Los distintos actores políticos e institucionales que actúan en el debate sobre las cuestiones colectivas en España, incluyendo Cataluña, todavía hablan o escriben sin hacerse a la idea del gran cambio que supone, y que seguirá suponiendo, el proyecto de integración europea. Por ejemplo, uno de los detenidos por los atentados en Barcelona fue puesto en libertad bajo la condición de que no podía abandonar el "territorio nacional". Cómo se compagina eso con el hecho de que gracias a la Unión Europea hoy podemos cruzar de España a Portugal o a Francia sin mostrarle ningún documento a nadie, debido a la libre circulación de personas y al Tratado de Schengen, es toda una incógnita. Qué sentido tiene que una persona de Ripoll sea libre de ir a Finisterre pero no a Fontromeu y cómo se va a controlar esta restricción, es para mi un misterio. Si hoy la moneda es común y si hay libertad de circulación de personas, quiere decir que dos instrumentos tradicionales fundamentales de la soberanía nacional, como son la moneda y el control territorial de las fronteras, hoy ya no existen, o se ejercen a otro nivel, el europeo. Las personas, incluidos los terroristas, se pueden mover libremente en el territorio europeo. Se deduce de ello que cualquier política, actuación policial o decisión de las autoridades judiciales, debe producirse en este ámbito o por lo menos tenerlo en cuenta. El velo de la ignorancia europea afecta tanto al gobierno español como al gobierno catalán. En el caso del gobierno español, se refleja en la torpeza argumental en anteponer a los intentos sediciosos del independentismo catalán la defensa de la "soberanía nacional", cuando ésta ya no existe. Y en la reticencia a utilizar más la simbología y el poder de la Unión Europea que ostenta (de forma compartida) el gobierno español. Si la Generalitat es Estado, el Estado es Europa, porque Europa es una construcción que de momento es obra de la cesión de soberanía de sus estados miembros, y estos son sus accionistas. Es incomprensible para mi que en la comparecencia conjunta entre Rajoy y Puigdemont no hubiera una bandera europea (aunque sí la hubo en otras comparecencias del gobierno español en solitario), o que las administraciones españolas no facilitaran una presencia más fuerte de la Comisión Europea y de las ciudades y gobiernos europeos en los actos y manifestaciones de condolencia que se sucedieron tras los atentados, entre cuyas víctimas había personas de más de 30 nacionalidades. En cuanto al gobierno catalán y a los principales líderes independentistas, es obvio a estas alturas que no han entendido nada del proyecto europeo. La CUP sí lo ha entendido, y no le gusta: es eurofóbica. El resto de líderes independentistas se supone que quieren que Cataluña esté en la Unión Europea y a la vez saltarse a la torera lo que debe ser un Estado de derecho y su división de poderes. Quieren separarse de España comportándose como el actual gobierno polaco (bajo la lupa de las instituciones europeas) pero volver a juntarse con ella en una Europa más unida, sin darse cuenta que estamos en Europa precisamente porque la UE ha reconocido a España como miembro de pleno derecho tras una serie de exámenes y acuerdos que una hipotética Cataluña independiente tardaría mucho tiempo en superar o alcanzar. Los independentistas que no son de la CUP pretenden desconectar de España sin desconectar de Europa y sin reconocer que España es parte fundamental de Europa. Esto se manifiesta en múltiples ejemplos, pero basten dos. Uno es la ley de transitoriedad, que da por sentado implícita o explícitamente que una nueva Cataluña independiente tendría acuerdos sobre moneda, seguridad social, nacionalidades, deuda, etc. tanto con España como con la UE, cuando a un estado soberano con bombas nucleares y herencia imperial como el Reino Unido le está costando ya años negociar un nuevo estatus en la Unión tras el referéndum del Brexit. Otro ejemplo (bien explicado por Fernando Reinares) es la necesaria coordinación policial: los Mossos d'Esquadra pretenden coordinarse con la UE sin pasar por España, cuando la seguridad de Cataluña depende totalmente de lo que le ocurra a sus vecinos y cuando la UE reconoce como interlocutor a España y lo que ella decida, de nuevo porque el Estado español es Europa, del mismo modo que cada vez más Europa se parece más a un Estado y muchos queremos que sea así cada vez más. Los problemas de seguridad en cualquier parte de nuestra geografía tienen alcance europeo e internacional, y sólo se resolverán en el marco de una Europa más integrada que disponga de una institución europea equiparable al FBI, cuya F es la inicial de Federal. El debate no es entre independentistas y no independentistas, o no debería serlo, sino entre federalistas (europeos, incluyendo españoles) y no federalistas. Cuando se hable más de "no federalistas" que de "no independentistas", se habrá acabado el "procés" en Cataluña. Los que se oponen a las cesiones de soberanía se parecen en todas partes, como explica Antón Costas: "Como pasa en otros países, el neo-nacionalismo catalán está experimentando con los límites de la democracia liberal, del Estado de derecho, de la pertenencia a la UE y al euro. Los márgenes son más estrechos de lo que los independentistas pretenden. Pero, en todo caso, el límite lo pondrán los ciudadanos en sucesivas elecciones." Si los capitales, las mercancías y las personas se pueden mover libremente, el ámbito de nuestra solidaridad, nuestro demos, nuestro sujeto político es Europa. Si los ciudadanos y ciudadanas de la clase trabajadora no nos federamos, no seremos soberanos.
