viernes, 6 de octubre de 2017

El libro que debería leer Trapero

El escritor Lorenzo Silva ha escrito en "Recordarán tu nombre" la historia del general Aranguren, el oficial de la Guardia Civil que en Cataluña se mantuvo fiel a la legalidad democrática el 19 de Julio de 1936, a las órdenes de la República y de la Generalitat de Cataluña. Aranguren conocía personalmente a muchos de los generales sediciosos, con quienes había luchado en las guerras del norte de Africa en los años 1920. Este general, de origen gallego, no era el único de muchos oficiales venidos de otras partes de España que se mantuvieron fieles a la legalidad democrática en Barcelona en esos días dramáticos. Como argumenta Silva, fueron ellos quienes lograron retrasar, en esos días, durante casi tres años la caída de Cataluña en manos del fascismo (al cual se sumaron no pocos catalanes, entre ellos uno de mis abuelos). Creo que el libro debería ser de lectura obligada para el mayor Trapero y para los aprendices de la escuela de formación de los Mossos de Esquadra, la policía autonómica catalana, hoy manipulada por los dirigentes del proceso independentista catalán hasta convertirse prácticamente en un servicio de orden de un movimiento revolucionario ilegal. Esperemos que el objetivo final no sea crear una especie de milicias boliviarianas, y que se restaure el funcionamiento de la legalidad con sus pesos y contrapesos. No es el único paralelismo con los movimientos populistas de otros lares, como ha destacado el experto argentino Carlos Pagni. Aranguren tenía una alta concepción de la legalidad democrática y de su honor, por encima de sus ideas políticas y de sus lealtades personales. Lo pagó con la vida. Por supuesto, los cuerpos de seguridad no son el único ejemplo de algo público, que debería ser de todos, puesto al servicio de una parte de la sociedad. Ha ocurrido lo mismo en Cataluña con los medios de comunicación públicos y con buena parte de las instituciones educativas. Ha sido el éxtasis de las prácticas políticas del pujolismo, la versión local de un nacional-populismo de derechas de hondas raíces pero con muchas semejanzas con movimientos contemporáneos. Cualquier pacto federal, única solución a los dramáticos tiempos que vive Cataluña, deberá incluir una mejora del autogobierno y en general de la organización de las soberanías en España y Europa, pero que haga imposible que se repita la apropiación sectaria de las instituciones que son de todos por parte de un movimiento que se salta la legalidad democrática que tanto nos ha costado construir.

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