat socialista es revoltaria a Catalunya i més enllà si el PSC no assumís la responsabilitat que la ciutadania li ha donat. Puigdemont sap tot això, però segueix insistint per pressionar ERC i aconseguir una repetició electoral, contra els interessos de Catalunya i el seu autogovern, i per insistir en el missatge del PSC com a aspirant il·legítim, d’obediència “no netament catalana” (el que segur que no és, és d’obediència russa).

A Catalunya no hi ha un estat d’opinió favorable a una presidència de Puigdemont, com van deixar clars els resultats electorals. Ni tampoc hi ha un estat d’opinió favorable a cap referèndum, ni a res que pugui reactivar el sentiment d’inseguretat jurídica i disrupció que es va viure al 2017. Ni tampoc hi ha un estat d’opinió favorable a les versions més exagerades sobre els greuges econòmics i financers, més enllà d’acceptar el programa del PSC per un consorci tributari en compliment de l’Estatut, una condonació parcial del deute (ja pactada amb els partits independentistes) i asseure’s a negociar un finançament més just, sense privilegis, abandonant l’estratègia de la cadira buida practicada pels governs independentistes. Sí que hi ha un estat d’opinió favorable a bastir ponts i reunir el màxim d’energies per tornar al bon govern i l’exemplaritat pública. Per aquí han d’anar les coses.


lunes, 13 de mayo de 2024

El mateix PSC de Reventós i Maragall

2021 o 1980: el PSC treu 33 diputats (amb Salvador Illa o Joan Reventós al capdavant) distribuïts quasi igual per circumscripcions electorals.

2024 o 2003: el PSC treu 42 diputats (amb Salvador Illa o Pasqual Maragall al capdavant) distribuïts quasi igual per circumscripcions electorals. El mateix número i distribució demogràfica que el 1988, sota el lideratge de Raimon Obiols.

Asseguraria que la correlació entre el present i el passat és molt alta, no només per circumscripció electoral, sinó també per secció censal, per parades de metro fins i tot, en el cas de Barcelona ciutat.

És especialment remarcable que el PSC sigui bàsicament el mateix, quan tants partits socialistes han viscut un declivi durant aquestes darreres quatre dècades. El PSC ha passat per mals moments, però no s’ha apagat mai la flama, i avui és percebut pels fills i nets dels votants de fa 20, 30 i 40 anys, com el mateix partit que recolzaven els seus pares i avis. I diria que també pels no votants.

I mentrestant Catalunya sí que ha canviat. Avui hi ha més gent, i és més diversa, i té problemes nous. Però hi ha un partit que, amb tots els seus defectes, ha acabat representant una part de la societat que s'assembla tant com s'hi pot assemblar, a aquella de fa unes dècades.

Per què doncs algunes persones insisteixen a dir que el PSC és menys catalanista i menys d’esquerres que aquell? En alguns casos per interès, per justificar el tomb que han donat, en altres casos per amnèsia, en altres per ignorància. El PSC de Reventós i Maragall, entre altres coses, també era el PSC d’Eduardo Martín Toval, Manuela de Madre, Juanjo Ferreiro, Javier Soto… I també rebíem acusacions de sucursalisme i de socialtraïdorisme. Sempre ha estat el mateix, sempre hem estat els botiflers; els que van tenir l’encert (jo encara no hi era), abans de les eleccions de 1980 liderades per Reventós, de fer un partit unit: on el PSOE forma part del PSC perquè Espanya forma part de Catalunya. Això ho deia Pasqual Maragall, el líder que quan tenia poder era acusat de coses molt més greus que poc català.

Fent d’apoderat, ahir vaig sentir una nena petita que li preguntava al seu pare, que triava la papereta del PSC, per què triava aquesta opció. El pare li va contestar: perquè és el partit “amb el qual crec que m’equivoco menys”. És a més un partit amb unes arrels, una ideologia avalada internacionalment, unes aliances, unes interconnexions imprescindibles en el món d’avui.