jueves, 31 de agosto de 2017
martes, 29 de agosto de 2017
Pablo: adivina con quien fuiste a cenar la noche del sábado
Parece que a Pablo Iglesias no le gustó nada que se supiera con quien había cenado la noche del sábado pasado tras la manifestación independentista. No tanto porque otro de los comensales fuera Oriol Junqueras, sino porque el anfitrión era el empresario de Mediapro, Jaume Roures. Alguna prensa ha intentado caracterizar a Roures como un simpático e inocente trostkista (ya se sabe, esas pobres víctimas del estalinismo), pero en realidad se trata de un representante arquetípico del sector de los negocios del pujolismo prenafetista. Los detalles de la trayectoria de Roures y sus socios en el entramado político-empresarial que arranca de la sección de deportes de TV3 y de Lluis Prenafeta están explicados por delante y por detrás en la parte seria de la revista satírica Mongolia (número 57, pág. 41), que recomiendo. Esta trayectoria y estos orígenes no le han impedido acercarse a agentes políticos de todo el espectro, pero su zona de confort está en el entramado político-empresarial de los Prenafeta, Laporta, Sanchis, etc. El artículo parece que no está en abierto, pero debería ser de lectura obligatoria para todo el mundo, pero especialmente para Pablo Iglesias y Xavi Domènech (menudo papelón, nano), que le acompañó en la cena. Parece que Roures está recientemente entretenido en una campaña de acoso y derribo contra el actual presidente del Barça, en una de esas batallas fratricidas de la burguesía catalana que nos hubiéramos ahorrado si Ernest Lluch hubiese inaugurado un largo ciclo de presidencias decentes en nuestra máxima institución deportiva. Los detalles de esta batalla fratricida actual están explicados en el citado artículo, pero son parecidos a los que caracterizaron hace 30 años los intentos de Lluis Prenafeta de llevar a Sixte Cambra a la presidencia del club. Dos artículos de Santi Nolla en La Vanguardia dan algunas pistas también de lo que tiene entretenido muy probablemente a Mediapro y a sus socios, y del contexto en que hoy se despliegan las viejas tácticas en el mundo de Internet y el fútbol globalizado. En este mundo, abundan los conflictos de interés y la colusión (en algún caso cercano explicado por El Mundo Deportivo y por The Guardian), y no faltan los casos extremos de fraude fiscal y corrupción, desde la FIFA hasta la RFEF. Un aspecto en el que profundiza el artículo de Mongolia es el de la vinculación de Mediapro con negocios turbios en el entramado mediático futbolístico global, que parece que no impidieron a Oriol Junqueras utilizar a Mediapro como plataforma de un reciente viaje suyo a los Estados Unidos. Dice entre otras muchas cosas el reportaje de esta revista:
"El momento es especialmente importante tanto para el gobierno de Junts pel Sí (...) como para Mediapro, acosado por la causa judicial que se sigue en EEUU por las comisiones en la FIFA y que afecta de lleno a Media World, su filial en Miami, y el intento, cada vez más a la desesperada, de vender el 49% del conglomerado mediático cuanto antes, para evitar que se deprecie el valor de la compañía si vencen los derechos deportivos que actualmente controla. Ambos consideran clave tener el Barça remando en su misma dirección: el Gobierno para apuntalar la fase decisiva del proceso independentista y la corporación para reforzar su valor y así vender, pese a la causa judicial abierta en EEUU".
Qué hacen los supuestos herederos políticos del 15-M cenando en semejante compañía es todo un misterio.
"El momento es especialmente importante tanto para el gobierno de Junts pel Sí (...) como para Mediapro, acosado por la causa judicial que se sigue en EEUU por las comisiones en la FIFA y que afecta de lleno a Media World, su filial en Miami, y el intento, cada vez más a la desesperada, de vender el 49% del conglomerado mediático cuanto antes, para evitar que se deprecie el valor de la compañía si vencen los derechos deportivos que actualmente controla. Ambos consideran clave tener el Barça remando en su misma dirección: el Gobierno para apuntalar la fase decisiva del proceso independentista y la corporación para reforzar su valor y así vender, pese a la causa judicial abierta en EEUU".
Qué hacen los supuestos herederos políticos del 15-M cenando en semejante compañía es todo un misterio.
domingo, 27 de agosto de 2017
D'on no n'hi ha no en pot rajar
Hi ha moments decisius on un es mostra tal com és, no pot enganyar. A mi em passa quan veig segons quins partits de futbol. Jo sóc així, ho sento. Li va succeïr a Aznar un 11-M i també als dirigents independentistes i a bastants militants, a la manifestació que havia de ser en solidaritat amb les víctimes del 17-A. Com ha dit Roberto Toscano a La Repubblica, el nacionalisme ha mostrat la seva manca de solidaritat.
Quan un amic em va dir que el cap de gabinet de Puigdemont havia esborrat un tuit el dia després dels atemptats dient que si Catalunya fos independent tindria més mitjans per lluitar contra el terrorisme, vaig pensar que potser el meu amic s'havia cregut una exageració, que no podia ser que estiguessin de veritat pensant a fer una utilització tan barroera dels atemptats. Però quan el dia abans de la mani vaig veure Puigdemont escalfant la mateixa amb unes declaracions contra Rajoy (per a les quals podria haver esperat 24h) ja vaig veure que el que era un il·lús era jo.
Jordi Sánchez diu que van ser xiulets als hipòcrites. Com que recordo a Sánchez venint a demanar subvencions a l'alcalde Maragall per als seus projectes polítics, i recordo el to de la conversa com si fós ahir, no puc prendre'm seriosament una acusació d'hipocresia quan ve d'ell. Recordo que Maragall li va preguntar quina incidència tenien els seus projectes d'esquerra catalanista en un lloc com Cornellà (per posar un exemple), i veig que 25 anys més tard aquest és un problema que Sánchez encara no ha resolt. Sí que ha resolt el de guanyar-se la vida, encara que no sé si de forma tan transparent com els que sí que ens hem pres la molèstia mentrestant de tenir una carrera no estrictament política.
Parlant d'hipocresies, Oriol Junqueras va contradir Ada Colau, que va dir que no li semblava oportú portar banderes a la manifestació. També va dir que els atemptats no havien d'interrompre el procés democràtic i tal (com diria el mític Claudi Pérez). Això no va afectar pel que sembla a Pablo Iglesias i Xavi Domènech, que mentrestant, hores després de la manifestació tenien un curiós sopar amb el mateix Junqueras a casa d'un empresari (Jaume Roures) dels grans mitjans de comunicació oligopolístics relacionats amb el món de l'esport internacional, suposo que bon coneixedor dels contractes mediàtico-esportius en llocs com Miami, Qatar o Brasil. No crec que estiguessin planificant la imminent independència de Catalunya.
Sánchez i Junqueras tenen una cosa en comú (a part de liderar un moviment populista de rics), que és vox populi a la UAB: són acadèmics frustrats que no obstant donen la imatge de ser persones intel·ligents. Sánchez no sé per què, potser perquè no riu mai. Junqueras sembla que és perquè no llegeix quan parla. Jo preferiria que ho fés. Però el mateix fa Trump i el mateix fa Boris Johnson, i ningú els pren per intel·ligents (fora de la seva tribu, és clar). Igual que el president USA, abans de ser polític Junqueras va presentar una mena de reality show (en aquest cas sobre història de Catalunya). Jo auguro que quan la política el deixi a ell, acabarà fent de show man, probablement com Alex Salmond (un polític nacionalista, en aquest cas escocès, d'un oportunisme semblant a Junqueras) fent de si mateix. Mentre milers de ciutadans creien que assistien a una ben intencionada manifestació de dol i solidaritat, altres anaven per feina i per negocis. Esperar solidaritat del nacionalisme és inútil. D'on no n'hi ha, no en raja.
martes, 22 de agosto de 2017
Mirant al futur: autogovern, coordinació, solidaritat
Les legítimes anàlisis que es facin encara en calent després dels atemptats terroristes de Barcelona i Cambrils s'han de fer amb molta prudència i amb molt de respecte per les persones que els han viscut més d'aprop, en especial les víctimes i els seus familiars, les comunitats d'on eren els assassins i els cossos d'emergència i seguretat.
