jueves, 7 de diciembre de 2017
Un mundo amenazado por charlatanes
La sección de Ciencia ("Materia") del diario El País ha prestado un gran servicio público al desenmascarar a un charlatán pseudo-científico que en el pasado reciente había conseguido acceder a los grandes medios de comunicación. Yo mismo quedé impresionado por la espectacularidad de sus afirmaciones en una entrevista televisiva con Iñaki Gabilondo, a quien por cierto todavía no he visto pedir disculpas por vendernos una mercancía tan defectuosa (por favor que alguien me informe si lo ha hecho y daré debida cuenta de ello). Estoy bastante sensibilizado por la cuestión, porque un amigo mío, aquejado simultáneamente de una enfermedad mental y de un cáncer curable, falleció hace unos años al creer a gurús de Internet que vomitaban la porquería de que la ciencia de verdad era innecesaria. Por eso merecen un homenaje los periodistas u otros profesionales (como Daniel Mediavilla, el autor del artículo en Materia) que se toman el trabajo y la molestia de decir la verdad, como se merecen un homenaje los médicos de la sanidad pública que, sin tener cuenta de twitter ni un programa de televisión, contra viento y marea pacientemente explican a los padres dubitativos que las vacunas son necesarias (yo he visto a un pediatra explicar que las vacunas han hecho más por la infancia que todos los pediatras del mundo). Es una lucha desigual, la del científico contra el charlatán, como lo era la de la hormiga contra la cigarra. En el terreno de las ciencias sociales, en el que me muevo yo, filtrar a los charlatanes es todavía más difícil, no porque el método científico sea ajeno a lo social (no lo es), sino porque los hechos son complejos, continuamente cambiantes, y porque existe una constante demanda de explicaciones rotundas y espectaculares, a la que responde una oferta sin escrúpulos dispuesta a manipular la democracia en su nombre para mejorar su cuota de mercado. En el terreno de la economía, abundan los vendedores de lo que "la gente" quiere escuchar en un extremo, o los propagandistas de lo que conviene a los más poderosos, en el otro. En el mundo de la política, vemos hoy como los charlatanes en jefe de nuestro mundo arrasan con consensos pacientemente construidos o lo intentan (Trump con Oriente Medio, el Brexit con Irlanda, Puigdemont viendo si consigue despertar a todos los nacionalismos en Bruselas), sin reparar en que nuestro mundo de hoy depende de complejos acuerdos que ahora nos damos cuenta de que requieren un marco institucional tanto formal como informal mucho más sólido, a prueba de bocazas.
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