És el partit que trenca amb la idea de les dues comunitats, el partit on se segueixen parlant dos idiomes, ara potser més el català (en comparació amb els temps per exemple del líder de la UGT Justo Domínguez), amb quadres ja formats en la immersió lingüística. L’únic partit que pot garantir que el català pugui tornar a ser una llengua amable.

Un partit molt imperfecte, però el menys imperfecte de tots. Que no se’ns posin els cabells de punta quan Puigdemont parla de “Partits d’obediència netament catalana”, al mateix temps que demana que la presidència de la Generalitat es decideixi a la Moncloa, il·lustra fins a quin punt el Procés ja finiquitat ha distorsionat les percepcions.

Ha de ser dur que el Procés hagi acabat amb el PSC guanyant en escons i vots les eleccions, sent l’única formació que pot liderar la nova etapa a Catalunya, quan un dels objectius del Procés era eliminar el PSC. I ha de ser dur sobretot pels qui (una minoria molt ben tractada pel poder processista) se’n van anar del PSC dient que hi havia una nova centralitat i encara avui segueixen dient que ells no han canviat, que som els qui (una immensa majoria) ens vam quedar (i que avui tenim el mateix suport que tenia el PSC liderat per Reventós, Obiols i Maragall) els que hem canviat. Au vinga!!


domingo, 5 de mayo de 2024

Sense federació no hi ha transformació

Catalunya s’encamina cap a la seva tercera gran transformació des de la recuperació de l’autogovern, de la mà de Salvador Illa. Aquest camí el podem fer més de pressa o més a poc a poc. Com menys temps perdem, millor, perquè l’estat dels serveis públics, els CAPs, l’educació, les infrastructures, l’energia, l’aigua, la televisió pública, les presons, la policia, i l’administració a Catalunya, no permet demores.

Que Catalunya s’ha de tornar a concentrar en el bon govern de les coses, idealment amb un executiu transversal i fins i tot per sobre dels partits, i que això ho liderarà Salvador Illa, ho semblen confirmar les campanyes de quasi tots els partits. El líder del PSC (partit “nyordo” per a alguns, partit “separatista” per a altres) s’ha convertit en el centre de tots els atacs, concedint-li la centralitat total de l’espai polític. Com si ningú dubtés que l’única incògnita de la nit electoral serà quin serà l’avantatge del primer classificat. I tots els líders s’esforcen a dir que, aquesta vegada sí, ells també es preocuparan pel bon govern de les coses.

En el cas de les diferents candidatures independentistes, deixen clar que ara sí que s’esforçaran més en el bon govern… però sense deixar de costat el combat per la independència. Com si no fós el combat per la independència el que els ha impedit centrar-se en el bon govern, el que ens ha tingut estancats, el que ha provocat una estampida empresarial. Això és fruit d’una forma de reflexionar tan típicament catalana, la dels “dos eixos”, el social i el suposat nacional, com si fossin dues rodes que giressin independentment l'una de l’altra, com si fossin dues dimensions ortogonals, com dirien els estadístics. En realitat, en la societat només hi ha un eix, o si volen, totes les rodes giren connectades les unes amb les altres.

És el mateix error que van cometre els britànics, orgullosos de tenir les millors institucions democràtiques del món (una administració independent, un parlament exemplar, les millors universitats), per caure en el parany del nacionalisme del Brexit, en el moment de la història on convé més que mai governar en un món interconnectat. El nacional-populisme és avui el gran dissolvent del bon govern.