Tres coses em sembla que es poden afirmar, molt provisionalment i amb tot respecte per les persones que no ho vegin així:
1) L'autogovern funciona. Tot el món ha pogut veure que, contràriament a les queixes que retraten Catalunya com si fós una colònia, en realitat hi ha un govern català amb importantíssimes competències, per exemple en salut, emergències i seguretat. Moltes d'aquestes es van desenvolupar i desplegar al màxim per cert sota presidents de la Generalitat socialistes i governs d'esquerres.
2) La coordinació és necessària. La capacitat per respondre als problemes que es plantegen no treu que, com passa a França, a Bèlgica i al Regne Unit o Alemanya, hi hagi molta feina a fer pel que fa a la coordinació entre nivells de govern i cossos de seguretat. El concepte de "sobirania" o la noció de "l'estat" estan totalment desfassats per fer front als problemes de seguretat en el seu sentit més ampli al segle XXI. Qualsevol breu reflexió sobre la situació geoestratègica on ens trobem fa aquesta reflexió encara més òbvia per al cas català. En el curt i mitjà termini, les polítiques públiques tant per evitar una crisi a la indústria turística i alhora per mitigar els seus efectes negatius sobre la població local, com per prevenir la radicalització de sectors minoritaris d'immigrants, requereixen coordinació estreta des del nivell europeu fins al nivell local.
3) La solidaritat s'ha d'agraïr. Jo sí que he sentit la solidaritat de moltíssimes persones de tota Espanya. Hem de ser més agraïts. Al marge d'amistats (que he agraït personalment), m'ha arribat al cor la solidaritat dels jugadors del Betis, de la ciutat de Madrid, de presidents i presidentes de Comunitats Autònomes, de comunitats musulmanes de tota Espanya (també són espanyols i europeus, com jo), d'artistes, de periodistes i dibuixants de vinyetes còmiques (el cor de Forges). No tenim dret a examinar amb lupa i a intimidar: la solidaritat ha existit i ha estat enorme. Qui no vegi que aquesta solidaritat no distingeix entre orígens i accents és que no ha passejat pels altars espontanis que han sorgit a La Rambla després dels atemptats. És lamentable que la forma que alguns tenen d'agraïr-ho sigui oblidar que a Madrid al 2004 va haver-hi un atemptat encara més tràgic, o distingir entre espanyols i catalans a l'hora de comptar les víctimes (o encara pitjor, negar la condició de català a una persona de Rubí nascuda a Granada). Alguns es queixen que els espanyols no són federalistes (i a la vegada practiquen el bullying contra els federalistes catalans); quan ho són, els hi demanen devoció a la plurinacionalitat; quan se'n fan devots, no els hi agraeixen la solidaritat i destaquen el que ha dit un capellà marginal o critiquen intimidatòriament l'editorial d'un diari que ha dit el que també pensem molts catalans...
Un atemptat tràgic ens ha explicat millor que qualsevol llibre el món en què vivim: persones de desenes de nacionalitats són atacades en el passeig que simbolitza la diversitat i la llibertat. La reacció de la ciutadania ha estat un corrent immens de solidaritat i missatges contra l'odi i el sectarisme. La reacció de les institucions ha estat demostrar que el govern multi-nivell pot funcionar, però que és millorable. Perquè l'autogovern segueixi funcionant i ho faci millor, perquè la coordinació sigui més eficaç i perquè la solidaritat continui i sigui agraïda calen responsables polítics de qualitat. En això hi ha hagut clarobscurs. Per una banda, s'ha après la lliçó del 2004, i ningú ha intentat fer una utilització descarada dels atemptats. Per altra banda, a alguns responsables polítics (com Forn, Zoido i Puigdemont) en algun moment se'ls ha vist superats per les circumstàncies. Sota els focus de la BBC i la CNN un es pregunta si la formació que dóna la política local catalana i espanyola és suficient per fer front als grans reptes del món del segle XXI.
Tres coses em sembla que es poden afirmar, molt provisionalment i amb tot respecte per les persones que no ho vegin així:
1) L'autogovern funciona. Tot el món ha pogut veure que, contràriament a les queixes que retraten Catalunya com si fós una colònia, en realitat hi ha un govern català amb importantíssimes competències, per exemple en salut, emergències i seguretat. Moltes d'aquestes es van desenvolupar i desplegar al màxim per cert sota presidents de la Generalitat socialistes i governs d'esquerres.
2) La coordinació és necessària. La capacitat per respondre als problemes que es plantegen no treu que, com passa a França, a Bèlgica i al Regne Unit o Alemanya, hi hagi molta feina a fer pel que fa a la coordinació entre nivells de govern i cossos de seguretat. El concepte de "sobirania" o la noció de "l'estat" estan totalment desfassats per fer front als problemes de seguretat en el seu sentit més ampli al segle XXI. Qualsevol breu reflexió sobre la situació geoestratègica on ens trobem fa aquesta reflexió encara més òbvia per al cas català. En el curt i mitjà termini, les polítiques públiques tant per evitar una crisi a la indústria turística i alhora per mitigar els seus efectes negatius sobre la població local, com per prevenir la radicalització de sectors minoritaris d'immigrants, requereixen coordinació estreta des del nivell europeu fins al nivell local.
