Hace unos días tuvo lugar el traspaso de poderes entre el segundo director de La Repubblica, Ezio Mauro, y el tercero, Mario Calabresi. Mauro había tomado el relevo del periodista más importante de Italia, Eugenio Scalfari, fundador del diario hace poco más de cuarenta años. Este fantástico vídeo, de poco más de veinte minutos de duración, reproduce la sencilla pero profunda y emotiva ceremonia de traspaso de poderes entre Mauro y Calabresi, donde ambos reflexionan ante su redacción (entre cuyos componentes se puede ver al autor anti-Mafia Roberto Saviano) sobre el papel del periodismo en nuestra época y sobre los cambios producidos en nuestras sociedades y los que se están produciendo.
Las reflexiones de estos gigantes del periodismo europeo no son más que un ejemplo del liderazgo moral que ha ejercido y sigue ejerciendo La Repubblica en la sociedad italiana. Cuando tuve la suerte (y algo de mérito, me gané una beca) de pasar cuatro años en Florencia (1995-99) estudiando el doctorado, leía cada día La Repubblica, aún cuando algunos de mis amigos leían el también excelente, pero menos combativo, Corriere della Sera. Todavía hoy sigo el ritual dominical de leer la extensa reflexión del anciano pero cada día más lúcido Scalfari, que recomiendo a todo lector civilizado con una mínima facilidad para los idiomas latinos. Durante todos estos años, el diario que él fundó no sólo ha sido y sigue siendo uno de los mejores diarios del mundo, sino que es un referente moral comprometido con la democracia, el progreso, Europa, la libertad y la decencia. La Repubblica ha estado en la vanguardia de la lucha contra la corrupción, el populismo, el nacionalismo y la Mafia, en un país donde esta lucha no tiene necesariamente todas las de ganar. En unos tiempos en que no es fácil encontrar la línea justa entre la denuncia de las injusticias y el humo de las promesas huecas, la seriedad progresista de Scalfari, Mauro y sus colaboradores ha sido capaz, un día tras otro, de no separarse de esta línea. Estos directores han mantenido desde hace años su compromiso con las ideas del federalismo europeo, y han hecho de su diario el mejor heredero de las ideas de Spinelli y de su manifiesto de Ventotene. Combatiendo al mismo tiempo a los populismos de derecha y de izquierda, comprometidos no sólo contra Berlusconi y el crimen organizado sino también contra la frivolidad de muchas de las iniciativas del actual presidente del consejo de ministros Renzi, uno tiene siempre la certeza de que en La Repubblica encontrará las palabras justas para interpretar los grandes desafíos que atraviesan Europa y el mundo en el siglo XXI. En España mientras tanto quienes podrían haber ejercido un papel parecido han preferido últimamente extender sus alfombras rojas a los magnates de la tierra y parecen ser víctimas de un miedo sobrevenido a un gobierno progresista. Me refiero al diario El País, que pese a la enorme dignidad y calidad de muchos de sus periodistas y columnistas, parece más preocupado por las implicaciones de su línea editorial sobre su supervivencia financiera, que por mantenerse fiel a un compromiso por la libertad y las reformas progresistas que nos permitan avanzar hacia una sociedad más libre e igualitaria. A quienes hacen La Repubblica cada día les mando mi modesto homenaje y un sencillo mensaje: non mollare, amici.
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