jueves, 30 de diciembre de 2021

La pelota sí entra por azar (y por dinero, y buena gestión)

Como explico en la reseña del libro de Simon Kuper sobre el Barça publicada por Política & Prosa, no alcanzo a ver una gran discontinuidad entre la presidencia de Bartomeu y la de Laporta. Ambas tienen en común su incapacidad para tomar decisiones difíciles en un contexto de envejecimiento de un proyecto que había sido exitoso.

Contrariamente a la idea promovida por uno de los exponentes de la Generación del Power Point (de la que forman parte los dos últimos presidentes del Barça), un requisito necesario para poder mirar a la cara lo que le sucede al club es darse cuenta de que la pelota SÍ entró por azar en los años buenos. Azar en el sentido de que hay que tener mucha suerte para que los tres mejores jugadores del mundo en 2010 estuvieran los tres en el Barça, y muy bien acompañados por otros talentos. También había detrás buena gestión, pero de quienes habían hecho posible La Masía en el pasado, no de quienes más se beneficiaron de ella por estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.

La pelota entra por azar, por buena gestión y por dinero. El Barça, gracias a tener durante unos años a los mejores jugadores, consiguió alcanzar lo más alto del ránking de clubs de fútbol con mayores ingresos. Y en lugar de administrar bien estos recursos, consiguió ser también el club más endeudado del mundo, por la razón principal, entre otras secundarias, de que sus dirigentes fueron doblegándose a todas las exigencias de su principal estrella, como explica Kuper. Que esto era insostenible es algo que todavía no son capaces de ver cara a cara la mayor parte de comentaristas deportivos locales. Ha tenido que venir alguien de fuera (Kuper) para contárnoslo. Desde los últimos años de Bartomeu, hasta que Laporta tomó posesión, alguien tenía que haber planificado la etapa post-Messi y no se hizo, y hoy se siguen dando palos de ciego.

Que el balón entra por dinero y no sólo por azar, significa que los clubs más ricos (porque tienen más seguidores o porque tienen dueños con bolsillos infinitos) se pueden permitir fichar a los mejores jugadores o a los mejores entrenadores. Por ejemplo, el Manchester City es el club que ha gastado más en fichajes en los últimos años, y también el club que ha necesitado más compensar las deudas que se iban acumulando con aportaciones de los dueños del club.

El dinero y el azar pueden acompañarse o no de buena gestión, lo que significaría someterse a decisiones objetivas en cuanto a reclutamiento de staff y de jugadores, alejándose del populismo y pensando a medio y largo plazo. Son capaces de hacerlo...si fueran un poco capaces de resistir las presiones mediáticas y populares. De hecho, aquellas partes del club más alejadas de la presión mediática funcionan perfectamente, por ejemplo en el caso del baloncesto masculino y el fútbol femenino.

Pero en fútbol masculino, siguen intentando vender a los malos y comprar a famosos, sin asumir, y mucho menos comunicar, que la situación es dramática y que cualquier curso de acción bien gestionado va a requerir “sangre, sudor y lágrimas”. En vez de ello, se le asegura al entrenador de turno que Messi seguirá (hasta el día en que se comunica, oh sorpresa, que se tiene que ir), que Dembélé seguirá,… y que no habrá que vender a ninguna perla de la cantera, aunque no juguemos ya la Champions League, estas perlas vayan a recibir ofertas que tripliquen sus ingresos, y la masa salarial del club sea del 85% de los ingresos (tras salir Messi y Griezman).

Buena gestión querría decir buscar objetivamente los mejores recursos humanos, y no priorizar pools que vienen sólo de tres núcleos: quienes apoyaron a Laporta en la campaña electoral, personas que están en el pasado del club (en lugar de mirar lo que funciona fuera, como se había hecho históricamente), o futbolistas descartados por un único club de fútbol (con cuyos dirigentes existen vínculos personales, el ManCity).

Cuando se fueron grandes jugadores como Cruyff, Maradona, Ronaldinho… el Barça no sólo siguió ganando, sino que ganó más. Ahora seguro que acabará pasando, pero en ausencia de más dinero, hará falta bastante suerte y mucho mejor gestión.

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