3) La solidaritat s'ha d'agraïr. Jo sí que he sentit la solidaritat de moltíssimes persones de tota Espanya. Hem de ser més agraïts. Al marge d'amistats (que he agraït personalment), m'ha arribat al cor la solidaritat dels jugadors del Betis, de la ciutat de Madrid, de presidents i presidentes de Comunitats Autònomes, de comunitats musulmanes de tota Espanya (també són espanyols i europeus, com jo), d'artistes, de periodistes i dibuixants de vinyetes còmiques (el cor de Forges). No tenim dret a examinar amb lupa i a intimidar: la solidaritat ha existit i ha estat enorme. Qui no vegi que aquesta solidaritat no distingeix entre orígens i accents és que no ha passejat pels altars espontanis que han sorgit a La Rambla després dels atemptats. És lamentable que la forma que alguns tenen d'agraïr-ho sigui oblidar que a Madrid al 2004 va haver-hi un atemptat encara més tràgic, o distingir entre espanyols i catalans a l'hora de comptar les víctimes (o encara pitjor, negar la condició de català a una persona de Rubí nascuda a Granada). Alguns es queixen que els espanyols no són federalistes (i a la vegada practiquen el bullying contra els federalistes catalans); quan ho són, els hi demanen devoció a la plurinacionalitat; quan se'n fan devots, no els hi agraeixen la solidaritat i destaquen el que ha dit un capellà marginal o critiquen intimidatòriament l'editorial d'un diari que ha dit el que també pensem molts catalans...
Un atemptat tràgic ens ha explicat millor que qualsevol llibre el món en què vivim: persones de desenes de nacionalitats són atacades en el passeig que simbolitza la diversitat i la llibertat. La reacció de la ciutadania ha estat un corrent immens de solidaritat i missatges contra l'odi i el sectarisme. La reacció de les institucions ha estat demostrar que el govern multi-nivell pot funcionar, però que és millorable. Perquè l'autogovern segueixi funcionant i ho faci millor, perquè la coordinació sigui més eficaç i perquè la solidaritat continui i sigui agraïda calen responsables polítics de qualitat. En això hi ha hagut clarobscurs. Per una banda, s'ha après la lliçó del 2004, i ningú ha intentat fer una utilització descarada dels atemptats. Per altra banda, a alguns responsables polítics (com Forn, Zoido i Puigdemont) en algun moment se'ls ha vist superats per les circumstàncies. Sota els focus de la BBC i la CNN un es pregunta si la formació que dóna la política local catalana i espanyola és suficient per fer front als grans reptes del món del segle XXI.
lunes, 21 de agosto de 2017
El gobierno del PP y la regulación independiente
Sorprendentemente el gobierno del PP se ha alineado con la izquierda radical al considerar que los organismos reguladores independientes son antidemocráticos. Lo ha descubierto el periodista del diario El País Claudi Pérez hurgando en los argumentos escritos que el gobierno español ha presentado ante requerimientos de la Comisión Europea. Una vez más, las autoridades de la UE han tenido que tirar de las orejas a nuestros ministros (tan supuestamente liberales y europeístas) en cuestiones relacionadas con nuestras industrias de red o con la política de defensa de la competencia. Es por esto que en la crónica de Claudi Pérez un economista de la UAB bien conocido por los lectores de este blog, dice que “El Gobierno ha dado sobradas muestras de no creer en los reguladores independientes. Lo mejor que ha hecho la Comisión por España es ser una especie de policía en telecomunicaciones, energía y competencia; cabe esperar que en este contencioso se ponga de nuevo de parte del regulador”. Seguramente se le preguntó por haber escrito esto y esto, entre otras piezas. Como comentario de la noticia, Xavier Vidal-Folch aclara con razón que la independencia de los reguladores no es una verdad absoluta, sino que hay que buscar el nivel y la forma óptimas de intervención pública, que no siempre pasa por la intervención ministerial. Los reguladores relativamente independientes del gobierno se justifican por la necesidad de tomar decisiones al margen del ciclo político y de las oscilaciones a corto plazo de la opinión pública, y por la necesidad de reclutar expertos en industrias relativamente complejas. El Partido Popular sólo ha mostrado entender esto cuando Aznar gobernó sin mayoría absoluta y creó la Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT), que después otro gobierno del PP desmanteló, después de que el gobierno socialista tomara la decisión federalista de ubicar su sede en Barcelona. Todo lo demás ha sido un desastre. Nuestra suerte ha sido exactamente la labor de monitorización de la Comisión, que ha impedido males mayores, y nuestra sujeción a la soberanía comunitaria en cuestiones de telecomunicaciones, energía y defensa de la competencia. Que la independencia no es una verdad absoluta lo demuestra precisamente el carácter no independiente, sino político, de la Comisión. Pero con opiniones públicas y sistemas de grupos de presión nacionales, la mejor combinación es la supervisión del nivel europeo con una regulación efectiva (independiente de los gobiernos) en los estados-miembro. No es verdad que el gobierno quiera hacer política energética con las decisiones de regulación. Lo que quiere hacer son favores. Una vez más, gracias Europa.
sábado, 19 de agosto de 2017
La Rambla de la libertad y la solidaridad
Una esperanza emerge en la reacción ciudadana tras el
atentado del jueves en La Rambla de Barcelona y su apéndice unas horas después
en Cambrils: una ola masiva de solidaridad espontánea y un rechazo al odio y al miedo.
Otra cosa no podía salir de la avenida más viva, compartida, diversa y libre de
nuestra ciudad, como sabía Lorca y como han explicado Enric González y Carlos Zanón. Hubo personas fallecidas y heridas de 35 nacionalidades, número que
habría que multiplicar por algún factor porque si sintieron la llamada de Barcelona y su Rambla es porque tenían algo de mestizas y multiculturales. Los
del odio y los de las fobias del tipo que sea no van a vaciarla así como así,
pero tiene su lógica que quieran acabar con una avenida que representa
precisamente el mundo que no soportan. Algunas de las víctimas, como les pasa a
muchos turistas y visitantes ocasionales, quizás se hubieran quedado a vivir
con nosotros para siempre. Olvidamos a menudo que sólo un par de decisiones
separan a un visitante de un ciudadano residente.
El “no tinc por” (no tengo miedo), que salió espontáneamente
de la ciudadanía, ha disciplinado a los responsables políticos. Ha sido efectivo,
por lo menos de momento, como fue efectivo el “Quien ha sido” en la
manifestación tras los atentados en los trenes de Madrid de Marzo de 2004. Teníamos
cierto derecho a no estar seguros de que fuera así: entre los responsables
políticos actuales hay personas que intentaron mentir para sacar provecho político
de los atentados de Atocha, y también hay personas que han estado hasta hace
unos días utilizando el poder institucional para saltarse la ley y gobernar
sólo para una parte de la población.
No es obvio que la lógica del “no tengo miedo” y de la libertad solidaria tengan que imponerse necesariamente, aunque creo que quien lo impida pagará un alto coste político por ello. A riesgo de simplificar, creo que a grandes rasgos hay tres posibles narrativas en disputa en estos momentos, incompatibles entre ellas, compitiendo en el debate político y mediático-social: la narrativa de la soberanía nacional, la narrativa islamofóbica y la narrativa solidaria que emergió espontáneamente de la Rambla.