Pel contrari, si de veritat volem una tercera transformació, centrada en els serveis públics i en el lideratge a Espanya i Europa, això només es pot fer en un context institucional on aprofundim i millorem el federalisme existent, on Catalunya deixi de generar disrupció i inestabilitat per passar a generar cooperació i diàleg constructiu. On el federalisme deixi de ser una paraula tabú. On Salvador Illa sigui fidel al seu discurs de la London School of Economics, pronunciat abans que els spin doctors i els experts en compol es fessin càrrec de la campanya. La tercera transformació necessita uns requisits institucionals sense els quals no serà possible. I el principal requisit és l’acceptació que Catalunya només serà rica i plena en una Europa unida sense fronteres, i que aquesta només serà una realitat perdurable si treballem per ella en el marc de l’Euro-Espanya en la que ja vivim i que volem millor.

La campanya indepe ens intenta convèncer que ells ara sí, ara també es preocupen pel bon govern: ERC, Junts… També aquest partit tan interessant anomenat “Alhora,” que ens diu expressament que el bon govern és compatible “alhora” amb “fer” la independència sense por a la confrontació, o sigui, saltant-se la llei de nou. Aquest partit que ha innovat proposant el dret a la ignorància, dient que legislarà per fer possible el dret a no saber castellà a Catalunya, una manera curiosa de buscar vot i fer país, en un país (Catalunya) on la llengua més parlada és la castellana. 

És per altra banda un error típic d’un cert anti-intel·lectualisme dir que cal “Parlar del que li interessa a la gent” només. No es podrà fer realitat el que li interessa a la gent sense un bon sistema federal, que aturi la competència fiscal, que desenvolupi un tresor europeu, que millori el finançament de l’estat del benestar, que freni el canvi climàtic en un combat transnacional, que ens defensi de pandèmies, de guerres, etc.

Les dues primeres transformacions catalanes des de 1980 no van ser del tot reexides i s’han de completar, precisament perquè les seves bases institucionals van ser dèbils. Pujol va desenvolupar l’autogovern (i els ajuntaments d’esquerres la democràcia local), però no va voler desenvolupar una administració exemplar. Maragall i Montilla van impulsar les polítiques socials, però es van equivocar centrant les seves energies institucionals en una reforma de l’estatut que va acabar convertida en subhasta, mobilitzant poc els propis i activant una reacció anti-catalana que, junt amb la corrupció i les retallades que tenien a Mas rodejat, va acabar activant el “procés”.

Estabilitat, respecte a l’estat de dret, ambició realista, cooperació, innovació, talent, Europa, aliats i federalisme. Aquests hauran de ser els mots d’ordre de la tercera transformació. Els nacionalistes, força desorientats en aquest nou món i aquesta nova Catalunya que canvia molt de pressa, cada vegada més diversa, es queixen de “l’espanyolització de la campanya” i a la vegada pretenen que la presidència de Catalunya es decideixi a la Moncloa, i no al nostre Parlament. Si fos per Pedro Sánchez, Illa seria president des de 2021, no para de fer campanya per ell i de demanar el vot per ell, lògicament. Els nacionalistes encara es comporten com si tinguessin el poder de negociació de Jordi Pujol a 1993 o 2000, que no estava pendent de cap amnistia. Sánchez també podria dissoldre les cambres i fer coincidir unes eleccions generals amb la segona convocatòria de les autonòmiques, si no es pot formar govern a Catalunya. Tenen menys armes de les que es pensen per frenar la tercera gran transformació.


