Yo hubiera preferido que el PSOE dijera que va a votar NO a la investidura de Rajoy, A NO SER QUE éste contra pronóstico ofreciera una visión distinta de España, que incluyera una reforma federalizante de la Constitución. Pero todo el comportamiento de Rajoy, y en las últimas semanas también de sus aliados de Ciudadanos, me sitúan francamente como un ingenuo. Parece que la política social de la derecha española es promover la Declaración Unilateral de Independencia o DUI
catalana (y con eso que nadie hable de las necesarias reformas sociales e institucionales en España), igual que la política social de la derecha catalana es mantener bien excitado al nacionalismo español: así dividimos a la izquierda, nos olvidamos de la urgencia de reducir las desigualdades, y los poderosos se fuman un puro y siguen en sus yates. A muchos les encantaría que existiera una separación clara entre identidades y cuestiones de dinero, así evitan pronunciarse sobre cuestiones delicadas. Pero ambas cuestiones están profundamente vinculadas y son inseparables en la mayoría de sociedades. No hace falta ser marxista para hacer esta afirmación, sólo hace falta no ser ingénuo. La política de la identidad les tiene muy tranquilos a los
poderosos. Las derechas nacionalistas se necesitan, hasta que se pasan
de la raya, como le ocurrió al PNV, que en gran parte ha rectificado, aunque no suficientemente para Albert Rivera, más exigente con el nacionalismo vasco moderado que con el nacionalismo español. Así desactivan a una potencial mayoría de izquierdas: a lo que dijo Marx sobre la infraestructura y la superestructura las modernas ciencias sociales reducirían el componente conspirativo y añadirían elementos de adaptabilidad y evolutivos, es decir, la derecha moderna adapta su comportamiento de una forma no totalmente racional a lo que va viendo que más le conviene. La DUI de la Lega Norte italiana en 1996 ("noi popolo della Padania
solennemente dichiaramo: La Padania è una Repubblica federale indipendente e
sovrana", gracias por la cita Andrés) ha sido muy útil para erosionar a la izquierda italiana, por ejemplo para quitarle la más que decente alcaldía progresista de Turín en alianza con los populismos de variado signo, aunque la Padania no sea ni un milímetro más independiente hoy que en 1996. La España patriota ("constitucionalista" les gusta llamarla a quienes no apoyaron la Constitución democrática) donde muy generosamente caben desde RedondoTerreros a Mayor Oreja (no quepo ni yo, ni Patxi López, mucho menos el PNV) es la España que no se entiende a sí misma.
Todos los mensajes del PP y Cs en los últimos meses han sido a favor de una España estrecha a la que
dicen pretender que se sume el PSOE, pero en realidad lo que quieren con ello
es dividir al PSOE. La política social de la derecha nacionalista catalana y de la española es
mantener el pacto tácito de que no haya un pacto federal. Así se mantiene viva
la llama del choque de identidades y la parálisis de lo público. Y se evita que
haya una mayoría a favor de reformas profundas e igualitaristas, en Cataluña y
en toda España. Hasta que nos cansemos, haya una derecha que entienda realmente a España y quiera de verdad pintar algo en la Europa federalizante, y las izquierdas sean capaces de darse cuenta del engaño por el que se suman a los decibelios de la patria. Mientras tanto, tenemos partidos que forman gobiernos, los mantienen o pretenden formarlos, echando combustible a los rincones más oscuros de Internet, propagando sin descanso todo tipo de prejuicios y paranoias.
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