La narrativa de la soberanía nacional tiene dos versiones, la española y la catalana, pero están basadas en principios parecidos. A ellas creo que se refiere el editorial de hoy de La Vanguardia cuando menciona que banderas que hasta recientemente han sido utilizadas para dividir a la población no tuvieron el protagonismo deseado en la manifestación del minuto de silencio en la Plaza Cataluña. Unidad, unidad, unidad, dicen unos dando vivas al rey. Otros creen que “La independencia nos daría todos los instrumentos para ser más eficaces contra el terrorismo”. Un importante responsable político que escribió este tuit el día después del atentado fue obligado a borrarlo, pero se pueden leer mensajes parecidos en los medios independentistas. No sólo el mensaje es absurdo, puesto que los países supuestamente “independientes” están pidiendo más, y no menos coordinación policial y compartir instrumentos y no monopolizarlos, sino que además aquí han cometido un grave error: si la ANC hubiera tenido los reflejos adecuados, podía haber liderado la reacción de voluntariado espontáneo tras el atentado olvidándose de mensajes políticos. Pero ni tienen tanta capacidad logística en el área de Barcelona ni debían tener puesto el chip de la solidaridad con todo el mundo, fuera cual fuera su origen.
La narrativa islamofóbica es muy poco sofisticada: “Hay que echar a los moros”. Anglada (el líder de la extrema derecha racista en Cataluña, no necesariamente españolista) ha vuelto a asomar su siniestra cabeza. Nada vacuna a Cataluña contra el racismo anti-musulmán, ya que en la legislatura anterior nuestra comunidad tuvo muchos más concejales de candidaturas racistas que el resto de España. En los últimos años por suerte ha venido a menos, pero habremos hecho un mal negocio si una parte de los adictos a las fobias pasan de la hispanofobia (o la catalanofobia) a la islamofobia. Como ejemplo del riesgo real de derivas racistas, el actual líder del PP en Cataluña, siendo alcalde de Badalona, hizo campaña bajo el lema “Limpiemos Badalona”, y de eso hace menos de tres años. La mayoría de víctimas del terrorismo de ISIS son personas musulmanas, y como explica Andreu Claret, estos terroristas en concreto o sus líderes e inspiradores persiguen el objetivo precisamente de generar racismo para poder justificar su proyecto.
La narrativa del “No tenemos miedo” (la portada que comparten hoy desde el diario ABC hasta el diario Ara), es la que afortunadamente para todos se ha impuesto de momento. La ciudadanía (los habitantes de Barcelona y sus visitantes) lo dice muy mayoritariamente: “no queremos odiar”. Yo no soy de los que creen que “la gente” o “el pueblo” siempre tienen razón, pero celebro con gran alivio y satisfacción que éste haya sido el grito dominante que ha emergido de la ciudadanía tras los atentados de Barcelona. Es algo enormemente positivo y es responsabilidad de todos construir sobre ello.
Ahora hay que traducir los deseos de la ciudadanía en hechos concretos en el terreno de las políticas y las instituciones públicas. Y para lograrlo habrá que hacer con tiempo y sosiego un análisis previo. Existen una serie de hechos analizables sobre la coordinación policial y política de los que poco a poco, insisto que con responsabilidad y prudencia, habrá que ir sacando lecciones:
-¿Funcionaron y funcionan suficientemente bien las recomendaciones y advertencias entre cuerpos policiales y de inteligencia? Las polémicas sobre los pilones y la supuesta advertencia sobre un posible atentado en las Ramblas, así como el rumor de que el gobierno catalán rechazó la experiencia de los Tedax de los cuerpos de seguridad españoles en Alcanar, deben aclararse.
-¿Fue suficiente la coordinación política? Los gobiernos catalán y español tardaron 20 horas en reunirse y casi un día entero en ofrecer una comparecencia conjunta, y cuando la hicieron olvidaron poner la bandera más importante, la de nuestra nueva patria común, que es Europa. Y no es mera retórica, pues es en el espacio europeo donde hay que coordinar mejor la inteligencia y la seguridad. El déficit de coordinación de nuestra necesaria diversidad institucional pone hoy en riesgo la vida de una ciudadanía solidaria que quiere seguir viviendo en libertad, y ello ocurre ante enormes desafíos geoestratégicos que van a agravarse en las próximas décadas con el cambio climático.
En casos de grandes atentados, como de grandes catástrofes no anunciadas, un gran foco se coloca encima de los gobernantes y sus mecanismos institucionales, y nos permite aprender más sobre su calidad humana y política (en democracia, también hay que solidarizarse con ellos por la gran presión a la que están sometidos). Es legítimo el debate sobre qué tipo de reformas políticas e institucionales minimizarían las descoordinaciones, que ponen en riesgo la vida de las personas, aunque sea verdad que la prioridad ahora sea socorrer a la víctimas, detener a todos los responsables y esclarecer los hechos. Es legítimo el debate democrático sobre qué tipo de reformas políticas, no sólo en Cataluña y España, sino en toda Europa y el mundo, pueden hacer posible que la naturaleza de la Rambla (su libertad y su solidaridad) y su grito (no tengo miedo) se expandan de forma institucionalizada. La Rambla y el mundo que emerge de ella son de todas y todos. Y más temprano que tarde (lo están haciendo ya) volverán a andar sobre ella hombres y mujeres libres de todos los orígenes para construir una sociedad mejor.
No es obvio que la lógica del “no tengo miedo” y de la libertad solidaria tengan que imponerse necesariamente, aunque creo que quien lo impida pagará un alto coste político por ello. A riesgo de simplificar, creo que a grandes rasgos hay tres posibles narrativas en disputa en estos momentos, incompatibles entre ellas, compitiendo en el debate político y mediático-social: la narrativa de la soberanía nacional, la narrativa islamofóbica y la narrativa solidaria que emergió espontáneamente de la Rambla.