La biografia de Pla, una obra extraordinària

Vaig créixer amb els meus pares i germans al principal tercera del C/ Lepant 169 de Barcelona (aleshores tothom en deia Lepanto, i no perquè parléssim en castellà a casa, cosa que no vam fer mai). Al quart segona hi vivien el meu avi Josep, la meva àvia Carme i la meva tieta Carme. També hi vivien els llibres de Josep Pla, o almenys alguns d’ells, que vaig començar a llegir entre préstecs i petits furts intrafamiliars. El meu avi Josep, que va morir quan jo només tenia sis anys, l'any 1972, era republicà. El meu avi franquista era l’altre. Però qui tenia els llibres de Pla era l’avi Josep. El meu avi Marcelino (Marcel·lí, segons el carrer que li han dedicat), que va ser alcalde franquista del seu poble, va morir abans que jo nasqués, i no va deixar llibres. La seva dona, l’àvia Rosa, era força culta i intel·ligent, però llegia traduccions al castellà (idioma que encara es parlava menys a la casa del poble) de grans novel·les, com “Cumbres Borrascosas” o “El Conde de Montecristo”. Ara a la seva casa de Llorenç del Penedès, quan ja només quedem els néts i els besnéts que hi anem de tant en tant, hi ha un Quadern Gris d’una de les edicions recents, al qual torno sovint quan passo una estona a la vella casa; l’edició la devia comprar la meva mare, la més llesta de la família, que votava encara més al PSC que jo, que ja és dir. 


Ara el Professor de la Universitat de Girona Xavier Pla, ha escrit una biografia ("Un cor furtiu.Vida de Josep Pla", molt ben publicat per Destino) de més de 1400 pàgines de l’escriptor Josep Pla (cap parentiu, però). El volum intimida, però un cop es comença, no es pot deixar anar, especialment si un ha estat lector discontinu de Pla tota la seva vida. Com ho ha estat tanta gent, sent probablement l’autor en català més llegit de la història. La biografia és el fruit admirable de dècades de feina, i desgrana amb tota mena de detalls la vida literària, íntima i política del gran escriptor empordanès. Hi ha hagut altres intents biogràfics en el passat, però serà molt difícil que aquesta no sigui la biografia definitiva. Un s’ha de treure el barret davant de la feina ben feta, de la professionalitat de l’autor, en algun cas deixant en ridícul alguns intents sensacionalistes anteriors. És una lliçó probablement irrepetible (per la seva dependència de l’evidència escrita en paper: quartilles, cartes, rebuts…) de com s’ha de fer una biografia. L’admiració de l’autor de la biografia pel biografiat no li impedeix aproximar-s’hi amb realisme, sense amagar-ne el seu rostre més patètic.

Pla era de dretes, molt de dretes. Però manté un atractiu transversal pel seu estil, pels seus adjectius, per ser un cosmopolita, un individualista sociable, un materialista i una persona que (en tots els sentits) no es casava amb ningú. Entre les moltes perles de la biografia de Xavier Pla, hi ha el fragment on Josep Pla compara la mort humana amb la mort de gats i gossos, i diu que només ens distingeix la grandària del cervell.

Josep Pla sintetitzava totes les contradiccions dels sectors econòmicament dominants a Catalunya, i les contradiccions i divisions del catalanisme. Conèixer i entendre la seva vida al llarg de quasi tot el segle XX (fins la seva mort el 1981) és fonamental per entendre la societat catalana d’avui. Va conèixer personalment quatre presidents de la Generalitat (Macià, Companys, Tarradellas i Pujol), va visitar quasi tot el continent europeu i l’americà i va viure en diverses de les seves ciutats. Va presenciar d’a prop la segona república, la guerra civil, la segona guerra mundial i el franquisme. Es va relacionar amb tota mena de polítics i homes de negocis. Va espiar, va conspirar i va fer negocis, no tots ells legals. La seva vida va estar lluny de l’ideal contemplatiu i aïllat en la seva torre d’ivori.

La seva vida íntima també va estar lluny de l’exemplaritat. La imatge que va conrear els darrers anys de la seva vida, de solitari i solter recalcitrant, contrasta amb una vida real on les dones hi van tenir un paper molt important. Xavier Pla els hi dóna protagonisme i en destaca la importància i la personalitat de cadascuna d’elles per separat. Ja no tornarem a confondre Aly amb Adi, o Aurora amb Consuelo.

Josep Pla és avui elogiat per la crítica, l'acadèmia i és un autor de persistent èxit popular. Ara, gràcies a un treball professional exemplar, coneixem molt millor la seva vida.