La narrativa de la soberanía nacional tiene dos versiones, la española y la catalana, pero están basadas en principios parecidos. A ellas creo que se refiere el editorial de hoy de La Vanguardia cuando menciona que banderas que hasta recientemente han sido utilizadas para dividir a la población no tuvieron el protagonismo deseado en la manifestación del minuto de silencio en la Plaza Cataluña. Unidad, unidad, unidad, dicen unos dando vivas al rey. Otros creen que “La independencia nos daría todos los instrumentos para ser más eficaces contra el terrorismo”. Un importante responsable político que escribió este tuit el día después del atentado fue obligado a borrarlo, pero se pueden leer mensajes parecidos en los medios independentistas. No sólo el mensaje es absurdo, puesto que los países supuestamente “independientes” están pidiendo más, y no menos coordinación policial y compartir instrumentos y no monopolizarlos, sino que además aquí han cometido un grave error: si la ANC hubiera tenido los reflejos adecuados, podía haber liderado la reacción de voluntariado espontáneo tras el atentado olvidándose de mensajes políticos. Pero ni tienen tanta capacidad logística en el área de Barcelona ni debían tener puesto el chip de la solidaridad con todo el mundo, fuera cual fuera su origen.
La narrativa islamofóbica es muy poco sofisticada: “Hay que echar a los moros”. Anglada (el líder de la extrema derecha racista en Cataluña, no necesariamente españolista) ha vuelto a asomar su siniestra cabeza. Nada vacuna a Cataluña contra el racismo anti-musulmán, ya que en la legislatura anterior nuestra comunidad tuvo muchos más concejales de candidaturas racistas que el resto de España. En los últimos años por suerte ha venido a menos, pero habremos hecho un mal negocio si una parte de los adictos a las fobias pasan de la hispanofobia (o la catalanofobia) a la islamofobia. Como ejemplo del riesgo real de derivas racistas, el actual líder del PP en Cataluña, siendo alcalde de Badalona, hizo campaña bajo el lema “Limpiemos Badalona”, y de eso hace menos de tres años. La mayoría de víctimas del terrorismo de ISIS son personas musulmanas, y como explica Andreu Claret, estos terroristas en concreto o sus líderes e inspiradores persiguen el objetivo precisamente de generar racismo para poder justificar su proyecto.
La narrativa del “No tenemos miedo” (la portada que comparten hoy desde el diario ABC hasta el diario Ara), es la que afortunadamente para todos se ha impuesto de momento. La ciudadanía (los habitantes de Barcelona y sus visitantes) lo dice muy mayoritariamente: “no queremos odiar”. Yo no soy de los que creen que “la gente” o “el pueblo” siempre tienen razón, pero celebro con gran alivio y satisfacción que éste haya sido el grito dominante que ha emergido de la ciudadanía tras los atentados de Barcelona. Es algo enormemente positivo y es responsabilidad de todos construir sobre ello.
Ahora hay que traducir los deseos de la ciudadanía en hechos concretos en el terreno de las políticas y las instituciones públicas. Y para lograrlo habrá que hacer con tiempo y sosiego un análisis previo. Existen una serie de hechos analizables sobre la coordinación policial y política de los que poco a poco, insisto que con responsabilidad y prudencia, habrá que ir sacando lecciones:
-¿Funcionaron y funcionan suficientemente bien las recomendaciones y advertencias entre cuerpos policiales y de inteligencia? Las polémicas sobre los pilones y la supuesta advertencia sobre un posible atentado en las Ramblas, así como el rumor de que el gobierno catalán rechazó la experiencia de los Tedax de los cuerpos de seguridad españoles en Alcanar, deben aclararse.
-¿Fue suficiente la coordinación política? Los gobiernos catalán y español tardaron 20 horas en reunirse y casi un día entero en ofrecer una comparecencia conjunta, y cuando la hicieron olvidaron poner la bandera más importante, la de nuestra nueva patria común, que es Europa. Y no es mera retórica, pues es en el espacio europeo donde hay que coordinar mejor la inteligencia y la seguridad. El déficit de coordinación de nuestra necesaria diversidad institucional pone hoy en riesgo la vida de una ciudadanía solidaria que quiere seguir viviendo en libertad, y ello ocurre ante enormes desafíos geoestratégicos que van a agravarse en las próximas décadas con el cambio climático.
En casos de grandes atentados, como de grandes catástrofes no anunciadas, un gran foco se coloca encima de los gobernantes y sus mecanismos institucionales, y nos permite aprender más sobre su calidad humana y política (en democracia, también hay que solidarizarse con ellos por la gran presión a la que están sometidos). Es legítimo el debate sobre qué tipo de reformas políticas e institucionales minimizarían las descoordinaciones, que ponen en riesgo la vida de las personas, aunque sea verdad que la prioridad ahora sea socorrer a la víctimas, detener a todos los responsables y esclarecer los hechos. Es legítimo el debate democrático sobre qué tipo de reformas políticas, no sólo en Cataluña y España, sino en toda Europa y el mundo, pueden hacer posible que la naturaleza de la Rambla (su libertad y su solidaridad) y su grito (no tengo miedo) se expandan de forma institucionalizada. La Rambla y el mundo que emerge de ella son de todas y todos. Y más temprano que tarde (lo están haciendo ya) volverán a andar sobre ella hombres y mujeres libres de todos los orígenes para construir una sociedad mejor.
lunes, 14 de agosto de 2017
D'aquí un mes i mig, Catalunya desconnectarà d'Espanya però no de la Unió Europea... oi que sí?
Una pregunta habitual a Catalunya és "què creus que passarà?". Una altra és "com acabarà tot plegat?" La segona jo l'acostumo a respondre dient que "tot plegat" no acabarà, sinó que evolucionarà, com tots els fenòmens de l'univers. Respecte a la primera pregunta, la meva resposta acostuma a ser que el més important no és el que passarà, sinó el que ha passat ja, i el que decideixi fer cadascú passi el que passi, d'acord amb els valors ètics i la informació a l'abast de cadascú. És clar que una cosa és informació (almenys és més que dades), però una altra és coneixement i una altra és saviesa. De totes maneres, acceptem per un moment el repte: què passarà? Bé, de fet no hi ha tanta incertesa, almenys en el curt termini, posem fins al 2 d'Octubre. Sabem força bé què passarà: hi haurà com cada setembre una pujada de decibelis de la propaganda nacionalista, hi haurà un tercer intent de simulacre de referèndum (després del 9-N i de les "plebiscitàries"), seguirà o s'accentuarà la divisió de Catalunya,... i per altra banda molt probablement tot seguirà igual. Malauradament per a molts independentistes, la pregunta que hi ha en el títol d'aquest post té una resposta negativa. Això ho sap qualsevol persona mínimament informada a Catalunya (no diguem algú que hagi passat a l'estadi de tenir coneixements), sigui independentista o no. Però els líders independentistes mantenen el discurs oficial, i per tant intenten convèncer a una majoria de la seva parròquia, de la imminència de la independència, en forma de "desconnexió en 48h" després d'un resultat afirmatiu en el "referèndum", independentment del nivell de participació, del marc legal que haurà envoltat aquest nou simulacre de referèndum, de la seva manca de reconeixement internacional, de la manca absoluta de garanties, i de l'altíssima probabilitat que aquesta vegada ni tant sols es faci amb la mateixa facilitat que els dos anteriors simulacres. Però suposem que es fés: llavors què? La versió oficial de Junts pel Sï (que no de la CUP, que és eurofòbica) és que es declararà o es "proclamarà" la independència i plis plas, desconnectarem d'Espanya sense desconnectar de la Unió Europea. Aquest prodigi de microcirurgia jurídico-institucional es faria prescindint del fet, entre altres, que Espanya és un estat-membre de la Unió Europea, de fet un dels més grans entre aquests. Oi que això no passarà? Doncs per què gastar tantes energies i euros en una campanya propagandística que diu que sí a això que no passarà? En realitat els dirigents independentistes, ja que molts tenen informació i alguns tenen coeixements (fins i tot assoleix algun la saviesa), creuen que la propaganda continuada i massiva servirà algun dia per tenir una majoria àmplia de vots independentistes, o servirà per crear un conflicte d'ordre públic a Catalunya (encara que això el Sr. Esteve no ho té clar) que serveixi perquè algun dia el miracle de la desconnexió selectiva sigui possible. Qualsevol que segueixi la (no) desconnexió que ha seguit al referèndum (legal i victoriós) del Brexit, sap que les coses són molt diferents i molt més complexes. I per tant fins que no s'abandoni l'estratègia actual en realitat el que se seguirà aconseguint serà la divisió de la societat, la decadència de l'autogovern, l'aïllament internacional, el protagonisme de forces polítiques que flirtegen amb la violència de més o menys baixa intensitat, i la pèrdua d'oportunitats d'acció col·lectiva en una societat canviant que no ens esperarà.
jueves, 10 de agosto de 2017
"Pero si a mi me trataron muy bien..."
Los elogios de
Vicente del Bosque y Julen Lopetegui a Angel M. Villar pese a las graves
acusaciones de corrupción que pesan sobre quien ha sido durante 30 años
presidente de la Federación Española de Fútbol, y colega del alma de Sepp
Blatter y Michel Platini, sólo son un ejemplo más de una variante del síndrome
de Estocolmo que impide a personas aparentemente inteligentes darse cuenta (o
reconocer que se dan cuenta) de que están en manos de personajes o sistemas
completamente deleznables. Otro ejemplo serían los elogios de otros deportistas
al régimen de Qatar: “pues a mí y a mi familia nos trataron muy bien”. Da igual
que al mismo tiempo los inmigrantes sean explotados, los derechos humanos más
elementales violados, y las desigualdades (incluidas las de género) llevadas a
un extremo insoportable. Es obvio que los corruptos y dictadores tratan bien a
personajes famosos para lavar su imagen y desviar la atención de la gravedad de
sus crímenes. Igual que cada individuo es responsable de su declaración de la
renta aunque no la entienda, cada persona debería ser responsable de evaluar
con un mínimo de objetividad el comportamiento público de las personas a su
alrededor.
Otro ejemplo de
esta actitud lamentable lo he conocido leyendo un libro sobre la historia de James Buchanan, el economista norteamericano y premio Nobel que hizo de la
crítica a la intervención pública en la economía el eje de su carrera
intelectual. Aunque Buchanan nunca presumió demasiado en público de haber asesorado
a la dictadura chilena de Pinochet (si los milicos de ese régimen asesino encargaron
a la Escuela de Chicago el diseño de políticas económicas, es menos conocido
que el diseño de los amarres institucionales y constitucionales del “modelo”
fue encargado a la Escuela de Virginia de Buchanan), en privado sí se mostró
agradecido por el trato recibido. Por ejemplo (p. 161) escribió al ministro
Sergio de Castro agradeciéndole “el buen almuerzo ofrecido en mi honor” y
compartió lo mucho que había “disfrutado la totalidad de su visita en Chile”.
La Sra. Buchanan, que le acompañaba, apreció “los bonitos regalos, las bellas
flores, las joyas chilenas y el vino”. Mientras, los opositores eran torturados
a miles y muchos de ellos desaparecían misteriosamente. Los detalles de todo
ello quizás eran desconocidos por los Buchanan, pero lo que siendo gente culta
no ignoraban es que los regímenes militares que gobiernan tras echar del poder
a un gobierno democráticamente constituido suelen caracterizarse por el uso arbitrario
de la violencia.
sábado, 5 de agosto de 2017
L'independentisme, fase superior del pujolisme
La auto-inculpació de Jordi Pujol confessant que era un defraudador fiscal i els gravíssims problemes de corrupció en què està implicada la seva família, no impedeixen veure molts factors de continuïtat entre la deriva del procés independentista i la llavor que va sembrar durant molts anys el pujolisme. Si l'onada identitària internacional la complementem amb la perspectiva d'història local, específica, del pujolisme, no estarem molt lluny d'assolir les claus interpretatives essencials per entendre el que passa a Catalunya (sumat a la sentència de l'Estatut, el PP, etc.). Algunes fotos que han corregut per la xarxa, amb Jordi Pujol en primera fila d'un acte de Puigdemont (on entre Pujol i Toni Comín només hi havia l'actual conseller d'Interior i un altre personatge, cosa ben descriptiva d'una aproximació progressiva) il·lustren aquesta realitat. De l'actuació impune dels serveis de seguretat d'un partit en el Parlament de Catalunya a l'any 1984, en ocasió de la querella de Banca Catalana, hem passat a la glorificació d'organitzacions para-governamentals i a l'aixopluc d'organitzacions que justifiquen la violència sota el ben après argumentari de la diferenciació entre legalitat i legitimitat. La contínua erosió de les institucions públiques per satisfer una estratègia de formació de l'esperit nacional demostren que, quan coincideixen amb un fracàs estrepitós dels projectes d'internacionalització, la retòrica europeista del passat era pura façana. La paràlisi del PP proveeix l'excusa perfecta per una estratègia d'apropiació de tot allò que hauria de ser comú. És igual si els resultats reals, de creació de noves institucions, són inexistents: l'objectiu és bàsicament identitari. L'atracció de personatges provinents de l'esquerra, alguns per convicció i altres per oportunisme, i entre aquests alguns obtinguts a un preu més car i altres a preu de saldo, també ha format part històricament de la caixa d'eines del pujolisme. Intel·lectuals ben cuidats per Jordi Pujol i Soley amb generoses càtedres en (de Catalunya) obertes universitats avui pregonen als nostres diaris que el procés independentista és a Catalunya el que el 15M va ser a la resta d'Espanya, quan la majoria dels que sí que van recolzar el 15-M a Catalunya, com Carlos Jiménez Villarejo o Guillem Martínez, denuncien que el "procés" d'Artur Mas i els Pujol va ser la forma de frenar el 15-M a Catalunya. El mateix sociòleg que fa l'associació entre 15-M i el procés també ens diu que els independentistes són els sectors més joves i dinàmics de la societat catalana. Gràcies per la desqualificació. Però no està molt clar on deuen estar aquests joves dinàmics, perquè si mirem els resultats electorals de l'àrea metropolitana de Barcelona (que deu ser on hi ha més joves dinàmics de Catalunya) resulta que hi ha poquíssims regidors de partits sobiranistes, o aquests partits treuen els seus pitjors resultats a les eleccions de tot tipus. Per sort en el mateix diari hi havia avui articles refrescants de Remei Margarit i Xavier Arbós, que ja se sap que no deuen estar entre els sectors més dinàmics. Intento aïllar-me de tanta intoxicació llegint l'autobiografia de Juan Goytisolo, un exemple de persona per qui fugir de la burgesia catalana, de l'Espanya negra i del pujolisme, i a la vegada lluitar per la democràcia i per la fecundació de cultures van ser la mateixa cosa. I una persona que igual que molts de nosaltres patia tortícolis veient els canvis espectaculars d'alguns vells companys de lluita.
miércoles, 2 de agosto de 2017
Dues banderes, però un sol objectiu
La solidaritat entre nacionalistes que denuncia el darrer editorial de Federalistes d'Esquerres consisteix a mantenir per tant de temps com sigui possible el teatre del "procés", perquè aquest teatre és l'únic que manté en peu els dos governs, el de Puigdemont i el de Mariano Rajoy. Que és purament un teatre a aquestes alçades ho saben tots els dirigents polítics, però clarament no ho volen explicar als seus potencials votants: no hi ha cap possibilitat que Catalunya sigui un estat independent ni a curt ni a mig termini. Sense el procés independentista català hi hauria a Espanya un govern reformista i a Catalunya hi hauria una majoria diferent, tirant endavant obres de govern (de les quals ni se'n parla a Catalunya des de fa cinc anys). L'única por que fa Puigdemont a Madrid és la por del col·lapse del "procés" independentista, que deixaria sense raó de ser el propi govern de Rajoy i sense excusa a la resta de forces polítiques per arribar a acords que impliquessin una alternativa a Rajoy i una reforma en profunditat de les Espanyes. I la por més gran que li fa el govern de Rajoy als líders independentistes és la por de la seva desaparició i la seva substitució per una majoria reformista a Espanya que impulsi reformes federals, socials i de regeneració democràtica. Un amic meu em fa l'analogia entre el federalisme com un "first best" (un òptim de primer ordre, aquell que és factible quan no hi ha restriccions de cap mena) impossible, i un independentisme com un "second best", un òptim de segon ordre que sí que tindria en compte la restricció segons la qual segons ell el govern Rajoy no té cap intenció de tenir en compte la voluntat dels catalans. L'argument està ple de tota mena de trampes propiciades pel "framing" indepe, però dues són les principals: ni el govern de Rajoy és l'única opció a Espanya (de nou es confon l'estat amb el govern), ni la independència és factible avui per avui en el marc de l'actual Constitució i de la zona euro i la UE i de la correlació de forces internes i externes existent. Per tant, tenint en compte les restriccions del món real, i movent-nos estrictament en opcions de "second best", jo veig dues alternatives: o reforma (que serà lenta i difícil, com són les coses en democràcia) o la paràlisi actual. Si seguim en la paràlisi actual les coses poden ser assumibles, o poden anar a pitjor, per exemple amb grups creixentment radicalitzats i una divisió cada vegada més profunda de la societat catalana, en absolut vacunada contra la violència com hem vist els darrers dies. Un altre amic es pregunta que si caldrà defensar amb ungles i dents la denominació de les entitats federals com a nacions en la reforma federal. Jo espero que no, i jo no he defensat mai aquesta posició. Crec que cal respectar que cadascú es digui com vulgui i intentar entendre'ns. A mi igualment és un debat que m'incomoda una mica perquè no estic segur que ens acosti a un acord i perquè crec que tot és tan plurinacional (fins i tot cadascun de nosaltres) que és molt difícil organitzar res sota el concepte de nació o els seus derivats. Potser seria millor ser més agnòstics i decidir que cadascú es digui com vulgui. D'acord amb El Danubi de Magris qualsevol territori (Espanya, Catalunya, etc.) està ple de tantes nacions que és molt difícil retallar-lo perquè tingui certa homogeneïtat cultural o "nacional". A Espanya convivim persones que creuen que la seva nació és Espanya, altres que és Catalunya, altres que és Euskadi, altres que és Colombia (totes elles per altra banda tan semblants), altres que no se senten de cap nació, altres que en tenen diverses... i el territori és massa petit com perquè no ens entenguem. Per altra banda, sobre la sobirania dels espanyols, crec que Espanya és sobirana quasi només en el sentit que la Constitució diu que les seves parts no poden separar-se només perquè vulguin. En tota la resta, Espanya o qualsevol estat-membre de la zona euro ja no són sobirans. I a partir d'aquí serà més fàcil entendre'ns. I també serà més fàcil entendre'ns si ens reconeixem i ens respectem. Per cert, una persona que signa a Facebook com Toni Berini, és la mateixa Toni Berini que col·laborava amb campanyes del PSC? Pot ser que aquesta mateixa persona hagi anomenat a Federalistes d'Esquerres "federalistes de pacotilla" arrel del darrer editorial? Són federalistes de pacotilla per exemple Josep M. Vegara, Núria Gispert o Xavier Roig, per citar tres persones que van participar en un recent acte de l'entitat i van expressar posicions federalistes? Si uns no volen veure que el federalisme existeix (una versió moderna de la desaparició de persones a les fotos del stalinisme), i altres desqualifiquen els federalistes, serà difícil entrar en el debat sobre les reformes viables, "second best" i factibles (i assumibles pel 80% de la població, incloent alguns dels que porten banderes amunt i avall), i seguirem en la paràlisi, la qual cosa en un món que es mou és el retrocés, i potencialment la catàstrofe.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)